[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Cara Arkkan | CabaÑa de la señora Tottenkinder
[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]
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Estaba tumbada en una cama que no era la mía. Lo sabía porque los colchones en casa de Elizabeth no huelen a meados rancios ni tienen paja dentro. Tampoco estaba ya desnuda, aunque lo que me cubría era poco más que un saco de patatas y encima de ese saco que se suponía que era un vestido, había una colcha de lana, que pinchaba y parecía hecha a mala idea. Algo no encajaba, pero no quería despertarme del todo por si me encontraba con los cazadores.
Estuve así un rato, luego dos y luego tres, hasta que no tuve más remedio que levantarme, porque el hombro y la pierna me seguían doliendo, aunque estaban vendados con dos bragas viejas para que no me muriese desangrada como en las películas.
Toqué el suelo de madera con los dedos de los pies y salí de la habitación en la que había una ventana sucia y una mesita vieja. Elizabeth tendría muchas cosas que decir sobre lo sucio que estaba todo, pero el salón, con una chimenea a fondo, un sofá viejo y una mesa camilla no era mucho mejor. Al entrar allí, una vieja que estaba colocando dos platos encima del mantel de cuadros, se giró para mirarme.- [b] [color=#2B3807] Por fin te levantas. ¿Tienes Hambre? Te he preparado algo de comer.[/SIZE] [/b]
– [b] [i] [color=#7E6368]Vieja, ¿quién eres?[/color] [/i] [/b]- Me eché hacia atrás cuando me miró con sus ojos de loca, no porque me diera miedo (era una vieja de metro y medio), sino porque estaba buscando algo con punta que clavarle en ellos.
– [b] [color=#2B3807] ¿Cómo que vieja? No soy tan vieja como crees, jovencita[/color] [/b].- Chasqueó con la lengua en señal de desagrado y se sentó en la mesa.-[b] [color=#2B3807] Te encontré desnuda en la nieve, te ibas a congelar. Come, te hará entrar en calor[/color] [/b].- Empujó el plato en la dirección en la que yo estaba.
– [b] [i] [color=#7E6368]No[/color] [/i] [/b].- Me acerqué hasta él y lo empujé con el dedo sin fijarme en qué tenía dentro.- [b] [i] [color=#7E6368]Me voy[/color] [/i] [/b].- Di la vuelta dispuesta a irme, pero la vieja clavó un cuchillo en la mesa.
– [b] [color=#2B3807] ¡No![/color] [/b]– Me giré para ver a qué venía ese enfado y vi que su pelo tenía destellos rojos. -[b] [color=#2B3807] Si sales acabarás congelándote[/color] [/b].- Esto lo dijo con la voz que pone el lobo en el cuento de Caperucita cuando está vestido como la abuela. Una pena que no tenga la grabación a mano.
Contuve el escalofrío que me dieron sus pelos de color sangre.- [b] [i] [color=#7E6368]Deja salir a Cara[/color] [/i] [/b].- Inquirí (esta palabra es nueva, para que vea la señora Echolls que soy muy culta).
[i]Cara, no está bien que me dejes notas en el diario. Sólo te lo estoy corrigiendo esta vez de manera excepcional, porque tú me lo has pedido para no cometer más faltas de ortografía de las habituales[/i].
– [b] [color=#2B3807] No. Siéntate en la mesa y cómete ese plato de una vez[/color] [/b].- Volvió a repetir, pero esta vez hizo que la silla se moviera sola hasta donde estaba para después obligarme a sentarme en ella y llevarme hasta la mesa, sin que yo pudiera hacer nada para detenerla.
De pronto, me vi en la mesa, obligada a llevar las manos hasta los cubiertos. Quería escaparme, daba patadas y gritos, como la niña de ‘El exorcista’. La vieja, cuyo pelo tenía cada vez más mechones pelirrojos, se reía como una loca.- [b] [i] [color=#7E6368]No puedes obligarme…[/color] [/i] [/b]- Quise parecer fuerte, pero la voz se me quebró. Otra vez estaba encerrada en una casa con alguien que no quería dejarme salir.
– [b] [color=#2B3807] Podrás irte cuando te termines tu plato[/color] [/b].- El plato se movió nuevamente en mi dirección, pero esta vez, en lugar de mostrar un caldo típico de abuela, había vísceras, seguramente humanas, flotando en un caldo espeso de color grisáceo.
Mis manos, sin que yo pudiera controlarlas, cogieron la cuchara que estaba encima del mantel y fueron en dirección al plato.- [b] [i] [color=#7E6368] Cara no come mierda[/color] [/i] [/b].- Gruñí envalentonada.
– [b] [color=#2B3807] Pequeña insolente. Voy a lavarte esa lengua con jabón[/color] [/b].- La vieja se puso en pie y con una agilidad nada normal en alguien de ochocientos años (como mínimo), fue hasta mí para amenazarme.
Acercó sus dedos a mi cara y apretó con fuerza. No tenía por qué hacerlo, porque movía cosas con la mente, pero le apetecía verme luchar contra ella.- [b] [i] [color=#7E6368]A Cara no le da miedo tu pelo, Diana también tiene el pelo así[/color] [/i] [/b].- Lo dije con toda la mala leche que tenía dentro y no era poca.
