Sasha Elliot | Calles de Moondale
Madrugada
Desde arriba, sobre el tejado de un edificio de cuatro pisos, Moondale parecía casi más fea que desde abajo. Era una mierda de mezcla entre ciudad y pueblo, pero no era ni lo uno, ni lo otro. Intentaban venderlo como un sitio tranquilo, en el que podías mudarte con el primer paleto que te hubiera tocado las tetas para tener hijos como una coneja, pero en realidad, era mucho más insegura que Louna, Chicago o Nueva York. En cualquier esquina, te podían rajar el cuello, pero no para robarte, sino para dejarte seco. Eso si tenías suerte y era un vampiro, porque los demonios nunca sabías por dónde te iban a salir.
Era la puñetera boca del infierno en la tierra, la heredera natural de Sunnydale, que ahora no era más que un cráter humeante en California, que podías visitar por un módico precio que incluía un bote de tierra. Así de estúpido era el ser humano.
Me hacía gracia cómo la tal Sarah Echolls, la supuesta Elegida, se había pirado dos semanas antes sin dejar rastro. A mí me importaba un carajo, porque para lo que hacía, que consistía en permitir que nidos de vampiros camparan a sus anchas, mejor estaba bien lejos. No me había hecho falta untar mucho al tal Willy, el que regentaba un bar de demonios, para que me dijera que Sarah no era nadie sin su perro faldero que, casualmente, también se había ido. También la rodeaban un brujo emo, su hermana que era una yonki de la magia que se tiraba a su Vigilante, un aesir que parecía un portero de discoteca y una tía normal, al menos en apariencia. Estaba claro, que Sarita no era nadie sin su corte de aduladores.
De momento, no tenía que preocuparme por ella. Mientras siguiera con su drama familiar, no sería una molestia. Si alguna vez volvía, le diría que las cosas estaban empezando a cambiar.
También estaba Brooke Lane, que era poco más que una muerta de hambre que daba tumbos por una ciudad que no controlaba. Esa noche, me estaba dedicando a seguirla en su ruta por todos los bares de mala muerte, a la espera de que se abriera la cabeza con la primera piedra que se encontrase. Si no lo conseguía, por muy Cazadora que fuera, acabaría emborrachándose y sería una presa fácil. Me daba asco que gente como ella tuviera una mínima parte del legado. Si no sabías aprovecharlo, no lo merecías y si no lo merecías, Sasha Elliot se encargaba de enseñarte la salida de emergencia.
Estas dos semanas las había dedicado a empaparme con la historia de las dos Cazadoras. Había seguido a los amigos de Sarita, que se pasaban la vida en una nave, que debía ser un puticlub o una laboratorio de anfetas y también, a Brooke Lane, que estaba tan perdida que debía usar su estaca para calzar las sillas cojas que tenía en el motel en el que malvivía.
Pero no había dejado de entrenarme, de saltar de edificio en edificio, probando mi fuerza y mi resistencia. A veces, me imaginaba con un antifaz, como si fuera Batman con tetas, pero no había nacido para heroína, sólo para matar demonios y vampiros. Había doblado mis entrenamientos, algunos se habían triplicado: empezaba a ser más rápida y más fuerte, controlaba mejor el bastón doble que era como una estaca enorme. Además, no tenía miedo a morir ni a cagarla. Era mejor que Sarah y que Brooke y se lo iba a demostrar.
Estaba dejando que la ciudad se descontrolase, haciéndoles creer que era un mosquita muerta como la Elegida o una paria como la otra. Los demonios campaban a sus anchas, peleándose por territorios, organizándose en bandas como si fueran los putos Sons of Anarchy de Moondale y los vampiros miraban a los humanos como si fueran Big Macs con patas. Mi momento todavía no había llegado.
Vi a Brooke salir del ‘7th Heaven’ y caminar dando tumbos. Eché a correr a toda velocidad y salté al edificio de enfrente, que era más bajo. Rodé sobre mí misma y la caída fue limpia. Había refrescado bastante, pero me gustaba el frío, porque me hacía sentir viva. Cuando Brooke giró a su derecha para meterse en un callejón, supe que tenía que actuar. Me dejé caer frente a ella, apoyándome en la rodilla, con el bastón tras de mí. Brooke, se me quedó mirando y me dio asco: olía a alcohol rancio y parecía una prostituta trasnochada, con un vestido desgastado por el uso.
– [Brooke]¿Pero qué cojones…?[/Brooke]- a lo mejor no estaba tan borracha como parecía.
– [Sasha]Te doy una semana para que te vayas de mi ciudad[/Sasha].- me puse en pie y coloqué el bastón en una hebilla del cinturón que tenía cerca del culo. Caminé a su alrededor intentando intimidarla, pero si hizo efecto, no se le notó.
La respuesta de Brooke fue echarse a reír y no me lo pensé, le arreé un puñetazo en los dientes de caballo que tenía. Ella se llevó las manos al rostro y escupió sangre, después, intentó darme una patada, pero la detuve e hice que cayera al suelo, impulsada por su propia idiotez. Sin pensármelo, saqué el bastón nuevamente y lo puse sobre su garganta.- [Sasha]¿Te ha quedado claro?[/Sasha]- la Cazadora sonrió y me agarró por los tobillos, pero no tardé en darle con el bastón en la cara.
Dejó escapar un gruñido de dolor y volví a mirarla: no era fuerte, no se merecía ser una Cazadora. Se estaba llevando las manos a la nariz, que debía estar rota, porque sangraba como mil demonios.- [Sasha]¿Y ahora?[/Sasha]- era dura, porque se puso en pie en un descuido y me golpeó en el estómago. Ese golpe hizo que me tambalease un poco, pero no me desestabilizó del todo. Se notaba que había perdido práctica, porque no se cubría bien, por lo que moví el bastón con ambas manos para que se desconcentrase y empecé a golpearle con fuerza en todas las partes de su cuerpo: los hombros, los brazos, el pecho, el estómago, las piernas, sus partes íntimas y, finalmente, la cabeza. Brooke parecía un pelele, una piñata.- [Sasha]Soy más fuerte que tú[/Sasha].- giré sobre mí misma y seguí golpeándola, hasta que Brooke cayó al suelo de rodillas.
Tenía la cara amoratada, se doblaba sobre sí misma por el dolor y me miraba intentando balbucear algo, pero tenía la boca completamente hinchada y la sangre brotaba a borbotones. Era tan patética, que lo mejor que podía hacer por ella era matarla, pero no lo hice, porque no quería que la policía me siguiera la pista.- [Sasha]Esta noche te vas de esta ciudad y no se te ocurra volver, porque terminaré lo que he empezado[/Sasha].
Brooke me miró con ira y se puso en pie con dificultad. Si intentaba hacer algo, no tendría miramientos y que le dieran viento fresco a la policía. Pero se giró y empezó a caminar, apoyándose contra las paredes. Prácticamente se cayó de bruces contra el contenedor. Empecé a subir por la escalera de incendios y me fijé en que, una vez llegó al final del callejón, cayó al suelo inconsciente.
O a lo mejor estaba muerta.
Lo importante es que ya no sería un estorbo.
Después de dedicarle una última mirada, empecé a correr por los tejados, alejándome lo máximo posible de la escena.
En Moondale iban a empezar a cambiar las cosas.
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