Moondale

FORMANDO UN RECUERDO IMBORRABLE

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Diana Echolls| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba del Fuego

[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

samsara-2

[SIZE=3]Kaylee se estaba muriendo. No estaba enferma, ni había sufrido un accidente, ni siquiera era una anciana, simplemente se moría porque Los Grandes Poderes la habían creado con ese propósito y eso era lo más duro.

La muerte nunca es agradable y siempre te pilla desprevenida, haciendo que te sientas como si te hubieran arrancado un pedazo de tu alma, un pedazo que se lleva la persona que se marcha, pero esto era mucho peor, porque su vida carecía de sentido. Se llamaba Kaylee y era mi hermana, pero podría haber sido Cara, Ed e incluso Sarah, porque su apariencia era lo de menos. Los Grandes Poderes la habían creado con un propósito, como si fuese un cerdo al que se alimenta para después sacrificarlo.

Siendo sincera, nunca me había gustado Kaylee. Primero, porque en la vida de Siobhan se llamaba Megan y nos odiaba, parecía como si hubiera venido este mundo a fastidiarnos a Sarah y a mí y segundo, porque en esta versión tenía un enorme palo en el culo. Prefería a Kaylee antes que a su versión dentuda, pero no encajábamos del todo, quizás porque era más [s]aburrida[/s] seria, y cerebral que yo. Éramos muy diferentes, pero no diferentes del tipo que encajan bien, sino diferentes del estilo que se ignoran para que no estalle una Guerra Mundial.

Aún así, que solo fuese un peón en la batalla contra el Doctor me dolía tanto que ni siquiera sabía cómo expresarlo. Cada vez me costaba más recordar a Siobhan y a la rubia. Era como si la vida siempre hubiera sido así, como si Ed nunca hubiese venido de otra realidad en la que todos estábamos muertos y como si a mí no me hubieran ofrecido cambiar para no morir de Cáncer. Si me paraba a pensarlo, tenía sentido haber crecido junto a los tres, con Ed queriendo jugar a los Playmobil y nosotras obligándole a ser el padre de nuestros muñecos, porque para eso era el único niño. Tenían más sentido los veranos en Merelia en los que estábamos los cuatro que cualquier retazo que pudiera recibir de Siobhan o de la rubia. La vida estaba bien así, con Ed dando un poco de grima por haberse enamorado de una de sus mejores amigas con las que había pasado la mayor parte de su infancia y adolescencia, pero ahora nos lo querían arrebatar todo y no era justo.

Cuando acabó su prueba, caminé a su lado unos minutos en los que no fuimos capaces de articular palabra, algo que nunca es una buena señal en mí. Así estuvimos hasta que se apagaron las antorchas y todo quedó a oscuras. Una vez que sucedió eso, empecé a gritar rota por el dolor. Ya no solo el dolor físico que me acompañaba desde hacía unas semanas, sino un dolor más profundo que se había instalado en mi pecho como una enorme bola que no me dejaba respirar. El grito iba acompañado de lágrimas que recorrían mis mejillas sin que pudiera hacer nada para detenerlas.

– [b][i][color=#843181]¿Por qué?[/SIZE][/i][/b]- Le pregunté al aire tapándome la cara para intentar controlar las lágrimas que salían a borbotones.

No obtuve respuesta. Mi fan estaba apagado o fuera de cobertura, porque estábamos en el puñetero centro del mundo, pero las antorchas volvieron a encenderse. Me apoyé en la pared rocosa más cercana y me sequé las lágrimas intentando serenarme, cosa que sucedió al poco. El dolor seguía ahí, pero al menos podría disimularlo cuando llegase mi próximo compañero, que esperaba que fuera alguien que no conociese mucho, como por ejemplo, Vincent o Hiroshi.

A los pocos minutos, empecé a escuchar unos pasos y cuando levanté la vista se me heló la sangre: Ed caminaba hacia mí esbozando una amplia sonrisa. No quería mirarle a la cara, así que me fijé en su camiseta verde pistacho que parecía húmeda, seguramente la ola le había arrastrado.

