Moondale

BEBES DE TODOS LOS COLORES, DIANAS Y MACLEODS DESNUDOS

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Diana Echolls | Mundo de los SueÑos

[color=#orange]Tarde[/SIZE][/color][/font][/b]

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La visión del pueblo nevado de mi subconsciente duró menos que a la abuela cualquiera de sus maridos. El lado positivo, era que solía buscárselos con nombres repetidos, así que no era raro que si había estado con un tal John, el siguiente también se llamase igual. Los fallos se minimizaban, porque a la gente no se la suele llamar por su apellido y si alguien de la familia lejana preguntaba por ese tal John, tú le decías que era el mismo, aunque fuese más calvo o estuviese más gordo, daba igual, nadie tenía pruebas para llevarte la contraria. Salvo que tuviera una foto, pero vamos a suponer que en la familia no van a tener tanta mala leche. Eso sí, hacía un tiempo (desde que nosotras teníamos ocho o diez años) que mi madre le había prohibido que le presentase a uno más. Creo que fue después de John IV, que como su nombre indica, era el cuarto y aquello no era sostenible, porque cuando nos preguntaban por John y uno tenía los ojos saltones, otro era alto y con bigote, otro calvo y otro, rubio, no había forma de decirles que eran el mismo, por mucho que te inventaras que se había quedado calvo de tanto aguantarla, por ejemplo. Y esto venía, no a que se me vaya la olla (que también), sino a que el pueblo estaba repleto de gente conocida, futuros posibles, pasados mezclados y muchos McLeods, que se esfumaron y entre todos esos, los novios de mi abuela.

Las nubes fruncieron el ceño al ver que las ignoraba y una tormenta de nieve me empujó con delicadeza, haciendo que los demás desaparecieran y ascendí como una estrella de nieve hacia el cielo, del que había una vista inmejorable de mi subconsciente. Arriba no tenía ni frío ni miedo, lo único que podía hacer era reír, disfrutar de la libertad, como un bebé que corretea desnudo por la playa la primera vez que le llevan a ver el mar.

Cuando me cansé de reír, le pedí a las estrellas de nieve y a las nubes que me dejaran bajar y me tiraron de culo contra el suelo de la plaza de un pueblo de Merelia, con sus casa de planta baja y su sol abrasador. El suelo recibió mi impacto como si se tratara de una colchoneta y di un par de volteretas antes de caer al suelo con gracia, acto que el público que se asomaba a los balcones, recibió entusiasmado lanzándome magdalenas.

El público desapareció y me quedé esperando a que viniera alguien, mientras recogía las magdalenas no fuera a ser que viniera mi madre y pensara cosas raras, como por ejemplo, que comía dulces a escondidas, pero cuando intentaba recogerlas, desaparecían, como si alguien no quisiese que disfrutase. A lo mejor era demasiado mayor para los dulces y debía guardarlos para mis hermanos: Sarah, Kaylee, Megan y Ed.

Concentré todos mis esfuerzos en coger la última magdalena que quedaba, pero una niña rubia y dentuda se me adelantó.- [b][i][color=#843181]¿Me das un poquito?[/SIZE][/i][/b]- Le pregunté con una voz infantil, dándome cuenta de que ahora yo también era una niña. No entendía cuándo había pasado todo eso. – [b][color=#088A08]Le pediste a los Grandes Poderes que desapareciera porque te molestaba, no te mereces nada. Ahora tienes una hermana de mentira, disfruta de ella, enchufada[/color][/b].- Y le dio un gran mordisco a su magdalena, que estaba llena de mermelada de frambuesa que le caía por los afilados colmillos. Tuve que apartar la vista, era una imagen grotesca.

– [b][i][color=#843181]No es verdad, tú no me querías[/color][/i][/b].- Protesté, dando un zapatazo en el suelo a la vez que me cruzaba de brazos.

– [b][color=#088A08]Pues ahora les dices a los Grandes Poderes que te hagan una magdalena de mentirijilla[/color][/b].- Y se fue corriendo tan rápido, que no me dio tiempo a alcanzarla por más que estiraba la mano.

