Moondale

TRABAJANDO EN EQUIPO

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Daniel Arkkan | Manicomio abandonado

[color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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La hora de regresar al viejo manicomio llegó más rápido de lo que esperaba, demasiado, y después de una tarde intensiva de compras y de enfrentarme de nuevo a los errores que había cometido en el pasado, estaba exhausto, pero había que seguir adelante, Christopher haría lo mismo por mí si estuviese en su situación.

– [b] [i] [color=#4F5360]¿Estás bien ahí dentro?[/SIZE] [/i] [/b] – pregunté esperando que el encierro no le agobiase demasiado, en mi caso, lo habría hecho, no le envidiaba en absoluto, más bien le admiraba por ser capaz de encerrarse a voluntad en ese lugar para ayudarnos a los demás, decía mucho de él como persona, como amigo y como familia.

– [b] [i] [color=#457238]Bien, gracias por preguntar.[/color] [/i] [/b] – respondió desde el interior de la habitación, con una voz amortiguada por las paredes acolchadas de la blanca celda. Habíamos tapiado la ventana de la sala en la que nos encontrábamos con unos tablones de madera, tanto para evitar que la manada entrase por allí como para evitar que la luz nos arrebatase a Illya, así que la sala estaba tenuemente iluminada por dos viejas lámparas de aceite que habíamos colocado en las dos esquinas opuestas de la sala, aportando una lúgubre luz que apenas dejaba ver nada, así que utilizaba mi poder, a baja intensidad para no cansarme, para iluminar un poco el centro de la habitación. Miré el reloj y vi que quedaba poco para que saliese la luna, pronto empezaría la última noche, al menos de este mes, y con ella también el enfrentamiento.

– [b] [i] [color=#BB609C]Es la última noche, ya no queda nada[/color] [/i] [/b].- respondió Sarah tratando de animarnos a todos un poco. En la teoría, parecía fácil pensar que solo eran tres noches y que pasarían rápido, pero siendo ya el último día estábamos agotados, incluso Sarah, a la que su propia condición de Cazadora le hacía necesitar dormir durante menos tiempo para estar descansada, aunque pensándolo bien, en ella no terminaba de notarse ese don, seguramente contrarrestado por la maldición del sueño Echolls. No pude evitar esbozar una sonrisa cuando la miré.

– [b] [i] [color=#383A72] Nadie abrirá la puerta mientras estemos delante de ella, puedes estar tranquilo.[/color] [/i] [/b] – aseguró Dominic. Pronto llegarían los licántropos y las cosas se pondrían feas, pero hasta el momento habíamos conseguido repelerles, y aunque fuéramos menos, teníamos unos cuantos ases bajo la manga.

No tardé en escuchar un ruido que reverberó por el pasillo, había sido un ruido tenue, así que probablemente significaba que esta vez habían entrado por uno de los puntos más alejados, tratando de utilizar el factor sorpresa, pero ya llevábamos muchas noches alerta como para cogernos desprevenidos.

– [b] [i] [color=#4F5360]Ya vienen. Tú quédate tranquilo ahí dentro.[/color] [/i] [/b] – expliqué pegándome a la puerta para que me pudiese escuchar bien. Sentí el suave olor a naranja de Sarah cuando se acercó también hasta la puerta y sentí como, pese a llevar ya bastante tiempo juntos, mi estómago daba un vuelco y mis pulsaciones, ya de por si más rápidas de lo normal, se aceleraban.

– [b] [i] [color=#BB609C]Esta vez, no les dejaremos que se te acerquen[/color] [/i] [/b].- añadió Sarah en voz alta, para asegurarse de que su voz atravesase los vacíos y solitarios pasillos hasta llevar el mensaje a los agudizados oídos de los licántropos.

