Moondale

UN MILAGRO NAVIDEÑO

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Christopher McLeod | Caernaforn, Gales

[color=#81BEF7]Mañana[/SIZE][/color][/font][/b]

worriedmcleod

[SIZE=2]
El sonido de un piquituerto escocés me despertó, poniéndome en contexto con su canto, inherentemente ligado a mi tierra porque incluso la gente solía decir que el pequeño pájaro tenía acento escocés.

Me apoyé en el suelo y palpé el barro húmedo y frío, que al poco empecé a notar también en el lado del cuerpo que debía haber dormido contra el suelo. Dirigí una mirada de soslayo a mi cuerpo y recordé completamente lo que había pasado al verme desnudo. Eché un vistazo a mi alrededor y vi que estaba en una especie de claro en un bosque bastante parecido a aquél en el que me había internado la noche anterior, con suerte no me habría ido muy lejos. En el claro, cerca de dónde me encontraba, había una vieja casa con la pintura desconchada, y a la que le faltaban algunas tejas. Me levanté a duras penas, tapándome como pude mis vergüenzas, para comprobar si todo el mundo estaba bien, lo que podía desembocar en dos cosas, que los hubiese matado o que no lo hubiese hecho y me persiguiesen por picar en su puerta desnudo. Decidí esperar a que se me despejase la cabeza para tomar una decisión.

Estaba mirando hacia el corral, pensando si por allí cerca habría algún mono de granjero o algo que pudiese utilizar cuando lo vi, una especie de aura roja rodeándome. Parpadeé un par de veces y observé mejor la escena, en el suelo, a mi alrededor, había un círculo de sal. Sentí una chispa de esperanza al pensar que quizá me habían alcanzado y Diana me había encerrado en la «jaula» que había dicho antes. Me senté en el suelo y me pasé una mano por la frente para despejarme, tenía la cabeza dolorida, quizá en parte por el dolor que tenía en el resto del cuerpo después de los bruscos cambios. A juzgar por el color rojizo y por la sal que había a mi alrededor, debían haber utilizado una variación de la «Arena de la Palma Roja», un conjuro de contención que se canalizaba sobre la arena, en este caso sal, que hacía de conductor de la energía y creaba una especie de campo de fuerza rojizo. Si estaba en lo cierto, no podría salir hasta que alguien no rompiese el círculo de sal desde fuera. Así que me resigné a esperar, aunque hacia demasiado frío.

Estaba mirando hacia el bosque, forzando a mi mente a recordar algo de lo que no sería capaz, cuando escuché a alguien acercarse y romper el círculo. Sonreí instintivamente, ligeramente aliviado, sin verla sabía que era Diana, percibí su olor a hierba con rocío nocturno, pimienta y lavanda desde que salió por la puerta. Todavía estaba en las horas siguientes a la transformación y mis sentidos estaban más agudizados, en parte me gustaba poder percibir esa tonalidad de olores que de otra forma nunca me habría sido posible.

– [b] [i] [color=#843181]Ñam[/SIZE] [/i] [/b].- dijo echándome la manta por encima. Me giré y la miré.

– [b] [i] [color=#457238] ¿Hice daño a alguien?[/color] [/i] [/b] – pregunté. Estaba deseando decirle cientos de cosas, entre ellas que la quería, pero necesitaba quitarme esa sensación de pesar.

– [b] [i] [color=#843181]Te comiste a un par de niños, pero de los que molestan[/color] [/i] [/b].- bromeó sonriendo.

– [b] [i] [color=#457238] Diana…en serio.[/color] [/i] [/b] – dije con preocupación, llevándome una mano a la sien, que me dolía increíblemente.

– [b] [i] [color=#843181]Si le hubieses hecho daño a alguien, no bromearía[/color] [/i] [/b].- dijo ella. No estaba todavia demasiado fresco como para darme cuenta de…nada.- [b] [i] [color=#843181] Salvo que fuera Cecil o el pesado de Liad…o Lila Stroker…[/color] [/i] [/b]- empezó a enumerar. Prefería no pensar en ellos, porque una parte de los instintos seguían en mí también y seguramente me harían desear haberles arrancado la cabeza.- [b] [i] [color=#843181]Has pasado la mayor parte de la noche encerrado, a McPerro no le ha hecho mucha gracia, pero es lo que hay[/color] [/i] [/b]. – comentó con una ligera sonrisa. Era difícil no sentirse bien cuando Diana estaba cerca, todo el peso empezaba a desaparecer al verla sonreír, era como si, al no preocuparse ella, no hubiese nada de que preocuparse en el mundo, aunque muchas veces se preocupaba y lo ocultaba.