Me dejé caer en el suelo de la plaza, todavía como una niña de coletas pelirrojas, con mi vestido verde esmeralda y mi chaqueta de punto blanca, siendo consciente de que acabaría manchándome con las lágrimas negras que caían de mis ojos y mi madre me reñiría, pero me daba igual. Lloraba porque no tenía magdalenas y porque esa niña cruel decía que era una enchufada de los Grandes Poderes, pero no era verdad.

El sol se fue corriendo con sus cortas piernecitas en cuanto apareció la luna y yo todavía no había dejado de llorar. No fue hasta que alguien me tapó la luz de la farola cuando dejé de hacerlo. Levanté la vista y vi que frente a mí estaba McLeod con un ramo de flores en la mano. Parecía alegre e ilusionado. Había venido a buscarme. – [b][i][color=#457238]¡Diana![/color][/i][/b] – Exclamó mirando hacia a mí y me di cuenta de que gracias a haberle visto, había empezado a crecer, tanto que el vestido empezaba a quedarse excesivamente corto y la chaqueta amenazaba con romperse. Eché a andar hacia él, pero alguien me empujó hacia un lado. Era ella, la de la casa roja del pueblo nevado. La muerta, le decían.
Sin pensármelo, la empujé para ir hacia él. Los muertos no deberían ser tan maleducados.- [b][i][color=#843181]Quita, bicho[/color][/i][/b].

– [b][i][color=#457238]¿Qué te crees que estás haciendo?[/color][/i][/b]- Christopher me miró con desprecio. A esa niña enorme de coletas ya no tan pelirrojas y ropa excesivamente pequeña.- [b][i][color=#457238]¿Estás bien?[/color][/i][/b] – Le preguntó a la otra, que no tenía rostro, pero cuya melena era más roja que la mía.

– [b][i][color=#843181]Yo sí, pero tú creo que no mucho[/color][/i][/b].- Le respondí, dándome tirones del vestido, que amenazaba con dejar ver mi culo.

Él me hizo caso omiso y se acercó a la zombie pelirroja, que estaba pálida y le salían bichos del cuerpo, como buena muerta, pero él parecía no darse cuenta. Se separaron después de un largo beso y se arrancó un hueso que le sobresalía para lanzárselo a McLeod, que empezó a dar saltos de alegría y se marchó tras él.- [b][color=#FF0000]Los dos me quieren, creo que es por mi olor[/color][/b].- Sentenció la difunta, que cada vez estaba más podrida, pero cuyo pelo brillaba más que el mío.

– [b][i][color=#843181]A mí también. Ven perrito bonito, ven aquí[/color][/i][/b].- Me agaché como pude y llamé al perro marrón con gafas en el que se había transformado mi novio o el suyo, según se mirase, pero él, en lugar de venir, empezó a gruñir enseñando los dientes con el lomo erizado.- [b][i]
[color=#843181]Eso es que me quiere, cuanto más enseña los dientes, más amor[/color][/i][/b]. – Al ver que no me hacía caso y que por más piernas que enseñase con ese modelito, a él no parecía importarle, la muerta recogió el brazo que se le acababa de caer y le puso la correa al perro, que ahora parecía incluso más pequeño.

– [b][i][color=#457238]Ni en cien vidas, ni me va ese rollo de correas y amas ni nunca, jamás, querré a nadie más que a ti.[/color][/i][/b] – Escuché una voz a mis espaldas y me di la vuelta.- [b][i][color=#457238]Lo que llevas, sin embargo…[/color][/i][/b] – Dejó escapar un gruñido más perruno que humano.

– [b][i][color=#843181]¿Ahora a quién le hablas, a la de las venas negras?[/color][/i][/b]- Esbocé una sonrisa triste al verle.

