Moondale

UN MUEBLE CON PINCHOS

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Rebecca Lee | Pico Tantree | Interludio

[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

rebeccaceo

Me desperté sobresaltada, convencida de que alguien me estaba mirando, pero cuando abrí los ojos no había nadie. A mi alrededor la cueva seguía vacía y era noche cerrada. Seguramente había tenido una pesadilla, pero continuaba con la piel de gallina y una sensación de desasosiego que me hacía creer que en cualquier momento iba a pasar algo malo. Intenté despejar de mi mente esa idea y cogí el libro, pero tanta era la efervescencia sexual de Ian y Francesca, que me resultaba imposible concentrarme por culpa de tanta palabra soez. Además, hacía tanto que entre Dom y yo no había nada físico que se me estaba empezando a olvidar. Entre eso y que Elizabeth continuaba con la cabeza posada sobre mi hombro, no había quién se centrase.

Moví el brazo un par de veces, pero Elizabeth parecía no enterarse de nada. Nunca había sido una mujer de acción, a pesar de que mi mala leche pudiera evidenciar lo contrario. Mi maldición era una ventaja en según qué circunstancias, pero eso no me convertía en una máquina de matar: no tenía la ausencia de miedo de Cara, la fuerza de Sarah, el poder de Diana, ni imponía como Illya. Era como un mueble con pinchos. Que sí, si te apoyabas en él podía hacerte daño, pero el resto del tiempo era completamente inútil.

Intentando no moverme mucho, busqué en el bolso y saqué el móvil, que desbloqueé mecánicamente. De fondo de pantalla había una foto en la que salíamos Dominic y yo, que él se había empeñado en que pusiera. Era de cuando nos conocimos oficialmente, ya sabéis, durante el viaje a Escocia en el que le puse a prueba porque estaba convencida de que…de que se estaba acostando con Sylver y Ann. Vale, ya lo he dicho. En concreto, del día en el que me invitaron al Lago Ness y se dedicó a incordiarme mientras leía, hasta que accedí a hacerle caso. La cuestión es que teníamos cientos de fotos mejores que acompañaban a momentos más románticos: el desayuno que me trajo a la cama la mañana después de que…se pusiera nervioso porque le conté que Cecil Anwalt me había besado después de que accediese a salir con él o cuando contrató a los violinistas y me dijo que estaba enamorado, eso sólo por mencionar dos, pero a él le gustaba esa, porque yo salía mirando a la cámara con cara de pocos amigos, mientras que él componía una mueca y, aunque no se viera, haciéndome cosquillas. Conociéndole, estaría aprovechando para tocar más de la cuenta, pero una tampoco es de piedra.

Miré la foto durante un poco más, pensando en las escasas probabilidades que había de que un chico rubio, con los ojos azules, labios carnosos y los brazos como dos columnas griegas se acabase enamorando de una chica bajita, antipática, mitad escocesa mitad de Turee, que veía menos que un topo, pero había pasado (a la inversa también, pero fue antes) y a la misma vez que otro se interesaba por mí, porque ya sabéis que no hay nada más interesante que jugar con lo que otro ya tiene en las manos. En eso estaba pensando cuando confirmé que no tenía conectividad y volví a guardarlo en el bolso. No estaba preocupada porque Dominic hubiese vuelto a las andadas (que luego descubrí que no eran para tanto), porque eso lo habíamos superado hace mucho, a pesar de que mi maldición a veces me hiciese sentir insegura, especialmente porque habíamos pasado una etapa en la que repetíamos con mucha frecuencia lo ocurrido esas dos noches y ahora…bueno, no creo que haga falta que lo explique. Estaba preocupada porque no había podido ir con él y me sentía inútil. En parte, me fastidiaba no haber sido Campeona, bueno, en realidad me fastidiaba enormemente, porque me recordaba a cuando se formaban los equipos en Educación Física y nadie quería escogerme porque no se me daban bien los deportes.

