[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Illya Novak | Hospital abandonado
[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]
[SIZE=2]
Sabía que era un sueño porque Frank estaba muerto, pero yo también lo estaba y aún así, podía soñar con él.
Estábamos en la cocina de mi apartamento, sentados en la mesa mientras tomábamos café. Como siempre. Como antes. Nos reíamos a carcajadas de algo que no lograba comprender y aunque eso no había pasado nunca, la escena me resultaba reconfortante. Echaba de menos a Frank, aunque fuese un monstruo sin sentimientos, en principio incapacitado para sentir.
– [b] [i] [color=#EE5159]¿Por qué…estás aquí, si estás muerto?[/SIZE] [/i] [/b]- Le pregunté de pronto, conteniendo una mueca de dolor. Instintivamente, me llevé la mano al costado, el lugar del que provenía el dolor y me miré la mano: Estaba manchada de sangre. La camiseta blanca de tirantes se empapaba poco a poco con mi propia sangre y aunque intentara taponar la herida con la mano, resultaba en vano.
– [b] [color=#8B312E]Sólo era cuestión de tiempo que volviese.[/color] [/b] – Me respondió vertiendo el contenido de la cafetera roja en mi taza. En mi cabeza había demasiadas preguntas, entre ellas la de cómo era posible que me hubiesen herido en el costado estando sentada en mi propia cocina.- [b] [color=#8B312E]Nos pertenecemos el uno al otro[/color] [/b].- Sus palabras retumbaron en mi cabeza un par de veces. Cada vez comprendía menos lo que estaba sucediendo.
La herida continuaba sangrando y mis manos no podían detener la hemorragia. Si seguía así, acabaría perdiendo la consciencia, a lo mejor por eso me costaba pensar con claridad. Notaba el cerebro embotado, como recubierto de bolitas de algodón.- [b] [i] [color=#EE5159]Me…estoy desangrando[/color] [/i] [/b].- Le expliqué con dificultad.- [b] [i] [color=#EE5159]Pronto…[/color] [/i] [/b]- Noté cómo los oídos se me taponaban, señal inequívoca de que me estaba desamayando. Lo que no entendía era por qué me estaba pasando, si el corazón no me latía, no podía bajarme la tensión.
– [b] [color=#8B312E]Ya lo has hecho antes.[/color] [/b] – Empujó la taza hacia mí y pude ver su contenido: Sangre. – [b] [color=#8B312E]Álzate y aliméntate consumiendo su vida, demuéstrale que tú eres la predadora[/color] [/b].- Frank empezó a desdibujarse y me perdí en la inconsciencia.
Al abrir los ojos me encontré en un lugar: ¿Un sueño dentro de otro? Frank había desaparecido y en cambio, estaba tumbada en la camilla de una sala de un hospital medio derruido. Tenía las manos atadas y por más que lo intentase, no podía moverme.
Miré a mi alrededor: Las paredes, cubiertas de mugre de años y restos de hollín, las camillas antiguas y oxidadas tiradas por el suelo de una forma demasiado cuidada para ser casual. Era un hospital abandonado, que seguramente había sufrido un incendio. Parecía propio de una pesadilla, aquello no tenía sentido. Los hospitales abandonados sólo existían en la imaginación de Stephen King y derivados. Aún así, volví a tener la cabeza embotada, la sensación de mareo seguía ahí.- [b]Shh, shhh. No te muevas, podría hacerte daño.[/b] – Me chistó un tipo de mediana edad, con la mandíbula cuadrada y cara de loco. Llevaba un traje de chaqueta excesivamente ridículo, cubierto por un delantal de carnicero. Tenía un escalpelo en la mano.
Tras decir eso, introdujo la mano en mi costado y noté cómo revolvía mi interior apartando órganos para dar con mi riñón derecho. Dejé escapar unos cuantos gritos de dolor, menos agudos de lo que esperaba, porque llevaba algún tipo de anestesia local, la suficiente para no caer en la inconsciencia y que pudiera disfrutar de su festival de sangre, pero no lo bastante como para no me doliera.– [b]Interesante[/b]. – Sacó su mano, desprovista de guantes y la observó durante unos segudos, hasta que después se chupó los dedos, disfrutando de la sangre.
Esa visión, unida a su repugnante rostro, me hicieron apartar la cara. Me había convertido en la vergüenza de la profesión: ¿Desde cuándo un médico apartaba la cara ante la visión de algo grotesco? – [b] [i] [color=#EE5159]¿Qué…eres?[/color] [/i] [/b]- Le pregunté con un hilo de voz. Sus ojos, cubiertos por una cotra que un día debieron ser sus párpados, se posaron en mí, como si me viese y me apartó el pelo de la cara, manchándome de mi propia sangre.- [b]Un doctor, desde luego. Un investigador de la vida…y la muerte.[/b] – Aseguró, clavando su mirada en mí. Intenté moverme, pero me dolía demasiado el costado.
