[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Daniel Arkkan | La Iniciativa, subterraneo dos
[color=#E3B94A]Mediodia[/SIZE][/color][/font][/b]
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Cuando las luces se apagaron, mi instinto me llevó rápidamente a buscar a Sarah. Por mucho que fuese la líder natural del grupo, y que fuese mucho más fuerte que yo, era lo que más quería en el mundo y no podía evitar contener mi vena protectora, que la veía a veces más frágil de lo que era. En este caso, lo que me preocupaba era que su ansiedad relacionada con la falta de respiración se acrecentase al estar a oscuras en un lugar tan cerrado, bajo tierra para más inri.
Unos segundos después de que la luz se apagase, mis ojos se acostumbraron y la tenue luz que emitían las cámaras de éxtasis me permitió ver dónde estaba, y comprobar también que todos estuviesen bien. Siempre consideraba que haber tenido asma de pequeño me había hecho en cierta medida más fuerte, por un lado tenía una capacidad pulmonar ligeramente por encima de la media según los test a los que me habían sometido los médicos por aquél entonces, por el mero hecho de haberme acostumbrado a respirar con dificultad, y por el otro, mi visión en la oscuridad era ligeramente mejor de lo que habría sido de no haber tenido asma, porque las noches en vela sin poder conciliar el sueño por no poder respirar, me habían hecho acostumbrarme también, algo que me había resultado muy útil en mis «años oscuros».
Mientras me acercaba a Sarah se encendieron las luces de emergencia, dotando a la sala de un tono rojizo que contrastaba con la pálida piel de Illya, que se encontraba junto a Sarah.
Cuando escuchamos el rugido todos nos volvimos hacia el camino que habíamos dejado atrás, teniendo claro que lo más seguro era que los experimentos creados al combinar la genética humana con la de los Antiguos, habían despertado.
– [b] [i] [color=#4F5360] Suena ahí atrás…¿serán?[/SIZE] [/i] [/b] – en ese momento me embargó la misma sensación que ya había sentido otra vez, al tener que enfrentarnos a Mason, sabiendo que si llegábamos tarde, podría tener un poder contra el que no podríamos luchar. No soportaba la idea de lanzarme a la lucha con la posibilidad de perder a los que me acompañaban, no podía perder a nadie más. Por duro que pareciera, el golpe de la pérdida de Frank había sido fuerte, más de lo que nadie pudiese pensar, pero perder a cualquiera de ellos sería mucho peor.
– [b] [i] [color=#843181]Si son los chungos lo mejor será que nos escondamos detrás de lo primero que encontremos para mojar como si no hubiera mañana[/color] [/i] [/b].- escuché bromear a Diana. No se me pasó por alto un pequeño fallo en la voz al decirlo, delatando lo asustada que se encontraba por mucho que intentase disimularlo.
– [b] [i] [color=#585F7D] Sea lo que sean no pueden ser muy fuertes. Estarian corriendo un riesgo innecesario solo para neutralizarnos.-[/color] [/i] [/b] lo que había dicho Bill tenía sentido, pero sobretodo quería creer que tenía sentido, y aferrarme a que no nos lanzaríamos de lleno a la muerte y esto no iba a acabar así.
– [b] [color=#AB8730]A Preston no le importa nada, ni nadie[/color] [/b].- le respondió Saunders. De eso sí que podía estar seguro, cada vez que me paraba a pensar en lo que le había hecho a Rebecca, a su propia hija, se me revolvía el estómago, y recordaba una vez más al padre de mi padre, así que envié esos sentimientos a una esquina de mi cerebro, para lidiar con ellos más tarde, quizás necesitase esa ira en batalla.
– [b] [i] [color=#383A72] Ese Chiflado seria capaz de echar abajo hasta los cimientos sólo para que no consigamos salir de aquí.-[/color] [/i] [/b] intervino Dom. Observé detenidamente su forma de hablar y sus movimientos y vi un claro reflejo de lo que yo mismo sentía en ese momento, miedo, especialmente por los demás, por perder a lo que más nos importaba.
– [b] [i] [color=#BB609C] Tengo que volver, no me queda otro remedio…[/color] [/i] [/b]- pronunció Sarah, con una voz que reverberó en mis oidos como si fuese una sentencia, cuando los ruidos se intensificaron, señal inequívoca de que estaban más cerca.
En ese punto, por mucho que temiese, la decisión estaba clara, para seguir avanzando teníamos que retroceder y enfrentarnos a ellos, porque si no, serían ellos los que viniesen a por nosotros, cogiéndonos desprevenidos.
Sopesé una y otra vez todas las posibilidades, pero teniendo en cuenta el lugar en el que nos encontrábamos, era prácticamente imposible escapar de ellos. Por un momento recordé la última vez que habíamos estado allí, cuando dejé inconsciente a Sarah para evitar que se enfrentase a un Turok Han que podría haberla matado. No podía hacer lo mismo de nuevo por dos razones: la primera era que tenía todas las posibilidades de ser yo el que terminase inconsciente esta vez, y no podía dejarlos solos contra esos monstruos; y la segunda era que estaría cuestionando la capacidad de Sarah, minando su moral. Tendría que conformarme con tener mil ojos en pleno combate y confiar en que mi capacidad de reacción fuese lo suficientemente rápida si era necesario. Lo que estaba claro es que no la dejaría sola, mi vida iba dónde fuera ella, así que me puse a su lado.
– [b] [i] [color=#457238] No vas a ir sola.[/color] [/i] [/b] – añadió Christopher…mi hermano, al poco tiempo. No lo dudaba, ni de él ni de nadie en realidad, sabía que vendrían, pero no podíamos pedírselo.
– [b] [i] [color=#383A72] Nosotros vamos contigo.[/color] [/i] [/b] – le dijo Dominic mientras se acercaba a dónde estábamos.
– [b] [color=#8F532C]Prefiero morir enfrentándome a mi destino.[/color] [/b] – se unió Vincent, con un aspecto aparentemente impertérrito. No sabía si su genética, además de mentir, le impedía tener miedo, pero le envidiaba.
– [b] [i] [color=#843181]Vamos todos[/color] [/i] [/b].- confirmó Diana mirando a los demás.- [b] [i] [color=#843181]Bueno, sobre Bill y Shadow no puedo mandar, pero el resto van todos o me los cargo yo misma[/color] [/i] [/b]. – les amenazó bromeando. Vi cómo Ed esbozaba una sonrisa, todo lo que podía dada la situación.
Volvimos a escuchar gritos, más animales que humanos, del lugar dónde debían estar los experimentos de los Antiguos. Era extraño que a esas alturas no hubiesen llegado hasta nosotros, tenía que haber alguna razón para ello, pero de todas formas teníamos que ir, no podíamos dejarlos sueltos con la posiblidad de apuñalarnos por la espalda en cualquier esquina.
– [b] [i] [color=#585F7D] Cuanta más ayuda recibáis mejor.[/color] [/i] [/b] – respondió Bill, antes de girar la vista hacia Shadow, esperando su respuesta.
– [b] [color=black]Seré vuestra sombra.[/color] [/b] – respondió crípticamente. Por suerte asintió, así que lo interpretamos como un sí.
– [b] [i] [color=#457238] Rebecca e Illya pueden cuidar de Daakka.[/color] [/i] [/b] – comentó Christopher a continuación. – [b] [i] [color=#457238] Colocaos dónde podáis vernos, y si nos pasa algo, buscad refugio. No tratéis de avanzar porque no sabemos lo que nos tienen preparado.[/color] [/i] [/b] – les indicó. Varios metros después de dejar la zona en la que se encontraban los Antiguos, doblamos una esquina hacia la derecha, desde esa misma esquina podían vigilar el desarrollo del combate, y en caso de que las cosas saliesen mal, huir o esconderse dónde pudiesen.
Me pregunté en ese momento si los antiguos caballeros sentían eso mismo al irse a la batalla, que si fallaban, la gente que les esperaba no tendría ninguna defensa ante lo mismo que les había dado muerte. Aunque peor aún era saber que te acompañarían, que personas a las que quieres van a correr el mismo riesgo que tú. Si la vida fuese un cuento, la moraleja sería simple, no vayas a la guerra, solo engendra dolor. El problema está en cuando no te queda más remedio.
– [b] [i] [color=#CC858A] Quiero ayudar[/color] [/i] [/b].- dijo Rebecca mirando a Dominic. Vi como Sarah también la mirada, empatizando seguramente con su necesidad de ayudarnos, de no quedarse atrás para ver cómo nos enfrentábamos a esos monstruos sin poder hacer nada, pero por muy útil que pudiese ser su poder, no podíamos correr el riesgo.
– [b] [i] [color=#383A72] No quiero que te hagan más daño del que ya has recibido.[/color] [/i] [/b] – le respondió Dominic, haciendo ademán de posar sus manos en sus mejillas, pero deteniéndose en el aire antes de tocarla. – [b] [i] [color=#383A72] Quédate con Ills. Si alguien pasa, no vayas hacia él. Deja que se acerque y cuando lo tengas suficientemente cerca golpéale.[/color] [/i] [/b] – añadió a continuación, preocupado.
No tardé en ver a Rebecca fruncir el ceño, como solía hacer de pequeña cuando alguien se negaba a explicarle algo diciendo que era muy pequeña o que no lo entendería. Finalmente cedió al ver que no se lo permitiría, ni ninguno de nosotros y asintió. Se acercó hasta él, en un gesto cotidiano para darse un beso de despedida, que se vio roto al recordar que lo que le habían hecho no le permitiría entrar en contacto con nadie. – [b] [i] [color=#CC858A] Tened cuidado[/color] [/i] [/b]. – dijo echándose hacia atrás.
Volví la vista hacia Illya, que nos miraba con temor, temor a que nos pasase lo mismo que le había pasado a Frank, por continuar perdiéndonos mientras su condición le impedía morir con naturalidad. Vi como Sarah se acercaba a ella y le decía algo al oído, a lo que Illya respondió asintiendo, y colocándose cerca del demonio que se encontraba en la camilla, Daakka. Después se dirigió a Rebecca, y tras decirle algo, también asintió y se colocó al otro lado de la camilla. Seguramente, viendo la impotencia en los ojos de ambas, les había dado algo que hacer, algo en lo que sentirse útiles, para que no se sintiesen mal. Era una auténtica Elegida, una amiga con todas las letras, y alguien del que me sentía orgulloso cada día de estar enamorado.
