Sarah Echolls | Palacio de Z
Noche
Si hubiera una lista de decisiones absurdas y precipitadas, la mía estaría en el puesto número uno, subrayada con rotulador fluorescente y con la palabra «tonta» escrita al lado en distintos tamaños. Llevaba dos semanas recluida en el palacio de nombre impronunciable, rodeada de la corte de Z, en una habitación tan grande como absurda sin saber muy bien qué hacía allí. No había conseguido una nueva audiencia con Z, seguramente porque una vez que había conseguido su objetivo, consideraba que no era lo bastante importante como para perder el tiempo, a pesar de que según Wing, mi habitación con su cama de dosel, muebles recargados y paredes recubiertas de tapices de valor incalculable, indicaba que mi estatus era alto, equiparable al de los reyes y las reinas de aquella civilización utópica.
Cada día, Carbon Copy llegaba a mi habitación con un paquete de parte del propio Z en cuyo interior había siempre un vestido elegante que no era de mi talla. Esa mañana, no fue una excepción. Pasaban cinco minutos de las nueve de la mañana cuando tocó a la puerta.- [b]Buenos días.-[/b] le dije que pasase y así lo hizo. La escena era similar a la del día anterior, salvo por su camiseta que era negra, en lugar de blanca. Russell debía rondar la treintena y me recordaba un poco a Dom, no sabía muy bien por qué.- [b]Tienes un paquete… como todos los días.[/b]- anunció con su marcado acento inglés inclinando un poco la cabeza, como si estuviera haciéndome una reverencia para que me riera.
– [Sarah]Hola, Russell[/Sarah].- le saludé esbozando una sonrisa sincera. Cuando estuve a su altura, me lo tendió, estaba envuelto en un austero papel de color marrón y, como siempre, era un vestido. Si Z pensaba que estábamos en Pretty Woman, se equivocaba.- [Sarah]¿No puedes llevártelo de vuelta? Dices que no sabes dónde vivo[/Sarah].- continué la broma, a pesar de que no tenía ganas de nada, salvo de volver con mi familia, especialmente con Daniel. Él, me correspondió con una carcajada.
– [b]Un poco extraño, si tenemos en cuenta que vivimos en la misma casa, y sobre todo, en el mismo pasillo[/b].- se rascó la barba sin dejar de sonreír.
– [Sarah]Bien visto[/Sarah].- me quedé en silencio y saqué el vestido, que era estilo años veinte en gris perla y con un escote pronunciado. Sabía que Carbon Copy era de fiar, no en vano Z confiaba en él para hacer de mensajero, además de ser del bando blanco, por lo que lo observé sin disimulo. Un papel cayó al suelo, que recogí antes de que lo hiciese él: era la misma nota que todos los días, esa en la que podía leerse «Für Meine Schöne».- [Sarah]Nos vemos mañana[/Sarah].- me despedí después de leerla y él, hizo ademán de irse, pero cuando estaba a punto de cerrar la puerta, me detuvo.
– [b] Sabes que puedes salir cuando quieras ¿verdad?. No todos somos… bueno, inestables. También hay buena gente bajo este techo, además de Wing[/b].- asentí sin saber qué decir. Desde que había llegado, mis conversaciones se habían limitado a Wing, Dwarf y Vine.- [b]Nos vemos pronto[/b].- me guiñó un ojo y caminó en dirección a Soma, que ese día llevaba trencitas en el pelo y gafas de pasta, aunque no estaba segura de si era ella realmente o…lo que fuera.
Una vez les perdí de vista, cerré la puerta, coloqué el vestido en la pila en la que estaban los demás y pasé la mayor parte del día sola, saliendo únicamente para comer cuando el resto ya lo habían hecho. Cuando estaba anocheciendo, alguien volvió a tocar a mi puerta, pero esta vez no era Russell, sino Wing, que venía con Vine en brazos, algún día tendría que explicarle que Vine no necesitaba que le llevaran así, a pesar de la cara de felicidad que se mostraba en su rostro de demonio con aspecto de perezoso.- [Wing]Hemos venido a obligarte a que te unas a nuestra fiesta[/Wing].- me explicó Wing con una sonrisa. Llevaba una minifalda vaquera y una camiseta rosa chicle, que marcaba sus prominentes curvas.