Sarah le hizo un gesto a Illya, que se colocó cerca de la ventana tapiada, dónde la falta de luz la hacía casi invisible. Esa posición le permitía también tener a mano la lámpara de aceite para cuando hiciese falta. Dominic y Sarah se unieron a mí en el centro de la sala, mientras esperábamos a que la manada llegase. No se hicieron rogar demasiado, y para cuando nos dimos cuenta ya estábamos rodeados por la media docena de licántropos. Un ruido en el exterior de la ventana tapiada dejó claro que el intento de los dos seguidores de la manada de entrar por ese punto se habían visto frustrados.

– [b] [color=#8B312E] Parece que vuestras fuerzas están un poco…mermadas.[/color] [/b] – intervino el que tenía permanentemente una mirada alocada y salvaje en sus ojos, el que parecía ser el único capaz de controlarse a voluntad además del líder, el tal Derek. En ese momento estaba moviendo los dedos de su mano derecha, convertida más bien en una garra debido a que estaba transformado en esa fase intermedia que esa manada parecía poseer.

– [b] [i] [color=#BB609C]El miedo nos tiene paralizados[/color] [/i] [/b].- le espetó Sarah cruzándose de brazos. Tras eso se hizo el silencio, roto rápidamente por los aullidos y lamentos de parte de la manada, que empezaban ya a transformarse. Incluso amortiguado, pudimos escuchar ruidos dentro de la celda, había llegado la hora.

– [b] [color=#270C0B]Apartadlos de la puerta[/color] [/b] – les ordenó el líder mientras empezaba a cambiar, aunque a diferencia de casi todos los demás, él lo estaba haciendo a voluntad y pronto estuvo completamente transformado en un gran licántropo de pelaje oscuro como la noche. El de aspecto de lunático y él fueron los primeros en lanzarse a por nosotros mientras los demás cambiaban.

El lunático saltó en el aire hacia nosotros pero Dominic frenó su avance y lo lanzó contra una de las paredes mientras el otro embestía contra Sarah. Antes de que llegase a ella me lancé contra él para impedírlo, pero una enorme mole peluda me embistió con una fuerza increíble, incluso para un licántropo, y me lanzó contra la pared en la que se encontraba Illya.

– [b] [i] [color=#EE5159] ¿Estás bien?[/color] [/i] [/b] – preguntó. Asentí y mientras Illya me ayudaba a incorporarme se plantaron frente a nosotros dos licántropos cortándonos el paso. Vi como Sarah esquivaba con gran agilidad al líder, encajándole algún golpe siempre que podía, pero sin poder darle demasiados porque tenía que vigilar constantemente sus garras. Una licántropa rubia, la que debía ser Ann, embistió a Sarah y la lanzó contra una pared al lado opuesto de la sala, por suerte no muy cerca de la lámpara de aceite. Sarah se levantó rápidamente pero las dos licántropas le cortaron el paso.

Ya solo quedaba Dominic, que intentaba lidiar contra el lunático y el líder de la manada manteniéndolos a raya con su telekinesis, pero las dos sabandijas que servían a los licántropos llegaron desde el pasillo y golpearon a Dominic por la espalda, lo que consiguió distraerle el tiempo suficiente para que el lunático le empujase hacia otra pared y lo retuviese allí.

El líder de la manada nos observó uno a uno instándonos a quedarnos quietos porque nos tenían acorralados, lo que no sabían era que la situación era distinta a la que ellos pensaban. El oscuro licántropo avanzó hasta la puerta dónde mi hermano se encerraba y la abrió, pero de ella no salió nada. Abrió la puerta de par en par y entró. Lo que iba a ver en el otro lado le sorprendería.

– [b] [color=#270C0B]¿Por qué eres todavía humano?[/color] [/b] – preguntó después de un rato, seguramente el tiempo que le había llevado volver a la forma glabro o a la humana. Al cruzar la puerta se había encontrado con un McLeod que no se había transformado en licántropo, si no que conservaba perfectamente su forma humana. Esa fue nuestra señal para entrar en acción.