– [b][i][color=#457238]A ti, única e inimitable. Y me ha costado encontrarte entre tanto…yo, es un sitio muy tétrico.[/color][/i][/b] – Me pasó un pulgar por la mejilla con gesto cariñoso y volví a llevar mi ropa normal: Un traje de payaso.

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Me recoloqué la peluca roja y la plaza desapareció, transformándose en la casa de mi madre. Estábamos en uno de los dormitorios, mientras otra Diana y otro Christopher lo pintaban de color melocotón. Era una visión de futuro no muy lejano. – [b][i][color=#843181]No deberías estar aquí, te acabarás encontrando a uno de tus posibles yo de sesenta años como pases mucho tiempo y créeme, no te va a hacer gracia[/SIZE][/i][/b].- Dejé escapar una carcajada nerviosa y la flor que había en mi solapa le lanzó agua en el rostro.- [b][i][color=#843181]Ya ha empezado[/color][/i][/b].

– [b][i][color=#457238]¿El futuro?[/color][/i][/b] – Aunque fuera una payasa, era una payasa que veía el futuro al parecer, pero sin bola de cristal, así que me concentré en salir de la casa y aunque no lo conseguí del todo, al menos, en un abrir y cerrar de ojos estuvimos en el jardín delantero.

– [b][i][color=#843181]Uno de los posibles futuros[/color][/i][/b].- Le aclaré. Aunque no tenía ni idea de las reglas que regían ese mundo, sabía que debía protegerle del futuro, pero tres perras de color rojizo nos interrumpieron. La más grande, tenía el pelaje alborotado, gruñía y saltaba ensuciándose de barro. La segunda, más pequeña y de pelaje limpio y brillante, llevaba un lacito rosa y parecía disgustarse mucho cuando se ensuciaba. La última, la más pequeña, llevaba gafas y parecía observarlo todo con atención. Me quedé mirándolas a las tres, eran las perras más bonitas que había visto nunca y quería adoptarlas, aunque no sabía si querrían a una payasa como madre.

– [b][i][color=#457238]No sé si quiero saberlo…[/color][/i][/b] – Se quedó mirando a las tres perras que desaparecieron saltando por encima de la valla – [b][i][color=#457238]La casa está…resplandeciente, ¿tenemos un buen futuro?[/color][/i][/b] – Me fijé en que la casa brillaba, igual que la hierba y el cielo. Era un día maravillosamente bonito, como salido de una película de dibujos animados.

– [b][i][color=#843181]No quiero que el futuro te obligue a hacer algo que no quieras[/color][/i][/b].- Le respondí, era el payaso más triste que había visto nunca. Un fraude para la profesión.

Una vez dije eso, empezaron a llegar cigüeñas con bebés que caían en la hierba, daban volteretas y se reían. Había bebés rubios, morenos, pelirrojos, de raza negra, cachorritos e incluso, de color verde. Eran cientos, quizás miles, que caían y caían sobre la hierba, haciendo que la casa brillase más, como si se alimentase de la vitalidad de aquellos bebés con pañales enormes.

Algunos movían a otros con el poder de su mente, otros hacían magia, había un par de ellos que iluminaban con sus manos y otros, que lanzaban fuego por la boca, como si fueran pequeños dragones.

No sabía de dónde salían todos aquellos bebés, pero me parecían lo mejor que le había pasado a esa vieja casa en mucho tiempo, aunque Christopher iba a empezar a pensar cosas raras.- [b][i][color=#843181]Genial, esto no puede ser más humillante[/color][/i][/b].- Una de las cigüeñas, sobrevoló mi cabeza y me cagó encima confeti.- [b][i][color=#843181]Precioso[/color][/i][/b].

– [b][i][color=#457238]A mí me gusta, creo que la paternidad llama a mi puerta.[/color][/i][/b] – Se acercó a darme un beso, pero la nariz roja se lo puso difícil. Después, puso una mano sobre mi vientre, que aparté de un manotazo.