– [Sarah]Lo siento Mia, no me encuentro muy bien, creo que tengo la gripe[/Sarah].- tosí un par de veces y ella frunció el ceño.
– [Wing]¿Nunca te han dicho que no se debe mentir?[/Wing]- dejó a Vine en el suelo y tiró de mí, que lo único que pude hacer fue cerrar la puerta con llave. A pesar de ser una Cazadora y de que, evidentemente, era más fuerte que ella, me dejé arrastrar.- [Wing]¡Lo vamos a pasar geniaaal![/Wing]- exclamó. Me fijé en que, como toda su ropa, estaba hecha a medida, ya que la camiseta poseía unas aberturas por las que salían sus alas de ángel, que en ese momento estaban replegadas.
Caminé como una autómata detrás de ella, mirando de reojo a los que pasaban por mi lado. Algunos, como La Reina Negra y Wall, me dedicaban miradas de odio sin disimulos, otros, parecían temer mi presencia, también estaban los que me ignoraban y sólo unos pocos, como Russell y Mia, querían tenerme cerca. A pesar de la opulencia de la decoración, del exceso de mimo en la organización de las personas que formaban parte de esa utopía, se sabía que estaba ante una bomba de relojería que en cualquier momento iba a estallar, porque no era posible que personas tan dispares como Aislinn y Mia pudieran convivir. Nosotros, los Moondies, éramos diferentes, pero por encima de todas esas diferencias, nos apreciábamos y sabíamos que en nuestras manos estaba el destino del mundo. En cuanto pensé en ellos, estuve a punto de derrumbarme, porque les echaba de menos cada minuto que pasaba, cada segundo.
La habitación de Wing estaba en la planta baja, porque no formaba parte de Gambit, por eso el pasillo en el que estaba era más austero. Aún así, igual que en mi puerta había tallado un corazón, en la de ella se veían unas alas de ángel con un lado oscuro y otro, claro.- [Seraph]Mia[/Seraph].-fue lo único que dijo Seraph cuando atravesamos la puerta, a pesar de que los demás le habíamos saludado. Seraph era el hermano mayor de Mia, debía rondar los treinta y la trataba como si fuera de su propiedad. No sabría decir por qué, pero su relación me incomodaba.
Observé la estancia, que tenía dos camas individuales que ellos habían juntado, colocando la mesita en el que debía ser el lado de él. El mobiliario era escaso y funcional, con un baño privado y un ventanal al fondo, cubierto por unas cortinas blancas. Me sorprendía la pobreza de su habitación comparada con la mía, por ejemplo.- [Wing]¿Sí?[/Wing]- vi cómo en la cara de Wing se dibujaba una sonrisa que me hizo apartar la vista, mientras que Vine sacaba del primer cajón de la cómoda un parchís de madera.
– [Seraph]Ten cuidado[/Seraph].- hablaba en voz baja mirando a su alrededor, como si temiera por su vida. Me fijé en que, mientras hablaba, acariciaba el brazo derecho de su hermana.
– [Wing]Siempre tengo cuidado[/Wing].- ella bajó la vista y se colocó un mechón de pelo.- [Wing]¿Vas a volver pronto?[/Wing]. Dwarf entró en la habitación saludando con la mano y, al verles tan juntos, cerró la puerta con rapidez. Me fijé en que las alas de Seraph no eran blancas, sino grises, de ahí la marca de la puerta. La mía tenía un corazón, ni siquiera sabía por qué.
– [Seraph]No lo sé, tengo una misión. Si es muy tarde, te despertaré para hablar.[/Seraph] – Wing fue a darle un beso en la mejilla, pero él la sujetó por la barbilla y se lo dieron en los labios. Fue breve, pero íntimo. No pude evitar sentirme incómoda, porque eran hermanos y no entendía de qué iba todo eso.
Volví a mirar a la puerta cuando se abrió para que Seraph se marchase y pensé en si las puertas del Axis Mundi tendrían algo que ver con éstas. A lo mejor eran una pista, pero también podía ser que hubiese pasado demasiado tiempo encerrada.
