Moondale

CUESTION DE PRINCIPIOS

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Zack McLeod | Casa de los McLeod, Escocia

[color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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Me preparé mentalmente para afrontar el reto, pero tenía que conseguirlo, la chica no podía seguir aislándose, esa no era la solución, tenía que seguir esforzándose para que esa singularidad de su caracter que le permitía contenerse pese a no tener un «alma» propiamente dicha, no se perdiese bajo la presencia del demonio que cohabitaba su cuerpo. Aunque el otro día se había visto algún avance.

Además, era una cuestión de principios, las razas no importaban, todos éramos seres vivos e igual que había gente malvada dentro de los humanos la había dentro de los sobrenaturales, había diferencias de ideologías muy acentuadas por la falta de coexistencia, pero si cada uno ponía un poco podía conseguirse una coexistencia, igual de pacífica que la que existía entre los humanos, que no era demasiado, pero era un avance.

Fui por la puerta que comunicaba la casa con el garaje, para evitar terminar empapado. La verdad es que no me habría importado quedarme bajo la lluvia, porque en los últimos meses en Egipto había podido ver poca agua, pero prefería no terminar con un catarrazo el resto de las vacaciones.

– [b] [color=#0053E3]Hola…[/SIZE] [/b] – saludé a la oscuridad cuando atravesé la puerta. No sabía dónde estaba, pero el sexto sentido que terminas desarrollando al recorrer los oscuros y llenos de trampas pasillos de las viejas tumbas, me hizo sentir que había alguien allí. – [b] [color=#0053E3]Los demás ya están de camino, llegarán a la hora de comer.[/color] [/b] – empecé a explicar. La última vez que había venido a visitarla, para llevármela de nuevo a socializar por la casa, le había contado lo de la hermana de Daniel y la transformación de Chris. Esa conversación por teléfono se había alargado bastante, porque casi todos pensábamos que las infusiones que solía tomar eran eso, una simple infusión, y que él de alguna forma había conseguido contener la transformación, pero resultó que se había estado dando a si mismo matalobos, una sustancia nociva para los licántropos, con tal de debilitar a su parte lobuna y no transformarse. Entendía lo que le había llevado a tomar esa decisión, pero aún así me uní a la bronca que le echaron mis padres, no podíamos dejar que le pusiese obsolescencia a su vida. Resultaba curioso que hacía un tiempo hubiésemos tenido que tener una discusión parecida con Daniel para hacerle ver que nunca reemplazaríamos a su familia, pero siempre estaríamos ahí, y no podía tirar por la borda su vida. Su novia, Sarah, la Cazadora, parecía haber conseguido que mi hermano volviese, esperaba que Diana, que era la que había conseguido el primer paso con mi otro hermano, lo consiguiese también. – [b] [color=#0053E3]Hicieron noche en la carretera porque mi hermano tenía que transformarse y al pasar por Inglaterra no les dio tiempo.[/color] [/b] – expliqué después al ver que no respondía. Con Illya siempre tenías que hablar mucho más de lo que ella hablaría, pero estaba acostumbrado a mis estudiantes de prácticas, que asombrados por los misterios que ocultaba el mundo no solían decir una palabra.

– [b] [i] [color=#EE5159]¿Están…bien?[/color] [/i] [/b]- preguntó sin moverse demasiado, pero el sonido de su voz me permitió localizarla.

– [b] [color=#0053E3]Sí, parece que fue un poco accidentado pero la cosa va bien.[/color] [/b] – respondí. Accidentado era quedarse corto, pero habían conseguido muchas cosas por el camino, eso siempre nublaba el recuerdo de las cosas malas que ocurrían, lo peor era la frustración de pasarlo mal y no conseguir nada a cambio, nada que lo justificase. En parte, eso me hacía pensar un poco en todos ellos

Se acercó un poco y con la tenue luz de la luna que se filtraba a través de las ventanas vi que asentía. A la chica le sentaba bien la luz de la luna, en lugar de darle un aspecto lúgubre a su pálida piel, le daba un brillo sobrenatural y bello. – [b] [i] [color=#EE5159]Gracias…[/color] [/i] [/b]. – añadió al poco.