Cuando estuvo a mi altura, no me quedó más remedio que devolverle la sonrisa, que él me correspondió con un cálido abrazo que hizo que las lágrimas amenazaran con volver a salir. Si había alguien en este mundo que se mereciese unicornios, gominolas y florecitas, era él.- [b][i][color=#843181]Ed…hola[/color][/i][/b].- Solté con dificultad al separarnos y el nudo volvió a colocarse en mi pecho.

– [b][i][color=#266EAC]¿Te encuentras bien? Estás más pálida que Illya[/color][/i][/b].- Colocó su mano en mi hombro y sus ojos grises se cruzaron con los míos , que estaban enrojecidos. Si su cerebro estaba tan confuso como el mío, seguramente tendría dos realidades en las que me conocía lo bastante como para saber que algo no iba bien.

– [b][i][color=#843181]¿Estás insinuando que tengo que ir a la playa?[/color][/i][/b]- Comenté zafándome de su mano y caminando hasta la entrada de la prueba que estaba a escasos metros de distancia sin mirarle.

La puerta era enorme y de madera, como todas las demás, pero se diferenciaba en los grabados que mostraban plumas, aunque si te fijabas con detenimiento, podías ver que además de plumas eran llamas.- [b][i][color=#266EAC] No, que luego te pones como una gamba[/color][/i][/b].- Bromeó colocando el colgante en la ranura sin que tuviera que decirle nada y yo, hice lo mismo.- [b][i][color=#843181]¿Quién será el pirómano: tú o yo?[/color][/i][/b]

– [b][i][color=#266EAC] Los dos, pero esta es tuya. Yo ya pasé mi prueba de fuego[/color][/i][/b].- Le miré por el rabillo del ojo y me sentí orgullosa de él, pero también infinitamente triste. La vida era injusta con los que se merecían lo mejor.

Ese pensamiento de rabia contenida y de orgullo conectó inmediatamente con mi colgante, haciendo que mientras que las pesadas puertas se abrían, notase en mi interior el calor del fuego, pero también la destrucción.

Recogimos los colgantes y atravesamos el umbral, quedando frente a un paisaje puramente volcánico de arena negra y humeante, que culminaba al fondo con un volcán activo a escasa altura, dispuesto a entrar en erupción en cualquier momento. El cielo estaba grisáceo, plomizo, más o menos como mi humor en ese momento. – [b][i][color=#843181]Con esto a lo mejor me pongo morena[/color][/i][/b].- Le comenté a Ed de pasada empezando a caminar. Si Cara tenía razón, lo difícil de las pruebas era saber lo que querían los Guardianes.

– [b][i][color=#266EAC] O lo mismo acabamos carbonizados[/color][/i][/b].- Murmuró siguiéndome y las puertas se cerraron tras nosotros con un gran estruendo.

Él caminaba a mi lado, con su hombro rozando el mío, pero no hablábamos, porque temía que si lo hacía, acabase contándole la verdad. Sabía que ese comportamiento le estaba haciendo sospechar, pero la otra opción era hacerle daño.

Como el volcán estaba en una montaña de escasa altura, al poco estuvimos en la cima. Hacía un calor insoportable, pero me obligué a acercarme todo lo posible, a observar el magma moverse de manera hipnótica. Parecía imposible que hubiera un volcán detrás de una puerta, pero así era. Me quedé en silencio unos minutos en silencio, hasta que la lava empezó a formar remolinos y de ellos, salió un enorme pájaro de fuego, un fénix, tan bello como imponente. Noté un escalofrío recorrerme la espina dorsal y cuando me miré la mano: ahí estaban unas pequeñas venas negras. Disimulé el temblor apretando el puño y miré a Ed.- [b][i][color=#843181]Espero que no tengas que acabar tirándome al volcán[/color][/i][/b].

– [b][i][color=#266EAC] Eso nunca será una opción[/color][/i][/b].- Respondió sin apartar la vista del ave que sobrevolaba nuestras cabezas y noté cómo los nervios se apoderaban de mí. Si no los mantenía a raya, acabarían con todo, empezando por mí misma.

– [b][i][color=#c26117]Hola, hechicera.[/color][/i][/b] – Una voz cálida susurró en mi cabeza: el fénix se estaba comunicando conmigo y al parecer, Ed también podía escucharlo.