Mia se sentó encima de la cama y nos hizo una seña para que fuéramos hasta donde estaba. El tablero estaba en el centro de aquel círculo deforme en el que estábamos Dwarf, Vine, Mia y yo. La partida comenzó sin mucho entusiasmo por mi parte, no podía concentrarme cuando la última vez que había jugado a eso todavía no había mandado mi vida a la mierda. -[Wing]¿Sabes? Ya casi no me acuerdo de antes de que fuéramos amigas[/Wing].-me dieron ganas de decirle que a lo mejor una minifalda no era la mejor opción si estabas sentada sobre las piernas, pero lo dejé estar.
– [Sarah]Sólo hace dos semanas que nos conocemos[/Sarah].- sonreí moviendo una ficha distraídamente.
– [Wing]Pero es muchísimo tiempo, porque en Big Brother siempre lo dicen: el encierro hace que se magnifiquen los sentimientos[/Wing].- matizó mirándome. No sabía qué decirle, era una de las pocas personas que había sido agradable conmigo y no quería herir sus sentimientos.
– [Dwarf]Echo de menos el bosque.[/Dwarf] – miré al demonio que estaba a mi izquierda y asentí intentando que se sintiera mejor. Pertenecía a una raza benévola que vivía en lo más profundo de ciertos tipos de bosques.
– [Wing]¿Por qué? En el bosque seguro que no tenías amigos tan geniales como nosotros[/Wing].- le dio un codazo y sonrió.
– [Dwarf]Tenía, pero ya no.[/Dwarf] – por lo que sabía, su tribu había sido exterminada y si no hubiera sido por Z y su corte, Dwarf no habría vivido para contarlo. – [Dwarf]Al menos vivo.[/Dwarf] – se miró los tatuajes de los brazos. Uno por cada persona que había perdido.
– [Vine]¿Quieres moverme esa ficha?[/Vine] – Vine bostezó. – [Vine]Yo estoy cómodo, mi gente es demasiado bruta, siempre hablando de dominar a la humanidad…[/Vine]- a pesar de tener el aspecto de un Perezoso, la raza de Vine era extremadamente peligrosa según sus propias palabras, aunque a juzgar por el sueño que tenía siempre, me costaba creerlo.
– [Wing]¡Alguien se ha ganado un achuchón![/Wing]- Wing extendió los brazos y abrazó a Vine con fuerza, estrujándolo contra su pecho.
– [Vine]Esto sí que es gloria.[/Vine] – nos miró sonriendo con amplitud y una felicidad momentánea me invadió. Se me había olvidado decir que Vine tenía el poder de inducir esa emoción.
– [Sarah]Aprovechando que estáis en plena felicidad, necesito hablar con Aaron[/Sarah].- me puse en pie de un salto. Estaba nerviosa. Ni siquiera sabía para qué necesitaba a Aaron, pero quería salir de esa habitación.
– [Wing]¿Quieres que te acompañe? No me gusta cómo te miran La Reina Negra y Wall[/Wing].- susurró dejando a Vine en su sitio.
– [Sarah]Tranquila, estaré bien[/Sarah].- me encogí de hombros y avancé hasta la puerta. Wing quería decirme algo, pero no se atrevía.
– [Vine]Paz, hermana.[/Vine] – Vine se recostó. – [Vine]¿Sabíais que en realidad me llamo «Wine», pero me cuesta pronunciar las ‘vfedobles’.[/Vine] – al verle sonreír, también lo hice y tras eso, salí de la habitación.
Subí las escaleras con rapidez, pensando en todo lo que iba mal en mi familia y en por qué estaba aquí perdiendo el tiempo.- [Aaron]Sarah, buenas noches.[/Aaron] – me saludó una voz grave y levanté la vista: era Aaron, el Rey Blanco. El pasillo estaba desierto, no había un toque de queda explícito, pero sí uno implícito.
– [Sarah]Su majestad[/Sarah].- le hice una reverencia con sorna.
Él soltó una carcajada. – [Aaron]Me han tomado por Rey y por un Dios. Creo que me quedo con Aaron.[/Aaron] – me miró cruzándose de brazos.
– [Sarah]Mejor[/Sarah].- asentí. Si alguien se merecía su puesto, ése era él, aunque no me gustasen mucho los reyes (salvo los magos, claro).