Después de eso cogimos las armas y nos dirigimos a enfrentarnos a nuestro destino, aunque sin rendirnos a lo que nos tuviese deparado. Si hiciese falta viajaría a través del fin del tiempo y obligaría a Destino a reescribir su libro.
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Caminamos todos juntos hasta el codo del pasillo, y al llegar allí dejamos a Rebecca, Illya y Saunders atrás, al cuidado de Daakka.
No se me pasaba por alto la posibilidad de que el demonio despertase y pudiese volverse contra ellas, pero al menos confiaba en que estuviese debilitado, y en que ellas pudiesen manejarlo con las armas que les habíamos dejado y sus habilidades.
En cuanto me asomé por la esquina para observar, me di cuenta de que nuestros miedos se habían confirmado, los experimentos habían salido de sus incubadoras, pero por alguna razón, todavía estaban cerca de ellas. Desde nuestra posición se les veía difuminados por la distancia y la tenue luz rojiza, lo que, con suerte, implicaba que ellos tampoco verían a Illya y Rebecca cuando se quedasen aquí, y también que teníamos una pequeña posibilidad de atacarlos por sorpresa.
Aproveché la ventaja estratégica de mi posición en ese momento, en principio indetectable para ellos, para recopilar información que transmitir a los demás.
Las incubadoras se habían abierto obviamente, de lo contrario habríamos escuchado el sonido de cristales al romperse. A juzgar por el líquido, cuyo color no se distinguía demasiado bien por la luz, pero que debía ser el líquido respirable de las incubadoras, debían haberlos soltado a toda prisa, sin esperar a que el líquido se fuese por el sumidero, como había pasado con Daakka.
Ese líquido podía suponernos un problema a la hora de pelear, afectando a nuestro equilibrio, pero por suerte, los experimentos se encontraban ligeramente separados de la zona encharcada, si dirigíamos bien el combate podríamos evitar ese problema.
Volví a identificar como pude las siluetas que percibía, eran diez, habían salido todos de las incubadoras. El grupo final iba estar compuesto de: Sarah, Diana, Christopher, Dom, Ed, Bill, Vincent, Shadow y yo, lo que hacía un total de nueve, dejándonos en inferioridad numérica contra unos enemigos superiores.
Traté de recordar también los objetos que habíamos visto por el camino, para utilizarlos en nuestro favor, pero aunque podía recordar perfectamente los objetos, no era capaz de ubicarlos todos físicamente, tendríamos que utilizar lo que tuviésemos más a mano. En ese momento eché de menos no tener una buena espada hecha de adamantium, aunque en la realidad no era demasiado práctica, si perdía el filo, ningún material podría volver a afilarla, dejándola prácticamente inservible.
Volví con el resto y les relaté lo que había visto, al detalle. Sarah comentó que nuestra mejor posibilidad era acercarnos con sigilo, y tratar de inutilizar a todos los que pudiésemos en un ataque sorpresa, y los demás estuvimos de acuerdo. Antes de empezar a caminar vi como Diana nos miraba a todos preocupada, pero especialmente a mi hermano. Ya había pasado por esto una vez, y aunque esos recuerdos empezasen a difuminarse, el miedo permanece aunque no recuerdes por qué. Cuando captó mi mirada junto ambas manos como si estuviese batiendo, pero después me di cuenta de que simulaba una espada, no quería que mi hermano utilizase la espada como aquella otra vez. Asentí, dispuesto a ayudarla, y más tarde se lo susurré también a Sarah. Por mucho que confiase en mi hermano, lo conocía demasiado bien y sabía que compartíamos más de una cosa, entre ellas la voluntad de sacrificarnos para salvar a los demás, si veía la posibilidad de arriesgar su alma tomando la espada para salvar a los demás, lo haría.
Avanzamos aprovechando cada recoveco que nos concedían las estanterías y las otras incubadoras, en un camino que se me hizo eterno, pero que me permitió sopesar detenidamente las alternativas.
Me paré a identificar las armas que llevábamos, menos de las que habíamos traído porque les habíamos dejado un par a Rebecca e Illya, concretamente un cuchillo de hoja larga para Rebecca y una maza para Illya, ya que no requerían de ningún entrenamiento previo para manejarlas mínimamente, simplemente apuñalar y machacar.
Sarah iba armada con la estaca que le había regalado cuando nos conocimos, la «Lágrima de Freya», último recuerdo de mis padres, junto a un hacha de batalla de doble filo. En ese momento me di cuenta de que no había vuelto a repetir el ritual de la familia, y Sarah necesitaba otro arma, una más ligera y manejable, por mucha fuerza que tuviese, algo como una espada, pero no una katana, más ligera y resistente. Me prometí no olvidarlo y salir de ésta para poder hacerla, pero por el momento el hacha y la estaca tendrían que servir.
Dominic llevaba un Gladius que había en el baúl de la biblioteca, además de sus estacas retráctiles de muñeca.
Diana tenía que tener las manos libres para utilizar la magia, pero a la vez no podía ir desarmada, así que levaba una daga en el tobillo, que podría coger rápidamente si lo necesitaba.
Vincent llevaba colocados en ambos brazos una especie de cuchillas que reconocí como las que utilizaba «Voldo» en el Soul Calibur y cuyo nombre no recordaba en ese momento, McLeod lo sabría seguramente, pero no era el mejor momento para preguntarle. Además llevaba una pistola, aunque no parecía la típica reglamentaria de la policía que le habrían dado al entrar al cuerpo, seguramente porque si hubiese sido esa, habría tenido que rellenar un informe por cada disparo, y sería difícil justificar todos los que realizase allí dentro.
El tipo misterioso, Shadow, llevaba un set de cuchillos de mango oscuro colgados en el cinturón, mientras caminaba, ni uno de ellos se movía ni un milímetro, debía llevarlos sujetos de forma que nunca pudieran tintinear o caerse, para no delatar su posición.
Observé a mi hermano, que empuñaba una ballesta con una saeta cargada, y llevaba enganchado en el cinturón un estoque español sacado también del arsenal que teníamos en la biblioteca. Más armas le habrían ralentizado, y en una lucha de este calibre no era una opción, así que tenía suficiente con esas dos.
Ed llevaba un cuchillo largo de hoja curva, ligero y perfecto para no molestarle demasiado al utilizar la magia. Más tarde tendría que comentarle que parecía un Dothraki.
Bill llevaba un revólver enfundado en su cartuchera, pero además le habíamos dejado un martillo de guerra, un poco más corto y menos pesado que los habituales, que habíamos traído con nosotros y que había llevado Frank hasta…lo que había pasado. Me prometí no olvidar lo que había hecho Logan, por mucho que tardase, terminaría pagándolo
Y por último estaba yo, que había podido traer conmigo mis dos katanas, que siempre solía tener cerca de dónde estuviese, ya fuese en el maletero del coche, en un baúl en la habitación de la residencia o en casa de las Echolls. Con ellas me sentía más seguro, como si la fuerza de mis padres me acompañase a través de ellas. Además también las consideraba como una representación de mi propio ser actual, blanco y negro, ying y yang, el equilibrio exacto que tenía que lograr en combate, aprovechando el poder pero sin dejarme llevar.
No estaba muy seguro de que algunas de esas armas resistiesen demasiado contra esos monstruos, porque ni siquiera sabía que características tendrían de los Antiguos con los que compartían genética, dudaba que algunas de ellas durasen mucho, pero era todo lo que teníamos.
Avanzamos un tramo más, en completo silencio, sin casi poder observar a los experimentos porque teníamos que concentrarnos en mantener el sigilo.
Cuando estuvimos lo suficientemente cerca para distinguirlos bien, pero también lo suficientemente lejos para que no nos escuchasen, salvo que alguno tuviese un oído agudizado, en todo caso estaríamos en un problema.
– [b] [i] [color=#383A72] Yo me encargo de esqueletor.-[/SIZE] [/i] [/b] susurró Dominic. Si no hubiésemos estado todos juntos tras un expositor amplio, habría sido imposible escucharle. Me asomé tras el expositor y localicé dentro del grupo al que se refería Dom. Físicamente se podía decir que tenía forma humanoide, pero sobre la…carne, tenía una especie de estructura ósea que le cubría todo el tronco y las piernas. En los brazos era imposible saber si tenía la misma forma, porque estaban recubiertos de llamas, o humo, de un color que parecía púrpura oscuro, pero que no podía apreciar bien por la luz de emergencia. Su cabeza púrpura parecía hecha de piedra o hueso, y solo dejaba ver un par agujeros oscuros dónde se suponía que debían estar los ojos y una enorme hendidura que le recorría la cabeza de lado a lado y que debía ser su boca. A ambos lados de la cabeza le salían dos cuernos, similares a los de un carnero. Recordé los nombres que Saunders había nombrado antes, gracias al repaso que me habían proporcionado las clases que Christopher le daba a Sarah, supe que encajaba con Ky-Laag.
– [b] [i] [color=#843181]Yo me quedo con ese que se dejó la peluca en casa, siempre me han gustado los tíos con cerebro[/color] [/i] [/b].- comentó esbozando una sonrisa y desviando la mirada hacia mi hermano, mientras conjuraba una pequeña bola de fuego dejando ver que estaba lista para enfrentarse a él. Tras esa aparente seguridad, vi como le temblaba la mano con la que conjuraba la bola de fuego y le hice una seña a Sarah para que lo viese también. Al ver a su hermana así, posó su mano sobre la que tenía libre, tratando de tranquilizarla y darle ánimos.
Diana había elegido a uno de los más repulsivos, por no decir el más repulsivo, el que Mc había identificado como Quor’Toth, que tenía su propia realidad demoníaca con la que compartía nombre, a la que habían enviado a Connor, el «inestable» «hijo» del vampiro Ángel.