– [b] [i] [color=#BB609C]Dom.[/color] [/i] [/b] – dijo Sarah. Con esa indicación Dominic ya sabía perfectamente lo que tenía que hacer sin que la manada supiese lo que estaba a punto de ocurrir. Utilizando su poder, unas chapas de metal alargadas que habíamos colocado en el suelo, dibujando un rectángulo cuyos lados más largos se perdían en dirección a la pared en la que estaba la habitación de McLeod. Bajo las chapas había un polvo azulado, que junto al que había dentro de la habitación acolchada, delimitaba un rectángulo perfecto y amplio dentro del que estaban la manada al completo. Sin dejarles tiempo para moverse, Illya y Sarah cogieron las lámparas de aceite y las lanzaron contra la arena azulada. En cuanto el fuego entró en contacto con los polvos, empezó a expulsar un humo de un azul fulgurante que ascendía hasta el techo y se detenía allí, sin expandirse hacia los lados, formando una pared de un azul transparente que era imposible traspasar. Dentro de la habitación acolchada, la hilera de polvos que completaba el rectángulo había sido prendida también, por lo que la manada al completo estaba encerrada en su interior, además de sus dos sirvientes.

Por mucho que los licántropos aullaron y golpearon las paredes de humo, y por mucha cara de mala que ponía uno de sus sirvientes, la chica en concreto, la barrera no se movió.

Hice una seña a Illya y avanzamos por el pasillo que nos habíamos dejado hasta llegar a dónde estaban Sarah y Dominic. Esbocé una sonrisa de triunfo al llegar al lado de Sarah que ella me devolvió con un beso en la mejilla. Las recompensas eran mucho mejores que en la época en la que era un vengador solitario. Después miré a Dominic y asentí, confirmando que habíamos hecho un buen trabajo.

– [b] [color=#270C0B]¿Cómo los has conseguido? ¿Por qué eres humano aún?[/color] [/b] – escuché preguntar al alfa.

– [b] [i] [color=#c2a765]Daakka demonio, licántropos no muy listos.[/color] [/i] [/b] – escuché replicarle a Daakka al otro lado. Fue una pena perderme a Daakka, con el aspecto de Christopher, reírse así de la manada. El gruñido del licántropo no tardó demasiado en manifestarse y pronto salió fuera de la celda para venir hacia nosotros.

– [b] [color=#270C0B]¿Nos tomáis por tontos? Si no es esta noche será otra, el engaño no os durará siempre.[/color] [/b] – bramó con voz grave.

– [b] [i] [color=#BB609C]Depende de lo interesados que estéis por salir.[/color] [/i] [/b] – aclaró Sarah. – [b] [i] [color=#BB609C]Una vez encendido nunca se agota.[/color] [/i] [/b] – añadió señalando el polvo del suelo y elevando el dedo para señalar el humo. El «Polvo de la Duna Azul» había sido todo un descubrimiento, virtualmente era una cárcel impenetrable que nunca se abriría si alguien de fuera que supiera como hacerlo no lo hacía.

– [b] [color=#8B312E] ¿Dónde está? Dejadnos salir y os perdonaremos.[/color] [/b] – intervino el lunático enseñando los dientes, como si su amenaza pudiese tener algún fruto dado en la situación en la que estaban.

– [b] [i] [color=#4F5360]Lejos, en un lugar seguro y bien vigilado…e insonorizado.[/color] [/i] [/b] – repliqué. Christopher estaba en la nave, encerrado en la Arena de la Palma Roja en una habitación a medio construir que seguramente albergaría su futura «habitación» para los días de luna llena. Junto a él estaban todos los demás: Diana, Ed, Cara y Rebecca. La nave estaba perfectamente insonorizada, así que no podrían escuchar sus aullidos para rastrearle hasta allí en futuras noches, claro que podrían seguirle a él o a nosotros, pero para eso estaba el trato que estábamos a punto de hacer.

– [b] [i] [color=#BB609C]El trato es sencillo: Si dejáis a McLeod tranquilo os dejaremos salir, si no os quedaréis ahí para siempre.[/color] [/i] [/b] – sentenció Sarah. No era el mejor momento pero no pude evitar darme cuenta de lo guapa que estaba cuando se ponía en plan «tía dura».