– [b] [i] [color=#457238] Menos mal…me duele la cabeza.[/color] [/i] [/b] – dije cubriéndome mejor con la manta para que no entrase demasiado frío, lo que resultaba difícil porque teniendo el culo mojado es complicado no helarse. Diana debió verme temblar un poco, porque me acercó unas prendas que llevaba bajo el brazo. Le sonreí y comencé a vestirme.

– [b] [i] [color=#843181]No hace falta que te vistas[/color] [/i] [/b].- propuso de forma más insinuante de lo que podía imaginar, porque mis instintos se mezclaron con los del lobo y me dieron ganas de abalanzarme sobre ella y caer los dos juntos sobre el barro.- [b] [i] [color=#843181]Lo de la cabeza es culpa de la hermana de Daniel, que parece Mogwli[/color] [/i] [/b].- dijo antes de hacer una pausa, seguramente para observar como trataba de ponerme la ropa rápidamente para evitar que me viesen los demás y lo único que conseguía es ir más despacio.- [b] [i] [color=#843181]Gracias a ti la hemos encontrado[/color] [/i] [/b]. – añadió. Esa palabra me caló de una forma que consiguió que el frío que se me había metido en los huesos remitiese.

– [b] [i] [color=#457238] Me alegro de haber servido para algo al final, pero fue gracias a ti, si no me hubieras tirado la infusión estaríamos en casa sin saber por dónde empezar a buscar.[/color] [/i] [/b] – dije mientras la miraba con una sonrisa. No es fácil admitir que llevas mucho tiempo equivocándote, a veces es casi más difícil admitir ante la persona que quieres que es ella quien tiene la razón, pero le había prometido que las cosas no volverían a ser como antes, en el buen sentido.

– [b] [i] [color=#843181]Deja de vestirte que lo estás estropeando[/color] [/i] [/b].- bromeó de nuevo, una parte de mi cabeza estaba ya rasgando esas ropas junto a las suyas, pero la mantuve a raya porque si no lo próximo sería «marcar» la casa como mi territorio. Diana me tendió también un termo de café, solo al tocarlo sentí el calor que el cuerpo de Diana había traspasado al metal. [b] [i] [color=#843181]Es con leche, lo ha hecho la señora.[/color] [/i] [/b]- Di un trago largo y revitalizante mientras pensaba todo lo que había cargado por mí, tanto por lo que me había llevado esa mañana como por lo que había aguantado.- [b] [i] [color=#843181]No sé si hice bien o mal[/color] [/i] [/b].- dijo preocupada. Me fijé en las ojeras que tenía bajo los ojos y pensé en lo mal que debía haberlo pasado la noche anterior.- [b] [i] [color=#843181]No tenía derecho a tirarte la infusión por la ventana, pero como tu…lo que sea, no podía permitir que te siguieras matando[/color] [/i] [/b]. – añadió. La miré con ternura, solo deseaba abrazarla y decirle que todo iría bien, pero una parte de mí sabía que me sentiría incómodo abrazándola sin calzoncillos.

– [b] [i] [color=#457238] No me pidas que te lo reconozca dos veces, pero hiciste bien.[/color] [/i] [/b] – admití. – [b] [i] [color=#457238] Aunque una parte de mí prefiera envenenarse a arriesgarse…quizá exista una solución mejor…me has abierto esa posibilidad.[/color] [/i] [/b] – reconocí también, dando un trago. Hasta el momento la infusión parecía la solución perfecta, el único daño me lo hacía a mi, no había riesgo, pero con Diana era diferente, tenía una vida muy distinta, mi familia había crecido y tenía más gente de la que preocuparme, no podía quitarme años así como así, quien no arriesga no gana suelen decir. – [b] [i] [color=#457238] ¿Encontrasteis una señora?[/color] [/i] [/b] – pregunté al recordarlo.

– [b] [i] [color=#843181]Antes de transformarte, me pediste que te colgara el móvil al cuello, pero no me dio tiempo y lo hiciste tú, en la fase intermedia en la que pareces uno de los Teen Wolf[/color] [/i] [/b].- explicó. Apenas recordaba haberme colgado el móvil, esa parte ya había sucumbido ante la breve amnesia provocada por el dolor de la transformación. – [b] [i] [color=#843181]El bicho echó a correr y se perdió entre la espesura del bosque. Intentamos dar con él, pero era casi imposible: Llovía a cántaros, la nieve se estaba derritiendo y el teléfono apareció tirado[/color] [/i] [/b].- continuó tragando saliva, sentí su pulso a través de su cuello y entendí lo difícil que debía resultarle a Illya convivir con esos sentidos agudizados y no ceder ante sus impulsos. Acababa de confirmarme que habían pasado una noche de perros, en todos los sentidos.- [b] [i] [color=#843181]Entonces escuchamos un grito, apuramos el paso y lo encontramos…tomando el té con la señora. No sabes lo encantador que puedes llegar a ser como Chewbacca[/color] [/i] [/b].- bromeó para quitarle hierro al asunto. No estaba muy seguro de como podía haber salido indemne la mujer de un enfrentamiento con un licántropo, salvo que le hubiera hecho algo y no me lo hubiese dicho.