– [b] [color=#2B3807]Diana no es como yo, nada puede serlo: ¿Me recuerdas?[/color] [/b] – Su pelo se tiñó nuevamente de rojo fuego y en su cara apareció por un momento, su verdadera piel, que era como la porcelana, pero no quise mirarla a los ojos. Sabía que dentro sólo había vacío. Intenté librarme de ella, pero era fuerte,
mucho más que yo.- [b] [color=#2B3807]¿Pensabas que podrías escapar de mí?[/color] [/b] – Me amenazó. – [b] [color=#2B3807]Sabes lo que soy, estoy en todas partes.[/color] [/b]
– [b] [i] [color=#7E6368]No…existes…[/color] [/i] [/b]- Me costaba hablar, casi no podía respirar.
– [b] [color=#2B3807]No puedes huir de mí. Lo soy todo, incluso lo que no existe…[/color] [/b] –Susurró algo a mi oído, pero no la entendí bien. Los recuerdos reprimidos empezaban a agolparse en mi mente, se pegaban por salir, pero no podía dejarles, tenían que seguir dentro durante mucho tiempo. – [b] [color=#2B3807]Deberías haber muerto hace mucho, pero en lugar de eso viniste a mí. La muerte te sigue reclamando, pero yo puedo protegerte, el olvido es tranquilizador.[/color] [/b]- Forcejeé de nuevo, intentando escaparme, pero era demasiado fuerte.- [b] [color=#2B3807]Mírame a los ojos[/color] [/b].
– [b] [i] [color=#7E6368]Cara no quiere olvidar a sus amigos, ni a Daniel, no quiere estar sola otra vez…[/color] [/i] [/b]- Cerré los ojos con fuerza, pero no sabía cuánto tiempo podría aguantar forcejeando a ciegas.
– [b] [color=#2B3807]No estarás sola, estarás conmigo.[/color] [/b] – Su voz sonaba suave, incluso tranquilizadora y sus dedos, me sujetaban con menos fuerza. – [b] [color=#2B3807]Éste es tu nuevo hogar[/color] [/b].- Escuché cómo todas las puertas se cerraban y abrí los ojos de golpe, con el corazón latiéndome a toda velocidad.
.- [b] [i] [color=#7E6368]¡Abre la puerta![/color] [/i] [/b]- Grité con todas mis fuerzas y el eco reverberó a mi alrededor. Ya no estábamos en la casa, no estábamos en ningún sitio.
A mi alrededor, todo era negro. No había suelo, ni paredes, ni techo. Me mantenía suspendida en el aire gracias, seguramente, a su fuerza. No era como si volara, ni tampoco como estar en el espacio, era estar de pie sobre un cristal finísimo que sabes que en cualquier momento puede romperse.- [b] [color=#2B3807]¿Qué puerta?[/color] [/b] – Preguntó una voz que se perdió en el vacío. – [b] [color=#2B3807]Quizá esto te parezca más ‘acogedor’. [/color] [/b]
Al verme allí nuevamente, temblé violentamente. Sabía que ya había estado allí, todo mi cuerpo me lo estaba diciendo, pero no quería o no podía entender las razones, sólo quería marcharme cuando antes.- [b] [i] [color=#7E6368]Esto no es de verdad, no puedes engañar a Cara[/color] [/i] [/b].- Volví a mentir, aunque los faroles no me habían servido de nada hasta ahora.
– [b] [color=#2B3807]No necesito engañarte, has vuelto a dónde perteneces, igual que él[/color] [/b].- No muy lejos de mí vi a un tío de unos cuarenta y tantos, que tenía el pelo castaño y gritaba con fuerza. Parecía asustado, más que yo.
Poco a poco, el hombre fue acercándose o quizás era ese lugar que se movía al antojo de la vieja que me hablaba por los altavoces inexistentes del vacío. Al cabo de unos segundos, tuve al hombre frente a frente que me miró.- [b] [color=#110D8B] Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.[/color] [/b]- Y empezó a reírse a carcajadas. La frase no era suya, había visto la película de ‘Alicia en el país de las maravillas’ Disney y fingido leer el libro para contentar a Elizabeth, pero al verle reír, recordé algo lejano y algo cercano. Lo lejano, quise reprimirlo, pero con lo cercano no pude hacer nada.
– [b] [i] [color=#7E6368]El de los ojos de loco[/color] [/i] [/b].- Murmuré reprimiendo un escalofrío y caí de rodillas al suelo, aterrada. Acababa de recordar algo lejano que mandé al fondo de mi cerebro como pude, pero con lo cercano no tuve tanta suerte y le vi en el manicomio. Era el Doctor, el mismo que tenía a todos los que me importaban, aterrados.
Esta vez no pude evitar gritar. No entendía nada, no sabía qué tenía de especial, ni qué hacía allí nuevamente. No me atrevía a buscar entre mis recuerdos, pero para responderme a todas mis respuestas estaba ella, la vieja que era ahora una mujer joven de cabello pelirrojo y piel de porcelana, que caminaba hacia mí con paso firme y que no tardó en apoderarse de mi mente.
[spoiler]Gracias a Alph por haber llevado a la señora todo lo que pudo. El resto, era spoiler.
Siento haber tardado siglos en postear, pero no tengo tiempo de nada. Hope you like it![/spoiler]
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