Moondale

UNA RAZON PARA VIVIR

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Christopher McLeod | Cerca de Northallerton, Reino Unido

[color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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El viaje había resultado más largo de lo que esperábamos, y a la vez más fructífero, pero el cansancio empezaba a notarse, la noche se acercaba y la mezcla de los dos factores hacia que la influencia de mi «parte salvaje» creciese y no pudiese reprimirla en condiciones. Aunque teniendo en cuenta que nos habíamos desviado para que Dominic pudiera hacer las paces con su pasado y a la vez descubrir cosas que desoconocía, sin duda el esfuerzo había merecido la pena.

Como estaba claro que no llegaríamos antes de que me transformase de nuevo, insistí en que me dejasen encerrado con la «Arena de la Palma Roja» mientras ellos buscaban un motel para descansar, pero se negaron y terminaron buscando una carretera poco transitada y sin asfaltar para dejar los coches, en los que dormirían, cerca del lindero de un bosque, cuyos árboles esconderían mi encierro de ojos indiscretos, aunque dudaba que nadie fuese a pasar por esa carretera digna de los más perversos gustos de un asesino en serie.

Así que repitieron los preparativos que debían haber hecho la noche que me encerraron estando ya transformado, y todos juntos, con una Sarah pletórica por el hecho de formar parte de un conjuro, me encerraron en una zona algo más amplia que la de la otra vez.

– [b] [i] [color=#457238]Gracias. Aprovechad ahora para volver a los coches antes de que empiece a llover.[/SIZE] [/i] [/b] – dije en cuanto pude ver que habían terminado, algo que quedaba claro por el horizonte rojizo que me rodeaba.

Vi el gesto de Sarah al mirarme y era radicalmente distinto al que le había visto hacía poco tiempo, ahora era tristeza, pero contenida para no preocupar a su hermana. Me sentía orgulloso cada vez que veía cómo cuidaba de los demás, igual que los demás cuidaban de ella, conseguía que me dejase llevar por la inconsciencia con tranquilidad.

– [b] [i] [color=#843181]No quiero dejarte aquí[/color] [/i] [/b]. – dijo Diana con un matiz en la voz que me partió el corazón en mil pedazos.

– [b] [i] [color=#457238]Quiero hablar contigo un momento pero luego tienes que irte con ellos, no quiero que te pongas mala.[/color] [/i] [/b] – le dije con sinceridad. Llevaba todo el día, o más bien desde que habíamos llegado, planeando como abordar el tema para solucionarlo de una vez por todas.

Diana exhaló un suspiro junto a una ligera sonrisa, era su forma de decirme que ya me había puesto en «modo paternal», pero no podía evitarlo, era parte de mi mismo tratar de cuidar de todos ellos, había nacido y me habían criado así, como un Guardián más que un Vigilante.

Los demás me hicieron caso y empezaron a alejarse mientras se despedían, me preguntaban si estaría bien y me deseaban suerte, eran mejores amigos de los que merecía, no entendía cómo continuaban, cada vez más unidos, pasase lo que pasase, los amigos que había tenido antes y a los que yo mismo había dejado por imposibles porque se habían estancado en la pubertad, nunca habían sido así, pero claro ellos eran lo que se suele llamar amigos, simple y llanamente, ellos eran más, familia como decía Daniel.

Vi como Daniel se despedía asintiendo con la cabeza y después su mirada iba paseando de uno a otro para detenerse al final en Diana que era la que se quedaba atrás. Al parecer no era el único que vigilaba que todo fuese bien, Sarah, Daniel, Ed, Diana, Dom…todos lo hacían. Me detuve a pensar desde qué momento habíamos empezado a unirnos más, y curiosamente había sido después de que el demonio del miedo nos absorbiese. Hubo pérdidas pero eran personas que siempre habían estado como satélites, orbitando alrededor del grupo pero sin llegar a entrar, y esos mismos se habían perdido y aislado en ese mundo de pesadillas. Los Grandes Poderes tenían mayor sabiduría de la que se podía atribuir a su juvenil aspecto.

Perdido en mis pensamientos, me topé con los ojos de Diana cerca de mí, y volví a la realidad.

