[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Drizz | Futuro del Soberano
[color=orange]Tarde[/SIZE][/color][/b][/font]
[SIZE=3]
El interior del castillo era caótico, un fiel reflejo de cómo estaba el mundo en el exterior y de cómo estaba la mente del que lo «regía». Cada vez que por mi mente pasaban las palabras «Soberano», sentía una ira que no cedía, pero hoy había mejorado, no había nada como saber que ese bastardo iba a desaparecer como para alegrarle a uno el día.
Los chicos a los que acompañaba, algunos de ellos hijos de los legendarios Campeones, reflejaban en sus caras y sus acciones las dudas que tenían sobre esta «misión». No podía culparles, si hubiese estado en su lugar probablemente me habría reído de un tipo que decía saberlo todo y me habría negado a hacer lo que me dijese, pero la vida tiene giros inesperados que te hacen creer en cosas impensables, aunque en un mundo en el que el tiempo cambia según el estado de ánimo de un loco que lo gobierna las mentes están más abiertas.
Escuché pasos a lo lejos y cargué una saeta en la ballesta. Mecánicamente me llevé una mano a la cintura, primero a un costado y luego al otro, donde llevaba un par de hojas curvas y cortas, por si los enemigos se acercaban lo suficiente como para no poder usar la ballesta.
Me asomé por el recodo que conducía al siguiente pasillo y vi que estábamos en una especie de cruz, ese lugar era un auténtico laberinto en el que cualquiera se habría perdido, por suerte llevaba mucho tiempo estudiando la secuencia con Doe y sabía perfectamente qué ruta seguir. A la derecha habría Enfermeros, así que ni me molesté en mirar, me habría gustado acabar con ellos por simple piedad, pero esta misión era más importante, y crucé al pasillo de enfrente sigilosamente, para evitar que me viesen. Después hice una seña para que me siguieran muy despacio.
Cuando todos pasaron y escuché para comprobar que no nos hubiesen visto, volví a colocarme en la cabecera, pero esta vez no estuve solo, la chica con las puntas de color rojo, la más reticente a Doe, se acercó a mí.
– [b][color=#ab4747]Del uno al diez: ¿Cuánto dirías que me odian?[/SIZE][/b]- preguntó en voz baja al llegar a mi altura. Por lo que había observado de ella, hablaba en voz baja porque no le escuchasen los Enfermeros y demás fauna del palacio, no porque no la escuchasen sus compañeros. La verdad es que era un grupo dispar, la mitad acababa de conocerse y eran incapaces de fiarse los unos de los otros. Si los Campeones, que según decían tenían unos lazos y una confianza que asombraba, no consiguieron derrotar a este tipo, costaba pensar que ellos fuesen a conseguirlo. Pero por suerte, una vez más, sabía lo que iba a pasar, y todo cobraba sentido.
– [b][i][color=#2D1F1F]Diez y medio.[/color][/i][/b] – comenté distraídamente. No encontraríamos a nadie en el tiempo que tardásemos en recorrer ese larguísimo pasillo y hablar un poco me apetecía más que caminar en silencio observando las fotos del Soberano encantadas con magia para reflejar el movimiento. – [b][i][color=#2D1F1F]¿Por eso vienes a hablar conmigo?[/color][/i][/b] – pregunté con curiosidad. Hasta ahora ninguno se había atrevido a dirigirme demasiado la palabra, y aunque me gustaba esa especie de «respeto», no me apetecía morir después de varias horas guardando silencio.
– [b][color=#ab4747]Me apetecía hablar con alguien que estuviese entre el cinco y el seis[/color][/b].- aseguró, pero dirigió una mirada distraída hacia el chico con el que había ido a la nave.
– [b][i][color=#2D1F1F]Por los pelos, pero has acertado.[/color][/i][/b] – bromeé. A veces, cuando la vida es demasiado seria, tienes que tomártela a broma. – [b][i][color=#2D1F1F]Aunque no te lo creas demasiado, seguro que es porque hayáis aparecido por fin y pueda quitarme esto de en medio.[/color][/i][/b] – añadí sonriendo.
– [b][color=#ab4747]¿Estás intentando hacer que me sienta mal? Has dado con la chica equivocada[/color][/b]. – avisó frunciendo el ceño. Desde luego la muchacha tenía carácter, me recordaba un poco a mí mismo antes de encontrarme con Doe. Giros y más giros.