– [b][i][color=#843181]¿Qué tal, Fawkes?[/color][/i][/b]- Pregunté con deliberada despreocupación, intentando mantener a raya toda la maldad que pugnaba por salir. Me miré nuevamente las manos y no había rastro de venas negras, pero sí la sensación de ansiedad, las ganas de quererlo todo y cómo podía conseguirlo.

– [b][i][color=#c26117]Mi nombre es Samsara.[/color][/i][/b] – Ignoró mi chiste. – [b][i][color=#c26117]El Ciclo Eterno.[/color][/i][/b] – Su mirada se cruzó con la mía.

– [b][i][color=#843181]¿Esa no es la niña de The Ring?[/color][/i][/b]- Cuantas más gilipolleces decía, menos tiempo pasaba pensando.

– [b][i][color=#c26117]No es tiempo para bromas.[/color][/i][/b] – Al decir eso, su cuerpo se tornó dentro durante una milésima de segundo. Me fijé en Ed, que también se había dado cuenta y el nerviosismo hizo que me temblaran las piernas. Estaba perdiendo la batalla. Podía notarlo.

– [b][i][color=#266EAC] Diana, no cabrees a la guardiana[/color][/i][/b].- Me recordó con paciencia, pero empezaba a molestarme su presencia. Si no hubiera estado allí, ya podría haberme hecho con el poder necesario para acabar con la Guardiana, porque de eso se trataba la prueba, ¿no?

– [b][i][color=#843181]O bromeo o me lanzo al volcán de cabeza. Mis opciones son escasas[/color][/i][/b].- Espeté tensa y noté cómo, poco a poco, iba siendo menos Diana y más monstruo.

– [b][i][color=#c26117]Quizá el punto de mira esté corrupto.[/color][/i][/b] – No me gustaban los consejos, especialmente los suyos. En cuanto dejásemos de perder el tiempo, le iba a atar el pico.

– [b][i][color=#843181]O quizás la corrupta eres tú, que estás provocando a la Bruja Mala del Oeste[/color][/i][/b].- Me estaba provocando y luego venía a darme consejos.

– [b][i][color=#266EAC] El verde siempre te ha quedado bien[/color][/i][/b].- Me guiñó un ojo, pero no lo entendí. No comprendía cómo podía decir una tontería así cuando lo que tenía que hacer era apartarse y dejarme acabar con la Guardiana para hacerme con todo su poder. Eso era lo importante.

La Guardiana soltó una carcajada sarcástica.- [b][i][color=#c26117]No tienes ni idea del poder que tienes ante ti, hechicera.[/color][/i][/b] – Volvió a tornarse oscura y al poco, recuperó su plumaje original.

– [b][i][color=#843181]¿Qué quieres de mí?[/color][/i][/b]- Mi paciencia estaba ya en el fondo del volcán.

– [b][i][color=#c26117]Que aprendas una valiosa lección, mortal.[/color][/i][/b] – Batió sus alas y una humareda de color oscuro impactó sobre mi cuerpo, a pesar de que intenté detenerla. Noté cómo esa maldad que tenía dentro y con la que convivía a diario se liberaba como un torrente de agua, arrasando lo bueno y dejándolo todo destrozado. Vi a Mason, al Doctor, a los babosos de la cafetería en la que trabajé para ayudar a mi madre, a Sarah sufriendo por no aceptar su legado…vi demasiadas cosas en poco tiempo.

[align=center][b]***[/b][/align]

El humo oscuro me elevó al suelo, me hizo girar entre las imágenes dolorosas y me soltó en el con rabia. Ya no era la Echolls patética, era el monstruo de los ojos oscuros, la Bruja mala del Moondale. No me hacía falta ver mi reflejo para saber que mi pelo ya no era rojo, sino negro, al igual que mis ojos y las venas que recorrían todo mi cuerpo. Todo estaba bien al fin.- [b][i][color=#843181]No sabes lo que has hecho…[/color][/i][/b]- Sonreí con malicia y dejé que la magia me hiciera cosquillas por todo el cuerpo.

