[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Logan Villiers | Hospital.
[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]
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Me levanté de la cama sintiendo como las llamas recorrían mi cuerpo sin daño, alimentadas por el tejido de las sábanas. Solo llegaba a sentir parte del calor, porque mi poder me hacía inmune al resto, aunque eso solo lo sabía ahora, casi podía verme a mi mismo, levantándome de esa cama asustado, sin saber qué estaba pasando, aunque en el fondo sabía que había sido yo el que lo había hecho.
Lo sabía porque era la razón por la que había acabado en el hospital, la razón por la que mi padre había terminado con la mano dolorida tras los golpes que me había dado. Y todo por un pequeño fuego que había dejado una marca oscura en el suelo de la casa, pero no fue por la marca por lo que me golpeó, fue porque él estaba presente y vio que el fuego había aparecido de la nada justo en medio de una discusión entre nosotros en la que por primera vez le había plantado cara.
Los golpes habían dolido, pero había dolido más ver a mi madre repudiarme cuando mi padre la convenció de que era un monstruo, aunque eso era después de salir del hospital, después de ser un iluso y volver a casa tras haber dejado atrás el edificio en llamas, pensando que me ayudarían, en lugar de intentar sacrificarme como a un perro rabioso. Pero al final fueron ellos los sacrificados, fue un accidente, pero ellos lo provocaron, no era culpa mía, y no perdería el tiempo pensando en eso, ni en ellos.
Lo que tenía que hacer era salir del hospital, así que pasé de largo por el adolescente ingenuo y endeble que miraba aterrorizado la cama en llamas y las paredes ennegrecidas consumiéndose poco a poco y salí.
En cuanto puse un pie en el umbral de la puerta me detuve, todo esto eran mis recuerdos y estos los conocía perfectamente. Un par de segundos más tarde una… enfermera, según dijo el periódico más tarde, completamente envuelta en llamas, que ya habían consumido su pelo y ennegrecido su carne, pasaba corriendo por el infernal pasillo, hasta atravesar de un salto la ventana y caer desde la cuarta planta en la que me encontraba. La sombra de mi juventud había estado también en la escena, y tras quedarse helado al verla acercarse, se había apartado justo cuando le habría embestido para pasar, pero eso no evitó que viese el pánico y el dolor en los ojos de la mujer, sabiendo que él lo había causado todo.
Pero fue un accidente, eso lo comprendería más tarde, no era culpa mía, era de mi padre, ese bastardo cabrón fue el que me mandó al hospital, si no me hubiese mandado no habría ocurrido, como mcuho habría ardido nuestra casa con ellos dentro, y de todas formas después ocurrió.
Continué avanzando por el pasillo, las llamas parecían devorarlo todo, escuchaba gritos, y trataba de evitar pasar por los lugares que había pasado la primera vez, pero algo me llevaba a volver a verlo todo, a vislumbrar los cuerpos carbonizados e inertes tras una puerta entreabierta, por el pasillo médicos y pacientes intentaban escapar, algunos ayudándose, otros arrollando todo lo que se encontraban por delante con tal de salir.
Había cuerpos en el suelo que aún no se habían quemado, probablemente habían muerto de asfixia. Vi a mi lado la sombra de mi pasado, agachada en un lado del pasillo, tratando de evitar el fuego, desconociendo que ese no era su enemigo, si no el humo. En ese momento empezó a toser y a respirar con dificultad.
– [b] [i] [color=#232627]Idiota, eres inmune al fuego pero te asfixiarás si no sales. El humo es tóxico.[/SIZE] [/i] [/b] – dije observándome, pensando en lo tonto que había sido. El humo que se produjo allí fue el culpable de más del 80% de las víctimas, porque muchos materiales químicos que utilizaban en el hospital se incendiaron, resultando en un humo tóxico que aunque a mí no podía quemarme internamente, sí podía envenenarme. Aunque sabía que me levantaría y saldría adelante, tambaleándome durante un rato, pero eventualmente a salvo.
En ese momento empecé a sentir pinchazos en los pulmones y me sobrevino una tos inesperada que hizo que tuviese que apoyarme en la pared. El fuego consumía el oxígeno y el humo taponaba mis conductos respiratorios, aunque a una persona normal habría empezado a provocarle quemaduras que le habían dificultado aún más la respiración. Sabía que mi yo más joven no había muerto allí, así que yo tampoco lo haría, era mucho más fuerte.
