MARA NOVAK | HOTEL, VELZE
MAÑANA
Me desperté con los primeros rayos del sol y, al desperezarme, me di cuenta de que todavía estaba cansada. Seguramente estuviera incubando una gripe debido al cambio de temperatura o a lo mejor, la humanidad era así de puñetera. En cualquier caso, me puse en pie y observé la habitación del motel de Velze en la que el mobiliario era tan funcional como escaso (una cama, una mesita, una cómoda y una televisión sobre ella), que tenía acceso a un aseo en el que cabían la bañera y el inodoro de milagro. Pese a todo, me resultaba acogedor, porque estaba en Velze, con una identidad falsa proporcionada por los O.W.L.S* y muchas páginas de mi vida que completar.
Eché un vistazo rápido al móvil y vi que nadie había contactado conmigo, así que encendí la tele y después de cambiar con rapidez al acercarme a ‘Under your spell’ (¿Había alguien que no estuviera harto/a de Silver y sus «tú te lo pierdes, Dom»? ¿O de ese otro programa: «Hay un mensaje para ti, pero te lo doy yo», que también presentaba?), me encontré con un canal en el que emitían vídeos musicales antiguos y los puse para que hicieran ruido. El primero de ellos, fue ‘Take my breathe away’, una horterada que formaba parte de la B.S.O de una de las películas de cuando Tom Cruise era alguien importante en Hollywood.
Con ese ritmo, me metí en la ducha y una vez estuve vestida con unos vaqueros rojos y una camisa vaquera con cuadros de diferentes colores, me miré en el espejo. Todavía me sorprendía que éste me devolviera mi imagen, en lugar de una estancia vacía. Me acerqué un poco más para inspeccionar mi rostro y vi que tenía un granito en la mejilla, señal inequívoca de que la menstruación haría acto de presencia en unos cuantos días. Ser humana estaba resultando más duro de lo que había imaginado cuando lo elegí enajenada por la sed de sangre que me hacía creer que estaba profundamente enamorada de Ed. A estas alturas, no sabía si por la distancia o porque había empezado a pensar con la cabeza en lugar de con los colmillos, lo único que me unía a él era una amistad que estaba a un paso de ser poco más que un recuerdo.
Cuando salí del aseo, escuché los primeros acordes de ‘Total eclipse of Heart’ de Bonnie Tyler y apagué la televisión. No quería echarme a llorar por un exceso de hormonas con el que ya no estaba acostumbrada a lidiar. Tras colocar el mando a distancia sobre la cómoda, abrí la maleta y saqué una peluca rubia platino con un corte de pelo ‘Bob’ y me la puse ayudándome del reflejo de la televisión. Estaba totalmente ridícula con aquellos vaqueros, la camisa vaquera y la peluca rubia platino. Parecía una prostituta de incógnito, así que no tuve más remedio que quitarme la ropa que llevaba y ponerme un vestido de manga larga en azul klein con el que me sentía extraña, pero que iba más acorde con ese pelo y evitaría que levantase más sospechas.
Saqué de la maleta unas bailarinas negras y un bolso en el que había unas gafas de sol enormes y me las puse. Volví a mirarme en el reflejo de la televisión y al verme, no me quedó más remedio que sonreír. Estaba totalmente ridícula, por lo que cogí el móvil (que estaba a nombre de Sarah, porque los muertos no tienen por costumbre llamar por teléfono) y me hice un ‘selfie’ poniendo morritos para que la susodicha se riese. No pude evitar mirar la imagen, pensando en que por fin podía volver a verme y en que quizás me cortase el pelo, ya no tenía miedo de que no volviese a crecer.
Esperé unos minutos y al ver que no me contestaba, salí de la habitación, sin poder evitar preocuparme por ella, pero deseché la idea de que le hubiese pasado algo, porque seguía siendo la Cazadora.
Bajé las escaleras tarareando ‘Take my breath away’ y cuando el conserje me miró extrañada, disimulé diciendo algo de «una fiesta de disfraces» que no resultó muy convincente.