– [b][i][color=#c26117]¿A qué crees que juegas, mortal?[/color][/i][/b] – Una llamarada de fuego oscuro quiso impactar sobre mi brazo, pero lo esquivé con gracia, danzando al ritmo de la música que marcaba la magia. – [b][i][color=#c26117]¿Piensas que tu patético poder podrá algo conmigo?[/color][/i][/b]

– [b][i][color=#266EAC] Oh, creo que sí lo sabe y esa es su prueba[/color][/i][/b].- Comentó la voz de un ser inferior al que ni me digné a mirar. Si seguía hablando, le cortaría la lengua.

– [b][i][color=#c26117]¿A qué crees que juegas, mortal?[/color][/i][/b] – Conjuré unas estacas de hielo y se las lancé al pajarraco de marras, pero se derritieron al entrar en contacto con ella.- [b][i][color=#c26117]¿Piensas que tu patético poder podrá algo conmigo?[/color][/i][/b]

– [b][i][color=#843181]A lo mejor ha llegado el momento de acabar con estas pruebas y qué mejor que empezar con un pajarraco bocazas[/color][/i][/b].- Conjuré estacas de fuego, pero éstas eran más potentes.

– [b][i][color=#266EAC] Es un fénix, Diana. Aunque lo mates renacerá de sus llamas. Te está provocando, no la escuches[/color][/i][/b].- Otra vez la voz molesta. Me estaba empezando a dar dolor de cabeza.

El fénix lanzó una onda expansiva de fuego que derritió las estacas. Me estaba destrozando los nervios. – [b][i][color=#c26117]Nunca podrías superarme[/color][/i][/b].- Al decir esto, lanzó una llama de fuego que impactó en mi brazo. En cuanto impactó con mi piel, me hizo una quemadura considerable que me enfadó aún más.

Cerré los ojos y me concentré en el poder que recorría mis venas. Cuando los abrí, lancé rayos, bolas eléctricas y estacas de hielo.- [b][i][color=#843181]Si renace, la mataré todas las veces que sean necesarias[/color][/i][/b].- Pero siempre se salía con la suya.
– [b][i][color=#266EAC] Nunca acabarías con ella y tenemos un objetivo mayor,
¿recuerdas?[/color][/i][/b]- Comentó el pesado. Todavía recordaba lo que le iban a hacer a su novia y aunque me importaba mucho menos que arrancarle la cabeza al fénix, me digné a responderle.

– [b][i][color=#843181]No tienes ni idea. No sabes lo que han hecho[/color][/i][/b].- Dejé escapar una carcajada enloquecida y volví a atacar al fénix con rayos de color morado que salieron de mis brazos.

– [b][i][color=#266EAC] Es su cometido, igual que es el nuestro superar sus pruebas[/color][/i][/b].- Le dediqué una mirada de desprecio, pero él no se amedrentó. Si no me tenía miedo, tendría que matarle y eso que su poder no me interesaba.

– [b][i][color=#843181]¿Qué te parece si jugamos a un juego en el que tú te callas y yo me cargo al pajarraco hormonado éste?[/color][/i][/b]- Le interrumpí retomando mi ataque.

– [b][i][color=#c26117]Sueñas, mortal[/color][/i][/b].– El fénix era más fuerte que yo y disfrutaba demostrándolo, pero debía tener algún punto débil, aunque no me dejó encontrarlo porque volvió a aletear hasta que una nube de humo negro cubrió al chico, al que tenía que contarle lo que iban a hacer con su novia para que entendiera que debía ayudarme a matar el fénix y luego apartarse de mi camino.

Él cayó al suelo, con dificultad para respirar por aquel humo tóxico y me quedé mirándole: me inspiraba una especie de sentimiento extraño que interfería con la magia. El fénix me observó y el rojo brilló en su plumaje momentáneamente, a lo mejor ése era su punto débil.- [b][i][color=#843181]Solo somos marionetas, tengo que matarla. ¿No ves lo que te está haciendo?[/color][/i][/b]- Estaba exasperada porque aquel chico no entendía nada.

Tosió un par de veces antes de hablar.- [b][i][color=#266EAC] No vas a hacer daño. No vas a matarme. He muerto y renacido como tú. Ésta no es mi prueba, es la suya. Si piensas que atacándome harás que entre en cólera te equivocas, ella es mejor que tú[/color][/i][/b].- Le espetó al pájaro poniéndose en pie con dificultad.