Había que pensárselo dos veces antes de mirarle, porque cuando comprendí de qué estaba cubierto su cuerpo, tuve que remitir las náuseas. Volvía a notarse había un cuerpo humano bajo toda esa…monstruosidad, aunque era fácil dudarlo. No tenía piel en toda la parte de la cabeza por encima de la boca, lo que dejaba su cerebro, que al parecer ocupaba todo ese espacio, al aire. Tomé nota de ese aparente punto débil, aunque seguramente si estaba así de expuesto, sería porque era una vulnerabilidad difícil de explotar, dudaba que nos lo pusiera tan fácil para terminar con él con un ataque directo al cerebro. La boca era un amasijo de dientes completamente afilados, como si de una sierra se tratase. Y después estaba su cuerpo, con partes en las que la piel también había desaparecido, dejando la carne viva a la vista, recubierto todo por dientes aquí y allá, colocados sin orden ninguno, como si la naturaleza misma lo marcase como un error, algo que no debería haber existido. Temí por Diana, tenía que mantener los ojos abiertos con todos, para acudir en su ayuda a la mínima que lo necesitasen.
– [b] [i] [color=#266EAC] Yo voy a por el que parece que se a metido de todo en el cuerpo.[/color] [/i] [/b] – intervino Ed a continuación. El suyo resultaba fácil de identificar, porque parecía un calamar hormonado, debía ser el Engendro de la Boca del Infierno, ese que siempre había tratado de salir y arrasar cuando se abría la Boca del Infierno de Sunnydale. Su cuerpo era de un color entre gris oscuro y azul oscuro, casi negro. Del centro de su tronco salían varios tentáculos que se movían de un lado a otro, y en el centro de ellos se encontraba una especie de pico, como los que tienen los calamares, que si bien no se distinguía demasiado bien, parecía resistente. Esa misma estructura del centro de su cuerpo se encontraba replicada en el lugar dónde debería estar su boca. No sabía si carecía de ojos, o no se le veían por el contraste de su oscuro tono de piel con la tenue y rojiza luz. En lugar de brazos tenía un par de tentáculos, más largos que los otros. Incluso desde el lugar en el que nos encontrábamos se escuchaba su respiración, como si succionase el oxígeno del ambiente.
– [b] [i] [color=#585F7D] Yo me quedo a la lagartija.[/color] [/i] [/b] – comentó Bill a la vez que asentía. El suyo, Azogg-Mon, parecía sacado del último remake de Spiderman, solo le faltaba la bata de científico loco. Piel cubierta de escamas de color verde oscuro, ojos rojos, reptilianos y una cola al parecer basante resistente, porque mientras lo observaba soltó un coletazo contra una de las cámaras de éxtasis que abolló la estructura de metal.
– [b] [i] [color=#843181]¿Os sentís identificados?[/color] [/i] [/b]- bromeó Diana tratando de aliviar la tensión y los nervios, que podían palparse en el ambiente.
– [b] [i] [color=#4F5360]Lohesh es mío.[/color] [/i] [/b] – interrumpí sin dejar lugar a que nadie lo cogiese para él. Era a uno de los que más temía, por la devastación que el brujo que había ascendido en él había perpetrado en los Urales, y por eso mismo quería evitar que se enfrentase a cualquiera de los demás. Lo analicé detenidamente, tratando de buscar algún punto débil. Su cuerpo estaba cubierto una especie de plumaje de color blanco, excepto las manos, los pies y la cabeza, que eran de un color oscuro, negro a la vista con la luz que había en ese momento. En la espalda tenía cuatro alas a las que podría haber definido como angelicales de no haber estado en un monstruo como ese. Por suerte al estar empapadas permitían diferenciarlo de la visión clásica de un ángel, dejándolo como el monstruo que en realidad era. Volví a prestar atención al rostro, parecido al de un chacal, recordándome a Anubis, el Juez de la Muerte.
– [b] [color=#8F532C] Yo me encargaré del oscuro si Shadow me ayuda.[/color] [/b] – explicó Vincent, sincero como siempre.
– [b] [color=black] No sé a qué clase de gente puede no sorprenderle esto, pero se interpone entre mi libertad y yo.[/color] [/b] – replicó Shadow. El «oscuro» al que iban a enfrentarse era una especie de…»humo negro» por mucho que detestase las comparaciones con perdidos. Tenía una figura aparentemente humanoide, pero simplemente por el hecho de que parecía distinguirse una cabeza, dos brazos y dos piernas, y caminaba erguido, ahí terminaba toda semejanza a un humano. Esperaba que fuera menos intangible de lo que parecía a lo lejos y esperaba también que no conservase el poder de Antiguo con el que se había mezclado, capaz de poseer a un ser, como un demonio Ethros.
– [b] [i] [color=#457238]Ese debe ser Sephrillian. Será mejor devolverle al lugar en el que estaba.[/color] [/i] [/b] – escuché decir a Mc. Seguí el curso de su mirada y me encontré con una especie de figura dracohumanoide. Su piel estaba recubierta de una especie de escamas, más grandes que las del de Bill, lo que le daba a su vez más puntos débiles que al otro, al ser el hueco entre escamas más grande, y por tanto más fácil deslizar un arma a través. Sus manos eran garras, formadas por tres dedos terminados en uñas afiladas, al igual que sus pies. A su espalda se extendían un par de alas, amplias, pero por el poco movimiento, con pinta de atrofiadas. También pude distinguir una cola que movía de un lado a otro, algo a tener en cuenta. Lo más desconcertante era su cara, por mucho que se hubiesen ilustrado algunos demonios, y pese a que estos no eran demonios puros en sí y por tanto no tenían su misma apariencia, no había conseguido imaginarme las cuatro caras de Sephrillian que siempre le colocaban los libros hasta que las vi en ese momento. Eran literalmente cuatro caras, una en su posición habitual, dos a ambos lados de la cabeza e imaginé que la cuarta detrás. La cara del frente tenía un tono azul oscuro y mostraba un semblante serio, las de los costados eran de tonos rojos y amarillos, una mostraba un gesto de ira y la otra lo que parecía alegría o placer. Estaba claro que ninguno de nosotros lo tendría fácil.
Faltaban dos que no teníamos a la vista, pero qué, a juzgar por los ruidos que provenían de una zona oculta por la oscuridad, estaban peleando entre sí.
Tras él solo quedaba Sarah, que no habló, solo asintió, porque todo el mundo sabía ya a quien se enfrentaría, y yo no podía soportarlo. El suyo tenía la genética de Olvikan, aquél en el que el Alcalde de Sunnydale ascendió, sembrando el caos y la muerte en el Instituto del mismo nombre, hasta que le volaron por los aires con dinamita, algo de lo que no podíamos disponer aquí, porque terminaríamos enterrados en vida.
Lo observé detenidamente, aprovechando el silencio provisto por los demás, que también estaban observándolo, especialmente Sarah. El hombre que hubiese servido de base debía ser muy alto, o quizá fue la mezcla genética la que lo hizo así, pero la figura media más de dos metros. Tenía una piel oscura, marrón o rojo sangre, no conseguí distinguirlo bien. Como algunos de los demás, tenía garras en pies y manos, y una cola con apariencia peligrosa. Su cabeza se asemejaba bastante a los dibujos que se guardaban de su aparición en Sunnydale, aunque la mezcla le hacía parecerse también a un Predator sin máscara, o a un paramita, porque a cada lado de su boca dentada, se extendían varias…»extremidades» que parecían dispuestas para agarrar y mantener una presa que quisiera llevarse a la boca.
No soportaba dejar a Sarah frente a ese engendro. Recordé el momento en el que le dije que debía hacer frente a lo que era, aprender a protegerse, porque el mal siempre la persiguiría aunque no lo hiciese. Era cierto, sí, pero si no me hubiese cruzado en su vida quizá no estaría allí en ese momento, quizá estaría viviendo una vida diferente, feliz apartada de tanta lucha y tanto sufrimiento. Pero por desgracia, sabía que no podría ser así, Mason habría arrasado el mundo si no hubiésemos estado juntos, estábamos condenados a este destino, a ver arriesgarse cada día a la persona que más quiero.
Era extraño para alguien acostumbrado a dejarse llevar en la lucha, quedarse parado en pleno combate, observando cada movimiento de Sarah, tenso como un animal, preparado para lanzarme en caso de que algo fuese mal, siempre expectante.
Desvié la mirada del demonio y al mirar a Sarah me topé frente a frente con unos ojos azules que me observaban, como si supiesen lo que estaba pensando, los miedos con los que estaba lidiando. Nos quedamos unos segundos mirádonos y vi como me devolvía una sonrisa, que hizo que mi cara se iluminase, así de fácil podía conseguirlo, pese a todo lo que estaba ocurriendo.
Habíamos sido presa del demonio del miedo, que nos había mostrado nuestros más profundos temores. Cuando me hizo creer que todo era una invención de mi mente, me negué a creerlo porque me negué a creer en un mundo sin Sarah, me negué a creer que cualquier mente, ni siquiera la nuestra, pudiese contemplar un amor como el que sentía por ella. Superé esa parte, aunque el miedo siempre sigue ahí, el verdadero valor consiste en vencerlo, no en carecer de él.
Había vencido mis miedos, igual que los demás, salvo cuando el miedo era perder a Sarah, no tenía valor, porque no quería imaginarme un mundo sin ella, y desde luego no quería vivir en un mundo sin ella.
Pero en este caso, como en muchos otros, no tenía opciones, la vida nos había dado limones y había que hacer limonada. Si Sarah tenía que luchar, estaría a su lado pasase lo que pasase, para ayudarla en el momento que lo necesitase. Y por suerte contaba también con unos amigos, junto a los que trabajábamos perfectamente sincronizados. Me vino a la mente un dicho del Eskrima «El todo es mayor que la suma de sus partes», juntos éramos más fuertes, juntos podríamos acabar con esos engendros y vivir para volver y dormirme cada noche escuchando la respiración de Sarah antes de que el sueño me abatiese, para verla a ella, y a todos los que nos importaban, sonreír, celebrar algo que no fuese el haber sobrevivido un día más. Sarah me había enseñado a luchar por algo distinto a lo que antes conocía, para proteger lo que quería, y esa motivación era mucho más fuerte que la del odio.
