[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Vincent C. Solo | Manicomio abandonado
[color=black]Noche[/color][/font][/b]
[SIZE=2]La situación me cogió de forma inesperada. Pese a que Christopher nos había informado de lo que había ocurrido la noche anterior, y era plenamente consciente de que esa noche se transformaría, esperaba alejarme de allí con Doyle antes de que todo sucediese, no por no desear estar allí con ellos y ayudarles, si no porque Doyle era demasiado valioso en la lucha contra ese ser conocido como el Doctor como para perderlo en una pelea contra una manada de licántropos.
Observé la escena detalladamente, tal y como nos habían enseñado en la Academia, cada uno de los elementos de la escena podía ayudarnos a salir victoriosos, y solo sería una derrota si teníamos la forma de salvarnos a nuestra mano y no la aprovechábamos.
La situación era complicada, el grupo de licántropos tenía a su favor la letalidad de las heridas que podían propinar, no porque diesen una muerte instantánea, si no porque a la mayoría de los que estábamos presentes podían contagiarnos su «maldición». Pese a esa ventaja, no habían podido contra ellos la noche anterior, y por eso ahora volvían con un as bajo la manga.
Observé fijamente al que parecía el líder, que acababa de cambiar a una especie de transformación intermedia entre humano y licántropo como los que estaba acostumbrado a ver, como había visto a Christopher. Había investigado la cultura popular un poco y en varios sitios decían que había cinco formas: la humana; glabro, que vendría a ser en la que estaba ahora, un cruce entre humano y licántropo, más controlado y discreto pero menos fuerte; crinos, el licántropo en el pleno sentido de la palabra; luego venía una transformación más animal, pero sin ser un lobo, el hispo, que parecía un lobo prehistórico; y por último el lobo. Hasta el momento solo había visto al humano y al crinos, y ahora a un glabro, pero no había rastro de las otras dos transformaciones.
Christopher me había explicado una vez cuando le pregunté que él había sido contagiado por un Lupus Exterus, pero también había otras razas como el Lupus Anglaus que decía que se parecía más a la imagen que tenía de la transformación llamada hispo, y cómo esa otras, la mayoría no muy documentadas porque nadie quería acercarse demasiado como para comprobarlo, y los que estaban malditos por ello, o se enorgullecían, o se avergonzaban y se ocultaban, y desde luego a esos últimos no les convenía escribir un libro con su historia y arriesgarse a ser perseguidos. Así que quizá el líder de esa manada perteneciese a otra raza, a una que como mínimo podía transformarse en tres de las formas de un licántropo, y esperaba que en ninguna más.
– [b] [i] [color=#7E6368]Te voy a arrancar la cabeza, y hablo en serio [/SIZE] [/i] [/b].- bramó la chica rubia, Cara, la hermana de Daniel que me había recibido con gran cordialidad, por si su belleza no alegrara el horizonte lo suficiente. Intentó avanzar pero su hermano la retuvo.- [b] [i] [color=#7E6368]Tú, suéltame [/color] [/i] [/b]. – le espetó.
– [b] [i] [color=#4F5360]Espera [/color] [/i] [/b] – respondió su hermano con calma. En la situación en la que nos encontrábamos, con la madre de las Echolls capturada y la amenaza de la maldición bailando sobre su cuello, requeríamos de toda la calma, concentración y estrategia de la que pudieramos disponer. En mis tiempos en Operaciones Especiales habríamos sabido resolver una situación como esa, pero allí no había maldiciones ni magia, y lo que sí había era una guerra, no podías dudar a la hora de disparar al que sostuviese al rehén, porque sabías que no tendría piedad, este era otro mundo, uno en el que aún había esperanza de que aquel con el que te enfrentases pudiera cambiar.
– [b] [i] [color=#BB609C]Suéltala y hablaremos contigo, si no la sueltas, me dará igual que seas humano porque te mataré igualmente [/color] [/i] [/b].- intervino Sarah. No podía decir que la conociese totalmente, pero el hecho de criarte en un lugar en el que nadie puede mentir te hace fijarte mucho en como dice la gente las cosas y en como actúa, por eso me hacía una idea de cómo era Sarah, justa, buena, incluso inocente pese a lo que le había deparado el destino, pero en ese momento sentí que no tendría piedad, sus puños estaban apretados, y podrían cerrarse con la misma facilidad sobre el cuello de cualquiera de ellos si algo le ocurría a su madre.- [b] [i] [color=#BB609C]Ah y también mataré a tus dos Barbies peludas y a todo el que se te haya acercado [/color] [/i] [/b].- aclaró de nuevo, totalmente en serio. Sabía por ellos que una de las licántropas de la manada, una de las rubias, aunque no supe distinguir cual de las dos, había sido «amiga» y tras apartarse de ellos había decidido unirse a la manada y atacarles, así que no podía evitar sentir especial desprecio hacia cualquiera de las dos que hubiese sido, por ese tipo de traición.