– [b][i][color=#2D1F1F]Para nada, no me apetece pasar mis últimos ratos de vida peleando. Soy más de una charla agradable.[/color][/i][/b] – admití. Desde que Doe me habló de todo lo que iba a pasar, bueno, más bien cuando empecé a creerle, elaboré una lista con todas las cosas que quería hacer antes de que llegase esa media docena de chicos que iban a conseguir acabar con todo esto. Pero las cosas siempre pasan antes de que uno se lo espere, y la lista seguía en mi bolsillo, con un par de cosillas tachadas. No me quedaba más remedio que sustituir toda esa lista por una charla agradable y salvar el mundo. [i]Menos es nada.[/i]
– [b][color=#ab4747]Por fin[/color][/b].- sonrió aliviada.- [b][color=#ab4747]¿Lo de Dritzz es un apodo o es que alguien te odia?[/color][/b]- preguntó de forma despreocupada. No estaba seguro de si se había parado a pensar que no me conocía de nada y se estaba riendo de mi nombre, o simplemente no le importaba. El caso es que sonreí.
– [b][i][color=#2D1F1F]Es Drizzt…terminado en t, viene de…no lo conocerías, de un libro de fantasía. Y también es por mi nombre, me llamo Idris.[/color][/i][/b] – expliqué. Teniendo en cuenta que mi nombre era Idris y que era…bueno, el caso es que en cuanto descubrí la saga del Elfo Oscuro no tardé en crearme un apodo, que terminó convirtiéndose en la única forma en la que dejaba llamarme a casi todo el mundo en cuanto empecé a sobrevivir en las calles. – [b][i][color=#2D1F1F]Pero puedes dejarlo en Drizz.[/color][/i][/b] – añadí. La ‘t’ siempre confundía a todo el mundo, así que muchas veces lo dejaba simplemente en Drizz.
– [b][color=#ab4747]El mío creo que lo sabes, me llamo Alexandra, aunque en el Complejo todos me llaman Alex[/color][/b].- se presentó. El Complejo había sido un sitio bastante más tétrico hacia casi dos décadas, pero ahora se había convertido en un refugio para algunos, realizaban asaltos a los Enfermeros y todo tipo de operaciones para minar al Soberano, pero el tipo seguía ahí, imperturbable. Conocía a gente que se había ido allí a refugiarse, pero eso no iba conmigo y si lo hubiera hecho, no estaríamos aquí, a punto de acabar con todo. A veces las cosas pasan por algo. – [b][color=#ab4747]Bueno, eso es lo que dicen delante, a mis espaldas me dicen cosas peores, pero que les den a todos[/color][/b]. – maldijo tratando de restarle importancia, como si no le afectase, pero se le notaba que no era así.
– [b][i][color=#2D1F1F]Cuando el sabio señala al cielo, los ignorantes miran el dedo.[/color][/i][/b] – repliqué. – [b][i][color=#2D1F1F]Al menos meterse en la boca del lobo deja un poco de lado las preocupaciones…normales. Aunque creo que nunca he tenido de esas.[/color][/i][/b] – admití. Al poco de empezar todo esto ya vivía en la calle con mi padre, después, con ocho él murió y yo me acostumbré a buscarme la vida y a esquivar a los Enfermeros, lurkers, sifones, demonios y toda la fauna, incluso la gente que solo quería sobrevivir por encima de todo, incluso de un crío. En esos momentos era cuando más echaba de menos al viejo, aunque siempre lo hacía.
– [b][color=#ab4747]La vida aquí fuera es…distinta[/color][/b].- comentó pensativa. El Complejo debía ser un diminuto oasis en un desierto terrible. Les daban algo más de seguridad, sí, pero también les aislaban de lo que estaba ocurriendo, de lo que les debería dar fuerzas para levantarse y luchar. Eran los derrotados.- [b][color=#ab4747]Aunque no tiene mucho que ver, se parece un poco a eso del Primer y Tercer Mundo del que tanto hablaban cuando estaba de moda[/color][/b]. – comentó tratando de establecer una comparación.
– [b][i][color=#2D1F1F]Aquí fuera no está el Tercer Mundo, pequeña, está el mundo Cero.[/color][/i][/b] – aseguré con sinceridad. El Soberano solo ejercía control sobre el Recuerdo y la magia, pero para ello se servía de muchos métodos, unos más terribles que otros. – [b][i][color=#2D1F1F]Igual que las posibilidades que hay de sobrevivir sin terminar convertido en un puñetero Enfermero.[/color][/i][/b] – Si un Enfermero te cogía, hurgaría en tus pensamientos y si encontraba la más ligera duda hacia la bondad de la ley del Recuerdo, te anexionaría al Compendio convirtiéndote en uno de ellos, llevando siempre una parte del Soberano en ti, para que nunca olvidases. Eso se había llevado a mucha gente buena, y había creado un vacío de poder, una ausencia de defensores, y el resto de seres malignos habían hecho de las suyas, siempre tratando de no acercarse mucho al Palacio ni a los Enfermeros.