Watching every motion in this foolish lover’s game
Haunted by the notion somewhere there’s a love in flames
Turning and returning to some secret place inside
Watching in slow motion as you turn to me and say
Take my breath away
My love, take my breath away…
Lo primero que haría sería desayunar, porque empezaba a notar que las piernas me flaqueaban por culpa del descenso de la glucosa, pero eso era un mal menor, porque estaba viva.
LUCY TATTLER | TIENDA, LOUNA
MEDIODÍA
Dejé de pisar el pedal de la máquina de coser para cantar a pleno pulmón una estrofa de ‘Total eclipse of Heart’, de Bonnie Tyler, que sonaba en la pantalla de la tablet que tenía a mi lado, en la que solía poner un canal en el que emitían vídeos musicales. Esa mañana, tocaba la sesión viejuna, así que cuando la canción llegó al clímax, no pude evitar empezar a cantar a pleno pulmón con un bolígrafo en la mano.
And I need you now tonight
And I need you more than ever
And if you’ll only hold me tight
We’ll be holding on forever
And we’ll only be making it right
‘Cause we’ll never be wrong together
We can take it to the end of the line
Your love is like a shadow on me all of the time
I don’t know what to do and I’m always in the dark
We’re living in a powder keg and giving off sparks
I really need you tonight
Forever’s gonna start tonight
Forever’s gonna start tonight
Al acabar, miré a Sky, que había empezado a ladrar y posé el bolígrafo en la mesa. Era un Yorkshire Terrier, pero debía estar convencido de que era un Rotweiller, porque ladraba y gruñía a todas horas. Por suerte, cuando venían las clientas, se quedaba en la parte de atrás.- [Lucy]Vale, lo pillo[/Lucy].- Me quejé y empecé a silbar para que viniera hasta a mí. Estiró sus patas y vino hasta donde estaba.- [Lucy]¿Crees que a mi amigo le gustará el regalo que llevo toda la noche arreglando?[/Lucy]- La respuesta de Sky fue abrir la boca y removerse porque quería volver al suelo, lo que interpreté como una señal para rematar la faena. Pisé el pedal y rematé los bajos del pantalón con la remalladora, que como casi todos los elementos de costura, eran para diestros a pesar de que yo era zurda.
Al acabar, corté los hilos y observé mi creación, aunque en honor a la verdad, era un traje de chaqueta y pantalón que alguien se había dejado y no había recogido, así que imaginándome las medidas del chico majo de Wolfram&Hart me había tomado la libertad de arreglarlo para él. Ahora que lo tenía entre las manos, mientras observaba mi modesto taller de costura, en cuya parte trasera tenía las máquinas de coser, remalladoras, una mesa para cortar, una tabla de planchar y la cuna de Sky, me di cuenta de que parecía una desquiciada: ¿Qué clase de chica le cosía un traje a un tipo que no conocía de nada? ¿Qué me había empujado a hacerlo?
Lo peor es que ya había llegado el repartidor, que tocaba a la puerta de fuera con insistencia y que tenía más granos que una paella. No me quedaba más remedio que plancharlo para que se lo llevase. Dejé que la plancha se calentara y pensé en la excusa que podía darle al de la empresa de envíos, pero me había pasado la noche embarcada en un proyecto absurdo por alguna razón, por lo que una vez que lo todo listo, le di la dirección y un nombre. El chico lo dobló pulcramente, lo introdujo en una caja pequeña y en su interior colocamos una tarjeta con mi número de teléfono. Esperaba que llegase esa misma mañana en perfecto estado y sobre todo, que respondiese, porque cada vez me sentía más ridícula por haberme gastado $50 y haber perdido el tiempo.
El repartidor salió de la tienda colocándose la gorra y noté cómo alguien me mordía los tobillos. Al girarme, me encontré a Sky con su collar de cristales de Swaroski, que todas las señoras pensaban que era de diamantes, pidiéndome que le diera una vuelta para hacer sus necesidades.
Sólo me quedaba esperar a que Edward recibiera el paquete y sobre todo, que su novia no quisiera matarme después del arrebato de maníaca perseguidora (la opción ideal era que no tuviese novia), pero parecía un buen chico y…
¿Qué?
Vale, a lo mejor me gustaba un poquito.
Pero sólo un poco porque no nos conocíamos.
¿O sí?
FIN DEL CAPÍTULO
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