[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diarios de Destino | Moondale
[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]
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Un portazo al cerrar la puerta de un coche rompió el silencio que imperaba en la enorme nave industrial. La Catherine Greenvois que salió del coche caminó a prisa, trastabillando consigo misma y tratando de ordenar los papeles que se habían descolocado en el coche.
Los ascensos estaban bien, especialmente por el dinero, pero por desgracia no le había tocado trabajar en el típico sitio en el que cuanto más arriba, más te tocas lo que quieras.
En Construcciones Fenris las cosas funcionaban de forma diferente, era un negocio fructífero, pese a las salidas de dinero que tenía en forma de donaciones, como la que tenía entre manos, pero todas esas salidas y entradas de dinero en forma de contratos había que gestionarlos, y a ella le había tocado este, que era la madre de todos los contratos-donación en cuanto a lo «curioso» que era, por no decir directamente que era raro que un explayboy pero todavía millonario dejase firmada la donación de una enorme nave industrial a una pareja universitaria, sumando además un contrato con la propia empresa para realizar las reformas estructurales internas que ellos marcasen, nada más y nada menos que dividir el sitio en dos plantas, crear un miniapartamento en la planta de abajo…ah, y no pintarles la nave pero sí darles la pintura que necesitasen.
Pero a ella no le gustaban los cotilleos, aunque a veces sí que tenía que preguntar las cosas, porque siempre que pasaba algo raro se lo perdía, como aquellas nubes que decían que cubrieron el cielo, qué locura, seguro que era una tormenta.
Catherine se colocó bien la camisa, no estaba para novios después de una boda que salió rana, y llamó a la puerta principal. Tras un rato sin respuesta, sacó la copia de las llaves que aún conservaba hasta firmar el contrato definitivo y abrió.
En el interior reinaba la oscuridad, con zonas levemente iluminadas por las farolas del exterior. No recordaba dónde estaba el interruptor en esa primera sala, así que tanteó la pared, maldiciendo su imaginación y las películas de miedo que tanto le gustaban a su ex prometido, la próxima vez, por mucho lío que tuviese, no habría trabajo después de que oscureciese. Al final dio con el interruptor y encendió la luz, respirando aliviada al ver que había confundido un palo extensible de pintar y un cubo con una especie de mutante deforme con ganas de matarla.
Atravesó la sala y abrió la puerta para pasar a la sala más grande del piso de abajo, a la que daba la puerta del apartamento. – [b] [color=#FA5882] ¿Oye, hola? ¿Hay alguien?[/SIZE] [/b] – preguntó caminando por la sala, en la que había un par de sofás un poco destartalados y una mesa parecida. – [b] [color=#FA5882] El señor Arkkan me dijo que habría alguien…[/color] [/b] – comenté a la nada, porque el eco me devolvió mi voz. Quizá estaban en el apartamento, pero cualquiera encontraba el interruptor en esa enorme sala, era mejor conformarse con quedarse cerca de las ventanas, con la luz que daban las farolas.
– [b] [color=#FA5882] Vaya, qué bien, ahora de vuelta con los papeles sin firmar.[/color] [/b] – maldije en voz alta. – [b] [color=#FA5882] ¿Para qué querrá esta gente una habitación con rejas e insonorizada?[/color] [/b] – me pregunté a mí misma leyendo los detalles de la reforma.
En ese momento escuché el sonido de un teléfono bastante cerca, sonó un par de veces y después dejó de sonar o alguien lo colgó. Me sentía como una vendedora puerta a puerta, que oye a la gente hablar dentro de la casa mientras hacen como que no están.
– [b] [color=#FA5882] ¡Oye! Así que había alguien…La reforma ya está terminada, necesito que me firméis los papeles.[/color] [/b] – en cuanto consiguiese cerrar ese proyecto se iba a ir de cena, o de compras…o algo, pero quería que la dejaran lejos de las donaciones durante un tiempo, bastante tenía ya con gestionar la manutención de un caballo que había regalado el señor Fenris.
El jefe siempre había sido generoso, filántropo y todo eso, había venido de abajo y con esfuerzo había levantado una compañía enorme de una en la que eran cuatro gatos. Al principio era demasiado playboy, pero algo le pasó con una chica, se fue al Tíbet, volvió con un monje que vivía con él y durante un tiempo siguió siendo la cara de la empresa, aunque una cara renovada y que gustaba a la gente. Pero asesinaron al monje y no volvió a ser el mismo, estuvo un tiempo desaparecido y cuando volvió tenía ese amigo, guapo la verdad, pero un poco raro, era como una especie de consejero, y entonces empezaron las donaciones raras, hasta que tuvo el accidente y quedó en coma.
