[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Sarah Echolls | Sala Blanca
[color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]
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Antes de que pudiéramos cantar victoria me tocó el turno de nuevo. Esta vez no estaba segura de lo que podía esperarme, pero iba con la guardia alta para evitar sorpresas desafortunadas.
Supe que era mi turno cuando vi la imagen de Benjamin McBeth hacerse nítida, sin necesidad de verme a mí misma hablando frente a él. Antes de pararme a pensar, sentí como mi cara se enrojecía y no supe dónde mirar, me avergonzaba haber sido tan tonta como para confiar en un demonio que más bien parecía un ‘demonio del orgullo’ sacado del ‘Dragon Age’.
La imagen se movió rápidamente hacia el cumpleaños que Daniel, Diana y January celebraron conjuntamente, el hecho de recordar a Jan me reabrió una vieja herida que creía curada, pero que en realidad solo había estado tapada por la incesante cantidad de cosas que nos habían ocurrido desde entonces.
Vi con vergüenza como Ben se paseaba por el cumpleaños como si fuese el rey, noté en su gesto lo mucho que disfrutaba riéndose de nosotros, para luego irse. Me fijé en el detalle de la chaqueta que le regalaba Fenris, si John Doe le había avisado de que ben estaría allí quizá esa chaqueta llevase alguna sorpresa oculta, era muy propio de John Doe.
Durante mucho tiempo me había culpado por haber confiado en ese demonio, por haber intentado ver algo bueno en él que definitivamente era una mínima parte comparado con la oscuridad de albergaba. Diana y Daniel habían intentado muchas veces que no me culpase diciéndome que ellos también habían hecho algo parecido, Diana espoleada por una visión y Daniel por una extraña intuición, pero sabía que ellos no habían terminado de fiarse, lo había visto en la cara de Daniel en el cumpleaños, cada vez que lo observaba lo hacía con unos ojos muy distintos a los que me miraban con ternura, lo observaba como un cazador a punto de abalanzarse si el otro hacía un movimiento brusco. Y a Diana nunca le había caído demasiado bien, mi hermana era totalmente transparente, al menos ahora, la de verdad, no la rubia.
Aun así, después de lo que habíamos pasado bajo el influjo del demonio del miedo, me olvidé un poco del tema, pero volver a ver todo lo que había hecho hacía que mis instintos primigenios de cazadora me diesen ganas de arrancarle la cabeza y después pisotearla.
Estaba tan metida en los recuerdos que no me di cuenta de que no estaba sola hasta que Daniel me apretó la mano, haciendo que volviese al mundo actual. Vi como me sonreía y movía la cabeza para decirme que no le diera importancia. No pude evitar sonreírle y me enfrenté a lo que quedaba del recuerdo.
Dónde esperaba ver más meteduras de pata con Ben, me encontré con algo un distinto, algo que al menos me alivió al ver que no había tenido más encuentros desafortunados con ese demonio. En lugar de él, vi a Jan, desde el momento en el que nos conocimos y pensé que era una chica simpática y que quizá podría tener una amiga, pasando por el momento en el que empezaron a verse sus rarezas hasta llegar al momento en el que se fue, tras ser incapaz de superar al demonio del miedo porque su amistad con nosotros, conmigo, definitivamente no era tan fuerte.
Recordaba perfectamente lo mal que me había sentido al saber que los demás habían ido topándose con otros desde el principio, todos habían encontrado a otro, salvo yo y salvo Jan. Tuve que avanzar sola, hasta que me encontré con los demás, ellos sí habían llegado hasta mí porque sí significaba algo para ellos, pero no para Jan. Nuestra amistad había empezado a decaer desde el «tricumpleaños» pero ese momento fue clave, y su desaparición posterior, sin dejar ningún tipo de aviso, fue el final. Reconozco que había llorado por ello hasta que no me quedaron ganas de llorar más, pero al final lo había superado gracias a los demás, a los que siempre habían estado allí incluso en el lugar dónde reinaba el miedo, y gracias a Illya que había demostrado que sí podía tener una gran amiga, además de unos grandes amigos, un gran novio, un gran mentor y unas grandes hermanas [i](aclaro esto para que, si en algún momento Diana lee este diario, que lo hará y posiblemente ya lo haya hecho alguna vez, no se ponga celosa).[/i]
Después el recuerdo saltó a otra persona conocida y pasada, aunque ese pasado estaba mucho más reciente y las cicatrices no habían sanado, porque nunca había podido llegar a desahogarme por todo lo que había hecho. Estaba claro que era Cecil, la personificación del demonio de ojos verdes, aunque tenía más cosas desagradables.
