Logan Villiers | Graveyard Creek
MAÑANA
Abrí los ojos al sentir la luz tras los párpados. Aparté las sábanas y me senté en el borde de la cama mientras me llevaba las manos a las sienes, me dolía la cabeza, resaca seguramente, aunque la ventaja de no ser humano es que se pasaba un poco más rápido, sobre todo si seguía bebiendo cerveza.
Entonces me vino a la mente un flash de una forma oscura, con dientes afilados, y me di cuenta de que algo no terminaba de encajar. No es que no estuviese acostumbrado a levantarme desconcertado sin saber exactamente qué había pasado la noche anterior, especialmente con una chica al lado – miré y no hubo suerte – pero no con el último recuerdo de enfrentarme a un monstruo, normalmente lo que olvidaba era lo que pasaba después.
Me puse en pie y noté un ligero dolor en el brazo izquierdo, cerca del hombro. Lo miré y vi dos marcas profundas, como de dos dientes o garras muy afilados, a juzgar por la pinta del bicho, dientes.
Llevaba solamente unos pantalones que no recordaba haberme puesto, y…vaya, nada debajo, salvo otro par de marcas en la cadera, al bicho le gustaba la marcha. En ese momento, mientras miraba por debajo de mi pantalón, se abrió la puerta y entró una chica de tez oscura, la camarera.
– [Jada]Parece que estás despierto[/Jada].- dijo entrando y cerrando la puerta detrás de sí, aunque manteniéndose cerca de ella, como si fuese radioactivo.
– [Logan]Mi cabeza no piensa lo mismo.[/Logan] – dije observándola fijamente. Estaba sin camiseta y vestido solo con unos pantalones, mirando a una chica guapa a la que no se le veía demasiado. Para que me diese vergüenza tenía que haberla tenido alguna vez. – [Logan]¿Qué pasó?[/Logan] – le pregunté mirándola a los ojos, que esquivaban a los míos.
La chica y su familia habían salido antes de que llegase el monstruo, así que habían debido verme luchar contra él, quizá era eso lo que le daba miedo, mi poder, debían pensar que era un demonio. Quizá, quizá lo era.
– [Jada]Ese…ser…no lo sé[/Jada].- dijo encogiéndose de hombros. La gente común no suele estar preparada para ver las cosas que no creen que existan, la mayoría lo niegan con cualquier excusa que les den, al menos esa chica sabía que había visto algo y que no sabía lo que era.
Miré por la habitación y localicé mis pantalones, mi cinturón, mi camisa y mi sombrero pulcramente doblados sobre un baúl, aunque tenían restos de manchas de sangre, de la mía propia. Se notaba que los habían lavado, pero la sangre no sale con facilidad, quizá para recordarnos lo que hemos hecho, o lo que nos han hecho. Entonces me di cuenta, la Espada del Caos no estaba, quizá me la había dejado en la moto, pero recordaba tenerla en la mano, frente al bicho.
– [Logan]¿Y la espada…?[/Logan] – le pregunté a la chica.
– [Jada]Está ahí abajo[/Jada].- movió la cabeza señalando a la calle y miré por la ventana.
Allí estaba, clavada en la tierra. – [Logan]Menos mal que no pasa gente.[/Logan] – Entonces me asaltaron recuerdos de la noche anterior. Estaba peleando contra el monstruo de oscuridad y dientes afilados, pero la energía parecía no hacerle nada. Después de que me diese varias dentelladas, la del hombro y la de la cadera, me di cuenta de que parecía alimentarse de mi energía, como si fuera una especie de vampiro energético que ha elegido como restaurante un sitio en el que no hay ni wifi. Y ahí fue cuando cometí el error, saqué la espada, deseoso de utilizarla por fin, y la cabrona me traicionó. Parecía que quería «irse» con ese engendro, como si su maldad la llamase, pero la sujeté, el demonio intentó absorber su energía y después bum, sentí como caía hacia atrás y todo se volvió negro. Con los ojos entrecerrados, antes de caer inconsciente, vi como el demonio se largaba reptando. – [Logan]¡Ésa hija de puta![/Logan] – maldije.
Miré la moto, alguien había puesto la vaina encima, pero la espada no, nadie la había tocado, seguía clavada en la tierra, como la espada del Rey Arturo, pero en versión hija-de-puta. Al menos seguía ahí y ningún pueblerino se la había llevado.
La chica me miró, y soltó un chasquido con la lengua. – [Logan]Ahora me acuerdo. El bicho era duro de pelar, saqué a esa bastarda y quería irse con él. Después fogonazo y fundido a negro.[/Logan] – resumí, aunque ella debía haber visto bastante de todo eso.
– [Jada]He venido porque mi padre quería saber si te apetecía desayunar[/Jada].- me interrumpió. El sol ardiente que se filtraba por la ventana me estaba haciendo recuperarme, y me devolvía las fuerzas. Habría podido sobrevivir solo con eso, seguramente, pero no iba a decir que no a un buen desayuno, unas tortitas con cerveza, por ejemplo.
– [Logan]Sí, espera, me cambio y bajo contigo.[/Logan] – dije cogiendo mis pantalones. – [Logan]Y gracias por parchearme.[/Logan] – añadí. Imaginaba que ella me había cosido y desinfectado las heridas y cambiado de ropa, así que si ya me había visto, no importaba que volviese a verme. Lo peor era que al imaginármela curándome las heridas, me acordé de Novak, y mi cara se ensombreció.
Ella sonrió y vi como se giraba. Cierto, era tímida, pero mejor, era más agradable la «caza».
– [Logan]¿Dónde me has dejado los calzoncillos?[/Logan] – le pregunté al no encontrarlos. Traté de aislar su imagen junto a mi cuerpo desnudo, porque ese pantalón no dejaba mucho a la imaginación y al fin y al cabo, si ella no iba a estar mirando, era un intento desperdiciado.
– [Jada]Eso lo sabe mi padre[/Jada].- respondió, todavía de espaldas. Entonces en mi imagen mental a ella la sustituyó su padre, regordete, calvo y con bigote, y mis ánimos se vinieron abajo.
– [Logan]Tu…padre…ya.[/Logan] – dije cambiándome los pantalones. Prefería ir sin calzoncillos antes que pedirle a ese hombre los míos. Ella seguía esperando, de espaldas.
– [Logan]Puedes girarte aunque no me hayas cambiado tú. Soy una persona libre.[/Logan] – dije con una sonrisa, volviendo a la carga, mientras luchaba por quitarme la imagen de su padre cambiándome de la cabeza.
Ella no se fió y siguió esperando, aunque al menos, habló.- [Jada]¿Tienes nombre? Es decir, sé…sé que tienes nombre, pero…que cuál es[/Jada]. – preguntó algo nerviosa.
– [Logan]Logan Villiers. ¿Y tú?[/Logan] – respondí mientras me abrochaba la camisa.
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