– [b] [color=#0053E3]De nada.[/color] [/b] – dije con sinceridad. No había razón para agradecer lo que acababa de hacer. Al instante llegó esa pausa incómoda que me había imaginado, el momento en el que tenía que intentar un nuevo camino para que me acompañase y saliese del sótano. – [b] [color=#0053E3]Mi madre está haciendo comida para un «regimiento» que diría ella…y mi tía otro tanto de postres.[/color] [/b] – bromeé, cuando todos se fueron, Sarah me dejó encargado de que Illya no se pasase el tiempo que estuviesen fuera encerrada, y me dio alguna pista que podía usar. Ella se quedó callada y me observó detalladamente. – [b] [color=#0053E3]Sarah me dijo que eres muy buen cocinera.[/color] [/b] – añadí. Al verla agachar la cabeza avergonzada me imaginé un reflejo total de la que había sido antes de que la mordieran.

– [b] [i] [color=#EE5159]En realidad…no es para tanto[/color] [/i] [/b]. – respondió ella. Había conseguido que me dijese más de dos palabras, era el mejor avance del día.

– [b] [color=#0053E3]Pues estamos todos deseando probar uno de tus platos…seguro que a mi madre le vendría bien tu ayuda, pero no querrá molestarte pidiéndotela.[/color] [/b] – aseguré. Viendo como iba de «espídica» por toda la casa sabía que estaba preocupada tanto por ellos como por Illya, pero no quería entrometerse demasiado, así que me tocaba a mí ser el agente desencadenante.

– [b] [i] [color=#EE5159]No hace falta que seas amable conmigo…[/color] [/i] [/b]- replicó evitando mirarme. Illya necesitaba una dosis masiva de autoestima, ser vampiro no es lo que la caracterizaba, tenía que entenderlo, no tenía razón para tratarla de forma diferente, en todo caso tenía razones para prestarle más atención y conseguir que viese la vida de otra forma.

– [b] [color=#0053E3]No tengo razón para no serlo.[/color] [/b] – repliqué. – [b] [color=#0053E3]¿Me acompañas entonces?[/color] [/b] – pregunté. Pasaron unos segundos en silencio y la vi asentir muy ligeramente, justo antes de empezar a salir de las sombras. Hice un gesto con la mano para que me siguiese y salimos del garaje. De camino a la cocina pasamos por delante del salón, dónde los «Yayolantes» como los había llamado Diana, estaban recordando viejos tiempos mientras veían de fondo un western y Jessica, la hermana de Dominic, parecía no saber dónde meterse. Nos saludaron al pasar e Illya respondió con un saludo triste, de alguien que piensa que está fuera de lugar. Eso tenía que arreglarlo.

– [b] [color=#7411AD]Hola hija.[/color] [/b] – saludó mi madre con una sonrisa que debía acompañar a la gran sonrisa que tenía interiormente. – [b] [color=#7411AD]¿Para qué la anduviste molestando? Igual prefería estar haciendo otra cosa.[/color] [/b] – me reprendió, pese a tener cuatro ollas en la vitrocerámica, aunque por suerte dos no estaban encendidas porque los fusibles de toda la casa se habrían venido abajo al estar también la televisión del salón y la secadora puestas. Ya podía tener que hacer comida para trescientos que no pediría ayuda para no molestar, era tan cabezota como el resto, aunque decía que éramos los McLeod los de la rama cabezota.

– [b] [i] [color=#EE5159]No estaba haciendo nada…tranquila[/color] [/i] [/b].- respondió con timidez, sorprendiéndome por el mero hecho de responder.

Mi madre le sonrió. – [b] [color=#7411AD]Sarah me dijo que te gustaba cocinar.[/color] [/b] – debía haber hablado con mi madre también, la chica no tenía bastante con lo suyo si no que además se preocupaba de mantener bien al resto del grupo. – [b] [color=#7411AD]Si quieres ayudarme yo encantada, pero si no no te preocupes que yo me encargo.[/color] [/b] – dijo volviendo de nuevo a la extrema cautela.

– [b] [i] [color=#EE5159]Sí, me gusta…gracias[/color] [/i] [/b].- dijo dirigiéndome una mirada que creí entender, una mirada en la que me preguntaba la razón por la que hacía esto.

– [b] [color=#0053E3]Ya os pelo yo las patatas.[/color] [/b] – dije para quedarme cerca y vigilar que todo fuese bien, pese a que tenía unos escritos que traducir, aunque siempre podía poner a mi hermano a ello, para él sería facilísimo. Era curioso pensar que fuese yo el que me dedicase a la parte más arqueológica de los Vigilantes cuando era él el que podía traducir automáticamente. Supuse que nos gustaban diferentes formas de aventura, él prefería una más directa y con resultados directos sobre el mundo mientras que yo prefería el misterio de las tumbas y túmulos, la euforia al desenterrar algo valioso sobre lo que investigar y el triunfo al evitar una trampa, aunque no desechaba la adrenalina al encontrarte algo vivo, y no muy amigable.

