Christopher MacLeod | Plaza Silver Lake, Moondale
NOCHE
Durante toda la tarde estuve deseando que llegase la noche para ir a casa con Diana y descansar juntos, poner una mano en su abultada barriga y acurrucarnos mientras estábamos simplemente juntos, oler su aroma a hierba fresca por la noche, a rocí0 y a pimienta.
El día me estaba resultado demasiado largo, porque mi cuerpo parecía pedir a gritos un descanso. No sabía si el súbito cambio de temperatura, de casi verano a casi invierno, me había hecho constiparme, o coger una gripe. Ninguna de las dos cosas me hacía especial gracia, porque no me atrevería a estar muy cerca de Diana para no pegárselo.
El caso es que estaba cansado, pero cuando al fin llegué a casa, ayudé a Diana, Cara y Daakka con la cena, recogimos todo y estaba a punto de darme una relajante ducha acompañado de mi pelirroja favorita – nada raro, no seáis malpensados -, sonó el teléfono.
No me gustó ver que la llamada venía de Los Búhos, a esas horas no podía significar nada bueno, pero cuando supe el motivo, me preocupé todavía más. El Director de Inteligencia Nacional, que sospechosamente se había trasladado al Palacio Kvinneby en el Condado de Ripper, quería encontrarse con Sarah. Las cosas no pintaban bien, así que me olvidé del cansancio que podía conmigo y llamé a Sarah para contárselo.
No quería que Diana viniese conmigo a algo así, pero intenta decirle a tu novia la hechicera, futura madre de tus hijos, renacida dos veces y con cambios de humor por el embarazo, que no puede hacer algo. En serio, haced la prueba.
Así que dejamos a Cara Elle – mucho cuidado de no llamarla así desde que lo había descubierto – y Daakka en casa, porque tampoco ellos podían llevarle la contraria a Diana, y cogimos el coche hasta la plaza. Fueron momentos tensos hasta que conseguí aparcar y llegamos a la plaza, donde todavía no había nadie.
Esperamos en silencio, y volví a notar el cansancio que me embargaba todo el cuerpo. Los minutos parecía horas, hasta que por fin vimos venir hacia nosotros a Sarah, acompañada de Daniel, Dom y Rebecca. Venían bastante arreglados así que pude imaginar que debían estar pasándolo bien después de estos meses horribles, y eso hizo que me molestase todavía más esa situación.
– [Diana]Oléis a pepperoni.[/Diana] – saludó Diana con su agudizado olfato de embarazada que me hacía temer que la niña me iba a salir peluda y con garras.
Pasamos un rato hablando, sin tener ninguno demasiado claro qué quería un Director de Inteligencia Nacional de nosotros, concretamente de Sarah. Y entonces les vimos aparecer a lo lejos.
En el centro iba el Director, James R. Clapper, pelo canoso, trajeado, aspecto de ex-actor de películas de acción de Europa del Este. A su izquierda iba una mujer de un pelo rojo sangre y mirada maliciosa, su sonrisa no me auguraba nada bueno, ni siquiera una salud mental estable. Cerca de él iba un tipo grandote, calvo y con perilla, vestido con un traje que parecía que iba a reventar de un momento a otro, parecía su guardaespaldas. Les acompañaba también una chica de piel pálida, pelo castaño rojizo y una sonrisa permanente en los labios. Un poco más alejada caminaba una chica de tez y pelo oscuros, con unos brillantes labios pintados en color rojo, tenía un aire mucho más cálido y apacible que los demás. Al lado de la chica caminaba un hombre de pelo castaño oscuro, de aproximadamente mi edad y aspecto de silencioso. Y por último, caminando algo más atrás, iba un tipo de mediana edad, de pelo rubio platino y barba de unos pocos días, vestido con un traje con la camisa desabrochada, como si no le gustase esa ropa.
Seis personas alrededor del Director, y había algo en mi cuerpo que me alertaba de ellos, como si fuese mi propio licántropo. Esperé a que se acercasen y me puse frente a los demas. – [MacLeod]Señor Clapper. Tengo que decir que esta situación me parece…fuera del protocolo.[/MacLeod] – dije intentando dejar clara mi disconformidad, pero con el máximo cuidado posible. Lo único que sabíamos de ese hombre es que tenía suficientes recursos para hacernos desaparecer y que nadie notase nuestra ausencia.
– [b]Aislinn, que no nos vean desde fuera.[/b] – dijo mirando a la del pelo rojo sangre con aspecto de no ser muy estable. Ella sonrió ampliamente y algo empezó a cambiar a su alrededor, solo podía ver una especie de halos de energía, pero sentía que algo estaba cambiando. Cuando volví a mirar al Director, tenía un aspecto completamente diferente. El hombre de pelo cano había dejado paso a un hombre que no parecía mucho mayor que yo, de pelo negro y rostro curtido, de constitución fuerte. No parecía lo que se diría un Director de Inteligencia Nacional, quizá por eso el aspecto anterior.