Vi como Diana miraba a su hermana impresionada durante un momento, después volvió a mirar al licántropo líder. Veía determinación en su mirada, la determinación que les convertiría en una bola de fuego peluda si le hacían algo a su madre, pero también duda y miedo porque algo le ocurriese.
Vi a una de las dos licántropas rubias enseñar los dientes y gruñir, pero seguía sin saber distinguirlas. – [b] [color=#8B312E]Nos tomas por tontos, tenemos la situación controlada. [/color] [/b] – dijo el que permanecía al lado del líder de la manada, que en ese momento empezó a moverse de forma extraña mientras fruncía el ceño y apretaba los dientes. De la piel visible pude ver como empezaba a brotar pelo, también pude ver como el labio superior se retraía ligeramente dejando ver unos blancos colmillos y los ojos se teñían de un color rojizo. Al parecer no sólo el líder podía controlar su transformación y convertirse en la forma intermedia glabro, supuse que debían ser de la misma raza.
– [b] [i] [color=#457238] ¿Qué queréis? [/color] [/i] [/b] – preguntó Christopher. Me giré para mirarle y me di cuenta al instante de que estaba dispuesto a negociar con ellos, no podía permitir que nada le ocurriese a la madre de la mujer a la que quería, a la madre de su protegida, que había acogido a su hermano y a tantos otros, una mujer a la que parecía admirar y apreciar como si fuese de su familia. Fijándose en ellos, los Moondies, desde el exterior, se notaba lo unidos que estaban, eran totalmente una familia aunque no a todos les uniese la sangre, era envidiable, al menos para alguien cuyo hogar estaba en otra realidad.
– [b] [color=#270C0B]Que liberes a nuestro hermano uniéndote a nosotros. Oímos sus lamentos cada luna llena. [/color] [/b] – explicó con una voz gutural, más grave de lo que había sido antes de transformarse en esa forma intermedia. Christopher se quedó en silencio, seguramente valorando qué hacer. Podía imaginarme lo que se le estaría pasando por la cabeza, si se iba con ellos la soltarían y él podría volver más tarde, porque no se convertiría en uno de ellos, pero también estaría sopesando el peligro de quedar libre y sembrar el caos.
– [b] [i] [color=#4F5360]Prepárate. [/color] [/i] [/b] – escuché como Daniel le susurraba a Dominic, de no haber estado cerca de ellos me habría resultado muy difícil escucharles, aunque quizá no les ocurriese lo mismo a los licántropos y sus sentidos agudizados, pero por suerte estaban ocupados vigilando de cerca a Sarah, Christopher, Diana o el gigantesco Daakka. Miré discretamente a Daniel y vi como su mirada se fijaba en un punto, esperando que Dominic mirase hacia allí. Seguí la ruta de su mirada, siempre vigilando que los licántropos no nos viesen, y me encontré a la vampiresa Illya, caminando sigilosamente mientras hacía una seña. Ella era la ventaja que nos regalaba el destino, y que debíamos aprovechar para librarnos de ellos.
La situación tardaría pocos segundos en resolverse, pero por suerte mi fisiología Malkar me concedía una agilidad tanto física como visual que me permitió observar como Illya se lanzaba rápidamente hacia una de las rubias, la que mantenía sujeta a Elizabeth, por la espalda, abriéndole los brazos para que las soltase. La licántropa, sorprendida, comenzó a retorcerse e intentar arañar a Illya, pero la licántropa no parecía ser capaz de cambiar a voluntad como los otros dos, por lo que Illya la aventajaba en fuerza. Sin dar tiempo a que los demás reaccionasen, Dominic utilizó su telekinesis para atraer a Elizabeth hacia él y cogerla en brazos.