Así que cogí las patatas y el pelador y me puse en el lado de la mesa de la cocina más alejado de la meseta dónde estaban ellas, para dejarlas interactuar.

– [b] [color=#7411AD]¿Me ayudas a meterlos en las mallas?[/color] [/b] – preguntó mi madre. Iba a hacer una receta familiar, por parte materna, rollo de ternera en salsa de zanahoria. Al ver los dos grandes trozos que debían meter sendas mallas, mi parte glotona se preguntó si sería bastante comida para todos, pero al sumarle patatas, entrantes, sopa, los turrones que había traído de una parada que hice en España y los postres que habría hecho la tía Charisma teníamos como para reventar.

– [b] [i] [color=#EE5159]Sí, claro…[/color] [/i] [/b] – respondió ella. Me pareció captar un ligero tono de alegría, aunque muy leve. Debía ser una persona a la que le gustaba sentirse útil, apelando a eso había conseguido sacarla las otras veces, para recibir clases de primeros auxilios pero la cocina era una herramienta mejor para convencerla el resto de días, aunque esperaba que se convenciese sola.- [b] [i] [color=#EE5159]¿Tienes un delantal?[/color] [/i] [/b]- preguntó mirando alrededor.

– [b] [color=#7411AD]Sí hija, será por delantales.[/color] [/b] – respondió mi madre entrando a la despensa para buscar uno.- [b] [color=#7411AD]Mira cualquiera de estos te vale, se los compró la tía Charisma a Chris y a Daniel que eran los cocinillas.[/color] [/b] – añadió cuando salió con dos, uno azul que ponía «Keep Calm, Man Cooking» que era de Daniel y uno verde oscuro que ponía «We should be doing a barbecue». Illya asintió agradecida, cogió el azul y se lo ató con agilidad.

– [b] [color=#0053E3]Sabes que yo soy más de trabajar con cosas menos recientes.[/color] [/b] – repliqué a mi madre, la cocina me llevaba un tiempo que necesitaba para otras cosas, aunque a la hora de comer era tan seguidor de la cocina como el que más. Evité referirme a cosas «muertas» porque no era correcto con Illya allí.

Entre las dos metieron la carne en las mallas y las dejaron en un plato encima de la mesa.

– [b] [i] [color=#EE5159]¿Hago algo más?[/color] [/i] [/b] – preguntó.

– [b] [color=#7411AD]Si quieres hay ahí unas zanahorias para pochar, pero si estas ocupada lo hago yo.[/color] [/b] – respondió mi madre con una sonrisa señalándole un recipiente lleno de zanahorias cortadas. Illya asintió y le dirigió también una sonrisa. Cogió el plato y después de preguntar por la olla que usaba, se puso a pochar las zanahorias con una velocidad digna del chef más diestro.

– [b] [color=#7411AD]Espero que estéis disfrutando las vacaciones…la casa va a quedar «sorda» cuando os vayáis.[/color] [/b] – me daba pena por ellos, yo venía a veces, cuando podía, aunque me pasaba la mayor parte del tiempo por el resto del mundo, pero al menos me veían entre viaje y viaje, pero para los demás era más complicado, tenían muchas obligaciones en Moondale. Pasar de tener una casa repleta a estar solo tres personas, cinco cuando iban a comer a casa de la tía Charisma, era triste, sobretodo teniendo en cuenta que las obligaciones de los que no vería implicaban arriesgar la vida para salvar el mundo.

– [b] [i] [color=#EE5159]Mucho…gracias por todo[/color] [/i] [/b].- respondió. Parecía agradecida de corazón.

– [b] [color=#7411AD]De nada hija…aquí dónde comen dos comen tres…[/color] [/b] – respondió mi madre. – [b] [color=#7411AD]Voy a tener que dejarte cocinar a ti todos los días.[/color] [/b] – añadió al observar a Illya pasando las zanahorias mientras ella desmenuzaba el pescado para la sopa. Illya sonrió ligeramente, con orgullo.

– [b] [color=#7411AD]Entre todos vosotros puedo retirarme de la cocina tranquilamente.[/color] [/b] – dijo para conseguir que se sintiese más cómoda.

– [b] [i] [color=#EE5159]Seguro que no…eres muy buena cocinera[/color] [/i] [/b].- respondió ella mirándome buscando apoyo como si no supiera que debía decir.

– [b] [color=#0053E3]No pasa nada cuantas más cocinéis más comida para repartir.[/color] [/b] – respondí.