– [b] [i] [color=#457238] Pero no le hice nada ¿no?[/color] [/i] [/b] – pregunté preocupado.

– [b] [i] [color=#843181]Al revés, casi te deja tonto de tanto golpearte con el caldero[/color] [/i] [/b].- comentó entre risas. Sin darse cuenta nos miramos durante un segundo a los ojos y vi a la Diana real, a la que le había afectado lo de la noche anterior y se escondía, pero no tardó en apartar la mirada.

Sin darme cuenta le guiñe un ojo para hacerla sonreír, como cuando estábamos juntos.- [b] [i] [color=#457238] ¿Y luego encontrasteis a la hermana de Daniel?[/color] [/i] [/b] – pregunté interesado.

– [b] [i] [color=#843181]La encontró McPerro[/color] [/i] [/b].- aclaró.- [b] [i] [color=#843181]La escuchó cantar y fue hasta donde estaba, atraído por el sonido de su voz[/color] [/i] [/b]. – añadió. Me paré un segundo a analizar la razón por la que lo habría hecho e imaginé que debió sentirse rodeado por ellos y al escuchar a la hermana de Daniel cantar trató de buscar…pastos más verdes.

– [b] [i] [color=#457238] ¿Y todo bien?[/color] [/i] [/b] – pregunté refiriéndome a Daniel, a su hermana y al resto. No me gustaba la idea de que el tiempo que había pasado con ese…»abuelo» hubiese hecho de la hermana de Daniel alguien como él, aunque con la de tiempo que la había dejado sola y encerrada dudaba que se pareciese a alguien más que a ella misma. Estaba deseando tener la oportunidad de volver a ver a ese hombre y dejarle claras un par de cosas, especialmente la forma en la que había tratado a sus dos nietos.

– [b] [i] [color=#843181]Estupendamente, le hemos puesto Cara y es una mezcla entre Mowgli y Xena, la princesa guerrera[/color] [/i] [/b].- el viento le movió el cabello, levantando destellos rojizos cuando los tenues rayos de sol que se filtraban a través de las nubes se reflejaban contra sus mechones. Ella cogió un mechón de pelo y se lo llevó detrás de la oreja, no sabía si estaba coqueteando, porque siempre la malinterpretaba en ese sentido, pero lo parecía, la sola idea de que volviese a coquetear conmigo me alegró el día. – [b] [i] [color=#843181]Creo que mi madre va a adoptarla[/color] [/i] [/b]. – añadió. Por lo que Diana decía, Cara debía estar como en un estado animal, no se me ocurría nadie mejor que la señora Echolls para enseñarle las cosas. Me imaginaba perfectamente, y sin haberla conocido, a Elizabeth, mi madre y la tía tratando de vestirla para la cena de Nochebuena, que era al día siguiente. Nos imaginé también a los demás ayudando con la mesa y la comida, a mi padre y a Arthur sentados en el sofá charlando de los viejos tiempos mientras Lewis trataba de rebatirles como si el supiese más del mundo sobrenatural que cualquiera de los presentes, y a Stephanie tratando de que Sarah, Diana, Kaylee o Rebecca jugasen con ella o tratando de ayudar en la cocina, y me imaginé también besando a Diana bajo el muérdago. Sonaba a hogar.

Sin poder evitar esbozar una sonrisa miré a Diana, tenía que recuperarla, estaba cerca, pero tenía que conseguirlo de nuevo. – [b] [i] [color=#457238] Parece que hemos superado una crisis más, ahora falta un pequeño detalle para rematar un buen despertar.[/color] [/i] [/b] – repliqué refiriéndome a nosotros, el último detalle de nuestro pequeño conjunto de milagros navideños.

– [b] [i] [color=#843181]No sé a qué te refieres…[/color] [/i] [/b]- respondió haciéndose la loca, pero la delató una sonrisa que no pudo contener.