Al parecer, los Grandes Poderes tampoco confiaban en mi capacidad para salvar el mundo, pero sí en la de un Campeón en las Sombras. Sintiéndome frustrada, dejé escapar un suspiro y eché la cabeza hacia atrás, intentando volver a dormir, pero esta vez el ruido era real, no producto de mi imaginación. Abrí los ojos de golpe y vi, frente a nosotros, surgido del lago por el que se habían ido todos, a una abominación formada por partes metálicas y…restos de Liad, el amigo preguntón de Anwalt, que Elizabeth había cuidado como si fuera un hijo y que era producto del ADN del General Preston y de una tal Margaret Cleaver que había dirigido la Iniciativa. Sin pensarlo mucho, le di un codazo a la madre de las Echolls, que se despertó al instante y, colocándose las gafas, preguntó.-[b][color=#D7992C]¿Liad?[/SIZE][/b]

– [b][color=#5D4C20]Mi nombre es Cryad. Ya no soy un enano[/color][/b].- Tanto Elizabeth como yo nos pusimos en pie, aún sin separarnos de la pared.

– [b][i][color=#CC858A]¿Qué quieres?[/color][/i][/b]- Le corté sin miramientos. Detestaba su tono voz y ese aire de niñato resabiado.

– [b][color=#5D4C20]Qué hermana más fría me ha tocado.[/color][/b] – Aseguró poniéndome los pelos de punta. No era mi hermano, sólo era un engendro, un error de la ciencia. – [b][color=#5D4C20]Tengo un pequeño encargo, quitaros a vosotras del medio.[/color][/b] – Esbozó una amplia sonrisa que hizo que los apliques metálicos que le sujetaban la boca, se tensaran. No pude evitar poner cara de asco.

– [b][i][color=#CC858A]No podrías ser hermano de nadie, porque no eres más que un experimento fallido[/color][/i][/b].- Espeté con furia, al ver que avanzaba hacia nosotras con andares erráticos, como si las piernas las tuviera sujetas con grapas, cosa que era probable.

– [b][color=#5D4C20]Ah no, fallido no, yo soy el que más se parece a papaíto[/color][/b] – Replicó sin detener su avance, que seguramente se estaba viendo afectado por haber atravesado el agua siendo en gran parte de metal.

Elizabeth, que hasta ese momento había permanecido en silencio, habló con voz temblorosa.- [b][color=#D7992C]¿En qué…te has convertido?[/color][/b] – En cada una de sus palabras, había dolor, no en vano había pasado unos cuantos meses en su casa.

– [b][color=#5D4C20]No me he convertido, siempre he querido lo mismo[/color][/b].- Le explicó con un destello de malicia en los ojos, quedándose quieto a escasa distancia de nuestra posición.

– [b][i][color=#CC858A]Esto es absurdo[/color][/i][/b].- Suspiré con los nervios a flor de piel. No teníamos muchas opciones si intentaba atacarnos y este diálogo no podía continuar eternamente.

– [b][color=#5D4C20]¿Sabes lo difícil que es ser inteligente y que todos te traten como a un crío?[/color][/b] – Movió la cabeza hacia un lado de manera antinatural.

– [b][color=#D7992C]Sé lo difícil que es ayudar a alguien que lo necesita y que acabe convertido en un monstruo[/color][/b].- Elizabeth lo dijo con el dolor transformándose en asco. Ese monstruo cuya desnudez cubrían trozos metálicos no podía ser el preadolescente que se habían llevado de su casa entre gritos unos meses atrás, pero lo era, porque el General Preston, mi padre, era capaz de eso y de mucho más, como de joderle la vida a su hija impidiendo que pueda tocar a nadie.

– [b][color=#5D4C20]Siempre supe que serías la primera a la que matase. Contigo en casa nunca podía espiarles.[/color][/b] – Se sinceró y recordé que no me había devuelto el ejemplar de “El Guardián en el centeno” que le había prestado, lo que incrementó mis ganas de estrangularle. Sí, sé que había dicho lo de que se dedicaba a espiar a los demás, pero eso eran tonterías de su mente metálica.

– [b][color=#D7992C]¡Esto es lo que me faltaba por oír esta noche![/color][/b]- Exclamó perdiendo la paciencia.

El monstruo, como si estuviese intentando retar a Elizabeth para ver qué era lo que le faltaba por oír, activó una sierra mecánica que salió de su propio brazo perforándole la carne, pero que no le hizo sangrar, porque no era humano.