– [b] [i] [color=#EE5159]No[/color] [/i] [/b].- Me eché hacia atrás al ver que empuñaba nuevamente el escalpelo, dispuesto a cortarme.- [b] [i] [color=#EE5159]Aléjate de mí[/color] [/i] [/b].
– [b]Una compañera de profesión debería entenderme.[/b] – Apretó mi brazo izquierdo, desnudo por llevar una camiseta de tirantes y noté cómo se me erizaba el vello.– [b]Seguro que has sentido el frenesí de tener la vida de alguien en tus manos, salvarla, o tomarla.[/b] – Dejó escapar una risotada de loco.
– [b] [i] [color=#EE5159]Jamás[/color] [/i] [/b].- Me moví con violencia, intentando romper las cuerdas que me ataban con mi supuesta fuerza de vampiro, pero lo único que conseguí fue que la herida se abriese y empezase a salir sangre a borbotones.
Aullé de dolor.
– [b]He visto cómo mirabas la sangre, incluso la tuya propia, eres como yo[/b]. – Empuñó el bisturí y me hizo un par de cortes en el brazo sólo por diversión.– [b]El conocimiento…[/b] – Suspiró extasiado.
– [b] [i] [color=#EE5159]No puedo controlar lo que soy…pero tú sí[/color] [/i] [/b].- Volví a intentar moverme. El dolor era insoportable y de mi camiseta blanca, cada vez quedaba menos de ese color, pero seguí moviéndome con violencia.
– [b]Para qué controlarlo, soy lo que soy…[/b] –Se acercó hasta mí, con la intención de lamerme el brazo y noté cómo el corazón se me aceleraba tanto que notaba los latidos en mi oído. El corazón, ese que no me latía desde hacía años.- [b] [i] [color=#EE5159]Déjame[/color] [/i] [/b].- Fue casi una súplica.
– [b]Aún tengo mucho que investigar en ti antes de que te desangres. Si entiendo tu cerebro, entenderé el mío…[/b] – Tomó el bisturí entre sus dedos y con dos cortes me liberó de las cuerdas que me ataban.
Entonces cometió un error. Se dio la vuelta para colocar un viejo vinilo en un tocadiscos y comenzó a sonar [URL=http://www.youtube.com/watch?v=sPlhKP0nZII]’Requiem en D menor’ de Mozart[/URL], pieza que conocía gracias a mi padre. Se quedó unos segundos disfrutando de la música, moviendo el bisturí como si de una batuta se tratase y en ese momento, me incorporé en la camilla, dispuesta a escapar. El dolor era insoportable y el hecho de incorporarme ya me costó mucho esfuerzo, pero debía escapar.
El corazón me latía a toda velocidad, provocando que me distrajese. No podía pensar con aquel ruido infernal, deseaba arrancármelo del pecho, parecía que se me iba a salir por la boca.
Una vez tuve los pies en el suelo, el maníaco se giró y avanzó a grandes zancadas hasta a mí, intentando atacarme con el bisturí como si de un cuchillo se tratase. Avancé con dificultad, sujetándome la herida con la mano libre y sin pensármelo, eché a correr a toda la velocidad que mis embotargados sentidos me permitían.
La habitación desembocaba en un pasillo oscuro que no parecía tener final, pero decidí internarme en él apoyando las manos en la pared para no perderme. – [b]Sólo intentas huir de ti misma.[/b]- Gritó cuando todavía podía oírle.
[align=center][i]¿Dónde estaban los demás? ¿Qué era aquel lugar?[/i][/align]
– [b]Pero soy tus deseos más oscuros. Huelo tu sangre y tu miedo, huelo tu ansia, y voy a por ti.[/b] – Escuché su voz en la oscuridad, pero no me podía permitir el lujo de parar.
Respiraba entrecortadamente. No podía disimular que ya no estaba acostumbrada a hacerlo y el aire entraba en mis pulmones obstruidos como un elefante en una cacharrería.
Me detuve un par de veces, sin dejar de sujetarme la herida con una mano y la pared con la otra. Parecía no seguirme, pero el pasillo no acababa y ninguna luz me indicaba su final.
– [b]¿Dónde estás? No puedes esconderte de mí[/b].- Su voz parecía cada vez más lejana y la oscuridad, aún mayor. No sabía hacia dónde me dirigía, pero si dijo algo más, ya no le oía.
Continué caminando a la velocidad más rápida que podía permitirme para no morir desangrada, hasta que me choqué contra algo que me hizo caer de bruces contra el suelo. Reprimí el gemido de dolor y busqué a tientas hasta que toqué algo.
Era otra persona.
La música seguía sonando.
[spoiler]Pff…ahí va. No es que esté muy conforme, estas tramas me cuestan la vida xD[/spoiler]
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.