[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Logan Villiers | Espacio
[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]
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Trató de moverse, pero era como tratar de luchar contra una corriente, salvo que esta no existía, no te ahogaba, solo te conducía inexorablemente hacia donde quería llevarte, hacia lo más profundo del espacio, la muerte.
El que estuviese jugando con él había tratado de hacer que se derrumbase, haciendo que recorriese los momentos más difíciles de su pasado, pero sus demonios formaban parte de él desde hacía mucho y ya los había superado solo, una vez. Pero ahora le había llevado, aparentemente de verdad, a un lugar en el que la muerte era inevitable, en el que no podía luchar para salvarse, el único sitio donde su poder no le aseguraría la supervivencia.
Detestaba con toda su alma sentirse así de impotente, la frustración y la ira se mezclaban a partes iguales haciendo que pensase que él mismo iba a explotar dejando de existir sin importarle a nadie más que a los astrónomos a los que les fascinase el evento.
Se dejó flotar, tratando de lidiar con lo que sentía. Normalmente no tenía que hacerlo, las cosas pasaban y las ignoraba, y si no podía, luchaba contra ellas hasta aplastarlas. Era el rey de su mundo submarino, pero siempre había un pez más grande, y al espacio no podía golpearlo, contra él no podía luchar, ni siquiera utilizar su poder porque corría riesgo de rasgar el traje y acelerar esos veinte minutos.
Su cuerpo temblaba ligeramente, porque, aunque luchaba contra ello, temía de forma irracional encontrarse en esa situación, tan cerca de perderse en la inmensidad del espacio y morir, él que se creía inmortal.
Mientras vagaba por el espacio pensó en Novak, en el odio que vio en su mirada, pero ella no lo sabía, no le había dejado explicarse, e incluso él mismo no quiso explicarse, si dudaba de él tan rápido, no tenía por qué decirle la verdad, pero se equivocó, su orgullo le impidió contarle que Frank Umbra era ni más ni menos que el vampiro que la transformó.
Pero ya era tarde, no iba a pasar sus últimos minutos de vida lamentándose por cómo había hecho las cosas, aunque… «No», se dijo. Cerró los ojos y volvió a abrirlos, esperando que todo fuese una alucinación, pero el espacio seguía allí, salvo que esta vez vio algo más. A lo lejos, vislumbró una forma contenida dentro de una especie de burbuja, parecía un bebé.
Se dijo a sí mismo que no era más que una alucinación producida por la falta de oxígeno y parpadeó con fuerza de nuevo, el bebé galáctico había desaparecido, pero no así de su cabeza. La visión le hizo pararse a pensar, le quedaban apenas diez minutos de soporte vital, diez minutos de vida, y no había llegado a tener ningún hijo. Él, que siempre se había prometido no ser como su padre, que tenía un profundo anhelo por continuar su legado, por demostrar que no era como él, por evitar que los aesir se extinguieran por completo, no había llegado a tener nada.
La vida se lo había ido arrebatando todo, pese a que había sido una lucha constante contra ella, pero eso en concreto era un duro golpe, no tendría esa oportunidad, pese a que nunca tomaba las medidas para evitarlo, porque quería llenar ese vacío en su alma creado por el odio de su padre. El momento ya no llegaría nunca y no podía hacer más que dejarse llevar y morir en ocho minutos.
Logan Villiers se regía por su código de conducta, sin refrenarse en aplicar su «justicia» cuando lo creía oportuno, y odiaba que el mundo no fuese justo con él ni siquiera una vez, ni siquiera para poder morir tranquilo. Trató de contener la ira en su interior, pero le abatió un pensamiento, una determinación y la tomó, cogió esa última esperanza y se aferró a ella.
Cerró los ojos y comenzó a tararear una canción de su infancia:
[align=center][i]Life’s not a song
Life isn’t bliss
Life is just this
It’s living
You’ll get along
The pain that you feel
You only can heal
By living
You have to go on living
So one of us is living[/i][/align]
Con la última frase contuvo el aliento y se concentró en su interior, recogió toda su ira, alimentándose de ella y entonces la dejó salir en forma de una enorme descarga de energía que destrozó por completo su traje pero le propulsó hacia delante. No tuvo tiempo a controlar el rumbo, porque pensaba que tardaría poco en asfixiarse o congelarse, pero aún podía contener la respiración y la energía que continuaba soltando creaba una capa protectora a su alrededor.
Cerró los ojos, preparado para morir en el espacio, sin hijos, sin nadie que le amase, sin familia y sin amigos, pero al menos por su propia mano, sin rendirse a lo inevitable. Fue entonces cuando chocó contra algo. Atravesó limpiamente una de las paredes de metal, pero por suerte, al disminuir su inercia tras el choque, reaccionó y se detuvo. Estaba en el interior de una especie de nave espacial de aspecto extraño, no tenía tiempo para comprobarlo, avanzó rápidamente pulsando todos los botones que encontraba, hasta que uno cerró una puerta detrás suyo, aislándolo del espacio, y el oxígeno inundó la sala.
Frente a él, la puerta para pasar a la siguiente sala se abrió, pero tenía un aspecto distinto, una especie de poder. No sabía a dónde le conduciría, pero avanzó y abandonó ese mundo de tinieblas.
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