No entendía nada: ¿Por qué me defendía? ¿Por qué sentía algo bueno por él? La magia perdía fuerza cada vez que dejaba paso que las emociones humanas se abrieran paso en mi interior.- [b][i][color=#c26117]Te consumes igual que una llama, ¿pero puedes alzarte de nuevo como una?[/color][/i][/b] – Lanzó unas bolas de fuego que se propagaron con rapidez rodeándonos.

Dejé escapar un grito de rabia e intenté apagarlo con todas mis fuerzas, pero todo era inútil. Cuanto más me enfadaba, cuanto más luchaba, más altas eran las llamaradas que nos amenazaban al chico y a mí.- [b][i][color=#c26117]No tienes poder suficiente.[/color][/i][/b] – El fénix empezó a temblar con violencia hasta que explotó en el cielo. La ceniza cayó al suelo, frente a mí. Ahora no era más que cenizas y aún así, seguía siendo más fuerte que yo. El fuego nos cercaba, las cenizas estaban en el suelo y los sentimientos, esos malditos sentimientos me estaban haciendo daño.

– [b][i][color=#843181]Debería acabar con todo. Si no os empeñarais en que dejase la magia de lado sería poderosa. Podría con ese fénix y con cualquiera[/color][/i][/b].- Le expliqué al chico, que me miraba.

– [b][i][color=#266EAC] El no poder contra nuestros enemigos es lo que nos hace humanos, Diana. Con demasiado poder acabaríamos convertidos en monstruos, y tú no eres un monstruo… bueno, tal vez el de las galletas[/color][/i][/b].- Esbozó una sonrisa triste que me recordó algo, pero todavía no sabía qué.

– [b][i][color=#843181]Soy un monstruo. Mírame. Deberías tenerme miedo[/color][/i][/b].- Conjuré una bola de fuego que lancé al que nos rodeaba para seguir alimentándolo, pero ni siquiera sirvió para eso, simplemente desapareció.

– [b][i][color=#266EAC] Bueno, pues no lo tengo. Sé quién eres[/color][/i][/b].- Me puso las manos en los hombros y me obligó a mirarle a los ojos.

– [b][i][color=#843181]No me toques…[/color][/i][/b]- Le pedí en un susurro casi inaudible intentando librarme de él.

– [b][i][color=#266EAC]Eres mi mejor amiga, la que siempre tiene una sonrisa para todo y nos alegra con sus comentarios inapropiados. ¿Esto? Esto no es más que una fase, y sé que la superarás. Como las espinillas en la pubertad[/color][/i][/b].- Me besó en la frente, apartando unos cuantos mechones rebeldes y me abrazó con fuerza. Quería que se alejara de mí y también que no me soltara nunca. Acerqué mi nariz a su hombro y aspiré su olor: olía a casa. ¿De verdad era mi amigo? ¿De verdad un monstruo podía tener casa? Rebusqué en mi interior, en el bueno y le vi sonriéndome casi sin dientes en las playas de Merelia cuando éramos niños. Nos vi subidos en una moto junto a Sarah en mi baile de graduación. Le vi trepando una escalera vestido de Romeo, mientras que yo explotaba una enorme pompa de chicle porque era una Julieta desganada. Le vi abrazándome en este mismo momento, como si formara parte de algo que debía recordar en el futuro, como si en ese instante se estuviera formando un recuerdo imborrable.
– [b][i][color=#843181]Soy un monstruo Ed, tengo que serlo. Si no fuera un monstruo no me pasaría todo esto[/color][/i][/b].- Le miré, sin soltarme de su abrazo y noté cómo las lágrimas me recorrían el rostro. Aparté la mirada para que no me viera, porque no me gustaba mostrarme frágil e intenté recoger las lágrimas con los dedos, que eran de color negro.

Me apartó las manos y dejó que las lágrimas siguieran su curso.- [b][i][color=#266EAC] No eres un monstruo, un monstruo no habría hecho todo esto para encontrar una forma de ayudar a sus amigos[/color][/i][/b].- Eso me recordó a todos los demás, especialmente a Christopher, al que quería con toda mi alma y a mis hermanas, pero la herida por lo que le iba a pasar a Kaylee todavía sangraba con fuerza.