– [Z]Por favor, solo Z.[/Z] – dijo, esta vez dirigiéndose a nosotros. Tenía una voz profunda y grave, diferente a la que tenía antes. No sabía qué clase de poder tenía esa mujer, pero debía ser lo suficientemente poderoso para que todo el mundo en la tierra pensase que el Director James R. Clapper tenía ese otro aspecto. Por lo que él había dicho, desde fuera seguramente viesen a un grupo de amigos saludándose, o nada.
La del pelo rojo sangre me dedicó una mirada que me habría dejado convertido en una estatua de hielo.- [Sarah]¿Quién eres?[/Sarah] – escuché decir a Sarah. Aparté a un lado mi siguiente pregunta y dejé que Sarah hablase.
– [Aislinn]Vigila tu tono, Cazadora[/Aislinn].- cada una de sus palabras hizo que me hirviese la sangre más y más. Desvié un instante la mirada hacia los demás y vi que no era el único, Sarah parecía estar aguantando la compostura, pero Daniel parecía estar a punto de lanzarse sobre ellos. No me gustaba la mirada de esa mujer, parecía que quería destriparte de un instante a otro solo para ver qué había dentro de ti.
– [Z]Aislinn, venimos a hablar.[/Z] – intervino el Director, Z, con una mirada acerada. Después se volvió hacia nosotros. – [Z]Quien soy es una historia demasiado larga. Así que iré al grano. Necesito que vengas conmigo.[/Z] – soltó mirando directamente a Sarah. ¿Qué demonios quería de ella?
– [Diana]Y yo necesito una pizza de pepperoni y me aguanto[/Diana].- esperó Diana sin poder contenerse más, dando un paso al frente. Si querían llevarse a Sarah tendrían que pasar por encima de todos nosotros. Lo que más me preocupaba era que pudieran. No estaba allí Ed, ni Mara, ni Vincent, Bill o Hiroshi.
– [Daniel]No os vais a llevar a Sarah.[/Daniel] – dijo Daniel colocándose en primera línea.
– [Dom] Perdona la negativa, pero no vamos a dejar que uno de los nuestros se vaya con unos tipos que no conocemos de nada.-[/Dom] le soltó Dominic colocándose al lado de su amigo con su gran tamaño reforzando sus palabras. Ni siquiera estando tan agotado como estaba dejaría que se llevasen a Sarah.
Estábamos dispuestos a pelear por ella, todos, pero Sarah nos miró para pedir la palabra sin palabras.- [Sarah]¿Para qué me necesitas?[/Sarah] – preguntó. Me quedé pensativo meditando lo que acababa de pasar. Sarah era inteligente, eso estaba claro, y siempre querría saberlo todo antes de tomar una decisión, pero esta vez parecía que quería escuchar y considerar la respuesta y me temía que tenía algo que ver con Kaylee, lo que me asustaba todavía más. Y no podía imaginarme lo asustado que estaría también Daniel.
– [Vira]Calma[/Vira].- dijo la muchacha de pelo oscuro.- [Vira]Hemos venido a «falar»[/Vira]. – explicó sin librarse del portugués que pronunciaba como si fuera su idioma natal, brasileña probablemente.
– [MacLeod]Díselo a tu amigo ‘Wall’ y sus amenazas.[/MacLeod] – dije señalando primero a ‘Wall’ que no dejaba ponerse en pie a Daniel y después a Z con su rostro inescrutable.
– [Vira]Ha sido o «lapso»…un error[/Vira].- continuó intentando mediar.
– [Z]A veces hacen falta sacrificios morales para conseguir la paz.[/Z] – sentenció Z sin el menor signo de preocupación. – [Z]Buscamos salvar el mundo, y para eso te necesitamos a ti. Lo que se interponga en nuestro camino…será apartado.[/Z] – aclaró con la subyacente amenaza.
– [Daniel]¡No sois más que matones![/Daniel] – dijo Daniel con dificultad, porque el gigantón le estaba presionando demasiado.
– [Sarah]Si hago esto, si me voy con vosotros…¿Mi familia y mis amigos estarán a salvo?[/Sarah]- en ese momento se hizo el silencio. Miré a Diana y vi el miedo reflejado en sus ojos, podía perder también a su otra hermana, pasar su embarazo sin ninguna de ellas.
– [Z]Sí.[/Z] – respondió al instante.
– [MacLeod]Sarah, piénsalo bien.[/MacLeod] – no quería tomar las decisiones por ella, porque una parte de querer a una persona significa dejarla crecer, pero no podía dejar que se entregase a esos tipos así como así, porque ahora mismo estaba actuando en base a la culpa que sentía por la muerte de su hermana, a la que no habían podido ni enterrar adecuadamente.
Vi a Daniel removerse en el suelo, pero no conseguía liberarse.
– [Diana]¡Se acabó![/Diana]- espetó Diana. Murmuró unas palabras y una ráfaga de viento azotó sus cabellos en dirección al grupo del Director. Mi corazón estaba en un puño cada vez que la veía usar magia en su estado.