– [b] [i] [color=#457238]No me resulta nada fácil ceder a esto…no es agradable irse sin saber qué va a pasar.[/color] [/i] [/b] – dije con seriedad. Cuando uno de tus mayores miedos es equivocarte y fallar a las personas que te importan, no es nada agradable perder el control de lo que vas a hacer, sabiendo que dejas paso a una parte que llevas en tu interior y solo tiene ganas de arrasar con todo a su paso. Si cada luna llena y los días anterior y posterior me convirtiese en un patito la cosa sería más fácil de llevar. – [b] [i] [color=#457238]Quiero que sepas que lo hago por ti, porque me has dado una razón para no perder años de vida.[/color] [/i] [/b] – le aseguré. Muchas veces envidiaba el poder de Diana, a la par que lo temía. Por un lado, a veces pensaba que de tenerlo, buscaría la forma de controlarlo totalmente para ver qué me deparaba el futuro, pero a la vez temía conocer el futuro y que no fuese lo que esperaba, o que el mero hecho de conocerlo lo cambiase. Al final siempre terminaba en la misma conclusión, no envidiaba para nada el poder de Diana, prefería mi inofensiva «traducción instantánea» de la que poca gente se daba cuenta, e incluso yo me olvidaba al formar parte de mi día a día desde que tenía memoria.

– [b] [i] [color=#843181]No va a pasar nada, te lo prometo[/color] [/i] [/b].- me respondió convencida. Con cualquier palabra tenía la capacidad de hacer que me tranquilizase y pensase que todo iría bien. – [b] [i] [color=#843181]Gracias[/color] [/i] [/b]. – añadió.

– [b] [i] [color=#457238]No, gracias a ti. Y a todos.[/color] [/i] [/b] – repliqué. Solo hacía lo que debía hacer, y si tenía fuerzas para hacerlo era por su apoyo y por el de todos los demás. Sentí un dolor intensificándose en la parte baja de la espalda, la cadera estaba empezando a partirse y reformarse.

– [b] [i] [color=#843181]Estás diciendo eso para que te bese, ¿verdad? Eres un viejo verde…[/color] [/i] [/b]- respondió sonriéndome con cariño. Vi en sus ojos que sabía el dolor que estaba pasando, pero no me estaba hablando de él para que me concentrase en otra cosa y me doliese menos. Decidí empezar a quitarme la ropa para no romperla, aunque no descartaba que por la mañana me la encontrase hecha jirones, o llena de pelos, o con orín de mi yo lobuno.

– [b] [i] [color=#457238]Ojalá pudieras, pero la «Palma» no te dejaría.[/color] [/i] [/b] – respondí. Deseaba con toda mi alma ese último beso, para que uno de los primeros recuerdos que tuviese a la mañana siguiente fuese ese, pero la palma roja no me lo permitiría, se alzaba entre nosotros como un muro de sangre. – [b] [i] [color=#457238]Quiero que veas que este es quien soy, para estar contigo no puedo contenerlo más, ni ocultarlo.[/color] [/i] [/b] – ahogué un grito de dolor cuando las uñas me crecieron y se endurecieron tanto y tan rápido que rajaron la carne a su paso. Abrí los ojos y recibí un nuevo mundo de colores, habían debido transformarse en los del lobo. Miré a Diana y me resultó extraño verla en esas nuevas tonalidades, diferente pero a la vez igual de perfecta.

– [b] [i] [color=#843181]Siempre te he querido por como eres…y sigo haciéndolo[/color] [/i] [/b].- añadió. Incluso en mi estado me di cuenta de que me estaba diciendo que me quería, evitando decírmelo abiertamente.

– [b] [i] [color=#457238]Eso espero, los Búhos están trabajando con lo que traje de una de las realidades…el regalo de los Poderes…pero no sé…[/color] [/i] [/b] – dije quitándome los pantalones. Cuando me agaché para lanzarlos al otro lado del recinto sentí un latigazo de dolor y me apoyé contra la barrera, lo más cerca de Diana que pude. Sentía el pelo atravesando cada milímetro de mi cuerpo.

– [b] [i] [color=#843181]¿Estás intentando que echemos uno rapidito?[/color] [/i] [/b] – bromeó cuando estaba a punto de quitarme la última prenda que me quedaba encima. No pude evitar sonreír, aunque me arrepentí porque me mordí con uno de mis nuevos y afilados colmillos.- [b] [i] [color=#843181]Te he dicho muchas veces que por ti me convertiría en…esto. Me da igual[/color] [/i] [/b]. – añadió.