– [b][i][color=#843181]¡No seas gafe, no estoy embarazada! Estos niños no son nuestros, son…de todo el grupo, pero ni siquiera sé si nacerán: ¿O es que acaso somos verdes?[/color][/i][/b]- Señalé a unos cuantos bebés verdes.- [b][i][color=#843181]O de raza negra[/color][/i][/b].- También a un bebé de raza negra y ojos azules que estaba muy cerca de nosotros.

– [b][i][color=#457238]Tengo algún pariente que es un poco demonio así que no descarto ninguna.[/color][/i][/b] – Me besó en la nariz de payaso. – [b][i][color=#457238]Bueno, vamos a seguir, los durmientes aterrorizados nos esperan.[/color][/i][/b] – Me tendió la mano para que se la diese y la casa de los bebés desapareció justo antes de que las cigüeñas tuviesen que empezar a posar los niños/as sobre el tejado.
Aparecimos en una playa que seguramente debía ser del norte de Ripper. El día estaba nublado y no había nadie, sólo un niño pequeño jugando con un pequeño castillo de arena. Era un niño delgado, de pelo castaño claro y nariz larga. Sin duda, era Ed.

– [b][i][color=#843181]¿Qué haces?[/color][/i][/b]- Le pregunté, agachándome para estar a su altura. Ya no iba vestida de payaso, simplemente llevaba un pantalón vaquero y un jersey gris.

– [b][i][color=#266EAC] Construyo una casa[/color][/i][/b].- Llenó el cubo de arena y lo colocó encima del castillo.

Me senté a su lado, a una distancia prudencial para que no pensasen que era una pederasta.- [b][i][color=#843181]¿Para quién?[/color][/i][/b].

– [b][i][color=#266EAC] Para mí[/color][/i][/b].- Me miró con sus ojos grisáceos llenos de lágrimas y me dieron ganas de darle un abrazo.

– [b][i][color=#843181]Pero si tú tienes casa[/color][/i][/b].- Le puse una mano en el hombro para que no fuese a echarse a llorar.

-[b][i][color=#266EAC] Te confundes, no tengo nada[/color][/i][/b].- El castillo era ahora una casa más grande que nosotros dos, también hecha de arena.

– [b][i][color=#843181]Claro que sí, tienes a Sarah, a tus padres, a mi madre, a mí y a Kaylee…[/color][/i][/b]- Moví las cejas y me di cuenta de que era un niño pequeño. Esa información sobraba.-[b][i][color=#843181]Pero a Kaylee cuando seas mayor, ¿eh?[/color][/i][/b]

– [b][i][color=#266EAC] ¿Quién es Kaylee?[/color][/i][/b].- Me preguntó abriendo mucho los ojos.
– [b][i][color=#843181]Tu futura…novia, ¿no la conoces?[/color][/i][/b]- Me quedé extrañada. Normalmente, los niños sabían de novias casi más que los adultos.

-[b][i][color=#266EAC] ¿En serio?[/color][/i][/b]- Esbozó una sonrisa desdentada y luego, se puso algo más serio, seguramente intentando disimular. [b][i][color=#266EAC]No, no la conozco[/color][/i][/b].- Se ruborizó.

– [b][i][color=#843181]Si vienes conmigo, te la presento[/color][/i][/b].- Me puse en pie y le tendí la mano. Momento en el que me fijé que había otro niño rubio en la playa, de pelo alborotado y grandes ojos azules. Estaba protegiendo su castillo de arena, pero parecía muy solo. A lo mejor también necesitaba mi ayuda.

– [b][i][color=#266EAC] No puedo irme, estoy esperando a mi amiga Diana[/color][/i][/b].- Fue su respuesta y dejó de mirarme, porque apareció una niña pelirroja corriendo. Era un poco mayor que él y tenía el pelo rojo como el fuego. Ed, al verla, sonrió ampliamente y se pusieron a jugar juntos.- [b][color=#FF0000]¿Vale que tú eres mi novio desde pequeños, pero luego yo me echo otro novio y me muero y tú te quedas muy triste y lloras?[/color][/b]

– [b][i][color=#266EAC]Y-y yo…¿qué tengo que hacer?[/color][/i][/b]- Preguntó titubeando. Abrumado por aquella pequeña mandona.