– [b][i][color=#843181]Sí lo soy, estoy luchando contra mí misma para no…matarte[/color][/i][/b].- Le expliqué conmocionada por tantos sentimientos. Conjuré una bola de fuego que perdió fuerza al no estar alimentada por el ansia de poder y se apagó pronto.

– [b][i][color=#266EAC] ¿Gatillazo mágico?[/color][/i][/b]- Bromeó sin liberarme de su abrazo.- [b][i][color=#266EAC] Si quieres matarme ponte a la cola, primero va Illya[/color][/i][/b].- Me miró con cariño y volvió a besarme en la frente. Era como si de pronto, yo fuera más pequeña que él.- [b][i][color=#266EAC] Pero sé que nunca lo harás[/color][/i][/b].

– [b][i][color=#843181]No deberías ser tan bueno[/color][/i][/b].- Le abracé con todas mis fuerzas.- [b][i][color=#843181]Hay una cosa que no puedo contarte. Necesito que me perdones, pero no puedo hacerlo…[/color][/i][/b]- Comenté con la cabeza hundida en su hombro. Si tenía que salir de aquel círculo de fuego y de esa maldita prueba que por fin estaba empezando a recordar, necesitaba saber que no le iba a perder.

Ni siquiera se lo pensó.- [b][i][color=#266EAC] Estás perdonada[/color][/i][/b].- Noté cómo algo dentro de mí se resquebrajaba e inspiré aire con fuerza. Tras eso, me acarició el pelo durante un segundo, que fue lo que tardé en recuperar fuerzas y nos separamos.

– [b][i][color=#843181]Iba a decirte «te quiero», pero no soy ninguna moñas y además, no me apetece que te emociones[/color][/i][/b].- Comenté entre risas y miré al suelo, en el que había un cerco negro. A mi alrededor, el anillo de fuego había desaparecido.

– [b][i][color=#266EAC] Te lo tienes muy creído[/color][/i][/b].- Me devolvió la broma.

– [b][i][color=#843181]Es que estoy muy buena y tengo mucho carisma[/color][/i][/b].- Le di un beso rápido en la mejilla, susurrando un “gracias” y miré al suelo, en el lugar en el que estaban las cenizas.- [b][i][color=#843181]A ver qué se cuenta el pajarraco[/color][/i][/b].

Las cenizas comenzaron a moverse, primero lentamente y luego a mayor velocidad, hasta que de ellas surgió un fénix bellísimo que alzó el vuelo. – [b][i][color=#c26117]Hola de nuevo, hechicera.[/color][/i][/b] – Dejó caer dos plumas sobre nosotros y las heridas de guerra desaparecieron. Era de un color anaranjado brillante, con algunas plumas en color dorado. Era tan bella que su sola presencia me abrumaba.

– [b][i][color=#843181]Ahora que no vas de chunga, estás hasta guapa[/color][/i][/b].- Esbocé una sonrisa cansada.

– [b][i][color=#c26117]La oscuridad sigue consumiéndote. Pronto volverá.[/color][/i][/b] – Me miró con dulzura.

– [b][i][color=#843181]Pero puedo con ella, para eso me dieron los Grandes Poderes este cuerpo[/color][/i][/b].- Le expliqué a Samsara.

– [b][i][color=#c26117]No, te lo dieron por tus visiones, la oscuridad es demasiado para cualquier cuerpo.[/color][/i][/b] – Me aseguró. – [b][i][color=#c26117]Yo tuve que morir para librarme de ella[/color][/i][/b].

Eché un vistazo a mi alrededor y vi el volcán, al que no nos habíamos acercado en ningún momento y que debía tener algún propósito.- [b][i][color=#843181]¿Tengo que morir?[/color][/i][/b]- Hablaba completamente en serio.

– [b][i][color=#c26117]Eso está en tu mano, hechicera.[/color][/i][/b] – Me miró y sus ojos se alargaron, como si sonriera. – [b][i][color=#c26117]Eres fuego, hasta la última consecuencia.[/color][/i][/b]

– [b][i][color=#843181]Ed, al parecer lo de que tenía que tirarme al volcán no era broma[/color][/i][/b].- Le expliqué a mi amigo que no daba crédito.