Me agaché, para evitar el humo, y continué caminando, viendo cada vez más cuerpos desplomados en el suelo por la asfixia. Continué así hasta las escaleras y bajé a la cuarta planta, la unidad de quemados. Mientras bajaba por la escalera dirigí una mirada al pasillo, casi nadie se había salvado allí.
Continué bajando, sin detenerme y sin pensar. Echaba de menos tener un lugar en el que descansar y varias cervezas a mano, para poder beberlas hasta dejar de pensar, que saturasen la maquinaria de mi cabeza impidiéndome recordar, pero no las había, estaba obligado a atravesar todo eso sobrio, a revivirlo una vez más.
– [b] [i] [color=#232627]No fue culpa mía, no fue mi puta culpa…[/color] [/i] [/b] – maldije a la nada, deseando salir de aquél deprimente y marchito lugar.
Continué bajando, hasta que me topé con una zona en la que un par de bomberos se abrían paso subiendo desde el piso inferior, tratando de extinguir las intensas llamas para rescatar a…nada, porque ni siquiera ellos lograrían salir con vida.
La sombra de mi recuerdo pasó a mi lado, los vio y corrió rapidamente hacia el pasillo del piso en el que se encontraba, de camino a las escaleras más cercanas, para evitar que le cogiesen y le echasen la culpa.
No me quedaba otro remedio que ir por el mismo sitio, porque con los dos bomberos ahí no podía pasar, el fuego no me haría nada, pero el extintor directamente en la garganta no debía ser agradable. Entre al pasillo, en ese momento en la segunda planta, ya quedaba poco para salir, pero cuando leí el cartel que indicaba que era la planta de pediatría, traté de salir, pero las puertas se habían atascado y no podía volver a esas escaleras, algo quería que siguiese el camino que una vez seguí, pero ahora que sabía lo que me iba a encontrar, me daba lo mismo la resistencia que pusiesen las puertas. Concentré mi poder en un rayo de plasma que impactó contra la puerta, que permaneció inalterada. La golpeé varias veces y me lancé a derribarla, pero fue imposible, tenía que seguir, pero sabiendo lo que me esperaba era más difícil.
Así que continué caminando, ya había pasado una vez por allí, qué demonios me importaba lo que pudieran enseñarme, eso era el pasado, no había nada que pudiese hacer, no iban a conseguir nada haciéndome verlo. Pero aún así, sentía una sensación extraña en el cuerpo, una especie de inquietud, que maldije con cada parte de mi consciencia.
Escuché el llanto de un niño, un llanto desesperado causado por enfrentarse a la muerte antes de tiempo. La sombra de mi juventud iba por delante, y se detuvo horrorizado, sin saber que hacer aparte de temblar. Yo continué caminando, tapándome los oídos para no escuchar ese horror, pero seguía escuchando los lamentos, las lágrimas de niños indefensos enfrentándose a algo que muchos no comprendían.
La escalera estaba cerca, lo recordaba perfectamente, pero el camino se me había hecho largo entonces, no sabía si seguir o dar la vuelta, si continuar o pararme a llorar, a odiarme. Pero la culpa no había sido mía, no controlaba mi poder, fue mi padre, él tuvo la culpa de todo, él y su odio a su padre, que era como yo. Mi padre era un inútil humano que no soportaba no haber estado a la altura de su padre, y no soportaba tampoco que su propio hijo fuese superior, él tenía la culpa de su muerte, de la de mi madre y de la de toda la gente de ese hospital, yo no era el villano de esa historia.
Pero doblé la esquina, y supe al instante lo que estaba a punto de ver. El recuerdo me golpeó con fuerza, haciendo que retrocediese, tembloroso, mientras mi yo más joven me adelantaba, a punto de encontrarse con lo que sabía que nos esperaba. Escuché los chillidos, los lamentos, y me apoyé contra la pared.
Me giré hacia ella y mientras me apoyaba con una mano la golpeé con la otra una y otra vez, hasta atravesar el cemento y dejar una abolladura en la viga de metal, sin ser consciente del dolor, solo de los gritos que me atravesaban los tímpanos y la imagen venía a mi mente una y otra vez. No había necesitado avanzar y que ese mundo me la recordase, había estado en mi cabeza desde siempre, nunca se había ido, ni siquiera el alcohol lo había conseguido, aunque en ese momento me habría venido bien un trago.