Avanzamos en los recuerdos y llegamos a la vez en la que aquella sicario de la Iniciativa se hizo pasar por McLeod y nos infundió un estado de paranoia horrible. Siempre recordaría los ojos desorbitados de Cecil diciendo lo que de verdad escondía su corazón sobre Dominic, en ese momento sentí que no había vuelta atrás con Cecil, pero lo seguí intentando, en parte por no volver a perder a alguien y pensar que era culpa mía, aunque la relación había empezado a resquebrajarse.
Seguimos viendo recuerdos, algunos que los demás no habían visto, pero de los que les había hablado, Cecil quejándose de los demás, especialmente de Dominic, y yo misma reprendiéndome, lo que hizo que después fuese yo el objeto de su ira, aunque fue a quejarse al menos adecuado, a Daniel, que sabiendo haciendo un esfuerzo por mí, se guardó las ganas de tirarlo por la ventana y trató de conciliar la paz, pero la amistad estaba rota, según avanzaron los recuerdos se pudo notar en la cara de Cecil, todos sabíamos ya como era, Daniel le evitaba, McLeod, Dominic y Diana no lo soportaban y yo a duras penas y Ed más de lo mismo.
Podía decir que lo de Cecil nos había afectado a todos, pero más por soportarle y por no haber podido desahogarnos que por la amistad que habíamos tenido con él, porque al fin y al cabo, todo lo bueno que había hecho lo había estropeado de principio a fin haciendo cosas peores, como abandonarnos ante Mason, o vender la idea de nuestra vida como una serie. Sabía que tenía que cerrar esa herida, pero no había podido procesar aún que Cecil había quedado atrás, en su mundo idílico, por propia voluntad y que, de todas formas, por mucho que me hubiese desahogado decirle lo que pensaba en realidad, a él no le había servido de nada, aunque a veces, cuando lo recordaba no podía evitar dar la razón a Diana cuando decía que el dicho de que «La mejor bofetada es la que no se da» era una tontería, que «La mejor bofetada es la que se da una y otra vez», pero por el momento iba a tratar de quedarme con el refrán de Delly «No hay mayor desprecio que no hacer aprecio» y eso es lo que no tendría de mí, él se lo perdía.
Estaba claro que el Doctor estaba aprovechando mis dudas acerca de las personas en las que había confiado y me habían defraudado, todo parecía indicar que había cambiado ligeramente de estrategia y ahora no intentaba hacer a los demás dudar de mí, si no hacerme a mí dudar de los demás una vez más, pero eso era algo que estaba muy lejos de conseguir, todas las personas que estaban a mi alrededor habian demostrado ser de confianza más de una vez y visto lo que acababa de ver, era algo que no ocurría todos los días, así que en lugar de dudar, reafirme mi confianza en ellos.
– [Dominic]Tenía que haberle dado alguna vez más, me quedé con ganas.[/Dominic] – dijo Dominic refiriéndose a Cecil, no pude evitar soltar una risa, tanto por lo que había dicho como por el peso que en parte me había quitado de encima, aunque lo que había pasado siempre iría conmigo, porque somos lo que vivimos, y así aprendería de mis errores.
– [b] [i] [color=#843181]Pues se ha lucido el Doctor.[/SIZE] [/i] [/b] – dijo Diana indignada. – [b] [i] [color=#843181]A estos imbéciles los conocimos en persona, gracias…la culpa no es tuya hermanita, sencillamente no tenían remedio, ahora estarán dando tumbos por ahí.[/color] [/i] [/b] – añadió.
– [b] [i] [color=#457238] Tiene razón, Ben habrá cabreado a quien no debía, Jan seguirá resucitando el hedonismo y huyendo de todo y Cecil vivirá en su mundo de autoadoración y estará criticando a alguien, o peleando. [/color] [/i] [/b] – intervino McLeod subiéndose las gafas.
– [b] [color=#CC858A] Yo no los conocí a todos, pero habiendo sufrido al último te puedo asegurar que no era culpa tuya, solo demostró lo que era, además de pesado.[/color] [/b] – habló Rebecca, que casi me había olvidado que estaba allí porque nunca se metía en nada.