– [b][i][color=#266EAC] ¿Qué? No puede ser verdad. ¿Te estás quedando conmigo? Te estás quedando conmigo[/color][/i][/b].- Toda la locuacidad que había mostrado antes, se había esfumado con los nervios.

– [b][i][color=#843181]Tengo que hacerlo[/color][/i][/b].- Acerqué mi mano a la suya y la rocé un minuto, en la que él me devolvió un apretón cariñoso. Después, miré a Samsara y eché a correr en dirección al volcán, deseando no estar equivocada para no quedar como la Campeona más tonta de la historia.

Me tiré al volcán como si fuera una piscina de lava, “haciendo una bomba”, sujetando mis pies y dejándome caer como un ovillo, sin ninguna gracia. El magma acarició mi cuerpo, era reconfortante e incluso agradable, no me estaba quemando, no estaba sufriendo daños, simplemente estaba cambiando. Dejé que me cubriera completamente, liberándome de todo, incluso de mi propia piel, del que era mi cuerpo.

– [b][i][color=#266EAC] ¡Diana![/color][/i][/b]- Escuché a Ed llamarme en la lejanía. A pesar de estar cubierta por la lava, podía oírle, pero todavía no podía salir. No estaba lista: ¿Cómo podía explicárselo?

Cerré los ojos y me dejé ir, explotando bajo la lava y cuando los abrí nuevamente, estaba al borde del volcán, completamente desnuda y, aunque seguía siendo la misma, sabía que había cambiado.-[b][i][color=#843181]Ed, necesito unas bragas, aunque sean las tuyas. Y no es broma[/color][/i][/b].- Amenacé poniéndome en pie con dificultad. Me miré las manos y las noté raras, pero no pude detenerme a observarlas porque estaba completamente desnuda. Las puntas pelirrojas de mi cabello me tapaban el pecho de mala manera, aunque estaba segura de que antes era más corto y con ambas manos me tapé el sexo, mientras caminaba con dificultad hasta la altura de Ed que me lanzó sin mirarme una chaqueta que llevaba y que casi no me tapaba el culo.

Me detuve a la altura de las brasas de lo que antes había sido el aro de fuego y miré a Samsara esperando a que me diera la charla, a la par que daba tirones para que Ed no me viera las intimidades. Por suerte, algunas de las chicas no habían sido tan tontas como yo y llevaban ropa interior nueva de sobra, que podrían darme en cuanto las encontrara.

– [b][i][color=#c26117]El fuego protege, calienta, ilumina…pero a veces, se descontrola, y hay que apagarlo, pero puede volver a encenderse, más cálido y luminoso que antes[/color][/i][/b] – Me aseguró. – [b][i][color=#c26117]Sé el fuego protector de los tuyos y, cuando las cosas vayan mal, renaz de tus cenizas e ilumina de nuevo el camino[/color][/i][/b].- Batió sus alas y una puerta formada por fuego apareció.- [b][i]
[color=#c26117]Ahora es un Fénix, alzado de las cenizas, un nuevo cuerpo, el mismo alma, pero completamente pura y poderosa[/color][/i][/b].- Asentí agradecida y empecé a procesar lo que me estaba diciendo.

– [b][i][color=#266EAC]¿Cómo que nuevo cuerpo? Si hace años que los Poderes te cambiaron…[/color][/i][/b] – Ed se rascó la coronilla y me acompañó sin mirarme las piernas, como buen caballero que era.

Mientras cruzábamos la puerta de fuego, miré a Samsara, que se lanzó al volcán y al poco reapareció: sabía que era la misma, aunque no lo parecía, había rasgos que evidenciaban el cambio. A lo mejor era eso lo que me había pasado a mí, pero no podía recordar cómo era antes.

Ya no era Siobhan, ni la rubia, ni de la de los ojos negros.

Era simplemente Diana Echolls y eso estaba jodidamente bien.

[align=center][i]Don’t break me down
I’ve been traveling too long
I’ve been trying too hard
With one pretty song…[/i][/align][/color]

[spoiler]Me ha costado muchísimo, pero al final la he dejado que haga lo que quiera y…así ha ido la cosa. Espero que os guste. A Alph seguro que sí, porque puede shippear por un tubo XDDD.[/spoiler]

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