En ese momento escuchó un ruido que provenía del apartamento, y vio como deslizaban un papel debajo de la puerta. Fue hasta allí, lo cogió y se fue cerca de la ventana para leerlo bien. [i]’Introduce los papeles en el buzón y los firmaré. Enfermedad contagiosa, lo siento.'[/i] Alejé de mí sin darme cuenta la nota, aunque si podía contagiarme por el papel, ya era tarde.
– [b] [color=#FA5882] Oy…perdón, ya voy.[/color] [/b] – se disculpó, acercándose a la puerta para deslizarle los que tenía que firmar. – [b] [color=#FA5882] Resumiéndolo un poco vienen a decir que la reforma especificada en el contrato con construcciones Fenris ya ha sido realizada y como el contrato ya lo tiene la señorita Echolls pues vendría a estar listo todo lo que dejó firmado el señor Fenris.[/color] [/b] – explicó mientras intentaba echar un vistazo.
Pasó un rato bastante largo en la penumbra, esperando a que la persona al otro lado firmase, escuchaba las hojas dar vueltas una y otra vez, desde luego era una persona concienzuda. Al cabo de un rato los papeles volvieron a pasar por debajo de la puerta, junto con una nota que decía: [i]’Gracias. Tenga un buen día.'[/i] La nota hizo que sonriese, al menos había recuperado un poco de fé en la humanidad.
– [b] [color=#FA5882] Gracias a ti, y mejórate.[/color] [/b] – le deseó lista para alejarse, volver a casa con su abuelo, a sentarse un rato en el sofá y seguramente discutir con su madre por algo que no le había parecido bien. Pero un ruido sordo, como de alguien cayendo al suelo, le hizo darse la vuelta. – [b] [color=#FA5882] ¿Estás bien? ¡Oye!, ¡eh![/color] [/b] – llamó intentando abrir o comunicar con esa persona de alguna forma, con esa enfermedad podía haberle pasado algo grave, tenía que llamar a una ambulancia.
En ese momento escuchó la puerta principal y después por una puerta apareció Sarah. – [b] [i] [color=#BB609C] Catherine hola, ¿ha pasado algo?[/color] [/i] [/b]- preguntó con una mezcla de nervios y preocupación, quizá al ver la cara que ella misma tenía.
– [b] [color=#FA5882] Oy, Sarah, me vais a dar un ataque. La persona enferma, sonó un ruido sordo, no sé si se ha caído o algo, no contesta.[/color] [/b] – dijo preocupada, aún con el teléfono en las manos, marcando el número.
– [b] [i] [color=#BB609C] No te preocupes, vete tranquila que ya me encargo de ella[/color] [/i] [/b].- respondió con su habitual cordialidad. No es que no estuviese deseando irse, pero aún le preocupaba la figura al otro lado de la puerta.
– [b] [color=#FA5882] Espero que esté bien.[/color] [/b] – dijo sin terminar de moverse, pero Sarah le hizo un gesto para que no se preocupase. – [b] [color=#FA5882] Ya me firmó los papeles de entrega de la reforma, así que con esto y las escrituras que ya tenéis estaría todo, de todas formas tenéis el contrato de mantenimiento por si pasa cualquier cosa os la arreglamos.[/color] [/b] – le dijo a toda velocidad. Seguramente tendrían que llamarla, pero no era el momento de andar con temas de contratos.
– [b] [i] [color=#BB609C] Gracias, cuídate[/color] [/i] [/b].- se despidió abriendo la puerta del apartamento.
– [b] [color=#FA5882] Lo mismo digo, si necesitas que os lleve al hospital llámame, estaré en el coche pero doy la vuelta.[/color] [/b] – respondió aún preocupada. La gente siempre decía que era una persona muy empática, y lo de esa persona la había dejado preocupada, esperaba que luego la llamasen o algo para decirle que estaba bien, o si no llamaría ella. El caso es que Sarah ya había entrado al apartamento y durante unos minutos que esperó no había salido, así que fue al coche y se subió, mirando de reojo de vez en cuando el móvil para ver si la llamaba.
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