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– [b] [i] [color=#BB609C] Será mejor aprovechar mientras esos están distraídos [/SIZE] [/i] [/b].- propuso Sarah mientras observábamos a los dos experimentos que aún no nos habíamos repartido, los dos que luchaban entre ellos y que hasta el momento habían permanecido ocultos en la oscuridad. Al ver la figura femenina y los tonos azulados del más pequeño, lo asocié directamente a Illyria, cuyo nombre habíamos visto en los carteles. El otro, de piel grisácea, se encontraba volando separado de ella, tratando de morderla con sus afilados dientes de su cara de murciélago.
– [b] [i] [color=#266EAC] Dos menos de los que preocuparse. [/color] [/i] [/b] – dijo Ed. Una de las técnicas de batalla más conocidas cuando te enfrentas a más de un enemigo, es dejar que se debiliten o maten entre sí, para después lidiar con el que quede, si es que queda alguno.
– [b] [i] [color=#843181]Cuando terminen, vendrán a por nosotros [/color] [/i] [/b].- comentó Diana mirándole. En este caso esa técnica era también peligrosa, porque si en pleno combate con los demás, decidían que era mejor centrarse en nosotros que pelear entre sí, estaríamos en un aprieto. E incluso si la pelea terminaba en pleno combate, nos pondría en una situación peligrosa lidiar con cualquiera de ellos mientras estábamos ocupados con los demás. Resumiendo, podía ser nuestro as en la manga, o nuestra perdición.
– [b] [i] [color=#457238]La de la figura femenina es Illyria, y si no me equivoco el otro debe ser Arsgomor. Los antiguos textos los sitúan como enemigos. [/color] [/i] [/b] – nos recordó mi hermano. Si los dos estaban peleando de forma tan cruenta porque los Antiguos de los que poseían genes habían sido enemigos declarados, eso significaba que podían guardar instintos, más que recuerdos, de los demonios que una vez habían gobernado la Tierra, o peor aún, su poder.
– [b] [i] [color=#843181]A ver si se matan [/color] [/i] [/b].- deseó Diana mirando hacia el techo.- [b] [i] [color=#843181]Mi fan me debe unas cuantas [/color] [/i] [/b]. – bromeó a continuación, refiriéndose al Gran Poder conocido como Alph.
– [b] [i] [color=#383A72] El que gane tendra el honor de enfrentarse a nosotros. [/color] [/i] [/b] – trató de animarnos Dominic, algo que era de agradecer antes de una batalla como la que estábamos a punto de acometer.
– [b] [i] [color=#BB609C] ¿Estaréis todos bien? [/color] [/i] [/b]- preguntó Sarah preocupada. Era curioso ver cómo se preocupaba por todos y cada uno dejando de lado sus propios riesgos, mientras que yo tenía que recordarme a mí mismo cómo respirar porque la preocupación por ella, y también por los demás, no me dejaba espacio para nada más.
No hubo tiempo para decir nada más, solo para asentir y desearnos suerte de una forma que era imposible de describir si no habías estado allí, solo con las miradas que nos dirigíamos unos y otros conseguíamos mostrar la preocupación, el ánimo, el miedo y la determinación, dejando claro que todos contábamos con el apoyo de los demás, y que la lucha sería hasta que ninguno quedase en pie, y esos seríamos nosotros.
Sarah movió ambos brazos para indicarnos que saldríamos todos a la vez, agachados y con el máximo sigilo y velocidad posibles, en cuanto diese la señal. Cuando bajó los brazos le dirigí una última mirada mientras mi corazón se aceleraba, un par de segundos más tarde me encontraba corriendo, con la mirada fija en Lohesh sin dejar de prestar atención a mis otros sentidos, para evitar que cualquiera de los demás me cogiese desprevenido mientras iba hacia mi objetivo.
No tardé en escuchar sonidos de refriega detrás de mí, señal de que alguno de ellos se había topado ya con el que había elegido.
Mi mente trazó el kata más apropiado para esta situación, y cuando estuve cerca de él realicé la primera fase, un Nukitsuke adaptado para mis dos katanas, gracias al cinturón que evitaba que las sayas se fuesen hacia delante al desenvainar.
Escuché alinearse el sonido del filo de las hojas al desenvainar con el rugido de Lohesh al ver que me acercaba. Iba de frente hacia él y sus garras podrían ser un problema, pero tenía una situación idílica para el Kiritsuke de doble hoja. Realicé los dos cortes rápidos que rasgaron la carne y se llevaron por delante sangre y plumas y giré sobre mí mismo para evitar un golpe horizontal que me habría impactado de lleno en la cabeza, dejándome desorientado en pleno combate y por tanto muerto.
No había tiempo para el Chiburi, escurrimiento de sangre de la hoja, ni para el Noto, envainar las espadas, por suerte los encantamientos que un día realizó mi padre sobre las hojas impedían que se oxidasen por culpa de la sangre.
Tuve tiempo a ver un destello de luz en las cuatro alas del semidemonio antes de sentir como volvía a intentar un ataque horizontal con uno de sus grandes brazos, esta vez más rápido y que no podría eludir. Traté de paliarlo con el Yema Fenzong, «Apartar la crin del caballo salvaje», pero cuando su mano chocó contra mi mano izquierda sentí una descarga a lo largo de todo el brazo, un poco más y me hubiese partido el brazo, aunque todavía no estaba seguro de que no hubiese sido así, por el momento no dolía demasiado.
En ese momento, aproveché el factor sorpresa para, aún con las katanas en las manos, utilizar el «Wan Gong She Hui», el «Puño Dragón», con la mano derecha, la que no había sufrido el golpe. Como siempre traté de concentrar mis fuerzas en el golpe y conseguí que el demonio retrocediese ligeramente.
Después realicé el «Shangbu Qixing», «En busca de las siete estrellas», que con las katanas en las manos me permitió hacerle un corte cruzado en el pecho. Cerré el kata que había empezado antes con el Chiburi y el Noto correspondientes y me coloqué en «Tishou Sangshi», colocando los brazos en posición para poder defenderme si su velocidad me sorprendía. Pasé a la siguiente forma lo más rápido que pude, porque mi mayor ventaja era el factor sorpresa, y le golpeé con el hombro («Kao»). Sin detenerme pasé a «La grulla blanca despliega sus alas» en una modificación más centrada al ataque, que me permitió golpearle en el pecho de nuevo, desequilibrándolo.
Por último pasé a la «She Shen Xia Shi», la «Serpiente que repta», una postura baja que me permitiría tomar la siguiente forma, el «Ascenso y Caída», una forma que solo podía realizar gracias a mi herencia de aesir, porque para un humano sería prácticamente imposible y que había desarrollado yo mismo. Me había llevado varios meses realizarla correctamente después de imaginármela, sin embargo Sarah la había aprendido en un par de días.
No tenía mucho tiempo para detenerme a tomar decisiones, así que realicé los movimientos con fluidez, llevando el peso hacia la pierna izquierda, la más adelantada en la forma anterior, y me impulsé hacia el monstruo con la inclinación apropiada para golpearle con los dos pies en el pecho mientras ascendía, impulsarme hacia atrás y caer de pie de nuevo.
El experimento Lohesh retrocedió hasta tropezar y caer sobre una de las incubadoras, lo que me dio tiempo para echar un vistazo rápido a cómo le iba a los demás. Busqué rápidamente a Sarah con la mirada, y la encontré lejos de mi posición, pero a salvo, esquivando con agilidad los embites de Olvikan. Como se las estaba apañando bien, decidí analizar como les iba a los demás, y después volver a concentrarme en ella, estaba claro que se las estaba apañando mejor que yo, no necesitaba que la protegiese, pero nunca podría dejar de hacerlo de todas formas.
Al primero que vi fue a Bill, que al parecer había descubierto un funcionamiento mágico oculto en el martillo que le habíamos prestado, que ahora tenía la suficiente longitud como para cogerlo a dos manos. Su ropa estaba llena de agujeros, que a juzgar por el líquido verdoso que había cerca de dónde se encontraban, debían haber sido provocados por ácido que escupía el monstruo al que se enfrentaba. En ese momento Bill estaba utilizando el martillo para inmovilizarlo mientras el otro lanzaba zarpazos a diestro y siniestro. Cuando estaba a punto de apartar la mirada, confiando en que podría arreglárselas, vi como el monstruo se zafaba de él y lo tiraba al suelo junto antes de abalanzarse sobre él. Bill se levantó rápidamente, pero tenía una postura extraña, que pronto cobró significado, cuando su piel empezó a teñirse de un tono azulado mientras de su frente empezaban a asomar unas protuberancias que terminaron formando unos grandes cuernos. El demonio Bill se lanzó cuerpo a cuerpo con el demonio lagarto decantando la pelea hacia su lado.
A los siguientes que vi fue a Vincent y Shadow, que permanecían juntos e inmóviles ante una sombra oscura que arremetía contra ellos. Durante una fracción de segundo pensé que los arrollaría y odié no tener tiempo a llegar hasta dónde se encontraban a tiempo, pero en lugar de arrollarlos, pasó a través de ellos con facilidad. El demonio debió llevarse la misma sorpresa que me llevé yo, porque volvió a embestir y volvió a pasar a través de ellos.
Esa debía ser la habilidad de Shadow, la que nos permitiría salir, intangibilidad, o ponerse en fase como lo llamaba Kitty Pride de los X-Men. Vi como el demonio volvía a atravesarles varias veces, tratando de agotar la capacidad de Shadow. En determinado punto debió conseguir algo, porque volvió a arremeter contra ellos y vi como se separaban para evitar el ataque, pero después volvieron a encontrarse y se acercaron hasta el demonio. Vi a duras penas, por culpa de la luz, cómo Vincent introducía la mano, con la cuchilla sujeta en ella, en el interior del demonio y al cabo de un rato la mano salía vacía.