– [b][color=#FF0000]Llorar mucho, porque en mi lecho de muerte te obligaré a que te sientas toda tu vida como un cobarde, pero no te preocupes, porque luego te buscaré una novia de mentira en otra realidad: ¿A que mola este juego?[/color] [/b]- Y se echó a reír como una loca.

– [b][i][color=#457238]Eras tú, no podía ser tan mala[/color][/i][/b].- Christopher apareció de la nada y se quedó observando a los niños, que simulaban ahora que la pelirroja estaba moribunda y Ed le sostenía la mano.- [b][i][color=#457238]Lo que pasó es confuso, empieza a desvanecerse la diferencia, pero la reencarnación de mundos…eres tú, siempre fuiste tú. Su amiga, la hermana que nunca tuvo, las tres junto con Sarah y Kay…bueno quita lo de hermana con Kaylee.[/color][/i][/b]

– [b][i][color=#843181]Sí, mejor[/color][/i][/b].- Le miré con ojo medio cerrado. No estaba segura de querer ser esa Diana, al menos no tal y como acababa de presentarse.- [b][i][color=#843181]Ahora que no nos oye nadie, tengo que decirte que me sigue pareciendo raro[/color][/i][/b].- Lo bueno del subconsciente o lo que fuera aquello, es que podía confesar que me parecía raro que Ed y Kaylee fuesen novios. Cuando les has limpiado los mocos y les has visto jugar juntos, perturba.

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La playa dejó de ser una playa antes de que pudiese ir a ayudar al otro niño. En lugar de ella, aparecimos en una habitación de una adolescente de principios del nuevo milenio. Por los altavoces de la mini cadena se escuchaba [URL=http://www.youtube.com/watch?v=RQa7SvVCdZk]una canción[/URL]. Y frente al espejo, bailando, había una chica de melena rubia larga, minfalda negra y top rosa, con el que enseñaba el ombligo.- [b][i][color=#843181]Siempre estoy abierta…digo está[/SIZE][/i][/b].- Dejó escapar una risita estúpida y apareció todo el equipo de fútbol americano del instituto. Sin pensárselo, empezó a morrearles por turnos, dejando que aglunos incluso la manoseasen. La puerta volvió a abrirse y aparecieron, mi madre, Sarah, Kaylee con un trozo de cara de ella y otro, de Megan y McLeod.- [b][i][color=#BB609C]Nunca cambiará[/color][/i][/b].- Sarah negó con la cabeza al verme.

– [b][i][color=#F56828]Siempre hemos sabido que era…un espíritu libre[/color][/i][/b].- Senteció el híbrido de hermanas- [b][color=#D7992C]Libre de bragas[/color] [/b] .- Finalizó mi madre, dándole la mano a ese McLeod, que se parecía al que conocía, pero éste era más canoso.

– [b][i][color=#457238]Creo que prefiero no mirar…[/color][/i][/b] – Apartó la mirada de aquella Diana rubia y ligera de cascos. – [b][i][color=#457238]Primero: No hay pruebas de eso, segundo: los poderes lo deshicieron todo cuando aprendiste la lección que querían darte o por la influencia de los Poderes
Corruptos, lo que fuera, se deshizo, y tercero: No, eso…no, ni de broma…no…no.[/color][/i][/b]

– [b][i][color=#843181]Pues estuvo a punto de pasar[/color][/i][/b].- Aunque estábamos allí, los demás no nos veían, así que aproveché para darle un guantazo a la rubia, mientras descansaba de tanto beso, pero ni se enteró.

– [b][i][color=#457238]Voy a hacer como que no has dicho eso, ni hemos visto esto…lo importante es que eso ya está arreglado, no fuiste ninguna rubia tonta ligerita aunque te lo hicieran creer durante un tiempo.[/color][/i][/b] – Dijo finalmente.