Se hizo el silencio durante unos minutos y después el alfa habló.

– [b] [color=#270C0B]Le dejaremos tranquilo por el momento, pero acabará siendo uno de los nuestros.[/color] [/b] – aseguró.

– [b] [i] [color=#EE5159] Me parece a mí que no.[/color] [/i] [/b] – comentó Illya de una forma tan natural y cómica que hizo que tuviese que contener una risa. Las cosas habían salido bastante bien pese a lo arriesgado que era el plan y lo precisos que debíamos ser, dejándonos apartar de la puerta y cayendo siempre hacia las paredes mientras que ellos quedaban en el centro.

– [b] [i] [color=#383A72]¿Soy yo o este tiene una extraba fijación con Mcleod?[/color] [/i] [/b] – intervino Dom haciendo que no fuésemos capaces ya de contener la risa y sonriésemos abiertamente.

– [b] [i] [color=#4F5360]Es una obsesión.[/color] [/i] [/b] – comenté siguiendo la broma mientras escuchaba como Sarah hacia el «No es amor, no es amor» de fondo.

En ese momento Daakka se unió a nosotros, le habíamos instalado en una habitación pegada a la que solía utilizar McLeod, que tenía la peculiaridad de haber sido una salita de vigilancia de los enfermeros, por lo que tenía una puerta en la parte de atrás que le había permitido salir.

– [b] [i] [color=#BB609C]Tenemos un trato entonces, si lo rompéis, la próxima vez no habrá tratos, os quedaréis encerrados para siempre.[/color] [/i] [/b] – les dejó claro Sarah. – [b] [i] [color=#BB609C]Y no sé para vosotros pero a mí me resultaría raro estar en una celda diminuta con un montón de personas desnudas.[/color] [/i] [/b] – añadió sonriente mientras salíamos por la puerta. Diana nos mataría por no haber podido hacer chistes.

– [b] [color=#270C0B]Un momento, tenemos un trato, dijisteis que nos liberaríais.[/color] [/b] – dijo el alfa antes de que abandonásemos la sala.

– [b] [i] [color=#BB609C]Pero no dije cuando.[/color] [/i] [/b] – le replicó. Después de tantos días peleando con ellos, era increíblemente divertido tomarles el pelo. – [b] [i] [color=#BB609C]Mañana por la mañana os sacaremos, mientras tanto a dormir la mona…o a hacerlo como conejos, lo dejamos a gusto del consumidor.[/color] [/i] [/b] – y así se despidió dejando a la manada de licántropos, y a sus dos sirvientes, encerrados hasta el día siguiente, eso les haría pensárselo dos veces antes de meterse con nosotros.

Ya solo nos quedaba ir a la nave para reunirnos con los demás en una tranquila noche de vigilancia de mi hermano jugando al monopoly y al cluedo con la revancha que Dom les prometió. De la manada nos habíamos librado, al menos por el momento, y en cuanto a los demonios japoneses, habíamos decidido dividir el trabajo, en parte gracias al ofrecimiento de Vincent y en parte también porque resultaba sospechoso que un secuaz diese tan rápidamente la dirección de su jefe, así que se lo dejamos a Bill y a los Búhos, ellos podrían lidiar con el tal Kento mientras nosotros nos centrábamos en la búsqueda de los Elegidos restantes y la cueva que contenía el secreto que nos haría derrotar al Doctor.

Pero mientras todo eso ocurría, no sabía lo que esa noche me depararía, pues estaba condenado por el destino desde el mismo momento en el que puse un pie en la nave, a caer en todas las casillas propiedad de Sarah y quedarme poco a poco sin billetes. Eso fue lo más grave que ocurrió esa noche, eso y el dolor de barriga de Cara después de hincharse a comer los aperitivos que Illya había preparado.

[align=center][SIZE=7][b]FIN DE CAPITULO[/b][/SIZE][/align]

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