El demonio comenzó a revolverse y la niebla oscura de la que estaba formado comenzó a condensarse para formar un cuerpo oscuro como esa misma niebla, y que parecía un hijo perdido del Destructor de los cómics de Thor y el muñeco de Michelín. Pude ver en su torso clavada el arma de Vincent, habían dado en un punto clave y le habían obligado a cambiar de forma a una más resistente, pero a la vez más vulnerable para la habilidad de Shadow.
Volví a comprobar cómo estaba Sarah dentro de todo el caos de personas que me preocupaban y a las que no podía mirar a la vez. Ya no tenía el hacha en las manos, la vi en el suelo a unos pasos de distancia de ella, que en ese momento estaba realizando un «La muchacha de jade teje y arroja la lanzadera » para detener el brazo de Olvikan y aprovechar su fuerza para lanzarlo varios metros más allá.
Llevaba apenas una semana ayudando a entrenarse a Sarah en las artes marciales que conocía, que por desgracia no eran demasiadas, después de que Mc decidiese que Sarah podía pasar a una nueva etapa en el entrenamiento físico, entrenándose en todas las artes marciales que pudiesemos enseñarle.
Mi hermano, sabiendo que me gustaría entrenar con ella me había cedido la parte de Aikido, la reducción del oponente sin sufrir daños que los nuevos Vigilantes debían conocer, aunque no era demasiado avanzado, Arthur me los había enseñado en su momento, igual que a él, pero durante menos tiempo porque me fui antes de poder continuar. Además le enseñaría también otros que sí conocía bien: el Iaido, arte de desenvainar la espada, en el que había avanzado bastante al utilizar dos katanas en lugar de una, mezclado con el Kenjutsu para el combate con las mismas; el Taekwondo, del que sabía unas pocas formas y preceptos, porque me había interesado al llevar a Hwoarang en el Tekken, que nos ayudarían a empezar, pero después tendríamos que apañárnoslas en internet; el Tai Chí, que llevaba practicando desde antes de empezar a luchar, recordé entonces a mi madre, la que ya no podía estar conmigo, que lo practicaba porque consideraba muy beneficiosa la concentración y tranquilidad que proporcionaba para practicar con la magia y había terminado por convencer a todos a practicarlo; y por último el Jeet Kune Do, que resultaba más fácil de explicar porque era una filosofía de vida más que un conjunto de movimientos.
Mc por su parte le enseñaría el resto de artes marciales que conocía, que principalmente eran Judo, Karate, Wing Chun y Bojutsu, junto al Esgrima. Para la mayoría de las disciplinas tendríamos que buscar información de varios sitios, sobretodo la Capoeira, con la que no teníamos ni la más ligera idea de por dónde empezar, especialmente yo, que la vergüenza me asaltaba a la hora de bailar. Por suerte contábamos con Dominic para enseñarle Boxeo, Kick Boxing y algo de Full Contact. Nadie se atrevía tampoco a enseñarle Vale Tudo, Muay Thai ni Krav Maga, por miedo a los golpes, pero tendríamos que hacerlo, junto a otras tantas de una lista que había confeccionado Mc y que sumaban a las ya comentadas: Kyudo, que nunca había practicado porque mi técnica de tiro con arco era más bien libre; Ninjutsu; Sumo, con el que Diana se había reído bastante y se había ofrecido a ayudarla; Musado, Savate, Bartitsu, Sambo, Schwingen, Bujinkan, Eskrima y Systema.
Por desgracia el demonio era resistente y no tardó en levantarse. Por el momento Sarah seguía bien, así que seguí analizando la Sarah, después de comprobar que Lohesh estaba tratando de soltarse un brazo, que había quedado atrapado al atravesar el metal de la cámara de éxtasis. Eso me daba unos minutos más.
Diana estaba cerca de dónde yo me encontraba, envuelta en un mar de llamas, iluminando la sala más de lo que lo hacían las rojizas luces de emergencia. El monstruo, porque no tenía otra palabra para describirlo, que se encontraba frente a ella, tenía la carne ennegrecida en algunos puntos, quemada por las bolas de fuego creadas por la voluntad de Diana, pero avanzaba hacia ella como si no sintiese el dolor.
Vi a Diana comenzar a murmurar mientras sacaba una especie de piedra de un bolsillo y se apartaba de la trayectora del monstruo, a medida que se iba acercando a mi posición pude escuchar lo que recitaba: «Open the window, fill the stone. Inside, outside, two made one. Find your target, leave my side!», estaba conjurando una flecha de Delothrian, pude reconocerlo en parte por lo que había recitado, pero sobretodo porque Mc le había dado antes de salir una piedra conocida como el «Decaimiento de Delothrian», ingrediente para ese conjuro. La piedra emitió un fulgor rojizo que la envolvió después y se dirigió directa hacia el cerebro del monstruo, atravesándolo para seguir su trayectoria hacia un punto de su interior que solo Diana debía conocer. El monstruo se revolvió y paró su embite, lo que permitió a Diana seguir atacándole mientras la flecha de Delothrian hacía su trabajo en su interior. Esperaba que estuviese bien, porque su arma era la más peligrosa, la magia, además de consumir energía, especialmente si era a partir de la voluntad de uno mismo, podía llevar a la adicción como le ocurrió a Willow Rosenberg. Diana ya se había visto a sí misma poseída por su propia magia en el «reino del miedo», y trataría de evitarlo, pero cuando puedes tener en tu mano el poder para salvar a los que quieres, es difícil resistirse y no hacerlo. Cuando captó mi mirada le hice un gesto para hacerle saber que estaba atento a todo.
El tiempo empezaba a correr en mi contra, pronto Lohesh volvería, pero necesitaba comprobar cómo estaban los demás, así que opté por una maniobra de distracción. Me acerqué hasta su posición, cerca de la cámara de éxtasis, tratando de soltar su brazo, y canalicé mi poder a través de mis dos manos, directamente hacia sus ojos, clavados con ira en mí. El efecto no duraría mucho, pero sí lo suficiente como para cambiar de posición a una que me permitiese vigilarle y comprobar a la vez como estaban los demás.
Cuando vi a Ed estuve a punto de acudir en su ayuda, porque el experimento le tenía cogido con los tentáculos que salían de su cuerpo y trataba de cogerlo con los de sus brazos, posiblemente para atraerlo con más fuerza hacia la boca central de su cuerpo, pero Ed movió el cuchillo curvo en el aire y dio un corte en uno de los alargados brazos, que hizo que lo retirase por el momento.
Aún atrapado, vi como se congregaban a su alrededor pequeñas bolitas de energía, a las que llamábamos wisps, que los expertos en magia del grupo habían identificado como invocaciones de fragmentos de almas que vagaban por el éter, y que explotaban al impactar contra el cuerpo del demonio, volviendo al éter sin ningún daño, pero dañando al demonio, que terminó por soltar a Ed. Al volver a posarse en el suelo aprovechó la guardia baja del demonio para lanzar una bola de fuego contra la boca central, que los tentáculos habían dejado descubierta.
Como Ed no me necesitaba, busqué al siguiente, y me encontré a mi hermano, moviéndose de un lado a otro, con el estoque en la mano y la ballesta a un lado, en el suelo. El demonio que estaba frente a él, Sephrillian, le observaba con el cuerpo lleno de saetas de la ballesta, y esquivaba sus ataques como si supiese qué estaba a punto de hacer. Sus cuatro pares de ojos vigilaban constantemente a mi hermano, y la cara airada parecía más irritada que antes. El experimento le hizo retroceder hasta una zona de expositores, él intentó salir de la encerrona, pero el monstruo le cortó el paso.
Vi a mi hermano observar a su alrededor y cogía algo de uno de los expositores para lanzarlo contra la creación, una especie de esfera. Sephirillian la cogió y su cabeza giró para mostrar al frente un rostro cincelado por el dolor. No recordaba el nombre de la esfera, pero era la que habían usado contra Gloryficus. Aprovechando la distracción Christopher le atravesó un costado con el estoque, que se partió, dejando una parte del filo en su interior.
El experimento se libró de la esfera y se volvió hacia él. McLeod buscó una nueva arma entre las que tenía cerca y se acercó hacia una espada que estaba a su lado, en el suelo, incluso desde la posición en la que me encontraba podía sentir como la luz se atenuaba a su alrededor, como si la absorbiese, como si la oscuridad fuese su elemento, esa podía ser la espada de la que Diana había avisado.
– [b] [i] [color=#4F5360] ¡No! [/color] [/i] [/b] – grité. Christopher se giró hacia mí, y en ese momento un cuchillo ornamentado, una bola de fuego y un wisp impactaron contra un pedestal, haciendo que se derrumbase sobre la espada y enviándole la señal de que no debía cogerla.
Recorrí la sala en un vistazo rápido, sabiendo quienes lo habían hecho y me los encontré, a Diana, Sarah y Ed, observando a McLeod mientras esquivaban a sus monstruos. Mi hermano captó la indirecta y cogió el cuchillo que Sarah había lanzado, que debía ser el de Faith porque no llevaba ningún otro encima y se encaró al engendro, después de asentir en dirección a nosotros para que no nos preocupásemos.
Solucionado eso busqué a Dom con la mirada, y me costó encontrarlo al principio, aunque luego me extraño no haber reparado en su presencia, porque estaba con los brazos levantados hacia el frente dónde un muro de llamas púrpura, que salía directamente de los brazos del demonio al que se enfrentaba como una prolongación de ellos, se estrellaba en el aire, en una barrera telekinética.
Mantener esa barrera parecía estar costándole esfuerzo y debía saber que no podía mantenerla eternamente, por lo que utilizó su poder para elevar el Gladius que llevaba encima y lanzarlo a toda velocidad contra el cráneo quitinoso del demonio, dónde se quedó clavado mientras dejaba de echar fuego para llevarse las flamígeras extremidades al cráneo tratando de quitarse la espada, algo que no podía hacer al no tener manos propiamente dichas. Mientras tanto Dom aprovechó para dejar de mantener el muro y guardar sus energías para golpearle con la telekinesis.