– [Aislinn]Ni lo sueñes, bruja[/Aislinn].- intervino la del pelo rojo sangre, Aislinn la había llamado Z. Miré sus manos, en las que tenía un pequeño objeto con el que jugueteaba, un alfiler, fue fácil saberlo cuando lo usó para pincharse el dedo. Cuando una gota de su sangre cayó al suelo, todo sucedió demasiado deprisa. Escuché un grito ahogado y vi a Diana elevarse llevándose las manos al cuello, como si alguien la estuviese agarrando por él. El licántropo rasgaba mi cabeza, luchando por salir y desgarrarle el cuello, si quería sangre, la tendría, toda.
– [Sarah]¡Suelta a mi hermana ahora mismo o no me iré con vosotros![/Sarah]- le espetó Sarah enfadada. Daniel y Dom intentaban liberarse en vano y Rebecca intentaba llegar a Diana como podía.
– [Aislinn]No[/Aislinn].- respondió mirando a Sarah. Se pinchó una segunda vez y volvió a caer una gota rojiza. Magia de sangre, la más despreciable de las magias, por si alguien dudaba que esa mujer fuese un monstruo. Comencé a caminar hacia ella aprisa imaginándome como acababa con ella con mis propias garras.
– [Lloyd]Z, la chica está embarazada.[/Lloyd] – intervino el que parecía incómodo en su traje, el de pelo rubio platino.
– [Z]¡Aislinn, basta![/Z] – ordenó Z. Ella pareció dudar un instante al escuchar su voz, pero estaba demasiado perdida en la magia. – [Z]Vira, por favor.[/Z] – le escuché pedir mirando a la chica de habla portuguesa.
– [Vira]No soy una «valentona»[/Vira].- dijo con furia al Director, no parecía gustarle que la utilizaran como perro de presa. Aun así, se acercó a la bruja de sangre y colocó una mano sobre su cuello. Instantáneamente ella la miró y abrió mucho la boca, como si le costase respirar. – [Vira]»¿Tem dificuldade para respirar?»[/Vira]- dijo en un claro portugués, que en mi mente se tradujo al momento – ¿Te cuesta respirar? -.
Diana seguía en peligro, pero no por mucho tiempo porque lo que ‘Vira’ le estuviese haciendo, que parecía un shock anafiláctico, empezó a empeorar, hasta que el alfiler cayó al suelo y ‘Vira’ se apartó de ella para pisarlo con el pie y que no lo volviese a coger. Diana se soltó a la vez que el alfiler y corrí hacia ella, pero Sarah llegó más rápido y la cogió en brazos con delicadeza. La miré para ver si estaba bien y ella me respondió asintiendo con la cabeza, pero llevándose las manos al cuello. Miré bien a Aislinn y grabé su imagen en mi mente, no iba a olvidarlo fácilmente, mi interior todavía se rasgaba, el licántropo arañaba para salir a la superficie y morderla hasta que su cuerpo dejase de moverse. – [Vira]Você é ruim[/Vira].- le espetó -«Eres mala»-. Estaba de acuerdo con ella, y no podía imaginar qué hacía una chica con esa moral juntándose con gente como esa.
– [Z]Gracias Vira. Lamento el arrebato de Aislinn, nos haremos cargo de ella más tarde.[/Z] – aseguró Z interviniendo. Dirigió una mirada agradecida a la chica, ‘Vira’ en la que también parecía ir una disculpa por lo de antes. – [Z]Pero las cosas siguen exactamente igual. Intentamos construir un mundo perfecto, y para eso debemos ser fuertes, o estás con nosotros, o en nuestra contra. [/Z] – sentenció. – [Z]Te dejaré un tiempo para pensarlo, sabes dónde encontrarnos.[/Z] – dijo antes de girarse y caminar en la dirección contraria. Los demás le siguieron, excepto la bruja de sangre, que recogió su alfiler y nos dirigió una última mirada airada.
Nos quedamos allí, con mucho que pensar, porque estábamos más debilitados que nunca, y nos enfrentábamos a un hombre invulnerable, una bruja de sangre, una joven capaz de provocar una enfermedad solo con tocarte y quien sabe qué más entre todos los que le habían acompañado, incluso él mismo, al que parecía respetar alguien tan incontrolable como esa bruja.
Pero en ese momento no podía pensar con claridad, no hasta que viese que Diana estaba bien, y hasta que intentase hablar con Sarah para que no se utilizase a sí misma como un pago para nuestra seguridad. Sarah fue hasta Daniel y le ayudó a ponerse en pie, por suerte parecía estar magullado pero a salvo, y Rebecca hizo lo propio con Dominic, que tenía el cuello enrojecido.
Pasé una mano por el pelo de Diana y la estreché contra mí sin poder evitar que un par de lágrimas me cayesen por las mejillas. No solo era el miedo por haberla visto en esa situación, era la ira y la frustración de no poder hacer nada. Sin soltarla, volví a sentir como arañaban mi interior luchando por salir, sin que ese extraño cansancio me abandonase, pero no podía preocuparme por eso por el momento, primero eran ellos. Necesitaban que alguien cuidase de ellos ahora que cada vez éramos menos.
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