– [b] [color=#D7992C] En momentos como éste me gustaría tener veinticinco años menos [/color] [/b].- comentó Elizabeth atusándose el pelo. Había algunas cosas de las mujeres que no cambiaban estuvieses en la realidad que estuvieses. – [b] [color=#D7992C] Gracias, hijo [/color] [/b]. – añadió mientras la depositaba en el suelo y se colocaba detrás de los demás, dónde estaría más protegida en la pelea que se avecinaba y para la que me preparé. Echaba de menos los katar en mis manos, pero no podía cargarlos a todas partes, y pensé que no los necesitaría en este lugar, por suerte tenía un par de cuchillos de los que no solía despegarme, además de la pistola reglamentaria que no tenía pensado utilizar.
– [b] [i] [color=#383A72] A su servicio Elizabeth. [/color] [/i] [/b] – le respondió el aesir como un caballero antes de volver a concentrarse en el frente.
Vi el gesto en la cara del líder y segundos antes de dar la orden supe lo que iba a decir. – [b] [color=#270C0B]Atacad. [/color] [/b] – ordenó.
El caos que se desató era difícil de describir, recuerdo ver a Diana murmurar algo y colocar las manos hacia el frente invocando un vendaval que empujó a una de las licántropas rubias, la que no había estado sujetando a Elizabeth y que imaginaba que debía ser la famosa Ann y por eso Diana se dirigía primero hacia ella; Daniel, Dominic y Ed se enfrentaron contra dos de los licántropos en forma humana, que parecían ser padre e hijo dado el parecido y la diferencia de edad, mientras que Daakka mantenía a raya al otro licántropo transformado; recuerdo también sentir el frío en la espalda, y girarme para comprobar como dos más entraban por la ventana, que a juzgar por la descripción de Christopher debían ser seguidores humanos, un chico y una chica, la chica saltó sobre Rebecca, haciendo que las dos cayesen al suelo, pero gracias al efecto de la «maldición» de Rebecca, la asaltante no pudo levantarse, y en cuanto al chico, Cara se encargó de él de una forma increíble, me prometí no contener mis palabras más tarde para que la verdad saliese a través de mis labios y le pidiese una cita; Sarah por su parte había cogido a la otra rubia, dejando descansar a Illya, y la había mandado volando al otro lado de la habitación, dónde en ese momento iba a recogerla. Todo eso lo recordaba de momento, pero lo que no olvidaría era a Christopher plantando frente al líder, los dos quietos mientras el caos imperaba a su alrededor.
Pero el caos no tardó en alcanzarle también, en cuanto el tono rojizo que bañaba la sala dio paso a la oscuridad de la noche, los ojos de Christopher fueron invadidos por el terror y trató de correr hacia su celda, pero el otro licántropo semitransformado, que había escapado de Daakka, cerró la puerta. Con el click de la cerradura se hizo el silencio y todos parecieron quedarse a observar la escena, en parte porque aquellos con los que peleaban comenzaban a doblarse y transformarse. Vi a McLeod llevarse las manos a la cabeza mientras su espalda se deformaba, la transformación era inminente.
Vi una bola de energía cruzar la sala rápidamente e impactar en el que sujetaba la puerta, me giré para ver quien había sido y me encontré a Ed, que estaba a punto de ser placado por uno de los licántropos de tez oscura, el más joven, pero Diana le lanzó una especie de terrón de tierra contra la cara y Dominic lo remató lanzándolo contra la pared. Vi a Daakka correr rapidamente y embestir al que había estado sujetando la puerta, apartándolo del camino y en dirección contraria a Sarah correr hacia Christopher mientras Daniel se encaraba al líder, así que no me lo pensé dos veces y corrí hacia la puerta para abrirla. Sarah aprovechó la oportunidad y condujo a un irreconocible McLeod rápidamente hacia la celda, que cerramos tras él. Ya solo quedaba la manada de licántropos que se estaban transformando delante de nuestros ojos, mientras el que acabábamos de encerrar clamaba por salir.
Mentiría si dijese que no resultó fácil librarnos de ellos, mentiría si dijese que no temí por todos y cada uno de nosotros, tanto los que podían ser malditos con la licantropía como a los que podían hacer daño de otras formas, y mentiría también si dijese que recordaba cada detalle de la batalla que libramos a continuación, pero no podía mentir.
Magullados y cansados aguantamos una noche más, desde Illya hasta Doyle, pasando por Rebecca, Cara, Daakka, Dominic, Diana, Ed, Sarah, Daniel y yo mismo, todos aportamos nuestro grano de arena y luchamos para defender, el único motivo noble para hacerlo. Solo quedaba una noche de transformaciones ese mes, y estábamos seguros de que irían a por todas en su última oportunidad, pero iban a estar preparados, y yo les ayudaría, para eso me dieron una nueva vida, para llevar la esperanza conmigo.
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