Tenía que darme la vuelta y avanzar, la escena se estaba desarrollando igualmente en mi cabeza, sacada de mis recuerdos, así qué narices importaba verla en lugar de recordarla, al menos así conseguiría salir y olvidarlo todo de una puñetera vez. Así que me giré, más en tensión de lo que yo mismo me daba cuenta, y alcancé a mi yo del pasado en el momento apropiado, como si me hubiese estado esperando.
Estaba congelado, casi petrificado, observando como una mano ennegrecida asomaba por la puerta de una habitación, seguida de un pequeño cuerpo, de un niño de unos ocho o nueve, que tenía que apoyarse en el marco de la puerta para poder avanzar. En cuanto me vio, abrió unos ojos desorbitados, desesperados, y alzó su mano hacia mí.
[i]..yuda…[/i] – había dicho. – [b]..yuda…[/b] – dijo casi sin fuerzas, acercándose más. Otro llanto desesperado resonó en la sala, y mi yo joven no pudo aguantarlo más. Aunque el pasillo estaba en llamas y el oxígeno se consumía cada vez más, el aire a su alrededor ardió. Recuerdo que me rodeó esa capa de llamas, pero no sabía como pararlo, solo quería que ese niño se alejase de mí, que todo parase.
Sabía como iba a terminar todo, así que cerré los ojos, pronto mi poder volvería a liberarse del todo y el niño ardería hasta dejar poco más que cenizas, mientras yo observaba como su pequeño cuerpo se desintegraba y se hacía trizas. Estaba esperando el momento, pero no llegó, así que abrí los ojos y me encontré en el lugar de mi yo más joven, de mi sombra, el aire ardía a mi alrededor y el niño retrocedía asustado, pero no lo suficientemente rápido.
Intenté controlarlo, manipular la energía de las llamas y extinguir el fuego, pero era incapaz de controlarlo, volvía a estar tan indefenso como entonces, volvía a no tener idea de lo que era, de mi poder, y de cómo controlarlo. Pronto se desencadenó una oleada de energía saliendo de mi cuerpo, y vi como la carne carbonizada empezaba a despegarse del cuerpo del pequeño, mientras sus ojos me miraban con terror, hasta que desaparecieron.
– [b] [i] [color=#232627]¡NOOOO![/color] [/i] [/b] – gritó. Caí de rodillas frente a las cenizas y las así como pude con las manos mientras trataba de reprimir las lágrimas, que salieron sin control. Golpeé varias veces el suelo, con rabia. De mis ojos caían lágrimas de agua hirviendo por el calor que me rodeaba. Seguí golpeando el suelo con rabia, desencajado, hasta que me encogí y sollocé. – [b] [i] [color=#232627]Lo siento…lo siento…[/color] [/i] [/b] – me disculpé a un pasillo vacío. Tanto los que aún continuaban escapando en esa planta como los cuerpos de los ya fallecidos se quemaron, los más cercanos quedaron convertidos en cenizas, como el niño, y los más lejanos de ese mismo pasillo quedaron carbonizados. La manilla de la puerta de la sala por la que había salido el niño estaba derretida completamente, y la madera estaba ennegrecida y consumida. No había nadie a quien pedirle perdón, yo los había matado a todos…solo los primeros habían logrado escapar, los que habían dado viajes para sacar a los niños habían muerto la segunda vez que entraron, igual que los niños que iban a rescatar. Yo los maté, los maté a todos, y ni siquiera pude morir en ese incendio.
En lugar de eso sobreviví, así que me puse en pie apoyándome en una pared, que se derribó bajo mi peso haciendo que me tambalease, pero conseguí mantenerme firme. Seguí caminando y lo dejé todo atrás, igual que lo había dejado una vez, volvería a ahogar esos recuerdos, eran gente muerta, no podía hacer nada por ellos, no podía haberlos salvado, o al menos de eso quería convencerme. Seguí adelante, como siempre, sin mirar atrás, sin arrepentirse, no había otra forma. Pero cuando encontrase a quien me estuviese haciendo revivir todo eso, se lo haría pagar, yo sería su pesadilla.
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