Por último volví la mirada hacia Sarah para ver como le iba el combate, ya que todos los demás parecían estar apañándoselas bastante bien. Olvikan era imponente comparado con la pequeña estatura de Sarah, pero había demostrado con creces que las apariencias engañan.
No era el mejor momento para pensarlo, pero la verdad es que era preciosa, había tenido suerte de conocerla, no sólo por guapa, si no por inteligente, simpática y sobretodo, por buena. Todo lo que tenía y había recuperado, había sido gracias a ella. La observé mientras lanzaba el hacha de doble filo al aire con todas sus fuerzas, para después lanzarse contra el demonio encaramarse a su espalda de forma grácil. Desde esa posición, inmovilizó la parte superior del cuerpo del demonio, utilizando la estaca para repeler los ataques de la cola, hasta que saltó de su espalda justo en el momento en que el hacha impactaba de lleno en la cabeza de Olvikan, quedándose clavada como si de una Excalibur se tratase.
Me distraje tanto observando a Sarah en batalla, pendiente de lo que ocurría y con miedo a lo que podría pasarle, que no vi venir a Lohesh hacia mí. Lo escuché fue un zumbido y un destello de luz proveniente de sus alas, pero no me dio tiempo siquiera a girar la mirada hacia él cuando su brazo izquierdo impactó contra el lado derecho de mi cara, lanzándome por el aire hasta que me topé contra el suelo con un ruido sordo que no pude escuchar, pero que imaginé por la vibración de mis propios huesos contra el suelo. Sentía un zumbido en el oído derecho que me impedía oir, y un líquido caliente en el lado derecho de la cara. Me llevé la mano a esa zona mientras me ponía en pie y vi que era sangre, probablemente del oído derecho, el que había recibido el golpe, lo comprobé y así era.
El monstruo no me dejó tiempo a levantarme cuando volvió a embestir hacia mí, vi mis espadas en el suelo, cerca, pero demasiado lejos para cogerlas, así que reaccioné lo más rápidamente que pude y realicé el mismo movimiento que Sarah había realizado con Olvikan, «La muchacha de jade teje y arroja la lanzadera» que me permitió coger su brazo más adelantado, el mismo con el que me había golpeado antes, y concatenarlo con una versión variada de «Acariciar la cola de un gran pájaro» que hizo que el demonio aumentase la velocidad de su embiste al golpearlo en la misma dirección en la que iba antes, no pudiendo detenerse a contraatacar y dejándome a su espalda, listo para golpear la base de su cráneo con un «Látigo simple» que hizo que cayese al suelo. El oído derecho me seguía zumbando, era posible que me hubiese dejado sordo de ese lado, pero no tenía tiempo para detenerme a pensar en eso, tenía que librarme de él cuanto antes, para volver a centrarme en lo importante, en Sarah y en los demás.
Cuando el demonio volvió a ponerse en pie solo tuve tiempo de ver sus alas brillar, antes de que una fuerza invisible me arrastrase como un vendaval y me hiciese chocar contra una pared. Me incorporé lo más rápido que pude y tomé una determinación, si tenía la fuerza suficiente para derrotar a ese monstruo, tendría que hacerlo lo más rápido posible, tenía otras cosas de las que ocuparme, y si carecía de la fuerza necesaria, al menos presentaría una buena batalla y le dejaría listo para los demás. Con esa determinación en mente me concentré, tenía que confiar en que los demás estarían bien y así lo haría, para entregarme únicamente al combate. Volví a ver sus alas centellear, pero no me hubiese hecho falta verlas para saber que iba a atacar, los labios retraídos, dejando ver las largas filas de afilados dientes de su lobuno rostro, listas para cerrarse alrededor de mi cuello, eran pista suficiente para saber que iba a atacar.
Me coloqué en la primera posición del primer cierre «Tishou Sangshi», una postura ladeada, con el lado derecho más adelantado y ambas manos levantadas, listas para desviar un ataque con la más adelantada y contraatacar con la otra. Cuando sus alas brillaron y lanzó su primer golpe, utilicé el desvío para moverme yo, ya que no podía mover su brazo por la fuerza que había puesto en el golpe, y realicé un «Kao», un golpe con el hombro más adelantado, que le echó un poco hacia atrás. Pasé a «La grulla blanca despliega sus alas», levantando el brazo izquierdo, bajando el derecho y subiendo la rodilla izquierda, posición que me permitía coger el empuje necesario para realizar el primer «Cepillar empujar», un golpe en el pecho con el brazo derecho, sin detenerme a pensar pase a «Tocar la pipa» una posición que colocaba las manos en forma defensiva a la par que me echaba ligeramente hacia atrás, permitiéndome anticiparme mejor a los ataques del oponente. Justo en ese momento el demonio lanzó otro ataque con la intención de desgarrarme el cuello, que esquivé y contraataque con el segundo «Cepillar empujar», golpeándole de nuevo en el pecho con la mano derecha, echándolo hacia atrás ligeramente, lo suficiente para colocarme en «Parar y dar un golpe con el puño» antes de que las alas volviesen a destellear de nuevo y cerrase la garra derecha en un puño que detuve con la mano izquierda, la defensiva en esa forma. El golpe era demasiado fuerte y pronto se llevaría mi mano por delante y después a mí, así que golpeé con el puño derecho finalizando esa forma y pasando al «Rufeng Sibi», empujando al demonio con ambas manos, haciendo que perdiese aún más el equilibrio, y colocándome en una posición neutra con los brazos formando una X y las palmas abiertas. Antes de que recuperase el equilibrio ejecuté «Llevar al tigre a la montaña», volví a golpearle en el pecho desequilibrándolo y en la segunda parte de la forma me coloqué en una postura similar a la de Goku cuando iba a lanzar un Kame Hame Ha, y que en efecto, junto a «Acariciar la cola del gran pájaro» que ejecuté a continuación, me permitía concentrar la fuerza para soltarla en un último golpe de cierre. Esperé a que el demonio viniese hacia mí después de recuperar el equilibrio, concentrando fuerzas, y cuando estuvo lo suficientemente cerca ejecuté un «Látigo simple» aprovechando la fuerza de mi propio cuerpo al avanzar junto al puño, mientras concentraba mi poder a través de ese mismo puño, que impactó contra el pecho del demonio llevándose por delante las plumas que recubrían su pecho y lanzando al experimento varios metros más allá.
Sabía que con eso no sería suficiente, así que fui hacia mis armas rápidamente. Seguía escuchando un zumbido en el oído derecho, pero no necesite oír para saber que el demonio Lohesh se había levantado, vi el destello de sus alas a mis espaldas, señal de que estaba a punto de golpear, así que giré sobre mi mismo, mientras emitía un destello con mi poder para cegarle temporalmente y evitar que corrigiese el rumbo para pillarme desprevenido mientras giraba. Sentí temblar el suelo bajo mis pies cuando el demonio hundió los brazos en él, quedando atrapado el tiempo suficiente para permitirme colocarme a su espalda y realizar un tajo descendente con las katanas que cercenó sus cuatro alas, que cayeron al suelo con un último destello, en un remolino de sangre negra y plumas blancas.
Sentí el suelo vibrar de nuevo cuando el demonio liberó los brazos con un grito de ira y dolor que escuché amortiguado, justo antes de girarse hacia mí para golpearme. Pero esta vez era diferente, concentraba su poder a través de las alas, las mismas que le había cortado, así que pude detener su golpe con el brazo izquierdo, «Apartar la crin del caballo salvaje» y aprovechar el contraataque para realizar varios cortes en su torso que hicieron que cayese de rodillas. Aferré con firmeza mis dos katanas, Albor y Ocaso, blanca y negra, luz y oscuridad, yin y yang, un símbolo de mi mismo, y tracé un corte cruzado que desgarró su cuello y salpicó el suelo de sangre oscura, negra como debía ser el corazón de ese demonio, que formó un charco cuando el cuerpo sin vida del experimento se desplomó. Limpié rápidamente la sangre de los filos y las envainé, justo antes de salir corriendo para ver cómo estaban los demás.
Seguía sin escuchar por el oído derecho y sentía todo ese lado hinchado, pero no había tiempo, tenía que ver si todos estaban bien. Vi a Bill, de nuevo en su forma humana, mirándose los agujeros en la ropa que le había hecho el demonio lagarto que ahora se encontraba a sus pies inerte; a Vincent y a Shadow, caminando hacia el grupo más grande, en el que se encontraba Diana, con manchas de humo en el rostro y la ropa y un corte en la mejilla, Ed, con restos de una sustancia pegajosa del mismo color que el experimento al que se había enfrentado y mi hermano que tenía varios cortes en el costado y en una pierna; hacia ellos se acercaba también un Dominic con aspecto de cansado, pero animado por la victoria. Me preocupó no ver a Sarah con ellos, tanto que estaba corriendo sin darme cuenta, pero me detuve al verla, sujetando el martillo de Olaf el Trol, el que Dominic y yo sólo habíamos podido levantar durante un breve lapso de tiempo, frente al cuerpo sin vida de Olvikan, de cuyo cráneo estaba sacando el hacha de doble filo. Sonreí al verla, y sonreí más cuando ella me miró, pero a juzgar por la preocupación en su cara no debía tener muy buen aspecto, pero no importaba, nada más importaba ahora que estábamos juntos de nuevo, que todos estábamos a salvo.
Por desgracia me equivocaba, no habíamos terminado, y el terror me invadió cuando el zumbido de mi oído derecho desapareció, dejándome escuchar bien, justo a tiempo para escuchar algo caer en el suelo y dar varias vueltas. Me giré hacia el lugar de dónde venía el ruido y vi la cabeza del demonio con aspecto de murciélago, Arsgomor, y a varios metros de ella, caminando hacia nosotros, se encontraba Illyria.
[spoiler]Siento la vara y espero haberlo hecho medianamente digerible a la hora de leer.[/spoiler]
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Cuando la vi acercarse hacia nosotros con actitud de masacre más que de combate, localicé rápidamente a los demás y traté de preparar una estrategia en base a la fuerza que había demostrado al arrancar la cabeza al demonio, y también en base a la otra Illyria, a la que se había reencarnado en el cuerpo de Fred, la pobre chica de Investigaciones Ángel.