– [b][color=#ab4747]¿Pequeña?[/color][/b]- rió ella mirándome con unos grandes ojos verdes. La muchacha no se inmutó ante mi mirada, estaba acostumbrada a que al observasen, y no le disgustaba. La observé de nuevo para que se diese cuenta de las diferencias de altura, para mí mucha gente era ‘pequeña’.- [b][color=#ab4747]Será por eso que a mí no me parece tan malo[/color][/b]. – comentó ella volviendo al tema.
– [b][i][color=#2D1F1F]El caso es que por fin me voy a tomar un descanso, lo estaba deseando.[/color][/i][/b] – admití. Ya iba siendo hora de tomarse unas vacaciones. Primero había sido cuidar de mi mismo, después, cuando encontré a Doe ciego por una quemadura mágica, había sido cuidar de él hasta que dijese lo que tenía que decir a los Seis. Y ahora, vigilarles a ellos para que llegasen hasta el Soberano.
– [b][color=#ab4747]¿Y qué piensas hacer?[/color][/b]- preguntó interesada. Me parecía que tenía una concepción equivocada de lo que iba a pasar, de aquello a lo que me refería con tomarme un descanso.
– [b][i][color=#2D1F1F]Acabar de una vez con esta mierda.[/color][/i][/b] – aseguré. – [b][i][color=#2D1F1F]Conocí el mundo de antes y esto…no puede ser.[/color][/i][/b]
Ella pareció decepcionarse, como si hubiese estado esperando la oportunidad de vivir una aventura, una menos peligrosa que esta al menos. Por la forma en la que ansiaba esa huida parecía que no era tan feliz en ese Complejo como parecía, o como quería hacer creer.- [b][color=#ab4747]Me hubiese gustado verlo[/color][/b].- percibí sinceridad y nostalgia en sus palabras, aunque quizá la nostalgia era en parte envidia, porque ella no había llegado a tener nada que echar de menos.
– [b][i][color=#2D1F1F]Quizá lo veas. Tendrás que sobrevivir.[/color][/i][/b] – le avisé. Doe me había dejado bien claro que sería un camino sin retorno para mí, que perdería gente por el camino, pero ahora, tras conocerlos, no había querido entrar en detalles, no me había dicho a quién perdería y a quién no, para que no interviniese, para que no tratase de salvarlos. – [b][i][color=#2D1F1F]Disfrútalo de mi parte.[/color][/i][/b] – añadí. Algo tenía claro, para mí si que era un camino sin retorno.
– [b][color=#ab4747]Lo haré, pero que sepas que no eres muy optimista[/color][/b].- afirmó ella. No eran conjeturas, no era falta de esperanzas, con Doe no había nada de eso, solo hechos, cosas que pasarían.
– [b][i][color=#2D1F1F]Cuando vives durante unos cuantos años con un tipo que lo sabe todo aprendes un par de cosillas.[/color][/i][/b] – repliqué.
– [b][color=#ab4747]Ilumíname[/color][/b].- respondió ella.
– [b][i][color=#2D1F1F]Esto es más de luces que se apagan.[/color][/i][/b] – expliqué sin dar demasiados detalles. No sabía cuánto podía decir sin que las cosas cambiasen, sin echar a perder lo que iba a pasar, pero tenía claro que cuanto menos, mejor. – [b][i][color=#2D1F1F]Procura no estar cerca de mí cuando pase.[/color][/i][/b] – en lo que no habría nada de malo era en intentar que una persona se salvase. Yo había tomado mi decisión a sabiendas, ellos no. Solo esperaba que con ese pequeño gesto de rebeldía, ella se lo transmitiese a los demás y tuviesen cuidado. No tenían por qué morir.
– [b][color=#ab4747]Gracias por el consejo[/color][/b].- respondió observándome.- [b][color=#ab4747]Y por odiarme con moderación[/color][/b].- añadió sin dejar de observarme a un punto fijo de la cara.- [b][color=#ab4747]Una última cosa: ¿Y eso?[/color][/b]- preguntó acercando la mano hacia la cicatriz que me surcaba la cara, pero sin llegar a tocarla.
Me vino a la mente una imagen de mí mismo hacía unos años, la herida recién abierta, con la sangre cegándome un ojo. También había sangre en mis manos, pero esa no era mía, era de los cuerpos que había en el suelo. Cuando vives en un mundo sin alma, al final pierdes la tuya.
– [b][i][color=#2D1F1F]Secuelas de un mundo que nunca debería haber existido.[/color][/i][/b]
Por suerte, era un rebelde, podía cambiar las cosas salvando a todos los que pudiese de estos seis muchachos y haría al Soberano atragantarse con mi alma.
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