– [b] [i] [color=#4F5360]No merecían la pena, lo demostraron varias veces. Vales demasiado como para que puedan ni siquiera mirarte. [/color] [/i] [/b] – oí decir a Daniel con algo de enfado en su voz, lo que me hacía sentir mal le hacía sentir mal a él, y si era algo en lo que no podía actuar le enfadaba. Le guiñé un ojo y le sonreí para que se tranquilizase.
– [b] [i] [color=#BB609C]Tenéis razón, ha dado en el punto exacto para hacerme dejar de pensar en ellos, son historia.[/color] [/i] [/b] – respondí sinceramente.
– [b] [i] [color=#266EAC]Así se habla.[/color] [/i] [/b] – añadió Ed.
Una vez más estuve a punto de cantar victoria, pero la sala empezó a oscurecerse, no como cuando el Doctor iba a mostrarnos un recuerdo, parecía distinto, pero una imagen empezó a dibujarse en el aire, igual que en las veces anteriores, pero distinto.
Era un recuerdo reciente, lo pude saber al instante al ver la nave industrial en la que estábamos montando nuestro negocio. Al ver los muebles y el resto del mobiliario colocado supe que momento era, pero no conseguí ubicar nada malo en ese día, el día de mi fiesta de cumpleaños.
Siempre lo había pasado bien celebrando mi cumpleaños cuando era pequeña porque tenía a Diana, a Kaylee y a Ed, además de a mi madre, que se esmeraba más que nunca para hacer que ese día fuese especial, incluso algunas veces estaban por allí la tía Rachel o la abuela y el novio o marido que tuviese en ese momento. Eran días especiales, pero había una cosa que siempre me ponía triste pese a todo lo que hacían, aunque intentaba disimular para que no se diese cuenta. Lo que siempre me ponía triste era el hecho de no recibir ni una simple llamada de la familia de su padre, de sus otros abuelos, y el hecho de no saber si su padre llamaría o no, porque a veces no lo hacía y recibía un paquete una semana más tarde con algún regalo y una tarjeta de disculpa que parecía escrita por su secretaria.
El último cumpleaños antes del que estaba viendo las cosas habían empezado a cambiar, porque tenía a Daniel y a McLeod, pero también en el otro extremo tenía a la otra Diana, la que no era de verdad su hermana, así que el vacío seguía ahí. Pero el último año había sido distinto, no se había parado a pensar en si llamarían o no y había sido un día especial de principio a fin. En la visión empezaron a desfilar los recuerdos: entrar en la nave y verlos a todos al encenderse las luces con todo preparado; los regalos elegidos con cariño por cada uno de ellos; Dominic moviendo un globo rojo desde lejos detrás de Ed imitando el anuncio de un medicamento para gases cuando éste último dijo que iba a reventar después de todo lo que había comido; Ed y Daniel tocando la guitarra a dúo; Diana diciéndole a McLeod que sacase la gaita y la falda y se subiese al escenario con ellos dos; McLeod mirándome con orgullo como nunca había visto hacer a mi padre; mi madre sonriendo mientras sacaba la tarta; mi cara roja mientras todos cantaban el cumpleaños feliz, incluso los McLeod que nos veían a través de una videollamada; Ed también rojo pidiéndole un baile a Kaylee, que aceptaba con la cara también roja; Freya robándole el bocadillo a un despistado Dominic que hablaba distraídamente con Diana y Rebecca; Rebecca colorada después de un ataque de risa provocado por una actuación de teatro de Sarah y Diana…
De principio a fin el día fue increíble y por suerte tenía también fotos que lo atestiguaban, no como las que sacaba Liad cuando se empeñaba en llevar el la cámara, que terminaban siendo fotos desenfocadas del suelo, una bolsa que volaba por el aire, una lámpara…pero que él pensaba que eran obras de arte, si no fotos en plena risa, de las que capturan la esencia de un día y que ahora decoraban un corcho en la pared de mi habitación.
– [b] [i] [color=#BB609C]No sé que ha sido eso, pero gracias.[/color] [/i] [/b] – dije dejando escapar una solitaria lágrima por mi mejilla. No lloraba por pena ni por dolor, si no por alegría. Después de lo que había pasado, tanto en estos meses como en estos últimos años, esta imagen me devolvía las fuerzas para luchar. No sabía qué o quien lo había hecho, pero quería que supiera que estaba terriblemente agradecida, tanto por ese recuerdo, como por la gente que tenía ahora a mi alrededor y que de verdad merecía la pena.
[spoiler]Regalo para Stefy.[/spoiler]
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