Pero no tuve tiempo a hacer nada, porque la demonio desapareció de mi vista, me giré hacia Sarah y vi que el experimento Illyria había pasado por delante de mí, seguramente utilizando el teletransporte que su demonio original dominaba, y caminaba en dirección a Sarah, muy cerca de ella. Con el corazón latiendo a toda velocidad eché a correr y me coloqué entre el experimento y Sarah. Me preparé para resistir el golpe con un «Despejar la cascada», pero no tuve tiempo a mover el brazo antes de verme lanzado contra un expositor de un golpe de la demonio.
– [b] [i] [color=#BB609C] ¡Daniel![/SIZE] [/i] [/b]- escuché exclamar a Sarah con miedo en la voz. Cuando la vista se me aclaró pude verla venir hacia mí.
– [b] [i] [color=#4F5360] Es un auténtico tanque.[/color] [/i] [/b] – expliqué a duras penas, porque durante un momento me había resultado casi imposible respirar por la dureza del golpe. Miré a Sarah, aún lejos de mí, con preocupación. – [b] [i] [color=#4F5360] No te acerques a ella Sarah.[/color] [/i] [/b] – tosí a medida que comenzaba a respirar con normalidad, aunque aún con dolor residual, y empecé a levantarme.
– [b] [i] [color=#BB609C] Tengo que ayudar a los demás a detenerle[/color] [/i] [/b].- respondió decidida. En ese momento deseé tener poder, auténtico poder, para desintegrar a Illyria e irme con los demás, a relajarnos y celebrar una fiesta por el mero hecho de estar vivos y juntos. En ese pasillo se congregaba gran parte de mi vida, solo faltaban Arthur y Delly, Zack, Stephanie, Elizabeth y Cara para que todo lo que me importaba en el mundo corriese peligro de desvanecerse entre mis dedos, cómo un sueño de vida que nunca podría cumplirse.
Vi a Mc conjurar una especie de chispas rojizas contra ella, pero golpearon una especie de caparazón quitinoso que recubría su cuerpo, y que permitía diferenciarla también de la verdadera Illyria en cuerpo humano. Con un movimiento de su mano mandó a Mc volando contra una vitrina, pero Dominic reaccionó rápido y frenó un poco el impacto, evitando que se clavase los cristales de la vitrina.
Mi hermano, Christopher, el que me había apoyado, junto al resto de los McLeod, desde que tenía memoria, y nunca me habían dado por un caso perdido pese a haberlo estado durante unos años. Por si eso no fuera suficiente, era toda una figura paterna para Sarah, había podido encontrar la felicidad junto a Diana y tenía una meta en la vida, cuidar de todos nosotros.
– [b] [i] [color=#843181] ¡DEJA A MI NOVIO EN PAZ, PITUFO CON ESTEROIDES[/color] [/i] [/b].- gritó Diana lanzándole varias bolas de fuego sin detenerse y por desgracia también sin efect, porque se disipaban al chocar en el caparazón. Tuve miedo, más porque se agotase que porque la magia la corrompiese, si seguía lanzándolas sin pausa, acabaría extenuada, y temía que le ocurriese algo, además de lo que Illyria pudiese hacer.
– [b] [i] [color=#457238] Diana, no…[/color] [/i] [/b] – le pidió mi hermano tratando de levantarse. Vi como el monstruo desaparecía de nuevo y aparecía cerca de Diana para golpearla, pero esta vez Dominic fue más rápido, y se interpuso entre el golpe, recibiendo la mayor parte del impacto y saliendo los dos precipitados cerca de dónde estaba Mc.
Sin esperármelo, Sarah entró en mi rango de visión y se abalanzó sobre Illyria, durante un momento repelió sus ataques y golpeó varias veces a la demonio consiguiendo que retrocediese, empleando una mezcla de patadas altas de Taekwondo, con movimientos de Kárate, Boxeo y Tai chí, añadidos a los suyos a medida que lo necesitaba, fluida como el agua, siguiendo la senda del «Jeet Kune Do», todos los estilos unidos en uno solo, sin estilo. Cuando llevase más tiempo entrenando sería todo un espectáculo digno de ver.
Pero sus movimientos no fueron suficientes, el experimento paró uno de sus puñetazos y sujetándole la mano la lanzó a lo lejos, cayendo en el suelo del pasillo con un golpe sordo. Me levanté a prisa para ir con ella y las piernas me fallaron, cayendo al suelo de nuevo. Mientras trataba de levantarme la busqué con la mirada, y vi como se incorporaba, con más energías de las que yo mismo tenía, estaba bien, pero recordaría ese instante durante toda la vida, junto al odio que sentía hacia esa Illyria, un odio que me alimentaba, me daba fuerzas, pero tenía que equilibrar para evitar que me dominase. La fuerza sin control no sirve de nada.
– [b][color=#2E2E83]Me haré un nuevo trono con vuestros huesos.[/color] [/b] – espetó el demonio.
– [b] [i] [color=#843181] Y yo me voy a hacer un collar con tus dientes[/color] [/i] [/b].- le replicó. Miré a Diana, que en ese momento, dolorida, agradecía a Dominic, que se sujetaba el pecho, probablemente también con dificultades para respirar por el golpe, que se hubiera interpuesto. Diana, la hermana de Sarah, que siempre se había preocupado por ella más allá de lo que el deber de hermana mayor le suponía, pero no era solo la hermana de Sarah, era también mi cuñada, por duplicado además, y aunque el término no fuese demasiado bonito, nuestra relación era inmejorable, Diana era para mí la hermana mayor que nunca había tenido y además, cuando Sarah estaba triste y yo no podía evitar estarlo al verla así, Diana conseguía sacarnos una sonrisa y animarnos, eso no tenía precio.
También estaba Dominic, al que conocía desde la infancia sin saberlo, nuestros caminos habían estado destinados a cruzarse, probablemente, viendo la amistad que compartíamos, porque estábamos destinados a ser amigos, teníamos muchas cosas en común además del legado genético. Dominic era muy buena persona y muy buen amigo, ese era un rasgo que compartía con Ed y casualmente los dos eran mis únicos amigos, en masculino, tenía un claro patrón, porque por ejemplo Cecil, nunca me había caído bien y trataba de evitarlo siempre que podía. Con el enfado inherente a pensar en Cecil, recordé también a Rebecca, Dominic y yo habíamos pasado por cosas parecidas respecto a nuestros padres y respecto al amor, cuando Dominic encontró a Rebecca cambió su forma de ser, de hecho fue ahí cuando empezó a estar más en el grupo y a ser más extrovertido con nosotros. Preston ya les había arrebatado mucho, aunque nunca les arrebataría la felicidad de estar juntos, y desde luego no pensaba dejar que un popurrí genético creado a partir de una humana y trozos de piel muerta de Illyria, les arrebatasen eso, ni a ellos, ni a mí.
Me apoyé en el expositor y terminé de ponerme en pie, no podía permitir que les hiciese nada, no a ellos, aunque me costase la vida. Se lo debía a todos ellos, por estar ahí siempre, a Sarah por quererme pese a todos mis defectos y a la niña que vi en el mundo del miedo y en el futuro, la pequeña Arya.
Tenía aún el pecho dolorido, pero comencé a caminar hacia dónde Sarah se encontraba, observando la escena para trazar un patrón de ataque contra ese engendro. Al ver una herida sangrante en su frente sentí como la ira me embargaba de nuevo, pero al estar cerca de ella se apaciguó sin poder controlarlo, no había tiempo para odiar cuando estaba con ella, solo para quererla. Tratando de no interferir en su flanco de visión mientras analizaba a Illyria, que caminaba hacia nosotros mientras los demás la observaban también, tratando de decidir como actuar contra ella, me coloqué en el lado en el que tenía la herida y utilicé mi poder para curársela, por suerte no era profunda, porque en ese momento mis energías no estaban en su mejor estado, aunque me sentí revitalizado cuando vi una cálida sonrisa en sus labios.
Alrededor del experimento empezaron a congregarse varias esferas luminosas que reconocí rápidamente como los wisp de Ed. Las esferas silbaron en el aire unos segundos antes de lanzarse a la vez contra el cuerpo de esta Illyria, explotando al contacto y volviendo al éter. Cuando la luz se despejó vi que Illyria permanecía en pie, impasible, al instante con un movimiento de su mano lanzó un pedestal contra Ed. Vi a Dominic centrar la mirada en el pedestal, seguramente luchando con su telekinesis contra la de ella, pero solo pudo frenarlo ligeramente, y el pedestal chocó contra Ed y lo arrastró contra una pared, cerca de Mc, Diana y Dom.
Ed, que había dejado atrás una realidad y aceptó desde el primer momento que sus amigos éramos nosotros, cuando otro se hubiese mantenido apartado, demostrando que era de verdad un amigo con todas las letras. Me alegraba que los Poderes lo hubiesen arreglado y ahora los cuatro recordasen su infancia juntos, aunque los Poderes habían ido un poco más allá de lo que parecía. Desde hacía un tiempo había empezado a recordar que Ed estaba allí cuando llegué a Moondale, que lo había conocido tras salvar a Sarah aquella noche, al igual que a Diana. Al recordarlo me sentía como si los Poderes hubiesen desvelado la verdad oculta en mis recuerdos, no tenía explicación, pero seguramente a todos nos estuviese ocurriendo algo parecido. Siempre había apreciado mucho a Ed, pero los lazos se habían fortalecido más desde entonces, también influenciado por el hecho de compartir habitación, con conversaciones nocturnas a lo Epi y Blas, aunque evidentemente [i](Diana no leas diarios ajenos y malinterpretes…)[/i] sin compartir cama.
No me olvidaba de Kaylee, una muestra más de que nuestra realidad, sin desprestigiar a las demás, era mejor, porque les tenía a ellos dos, para hacer a Sarah, Diana, Elizabeth y también a todos los demás, más felices. Después de todo lo que había pasado, merecían poder estar juntos, estaban destinados a estarlo, todas las señales conducían en esa dirección, aunque quizá estaba ligeramente influido por los spoilers del futuro que Diana soltaba de vez en cuando. Además, me gustaba la idea de tener a Ed como cuñado.