– [b] [i] [color=#457238]No dejaría que pasases por esto.[/color] [/i] [/b] – dije mirándola con toda la ternura que pude teniendo en cuenta mi aspecto. No iba a permitir que ella pasase por lo mismo que yo, si había algo bueno en todos los errores que hubiese cometido es que no dejaría que ella los cometiera. Podía conseguir que nunca tuviera que pasar por esto, que ninguno de ellos tuviera que hacerlo, pero había algo que no estaba seguro de como controlar, la herencia genética, apenas había escritos, como si nunca se hubiese dado. – [b] [i] [color=#457238]Intentaré conseguir algo para los que sois cercanos a mí…solo espero que en un futuro…no sé si es hereditario…[/color] [/i] [/b] – dije apoyando de nuevo la mano contra la barrera, pero esta vez no la reconocí como la mía, tenía unos dedos largos y ágiles, terminados en unas uñas negras y afiladas. Noté otro latigazo, esta vez en la espalda, y me arqueé instintivamente, tardaría un tiempo en poder enderezarme de nuevo porque los huesos se estaban amoldando.

– [b] [i] [color=#843181]Lo llevará bien, ya lo verás[/color] [/i] [/b].- respondió. Tardé un buen rato en procesarlo y al no poder hacerlo del todo traté de memorizarlo para recordarlo al día siguiente. La miré y la vi a punto de llorar, no quería verla así, no podía soportar verla así. En ese momento mis sentidos dieron un salto, como cuando cambias de presión y los oídos se te destaponan pero con todos los sentidos a la vez. Sentí la brisa en el pelaje, escuché la voz de Sarah diciendo que iba a ir a buscar a su hermana porque no soportaba dejarla sola en un momento así, y la de Daniel diciéndole que las dejaba solas pero estaría atento por si podía hacer cualquier cosa. Paladeé la sangre en mi boca, la propia sangre que manaba de mis encías, rotas por el crecimiento de los nuevos dientes y aún sin curar porque el factor regenerativo que permitía que no muriésemos en plena transformación aún no había hecho efecto. Y después llegó lo que esperaba, la mejor parte de la transformación, el olfato agudizado, y con él el aroma de Diana, ese aroma que me permitía conocerla aún más a fondo de lo que la conocía antes.

– [b] [i] [color=#457238]Te quiero…[/color] [/i] [/b] – le dije con una voz ya muy distinta. Paladeé el aroma, porque sabía que apenas recordaría la sensación al día siguiente. Era puramente Diana, desde la pimienta, que era reflejo claro de su ímpetu, su fuego, pasando por ese olor tan característico y tan difícil de describir, el olor a hierba fresca cubierta de rocío, un olor que compartía con sus hermanas, un olor que me recordaba a Moondale y a sus bosques y montañas, y para terminar ese olor a lavanda que demostraba la verdad oculta detrás de las bromas, esa calidez que no dejaba ver a todo el mundo. – [b] [i] [color=#457238]Esta es la mejor parte…pimienta…lavanda…hierba con el rocío nocturno…te pega.[/color] [/i] [/b] – sonreí parpadeando para acostumbrarme a la nueva visión. Al cerrar los ojos me concentré más en el olfato y percibí a lo lejos un aroma también conocido, aunque nunca recordaba haberlo olido, pero sabía quien era. Naranja, hierba fresca cubierta de rocío, galán de noche y…un cuarto olor que no identificaba, una mezcla entre plata y rayos de sol. Sarah venía a recoger a su hermana.

– [b] [i] [color=#843181]Yo también te quiero, Bigby[/color] [/i] [/b].- respondió ella. Sentí cuanto la quería mientras mi mente empezaba a abandonar mi cuerpo. Antes de que se pierda. Estará temblando seguro, por verlo sufrir.

Aguanté como pude los últimos minutos hasta que Sarah llegó, no me atrevía a dejar a Diana sola con ese monstruo, aunque a la vez ese monstruo que cada vez tomaba más control lo ansiaba, éramos dos personas viviendo en un mismo cuerpo, pero en ese momento ambas luchábamos por él al unísono. Abrí los ojos y vi como Sarah intentaba llevársela pero Diana no cedía, tenía que darle un empujón.

– [b] [i] [color=#457238]Nos veremos enseguida….[/color] [/i] [/b] – dije sentándome en el suelo y abrazándome las rodillas para aguantar mejor la transformación final, pero ni aún así conseguí aguantar un grito gutural que salió de una garganta que ya no era la mía, con una voz que no conocía.

– [b] [i] [color=#BB609C]Se ha ido[/color] [/i] [/b].- dijo Sarah pasándole una mano por los hombros.

– [b] [i] [color=#843181]No, sé que está ahí dentro, en alguna parte…[/color] [/i] [/b] – fueron las últimas palabras que pude interpretar, después me perdí en las entrañas del lobo, pero me fui con la certeza de que estarían a salvo, de que se cuidarían los unos a los otros.

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