– [b] [color=#7411AD]Zampón.[/color] [/b] – dijo mi madre. – [b] [color=#7411AD]Hija, ¿a ti mañana qué prefieres que te ponga en la cena?[/color] [/b] – preguntó al cabo de un rato.

Illya me miró sin saber muy bien qué decir. – [b] [i] [color=#EE5159]Yo no…yo…eh…[/color] [/i] [/b] – intentó explicar.

– [b] [color=#7411AD]Ya ya…no me expliqué bien…te decía por si preferías tomarla de alguna forma…y porque te traje de ternera además de la de cerdo, no sabía si te gustaría.[/color] [/b] – aclaró mi madre, nerviosa porque hubiese podido molestarle lo que había dicho.

– [b] [i] [color=#EE5159]Gracias…[/color] [/i] [/b]- respondió sorprendida.

– [b] [color=#0053E3]Bueno y también por si preferías comer también alguna cosa aunque no lo necesites. Por nosotros no te preocupes por eso.[/color] [/b] – expliqué refiriéndome a que, aunque no le supusiesen nutrientes para el cuerpo, si le gustaba comer no había ningún problema.

– [b] [color=#7411AD]Hablando de comida mira quien viene a comer.[/color] [/b] – dijo mi madre cuando vio a Stephanie aparecer por la puerta, cogida a su muñeca de Draculaura.

– [b] [color=#FB1464] Hola, Indy[/color] [/b] .- me saludó.
– [b] [color=#0053E3]Hola, Tapón.[/color] [/b] – respondí pasándole una mano por el pelo. Estaba orgulloso de ser el que había culturizado a mi pequeña hermana en materia de Indiana Jones.

– [b] [color=#0053E3]A esta chica creo que no la conoces.[/color] [/b] – le dije agachándome. – [b] [color=#0053E3]Se llama Illya.[/color] [/b] – añadí.

– [b] [color=#FB1464] Se parece a Draculaura…[/color] [/b] – respondió con una risilla nerviosa. Si algo bueno podía salir de las nuevas modas literarias era el hecho de que la gente dejase de discriminar en base a lo que fueras.

– [b] [color=#0053E3]Te lo dije.[/color] [/b] – le dije a Illya con una sonrisa.

– [b] [i] [color=#EE5159]Encantada de conocerte…[/color] [/i] [/b]- respondió con timidez, agachándose para saludarla.

– [b] [color=#FB1464] ¿Me dejarás peinarte algún día? De mayor quiero ser peluquera y estoy practicando[/color] [/b] .- le explicó con una sonrisa a la que le faltaban un par de dientes. La peluquería era una nueva vocación, me había gustado más la de veterinaria, conllevaba menos chismorreos.
– [b] [i] [color=#EE5159]Sí, claro…pero no puedo cortármelo[/color] [/i] [/b].- aclaró. Para un vampiro un cambio de look era algo de por vida. Mi hermana sabía lo que era Illya, aunque nadie se lo hubiese dicho, la pequeña se las apañaba para enterarse siempre de todo, y parecía no importarle. Me sentí orgulloso.

– [b] [color=#FB1464] No pasa nada, mamá Delly no me deja jugar con tijeras desde que rompí una camiseta…sin querer…[/color] [/b] – aclaró.

– [b] [color=#7411AD]Que te acababa de comprar…además papá te dijo que nada de jugar con tijeras.[/color] [/b] – la reprendió mi madre.

– [b] [color=#FB1464] Quería que se me viese el ombligo como a Clawdeen Wolf…[/color] [/b] – se quejó con un puchero. Negué con la cabeza al unísono con mi madre, deseando que no llegase tan pronto a esa fase. Illya sonrió abiertamente, me pregunté si le resultaría más fácil socializar con los niños.

Stephanie se unió a nosotros y mi madre la puso a lavar y poner en remojo las habas para el día siguiente, porque quería hacer como nosotros.- [b] [color=#FB1464] ¿Tú también eres un vampiro como Draculaura?[/color] [/b] – preguntó muy interesada. Mi madre y yo nos quedamos callados, por un lado Stephanie tenía que saber que no debía preguntar esas cosas así, pero por otro si la reñiamos le estábamos enseñando que ser vampiro no era algo normal y por eso había que tener cuidado cuando preguntases.

– [b] [color=#0053E3]¿Y tú no preguntas mucho?[/color] [/b] – le repliqué.

– [b] [color=#FB1464] Sí[/color] [/b] .- respondió sin entender la ironía.

– [b] [i] [color=#EE5159]Sí, soy un vampiro…pero no como Draculaura…diferente[/color] [/i] [/b].- aclaró ella.