– [b] [i] [color=#457238] Te hice caso cuando me tiraste la infusión, no me enfadé y te he dado la razón…estoy intentando hacer las cosas bien.[/color] [/i] [/b] – dije acercándome hasta ella. No trataba de echarle en cara las cosas que había hecho por ella, si no más bien de tratar de que se diese cuenta de que estaba intentando ir por el buen camino con ella, tratando de dar el máximo de mí.

– [b] [i] [color=#843181]Todavía tienes que currártelo y hacerme muuuchooo la pelota[/color] [/i] [/b].- replicó tratando de mantener la seriedad, algo que no consiguió.

– [b] [i] [color=#457238] Oye…no tengas morro…[/color] [/i] [/b] – protesté.

– [b] [i] [color=#843181]De momento, estamos conociéndonos…[/color] [/i] [/b]- inesperadamente tiró de mí y se acercó un poco, casi podía sentir su cálido aliento cerca de mis labios, pero en lugar de eso se acercó a mi oreja y me susurró.- [b] [i] [color=#843181]Hueles a lobo[/color] [/i] [/b]. – le encantaba picarme. Debía ser cosa de las Echolls porque había escuchado a Daniel quejarse también a veces, pobre Ed, lo que le esperaba.

– [b] [i] [color=#457238] Si te sigues acercando mucho quizá no pueda responder de mi mismo, todavía me afectan bastante los instintos…y tengo los sentidos más agudizados.[/color] [/i] [/b] – expliqué como excusa por si dejaba que se me fuese la cabeza y la besaba allí mismo.

– [b] [i] [color=#843181]Anda, entra en la casa…a darte una ducha fría[/color] [/i] [/b].- dijo empujándome hacia la casa.

– [b] [i] [color=#457238] No tiene pinta de haber mucho más que duchas frías.[/color] [/i] [/b] – respondí con resignación mirando a la casa que parecía a punto de derribarse, por suerte no era el Lobo Feroz y no me disponía a tirarla de un soplido.

– [b] [i] [color=#843181]Anda ven, que yo te caliento…[/color] [/i] [/b]- respondió. Tiró de mí cogiéndome por la camisa y me dio un beso, uno que parecía que iba a ser más corto pero que, quizá porque los dos llevábamos ya mucho tiempo deseándolo, duró una eternidad, un poco menos de lo que quería que durase.

– [b] [i] [color=#457238] Eso ya va mejorando.[/color] [/i] [/b] – respondí con una sonrisa que tardaría en quitárseme de los labios. Mi frase podía aplicarse a todo, parecía que estaba recuperando a Diana, el grupo parecía estar aún más unido que nunca, Daniel había recuperado a su hermana, mi futuro era un poco más esperanzador y todos formábamos parte de una gran familia.

Así que entré a la casa y conocí a la hermana de Daniel, que parecía manejar perfectamente las presentaciones y el «no». Saludé y agradecí a todos, incluso a la señora, a la que también pedí perdón y me dijo que no me preocupase con toda la naturalidad del mundo, definitivamente había algo extraño en ella.

Después de comer todos juntos para recuperar fuerzas, decidimos emprender el camino de vuelta hacia los coches, cruzando los dedos para que siguiesen allí y no se los hubiese llevado ninguna grúa. La hermana de Daniel se negaba a soltar a una de las perras, que apenas tendrían un par de meses, mientras que a Sarah le daba pena no coger a otra que se había apoyado contra su pierna para que la acariciase, así que le preguntaron a la señora, que les dijo que se las llevasen a todas si querían, incluso a la madre, porque ella tenía que irse de viaje y no podría cuidarlas. Empezamos a hacer cálculos y llamadas de teléfono y al final le conseguimos un hogar a todas: una para Cara, que seguramente viviría junto a ella en casa de la señora Echolls, haciéndole compañía a Freya; otra para mi hermano Zack, que seguramente sería la perra más itinerante de la camada y por último Sarah había insistido en llevarle una Stephanie como sorpresa para que no se quedase muy sola cuando nos fuésemos, y la madre se quedaría también con mis padres que ya habían dicho que no tenían problema.

Así que Cara, Sarah y Kaylee llevaban a las tres pequeñas en brazos y Diana llevaba a la madre caminando con un cordel de esparto como correa improvisada. Ya nos habíamos despedido de la señora, que se había quedado en la puerta observándonos mientras nos íbamos, pero cuando nos alejamos, algo me hizo mirar atrás, y vi que la señora ya no estaba allí. En un instante estaba y en el otro había desaparecido, y algo me decía que no la volveríamos a ver, la incógnita de lo que era me acompañaría el resto de mis días. Pero lo importante es que nos había ayudado, había formado parte de nuestro milagro navideño. La lucha contra el Doctor parecía menos pesada de lo que había parecido antes.

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