En un arrebato, cogí todos los libros eróticos que tenía a mano y empecé a tirárselos a la cabeza.- [b][i][color=#CC858A]Fuera de aquí, engendro[/color][/i][/b].- Pero le dieron en el brazo que tenía la sierra y ’50 sombras de Grey’ acabó convertido en ’25’.

– [b][color=#D7992C]Eh…Rebecca cariño, creo que vamos a tener que pasar directamente al plan b[/color][/b].- Me pidió con paciencia, mientras veía cómo la epopeya sexual de Christian y Anastasia acababa convertida en poco más que polvo.
– [b][color=#5D4C20]¿Morir?[/color][/b] – Preguntó haciéndose el listo.

– [b][color=#D7992C]Como diría mi abuela: «nadie se muere hasta que no le llega la hora»[/color][/b].- Vi que realizaba un momento extraño con las manos y las apretaba con fuerza, concentrándose, hasta que un par de lianas de aspecto endeble salieron de la pared para atar al monstruo.

Pero no fueron suficientes y acabó cortándolas sin dificultad.- [b][color=#5D4C20]¿Crees que con mi cerebro superior no soy capaz de librarme de unas lianas? [/color][/b]
Elizabeth no respondió, simplemente sonrió y se concentró más. Sabía que era bruja, alguna vez la había visto pasar la aspiradora sin moverse del sofá, pero no me imaginaba que era del tipo que tenía recursos de ataque.- [b][color=#D7992C]Todavía recuerdo unos cuantos trucos[/color][/b].- Las paredes fueron atravesadas por lianas que venían en todas las direcciones y que ataron a Liad. Esta vez, no eran finas como hilos, sino que eran consistentes, casi como ramas.

[b][color=#5D4C20]Yo también tengo trucos, te engañé durante meses.[/color][/b] – Respondió cuando empezaron a atarle, hasta que acabó completamente inmovilizado desde los pies hasta los hombros y con los pies a unos palmos del suelo.

– [b][color=#D7992C]Rebecca, ha llegado el momento de que le cerremos la boca al Hombre de Hojalata[/color][/b].- Elizabeth, cada vez más pálida, movió la mano derecha como si le abofeteara y una de las lianas hizo lo mismo, provocando que el labio de Cryad resultase herido.

Comprendí que había llegado el momento de que el mueble con pinchos entras en acción. Con parsimonia fui hasta él sujetándome el cabello en una coleta para que no me molestase.- [b][color=#5D4C20]¿Me vas a dar un abrazo hermanita?[/color][/b] – Se mofó cuando estuve a su altura.

– [b][i][color=#CC858A]Te voy a dar el mejor abrazo de tu vida[/color][/i][/b].- Le puse un dedo en el cuello y después, me quité el guante y apreté.- [b][i][color=#CC858A]Porque va a ser el último, gilipollas[/color][/i][/b].- Liad empezó a gritar y aproveché para quitarme el otro guante y así colocar cada mano a un lado del cuello.

Fue un minuto de gritos y maldiciones. Me amenazó e intentó agredirme, pero el dolor era demasiado grande y acabó cayendo inconsciente, sujeto únicamente por las lianas. Cuando cerró los ojos, puse un dedo en su mejilla y, al ver que la cabeza iba hacia atrás, confirmé que tardaría un rato en volver a su ser.- [b][i][color=#CC858A]¿Y ahora?[/color][/i][/b]- Miré a Elizabeth, que estaba pálida, ojerosa y sudorosa.

– [b][color=#D7992C]Ahora esperamos a que se despierte y lo vuelves a dejar inconsciente, así hasta que aparezcan los demás[/color][/b].- Se secó el sudor de la frente y me miró.- [b][color=#D7992C]Y ahora, necesito que me sujetes porque me estoy mareando[/color][/b].- Colocándome los guantes fui hasta ella y la ayudé a tumbarse en el suelo con las piernas hacia arriba, porque el exceso mágico le había pasado factura. Ed y Diana debían estar hechos de otra pasta.

Mientras hablaba con ella para que se le fuera pasando el malestar y le acercaba la botella de agua para que diera pequeños sorbos, observé a Cryad y pensé en lo que habría pasado si aquel día Dominic no se hubiera armado de valor para sacarme de la Iniciativa.

No pude evitar reprimir un escalofrío.

[spoiler]Espero que os guste, porque es una chorradilla.[/spoiler]

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