– [b] [color=#FB1464] ¡BIEEEEN![/color] [/b] – exclamó Stephanie dando saltos.

– [b] [color=#0053E3]Creo que le gustas más que Draculaura. No me extraña.[/color] [/b] – expliqué sin darme demasiada cuenta de lo que estaba diciendo, cuando lo hice, entendí la cara extrañada de Illya.

– [b] [i] [color=#EE5159]¿Por qué…?[/color] [/i] [/b]- preguntó en voz baja. Mi madre me miraba divertida, y Stephanie parecía a punto de echarse a reír, pero no había remedio para lo que se me había escapado. Cualquiera podía ver que era una chica preciosa pero si se lo decía así Stephanie empezaría a cantar que nos besábamos debajo de un árbol.

– [b] [color=#0053E3]Ehm…bueno es evidente que eres más guapa.[/color] [/b] – dije señalando la cabeza desproporcionada de la muñeca, para disimular.

Ella esbozó una sonrisa distinta de las que le había visto otras veces, diría que coqueta, pero con lo cortada que era no podía ser eso. – [b] [i] [color=#EE5159]Tú también eres…más guapo que Draculaura[/color] [/i] [/b].- añadió. No supe si era en broma o en serio, pero me alegró ver que estaba tomando algo más de confianza con nosotros. Vi a mi madre y a mi hermana reírse por el rabillo ojo.

Por suerte en ese momento entró en escena mi padre, que como quedaba una hora para la cena ya debía tener hambre y no podía aguantarse aunque le dijeras que quedaba poco tiempo.

– [b] [color=#7411AD]No vengas ya a picar que no está la cena.[/color] [/b] – le reprendió mi madre anticipándose a sus intenciones. Mi padre puso cara de pena pero ya tenía unas uvas en las manos.

Illya me miró de reojo y le devolví la mirada. – [b] [i] [color=#EE5159]Hola, señor McLeod[/color] [/i] [/b].- saludó de manera formal mientras removía la sopa.

– [b] [color=#74651D]Llámame Arthur mujer.[/color] [/b] – dijo mi padre comiéndose un par de uvas después de preguntar a los demás si queríamos. – [b] [color=#74651D]Tuviste que aburrirte mucho en el garaje, a ver si luego me ayudan y te ponemos una tele al menos.[/color] [/b] – se quejó. Desde que estaba con tiempo libre uno de sus mayores hobbies era la televisión, especialmente los concursos, pero intentaba escaparse siempre que podía a hacer otras cosas que hicieran falta en casa, aunque sin entender que los demás no teníamos lo que se decía, bastante tiempo libre para ayudarle.

– [b] [i] [color=#EE5159]No se preocupe, estoy…aprovechando para estudiar[/color] [/i] [/b].- respondió ella casi en un susurro.

– [b] [color=#0053E3]Ya sabes que ahí tienes la biblioteca, ahora el que más la usa soy yo.[/color] [/b] – aseguré. Hubo un tiempo en el que Chris, Daniel, mi padre y yo la utilizábamos a la vez, e incluso un breve periodo en el que mi padre nos dio clases a los tres juntos sobre la Vigilancia, antes de que yo me fuese para convertirme en un Vigilante. Fue una suerte que la Gran Purga de Vigilantes tuviese lugar cuando mi hermano estaba de aventuras, yo en Rumania investigando un viejo castillos y mi padre y Arthur en una reunión de una facción de los Vigilantes que opinaba que la orden había perdido el norte. La Purga fue un suceso triste, perdimos gente a la que conocíamos muy íntimamente, pero logró un cambio, Rupert Giles reformó la orden y ahora estábamos encaminados de verdad, aunque siempre había malas hierbas, como el primer Vigilante que le tocó a Sarah, que Daniel me dijo que la había dejado tirada frente a un bar de demonios para que se defendiese de ellos.

– [b] [color=#7411AD]Venga, menos Illya y Stephanie que están haciendo algo, todos fuera que no cabemos en la cocina. [/color] [/b] – mi padre se fue con los uvas en la mano y yo me levanté dispuesto a enfrascarme un poco en la traducción. Antes de irme le dirigí una sonrisa a Illya, deseándole que estuviese bien, y ella me devolvió otra sonrisa, una que me dejó ver que había conseguido mi propósito, había conseguido que se sintiera cómoda. Por alguna razón, pese a saber que estaría bien con mi madre y mi hermana, no me gustó irme, a pesar de que era una persona acostumbrada a las despedidas, una tan pequeña como esta me dejaba intranquilo.

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