La habitación con los pósters horribles desapareció y nos encontramos en una caverna. A mi alrededor estaban todos: Dom, Ed, Illya, Sarah, Kaylee, Daniel y Christopher. Parecían exhaustos, a punto de morir desangrados y malheridos, pero lo peor era que me miraban con terror. Entonces, lo comprendí todo.- [b][i][color=#843181]No…puedo parar. Quiero…más poder, no podéis detenerme[/color][/i][/b].- Bramé lanzando un rayo de electricidad hacia Ed, que impactó contra una piedra y cayó al suelo.

– [b][i][color=#457238]Diana, para. Puedes hacerlo, no eres tú, no eras una rubia tonta y mucho menos una sádica adicta a la magia.[/color][/i][/b] – Vi que se acercaba hacia mí y quise matarlo.- [b][i][color=#457238]No es más que un miedo a convertirte en eso, pero nadie malvado tendría este miedo. No eres así.[/color][/i][/b]

Cerré los ojos y me concentré en otra cosa, en la habitación de la Diana rubia, por ejemplo.- [b][i][color=#843181]Es más fuerte que yo[/color][/i][/b].- Protesté y algo empezó a cambiar, pero no lo suficiente. Mis miedos, tomaron forma. El primero de ellos, era Christopher dejándome con el típico “no eres tú, soy yo”.- [b][i][color=#843181]Como me digas esto, te lo hago de verdad[/color][/i][/b].- Le amenacé.

Vi el ataúd de Sarah y a todos llorando. A un Ed barriendo los pedazos de su corazón destrozado por culpa de una chica que no le hacía caso. A Daniel mirándome, esperando que me sacrificase en lugar de Sarah y así, hasta más de veinte miedos.

Cerré los ojos, intentando huir de los miedos y vi algo diferente. Estábamos en mitad de la calle y un Ed algo más mayor se acercaba hacia a mí con las manos en alto, como si temiese por su vida. Tuve ganas de lanzarle un rayo, pero no fui capaz, incluso con toda la ira del mundo y el odio dentro de mi corazón, no podía hacerle daño a Ed. Se acercó y me puso una mano en el hombro, entonces abrí los ojos.- [b][i][color=#457238]No dejes que tu subconsciente te controle, ya venciste a tus miedos una vez, puedes hacerlo de nuevo[/color][/i][/b].- Fue a hacer lo mismo que Ed, pero no pudo. Empezamos a caer por un vacío blanco, como Siobhan que también caía junto a nosotros, pero ella no llegó al suelo, que estaba cubierto de flores. Frente a nosotros, en aquella inmensidad blanca llenas de flores, había dos puertas: una de ellas verde con un ojo.- [b][i][color=#843181]Parece que hay alguien que tampoco quiere ser malo y necesita mi ayuda[/color][/i][/b].- Fui a quitarme las flores que se me habían pegado a la ropa, que era un vestido blanco de novia.- [b][i][color=#843181]Odio mi maldito subconsciente, lo odio profundamente[/color][/i][/b].- Cuando estaba maldiciendo, me di cuenta de que McLeod estaba a mi lado, vestido sólo con una pajarita, intentando taparse las vergüenzas.- [b][i][color=#843181]Es mentira, lo adoro[/color][/i][/b].

– [b][i][color=#457238]Me gusta la idea de casarme contigo, pero tenemos que discutir lo de los trajes.[/color][/i][/b] – Su puerta estaba al lado de la mía, pero era de color blanco inmaculado, a excepción de una enorme cicatriz que la recorría, como si se tratase de alguien bueno con un pasado terrible.
– [b][i][color=#843181]Ya veremos[/color][/i][/b].- Puse la mano en el pomo de la puerta y vi unas llanuras verdes que llegaban hasta donde se perdía la vista.

– [b][i][color=#457238]Suerte, pero no la necesitas.[/color][/i][/b] – Fue lo último que escuché antes de poner un pie en la hierba. [/color]

[spoiler]Más largo que un día sin pan. Espero que os guste y que se entienda[/spoiler]

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