Vi dos figuras acercarse hacia ella, una de ellas era Bill, que tardé en reconocerlo porque estaba en forma de demonio, y la otra era Vincent, que se movía de una forma…extraña, zigzagueando continuamente. La enfrentaron cara a cara, con Bill utilizando su fuerza para retenerla y Vincent aprovechando su peculiar sistema de combate, esquivando y atacando con sus armas. Me extrañó que la encarasen de frente, hasta que vi a Shadow aparecer a su espalda y utilizar su poder para introducir una mano en el interior del experimento.
– [b][color=#2E2E83]Tus intestinos serán un buen collar.[/color] [/b] – gritó, más molesta que dolorida. Con sobrehumana agilidad cogió a Shadow por el cuello y lo lanzó con fuerza contra Bill y Vincent, que cayeron hacia atrás. Un gesto del experimento les lanzó contra la pared opuesta, donde una columna se derrumbó sobre Bill.
Si no le hubieran cogido, Shadow se habría partido el cuello. A él no lo conocía demasiado bien, pero a Bill y Vincent si los conocia un poco más y habían demostrado ser gente de confianza y valiosos aliados en el combate. Bill había vuelto a este mundo habiendo recuperado a su mujer y a su hija, después de mucho tiempo de sufrimiento, y Vincent había llegado buscando una nueva vida alejada de la desolación que el país vecino había impuesto en su mundo con la guerra. Ambos merecían difrutar de lo que se habían ganado, pero aun así aquí estaban, luchando con nosotros para salvar el mundo y a los inocentes, esas acciones no podían quedar sin recompensa, quería creer que en el mundo aún quedaba justicia.
– [b] [i] [color=#BB609C] Tenemos que hacer algo rápido[/color] [/i] [/b].- dijo Sarah cuando Dom se unió a nosotros dos, por el momento éramos los tres que quedábamos en pie, y si no hubiera sido por la resistencia física inherente a las Cazadoras que Sarah poseía y que nosotros habíamos heredado, no seríamos capaces de tenernos en pie. Mc, Diana y Ed se incorporaron para unirse a nosotros, pero Sarah les hizo una seña para que peleasen desde la retaguardia.
– [b] [i] [color=#4F5360] Vamos a la vez.[/color] [/i] [/b] – sugerí sujetándome el costado disimuladamente, para que Sarah no se diese cuenta de que el golpe aún me dolía.
– [b] [i] [color=#383A72] Puedo intentar lanzarla por los aires y cuando caiga le dais vosotros.[/color] [/i] [/b] – propuso. Sarah asintió y nos preparamos.
Sarah se adelantó e hizo un amago de acercarse a ella para golpearla, lo que confundió al monstruo, que no se esperaba que Dominic la elevase en el aire y después la soltase. Me coloqué a la altura de Sarah, Dominic nos alcanzó también y golpeamos al demonio tratando de que no se levantase, pero su resistencia, por culpa de esa coraza quitinosa, era demasiado fuerte. Se puso en pie con una fuerza tremenda y lanzó un golpe en mi dirección, que Sarah absorbió interponiendo su cuerpo entre Illyria y yo, haciendo que los dos saliésemos despedidos cerca de donde estaban Mc, Diana y Ed. Miré a Sarah sin acordarme de cómo respirar y comprobé que estuviese bien, ella me respondió asintiendo con la cabeza, dolorida.
– [b][color=#2E2E83]Serás el primero en morir, deberías sentirte honrado.[/color] [/b] – escuché decir al demonio mientras cogía a Dominic por el cuello y lo levantaba. Vi un par de figuras borrosas acercarse a ellos y parpadeé un par de veces para recuperar la visión después del golpe. Al abrir los ojos vi una figura femenina situada al lado de la demonio, con una mano puesta en su brazo, ¡Rebecca! – [b] [i] [color=#CC858A]¡Suéltale![/color] [/i] [/b]- le ordenó seria. La demonio parecía estar sintiendo el dolor que infligía, pero no se detenía, soltó a Dominic en el suelo, que se llevó las manos al cuello mientras recuperaba el aliento, y se giró hacia Rebecca.
– [b] [i] [color=#383A72] Rebecca, no…[/color] [/i] [/b] – dijo Dominic con voz ronca.
– [b][color=#2E2E83]Como osas…[/color] [/b] – dijo mirándola frente a frente. Rebecca no se inmutó, igual que tampoco lo hacía cuando se encaraba a algún matón que se metía conmigo de pequeño. No podía expresar con palabras lo que significaba para mí que una gran amiga de la infancia a la que tenía tanto cariño, fuese la novia de uno de mis mejores amigos. Pero a eso se unía también la ira al ver lo que estaba a punto de pasarle, al recordar en mi mente el golpe que le había dado a Sarah, solo tenía ganas de que yo, o cualquier otro, le arrancase a ese engendro la cabeza tal y como ella lo había hecho con el otro.
Me preparé para ponerme en pie y ayudar a Sarah, con cuidado para no hacerle daño a apoyarse mejor, pero ella ya estaba en mejores condiciones que yo. Aun así, la ayudé a levantarse y le apreté la mano durante un instante, antes de prepararnos para volver a acometer a Illyria. Mientras tanto, Mc, Diana y Ed, utilizaban su magia para bombardearla con todo lo que tenían, aunque estaban limitados, porque si fallaban podrían darle a Rebecca.
En ese momento la otra figura que antes había visto saltó sobre la espalda de Illyria, echándola hacia atrás antes de que se acercase más a Rebecca, era Illya, que asestó un fuerte golpe con la maza contra la cabeza de Illyria que hizo que la maza se rompiese en mil pedazos que volaron por el aire. Dominic se levantó y golpeó en el costado a Illyria mientras se levantaba.
Corrimos hacia ellos, pero estaban muy lejos, sentí como Sarah cogía mis manos y las llevaba a sus caderas. Tardé un momento en entenderlo, pero con un gesto suyo en dirección a la demonio supe lo que quería. Aferré sus caderas y la lancé contra el demonio mientras echaba a correr para tratar de alcanzarla, ya que no podía utilizar mi poder de lejos por miedo a matar a Illya.
Sarah «voló» hacia el demonio, rodó sobre sí misma en el aire cuando empezaba a perder altura, para detenerse frente al monstruo, y la golpeó varias veces logrando que se echase hacia atrás. Pero Illyria era muy fuerte, y nosotros llevábamos ya un combate encima cada uno, así que soltó un grito y vi como una especie de aura azulada los lanzaba a todos en mi dirección, contra el sitio dónde estaban ya Mc, Diana y Ed. Los vi volar hacia mí e intercepté a Sarah, para protegerla con mi cuerpo del golpe, antes de que la corriente me arrollase. Chocamos contra los demás, pero la fuerza no cedió, arrastrándonos contra la pared, impidiéndonos movernos, mientras Illyria se acercaba.
– [b][color=#2E2E83]Sentíos orgullosos de morir a mis propias manos, las de la Destructora de Mundos.[/color] [/b] – sentenció. Tenía que tener un punto débil, alguno, el que fuese.
– [b] [i] [color=#843181] Encima te tendremos que dar las gracias…[/color] [/i] [/b] – le soltó Diana apretando los dientes, detrás de mi hermano, que estaba de espaldas a la corriente, tratando de evitar que le hiciese más daño a Diana. Llevé las manos al frente para tratar de frenar también la corriente y proteger así a Sarah y a los demás, pero era como luchar contra el aire. A mi lado vi como Dominic concentraba su telekinesis para tratar de crear un campo contra la corriente, pero no podría aguantar demasiado, estábamos exhaustos.
En ese momento, cuando todo parecía perdido ya, menos la determinación de luchar hasta el último aliento para proteger a los demás, una figura, que no pude distinguir por culpa de la forma en la que la luz incidía sobre ella, apareció rápidamente frente a nosotros. Vi como levantaba a Illyria, cogiéndola por el cuello con un solo brazo, del que empezaron a surgir rayos de pura electricidad que recorrieron el cuerpo de la demonio y arrojaron la suficiente luz como para distinguir quien era, Daakka, el demonio que habíamos liberado, nos estaba salvando. Toda buena acción tiene su recompensa, él era la prueba. Sentí como la presión desaparecía y me levanté con cuidado para no hacer daño a ninguno de los demás, mientras ellos hacían lo mismo, y nos quedábamos todos observando cómo Daakka avanzaba unos pasos, aún sujetando al experimento, cuyo cuerpo estaba envuelto en la corriente eléctrica, y lo lanzaba hacia el charco que había formado el líquido respirable, que al parecer conducía la electricidad igual que el agua, dónde quedó inerte, con la piel azulada teñida de gris, marchita.
– [b] [i] [color=#c2a765] ¡Daakka ke kash![/color] [/i] [/b] – exclamó el demonio. Que se quedó en el lugar en el que estaba con una mirada que no indicaba agresividad hacia nosotros. Nos habíamos arriesgado a salvar a alguien, pese al perjuicio que nos pudiese traer, porque todos y cada uno habíamos tenido conciencia para hacer lo correcto, y esa acción nos había salvado. No podía expresar lo agradecido que me sentía hacia el demonio, gracias a él podía seguir disfrutando de una vida con Sarah y con el resto de nuestra peculiar familia, era una deuda que nunca podría pagar.
Miré a Sarah y le sonreí mientras la cogía de la mano y nos sosteníamos en pie el uno al otro. Cada día me recordaba a mí mismo la suerte que tenía, y me prometí que siempre me lo recordaría, al fin y al cabo, la maldición de los aesir podía vencerse, pero no solos, ése había sido el error de otros de mi raza, vivir apartados, no como Dominic y yo, que habíamos forjado una gran familia con las mujeres de las que nos habíamos enamorado, nuestros amigos y todos aquellos a los que queríamos. Toda maldición puede romperse, una y mil veces.
[spoiler]Bueno por fin terminé mi oleada de post, os toca xDDD[/spoiler]
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