[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Christopher McLeod | Casa de McLeod
[color=#E16C13]Tarde[/SIZE][/color][/font][/b]
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No conseguía quitarme de la cabeza lo sucedido la noche anterior, de nuevo había estado a punto de transformarme frente a los demás y no quería pensar lo que hubiese ocurrido de ser así, el daño que podría haber hecho a todos los que estaban allí, más de la mitad de las personas que más me preocupaban en el mundo.
Pero eso no era lo peor, si no que por culpa de mi condición, había llevado el peligro hasta Elizabeth, que nunca se había visto inmiscuida en una situación como esa, y por mi culpa había estado a punto de convertirse en alguien como yo para toda su vida.
Seguía considerando la licantropía una maldición, era incapaz de comulgar con el licántropo en mi interior, con una parte salvaje de mi mismo a la que podía estar seguro de saber controlar, pero por otro lado maldecía el hecho de no ser capaz de controlarlo, igual el líder y el que parecía su segundo al mando, para haber podido defender a los demás.
No conseguía olvidar la conversación con el líder, Derek Baker había dicho que se llamaba, mientras el caos se desataba a nuestro alrededor.
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[QUOTE= Flashback]
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– [b] [i] [color=#457238]Es a mí a quien queréis, deja a los demás.[/SIZE] [/i] [/b] – dije colocado frente a él, que en ese momento se encontraba en una transformación intermedia entre humano y licántropo que no se había documentado nunca en los lupus exterus, por lo que supuse que era otra raza de licántropo. Ver ese rostro, medio humano, medio animal, me pareció un reflejo de mi propio ser, mitad y mitad pero tratando de aferrarme a una de esas partes.
– [b] [color=#270C0B]Nos habléis obligado a ello.[/color] [/b] – me respondió con una voz gutural. – [b] [color=#270C0B]Llegamos hace varios meses y desde entonces hemos escuchado sin cesar a un hermano cautivo, luchando por liberarse sin que tú se lo permitieses. No podíamos aguantarlo más.[/color] [/b] – aseguró.
– [b] [i] [color=#457238]Nunca seré uno de los vuestros, por mucho que lo intentéis.[/color] [/i] [/b] – le espeté sin dejarle tiempo a continuar. Solo tenían una forma de obligarme a hacer lo que ellos quisiesen, y por desgracia la habían descubierto, amenazando a las personas que me importaban, pero tenía que disimular y hacerles creer que no había opción. En la jerarquía animal, ante un líder de manada tenías dos opciones, incluso tres: amedrentarte y agachar las orejas para obedecerle o plantarle cara y marcar tu territorio. Tenía que dejarle claro que pertenecían a mi «manada» y que podíamos convivir si dejaban de venir a por nosotros. Para todo eso me habría venido muy bien mi lado animal, pero no podía dejarlo salir.
– [b] [color=#270C0B]No entiendes que ya eres un licántropo, él y tú, sois lo mismo. Hemos venido a liberarte.[/color] [/b] – añadió. Sus ojos de color rojizo me distraían, tenía que investigar más sobre otras razas de licántropos, sobre la suya.
– [b] [i] [color=#457238]No hay nada que necesite ser liberado, no disfrutaré de esta maldición.[/color] [/i] [/b] – repliqué.
– [b] [color=#270C0B]Llamas maldición a una bendición, se te ha concedido algo que no está al alcance de todos, y lo rechazas, reniegas de ti mismo.[/color] [/b] – explicó. – [b] [color=#270C0B]Tendremos que seguir enseñándote.[/color] [/b] – en ese momento su rostro empezó a tensarse mientras miraba hacia un punto detrás de mí. Me giré rápidamente, para no darle la espalda durante más de unos segundos, y vi como el cielo comenzaba a teñirse de un color violáceo, dejando atrás el color anaranjado que había reinado pocos minutos antes. Volví a mirar al licántropo, que me devolvió la mirada, abrió la boca mostrando unos largos y afilados dientes y soltó un aullido al cielo, mientras su cuerpo empezaba a cambiar, para adoptar la forma completa.
Sentí el dolor habitual recorrer mi cuerpo mientras los huesos se partían y se reubicaban. El dolor en las encías era insoportable a medida que los dientes aumentaban su tamaño y todo el rostro me dolía mientras se preparaba para convertirse.
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El resto fue confusión, corrí hacia la celda pero el segundo al mando me cortó el paso. Por suerte los demás lo apartaron y más tarde me ayudaron a entrar y encerrarme, pero había estado cerca.
Tenía muchas cosas que plantearme de cara a la noche y el tiempo iba cuenta atrás. El alfa, Derek, pretendía que me entregase como ellos a mi lado animal, que desatara en el mundo la fuerza natural del licántropo. Era fácil estar en desacuerdo con ellos cuando pensabas en el daño que podías hacer, pero también era cierto que parecían controlarse, al menos dos de ellos, y esos dos serían capaces de controlar al resto.
Parecía la solución fácil, irme, dejar que me ayudasen a controlarme para no suponer un peligro para los demás, tanto por el peligro que significaba la manada yendo a por mí como por el peligro y la carga que suponía yo mismo.
Pero ya había optado una vez por una solución fácil, así que iba a actuar con una parte que no esperaban que actuase y esta noche les dejaría claras muchas cosas. Era el momento de entregarse al lado animal, pero no el que ellos esperaban.
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