Edward MacLay | Louna
MAÑANA
Me desperté con una de las míticas canciones de Queen sonando en el despertador, era como si la vida me estuviera mandando un mensaje subliminal de seguir adelante, pero resulta difícil, muy difícil. Lo apague y me puse en pie, necesitaba una ducha fría si quería terminar de despertar por completo.
Mientras desayunaba unos cereales pasados de fecha observe en la mesita de noche los dos discos, me había dicho de no verlos muchas veces, en especial el de ella, pero era incapaz de hacerlo, necesitaba verla una vez más si quería conciliar el sueño y no pasar las noches en vela. Y siempre que miraba el mio lamentaba mi decisión, descarte el mundo con Kaylee pensando que seria el mio antiguo, ¿pero y si hubiese sido este mismo mundo sin el Doctor?, como si habiendo elegido ese no hubiésemos tenido que terminar las pruebas nunca.
Me acerque hasta la silla que estaba junto a la cama y me coloque el traje, el cual cuidaba como si fuera mi propia piel ya que era el único que tenía de momento. Mi padre se había ofrecido a comprar algunos, incluso me ofreció un apartamento más grande. Pero no quería un apartamento grande, me bastaba con el colchón en el salón, la cocina amueblada a medias y el baño que parecía casi uno de estos portátiles.
Recogí las llaves y el MP3 de la mesita de noche y vacilé durante un instante si ver algo más de ella, pero debía apresurarme si quería llegar a tiempo al trabajo. Sali del apartamento y me coloque los auriculares, más que escuchar música era una manera de aislarme al mundo, caminaba con la vista fija al suelo como si no hubiese nadie mas, como si fuera yo contra el mundo.
El estar aquí sin Kaylee me recordaba constantemente a ella, pero había hecho una promesa que iba a cumplir. Me plante en la oficina de mi padre suplicándole un trabajo, ya fuera de chófer, asistente, o chico del correo, pero en lugar de eso me ofreció un puesto como uno de sus abogados, resultaba ridículo teniendo en cuenta que no había estudiado derecho, pero para eso estaba esa sala blanca, en la cual me encontré con una pantera negra y conmigo mismo, el cual con un chasquido de dedos me concedió todos esos conocimientos.
Llegue hasta las instalaciones de Wolfram & Hart y salude a Ronnie mientras me quitaba los auriculares, era lo máximo que había hablado con él, todas las mañanas eran igual. Seguí a la marabunta de gente trajeada la cual se agolpó a las puertas del ascensor esperando que este llegara. Entre al ascensor golpeando unos cuantos hombros y me camufle en el fondo del ascensor. Entre los primeros había una chica con un vestido azul que desentonaba entre tanto traje negro.
Las puertas se abrieron y todos salieron ordenadamente, cada uno se marchaba a sus oficinas o a sus divisiones cual maquinas, sin apena contacto entre ellos. Por mi parte fui hasta mi despacho, donde ya me esperaban un nuevo montón de casos y contratos por firmar. Probablemente si alguna vez se metían en problemas, el mayor damnificado fuera yo con tanta firma, pero me daba igual, solo había un contrato que no había firmado, y era el que me vinculaba a ellos.
Eche un vistazo a la mesa, como prometí el tótem había quedado como pisapapeles. Agarre el marco de fotos en el que salia un niño junto a tres niñas. Me dolía haber dejado Sarah y Diana, y a todos los demás, pero si estando aquí echaba de menos a Kaylee, junto a ellas hubiese sido incluso mucho más doloroso.
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