Moondale

UN MAL PRESENTIMIENTO

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4] Interludio | Rebecca Lee | Exterior del Templo de los Guardianes

[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

rebeccaceo

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Cuando era pequeña estaba convencida de que me iba a casar primero con Christopher y después, con Daniel, quiero decir que o me casaba con uno o con el otro, no con los dos. Era algo que daba por supuesto, porque eran los únicos chicos que me hablaban (a excepción de los hermanos de McLeod, pero eran mayores) y que no se reían de mí porque prefiriese estudiar a perder el tiempo. Pero todo eso había quedado atrás cuando Daniel se marchó dejándome hecha un lío de sentimientos, Christopher se dedicó a viajar por el mundo y yo me quedé sola hasta que llegó la hora de elegir Universidad, cuando mi tío Jaime me pidió que eligiese una que fuese barata y ahí estaba la “Universidad de Moondale”,
conocida por su alto índice de mortalidad y a consecuencia de eso, sus precios de risa. No es que fuera una universidad de “Ivy League”, de hecho, tener un título de esa Universidad te aseguraba un puesto en el McDonald’s de la esquina más cercana, pero al menos saldría de Escocia, que había dejado de ser mi hogar tras la muerte de mi madre. Así que cuando recibí la carta de confirmación diciéndome que estaba admitida, hice las maletas y cogí el avión en Edimburgo con destino a Louna. Casi once horas infernales que finalizaron con las cuatro horas que tardó el autobús en dejarme en la puerta de la residencia, que por aquel entonces era “Hexe”.

Lo peor fue cuando me enteré de que tanto Daniel como Christopher estaban allí y tuve que fundirme con el ambiente para que no me vieran. Les esquivaba en la medida de lo posible e incluso cuando coincidíamos en algún sitio, como por ejemplo en la fiesta del Silver en la que nos poseyeron los disfraces (yo iba de “M&M”, no preguntéis por qué no me decidí al final por el disfraz de Catwoman) decidí hacerme la invisible, pero la culpa de todo la tuvo Dom. Si no hubiera estado por ahí paseándose con ese aire de “soy un gallito por el mundo me ha hecho así”, no me habría fijado en él, no habría ido a Escocia para volver a encontrármelos a todos y que descubrieran que llevaba en Moondale todo ese tiempo.
Así que cuando Dominic me miró por última vez antes de tirarse al agua, susurrando una frase de sobra conocida y una palabra final de las suyas (esta vez era “pequeña”), quise que mi poder no me impidiese agarrarle la mano y obligarle a quedarse conmigo, pero el destino del mundo tenía que depender también de él. En cuanto estuvieron en contacto con el líquido elemento, fue como si nunca hubiera existido y dos lágrimas de impotencia surcaron mis mejillas, a pesar de que siempre intentaba mantener las emociones bajo llave.

[align=center][b]***[/b][/align]

Cerré el libro de golpe y dejé escapar un suspiro mirando el reloj para cerciorarme de que habían pasado cuatro horas. No había ni rastro del Campeón en las sombras y nunca me había gustado la literatura erótica, porque me parecía que solo era útil si eras un señor o una señora de cierta edad con una vida sexual aburrida, pero Dominic se había empeñado en comprarme todos los que encontraba de la temática, porque como no habíamos tenido tiempo de seguir yendo a casa de Leonard Foster a aprender a controlar o paliar mi poder, pues…eso. Esta vez los protagonistas eran un tal Ian y una tal Francesca, pero para el caso podían otros, porque el argumento era siempre el mismo: chica tonta que nunca ha tenido relaciones sexuales a pesar de ser guapísima conoce a un tipo enigmático que guarda en secreto que es millonario y un Dios del sexo (más o menos).

Estábamos a la entrada de la cueva, sentadas una frente a la otra con una distancia considerable. Nos iluminaban varias linternas y empezaba a hacer frío. Elizabeth me miró divertida por encima de las gafas que usaba para leer y que no le gustaba ponerse porque decía que la hacían parecer una vieja. – [b][color=#D7992C]¿Qué, cuántos van ya?[/SIZE] [/b]- Me preguntó entre risas, posando su libro de Marian Keyes en el suelo, evidenciando lo que siempre decían de Diana y es que se parecía mucho a su madre.

– [b][i][color=#CC858A]La verdad es que no lo sé, porque son todos iguales[/color][/i][/b].- Protesté y lo dejé a un lado. Si había algo peor que un libro erótico es un libro erótico escribo con lenguaje chabacano, como era el caso de éste.

– [b][color=#D7992C]Deberías probar algo más ligero, como ‘Lucy Sullivan se casa’. Al final del todo hay…de eso, pero al menos tiene sentido[/color][/b].- Me recomendó fastidiándome un poco el final, que era obvio, por otro lado. Tampoco era muy amiga de los típicos libros “chic-flick” que tanto le gustaban a la madre de las Echolls, pero no quería parecer una pedante.

– [b][i][color=#CC858A]La culpa es de Dom[/color][/i][/b].- Me sinceré de pronto sin darme cuenta de que estaba delante de una mujer que rondaba los cincuenta y que era la madre de mis amigas.

Ella se hizo la loca y dejó escapar una carcajada, pero volvió al libro para no avergonzarme.- [b][color=#D7992C]¿Crees que estarán bien?[/color][/b]- Comentó cambiando de tercio, con la mirada ensombrecida.

– [b][i][color=#CC858A]No lo sé[/color][/i][/b].- Admití en una especie de frase que sonaba más a suspiro. No sabía si Dom estaría bien, si volvería a verle, si escucharía su voz llamándome algún apodo ridículo como “pequeña o nena”, como tampoco sabía si alguna vez podríamos volver a tocarnos: ¿Y si nunca era capaz de controlar mi maldición, porque siempre habría algo más importante que hacer?

Nos quedamos en silencio. Miré a mi alrededor, vi la angosta cueva, comprendiendo que estábamos indefensas y cogí una de las mantas que llevaba en la mochila para taparme un poco las piernas.

– [b][color=#D7992C]Tengo un mal presentimiento[/color][/b].- Concedió finalmente y asentí con la cabeza, intentando controlar el nudo de ansiedad que se había colocado en mi pecho.

Cogí el libro, la manta y avancé hasta donde estaba Elizabeth. Me dejé caer en el suelo y nos tapé con la manta, colocando mi cabeza en su hombro, que estaba protegido por la ropa, por lo que no corría riesgos.

No hacía falta tener el poder de Diana para saber que esa noche iba a ocurrir algo terriblemente doloroso.
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[spoiler]Interludio chorra, espero que os guste ^^ [/spoiler]

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