Nos quedamos en silencio, supuestamente había ido a hablar con él, pero su presencia me imponía.- [Aaron]¿Te encuentras bien aquí?[/Aaron] – rompió la tensión del momento.
– [Sarah]Claro[/Sarah].- no sé si soné muy convincente, pero no lo parecía.
– [Aaron]Si tienes problemas, sean cuales sean, me tienes a tu disposición.[/Aaron] – sabía que hablaba en serio, me lo decía la forma de matizar cada palabra.
– [Sarah]Gracias[/Sarah].- carraspeé.
– [Aaron]Dejo que sigas, aprovecha el descanso, pronto nos harán falta tus habilidades.[/Aaron] – Aaron empezó a caminar con las manos en los bolsillos, pero su frase se me repetía en la cabeza una y otra vez.
– [Sarah]¿Podemos hablar en un sitio un poco más…privado?[/Sarah]- sabía cómo sonaba eso. Aaron levantó las cejas sorprendido y me hizo una seña para que le siguiera. En la puerta de su dormitorio había un rey blanco tallado. Una vez entramos, tengo que confesar que la palabra «dormitorio» se le quedaba pequeña a esa inmensidad del tamaño del apartamento de Dom y Rebecca en la que tenía, incluso, un baño privado (que no vi). El mobiliario era de calidad, pero lejos de ser ostentoso, era moderno y práctico. Me gustaban, especialmente, las alfombras blancas que rodeaban la cama de matrimonio en la que, deduje, no solía dormir solo.
– [Sarah]¿Para eso me necesita Z, para luchar contra la Iniciativa?[/Sarah]- le pregunté rechazando sentarme. Estaba furiosa. ¿Había dejado a mi hermana que estaba embarazada para ser un soldado?
Aaron asintió. – [Aaron]Intentamos acabar con toda la desigualdad y la Iniciativa Awaken no lo permitirá, es todo aquello contra lo que luchamos.[/Aaron] – me aseguró. Parecía no estar muy de acuerdo, pero por mucho que su título dijera otra cosa, no era más que un peón.
– [Sarah]¿Y para eso me necesitaba aquí?[/Sarah]- apreté los puños. Estaba furiosa. Quería golpearle a Z en su maldita cara por haberme engañado vilmente.
– [Aaron]Por lo que tengo entendido, sí. Eres fuerte, has estado allí. Y pronto volveremos a entrar.[/Aaron]- iban a entrar en la Iniciativa y claro, quién mejor que la Cazadora para patear unos cuantos culos. Me daba asco a mí misma.
– [Aaron]¿Ocurre algo más?[/Aaron] – me preguntó al verme apretar los dientes. No podía disimular cuando estaba enfadada, para eso era una Echolls.
– [Sarah]No, va todo bien[/Sarah].- mentí y me giré para irme.- [Sarah]Gracias, Aaron[/Sarah].
Él me sujetó la mano, que retiré rápidamente, pero con delicadeza.- [Aaron]Sigue en pie. Si necesitas algo, puedes confiar en mí.[/Aaron]
– [Sarah]Lo mismo digo[/Sarah].- salí echando chispas, pero vi a Wing, que venía con Vine (¿Wine?) en brazos y tuve que disimular, además estaba la felicidad que inducía ese demonio con aspecto de perezoso.
– [Wing]¡Estás aquí![/Wing]- exclamó y vino corriendo hasta mí. Vine iba a explotar de felicidad, porque los encantos de mi amiga subían y bajaban y los demás, con él.- [Wing]Tienes mala cara. Toma, abraza a Vine y se te pasa[/Wing].
– [Sarah]Ahora mismo, no[/Sarah].- negué con la cabeza sonriendo y empecé a trazar un plan a toda velocidad. Seguramente, fuera peligroso, pero ya no había vuelta atrás.- [Sarah]Oye Wing, ¿podrías traerme limones?[/Sarah]
– [Wing]Claro, mi amiga Leaf trabaja en la cocina[/Wing].- le rascó la barriga a Vine, que estaba extasiado.- [Wing]¿Para qué los necesitas, estás baja de proteínas?[/Wing]
– [Sarah]Algo así[/Sarah].- mentí.
Por suerte, Mia no sabía lo que era la tinta invisible, porque no había conocido a Christopher MacLeod.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.