Christopher MacLeod | Lobera, La Nave, Moondale
MAÑANA
Abrí los ojos y me incorporé rápidamente, pero volví a sentarme cuando noté la cabeza dar vueltas, me había levantado demasiado rápido. Pero siempre era así, los primeros minutos tras despertar de una transformación son confusos, porque apenas recuerdas haberte «quedado dormido», como caer inconsciente, solo que teniendo terribles dolores justo antes que recuerdas de una forma lejana minutos después de volver a despertar.
El sol entraba por la ventana de la lobera, la que estaba en la zona de descanso de los que me vigilaban, como era lógico, porque por muy necrotempladas que fuesen y mucho que pudiesen evitar que me viesen desde fuera, no podían asegurar que el licántropo no fuese a romperlas.
Me puse en pie y me estiré, vigilando continuamente la puerta. Era curioso como, además del hecho de convertirme en una bestia sanguinaria, una de las cosas que más me preocupaba de la transformación era el hecho de despertar completamente desnudo. Era como una pesadilla que tenía a veces en la que estaba dando clase y de pronto todos se reían, me miraba y me daba cuenta de que estaba desnudo.
Normalmente, tras la transformación, despertaba cansado, como si esa noche no hubiese dormido, que en parte, era cierto, pero esta vez me sentía diferente, no sabría describirlo con exactitud porque lo más parecido que encontraría en una palabra era «nuevo».
Me llevé las manos a la cara pero no fui capaz de notar ninguna diferencia, aunque me sentía distinto. No me imaginaba la sensación cuando Diana, Daniel, Dom o incluso Bill me lo describían, pero ahora lo entendía perfectamente.
Cuando empezabas a pensar en ello te dabas cuenta de cómo el tejido de la realidad se moldeaba completamente, eres el mismo que eras, pero sabes que has cambiado, y no recuerdas de qué forma, nadie lo recuerda.
Entonces escuché la puerta abrirse y me llevé las manos para taparme ciertas zonas que esperaba que estuvieran como siempre o si acaso con ligeras mejoras.
– [Diana]Guau, guau[/Diana].- ladró Diana mientras entraba en la lobera. Llevaba una bolsa con cierre de cremallera en una mano y sentí el instinto de llevársela yo mismo, pero deseché las preocupaciones, no era ninguna enferma, era fuerte y, lo más importante, podía enfadarse conmigo si la trataba como a alguien que no puede valerse por sí misma solo por el hecho de estar embarazada..
– [MacLeod]Muy graciosa.[/MacLeod] – dije con una ligera sonrisa mientras observaba su reacción. Entonces, saliendo de mi estupor post-transformación, volví a recordar que además de haber cambiado por lo que hizo Bergrisar, había empezado a transformarme delante de todos, incluso Elizabeth y Jaime. – [MacLeod]Parece que ya no tengo fiebre. ¿He hecho daño a alguien?[/MacLeod] – pregunté impaciente por obtener una respuesta, aunque la intuición me decía que si hubiera sido así, Diana no habría estado bromeando precisamente, pero a veces la cabeza funciona de otra forma, no te basta lo que sepas, necesitas una confirmación para quedarte tranquilo.
Diana asintió y sentí que un sudor frío me recorría la columna. – [Diana]Te has comido a unos cuantos bebés, pero tranquilo, eran de los que molestan[/Diana].- respondió con una sonrisa.
– [MacLeod]Diana, no bromees con eso. ¿Está bien todo el mundo?[/MacLeod] – insistí. Bastantes cosas teníamos ya de las que preocuparnos como para que una transformación espontánea nos las complicase más. La duda que me quedaba es si solo habría sido esta vez o a partir de ahora el licántropo podría empezar a aparecer cuando le viniese en gana.
– [Diana]¿Qué?[/Diana]- preguntó fingiendo estar despistada mientras me observaba de arriba a abajo. No voy a decir que me estaba desnudando con la mirada, porque ya lo estaba.
– [MacLeod]Imagino que están bien…¿Me han salido alas o una segunda cabeza?[/MacLeod] – pregunté atento a si notaba algún tipo de diferencia.
– [Diana]Estoy intentando asegurarme de que todo está en orden[/Diana].- replicó con una sonrisa. Cada día estaba más preciosa y radiante, no sabía si era cosa del embarazo o del «cambio», pero la respuesta era, sencillamente, que era Diana. Dejó la bolsa encima del sofá y abrió la cerradura de la lobera para entrar.- [Diana]Lo siento, pero tengo que cachearte[/Diana]. – dijo nada más cruzar la verja.
– [MacLeod]Seguro que lo vas a pasar mal…¿Me notas diferente?[/MacLeod] – repliqué sonriendo. Tenía que controlarme para no dejarme llevar por la situación digna de «Fui a por trabajo…».
– [Diana]No, todo en orden[/Diana].- respondió sonriendo. Estaba preciosa cuando sonreía, hacia que incluso perdiese la noción del tiempo, el lugar y de todos los problemas que había en ese preciso instante.- [Diana]Anda, vístete que no te quiero dar un abrazo mientras pareces un exhibicionista del geríatrico[/Diana]. – añadió tendiéndome la ropa. Lo bueno era que había conseguido desvestirme antes de transformarme, porque odiaría estropear la ropa así.
– [MacLeod]Lo peor es que me siento igual de viejo que siempre, podían haberme quitado unos pocos años…[/MacLeod] – aseguré. No me notaba más joven, ni distinto en realidad, seguía sintiéndome como siempre, solo que algo menos cansado, pero eso podía deberse a esa sensación de «nuevo» que tenía encima, las ojeras no tardarían en aparecer a golpe de preocupaciones. – [MacLeod]Menuda entrada de Jaime en el mundo sobrenatural.[/MacLeod] – lamenté. Elizabeth estaba intentando encontrar algo bueno entre todas las cosas malas que habían pasado y parecía que con Jaime lo estaba consiguiendo, porque parecía que tenían algo importante que anunciar, pero ahora quizá podría haberlo puesto todo en peligro, Jaime no sabía nada de licántropos ni de nada sobrenatural fuera de los libros y ahora…
– [Diana]Ahora que Dom es la nueva Sarah a lo mejor le da un abrazo para que se sienta mejor[/Diana].- aseguró sonriendo. Cuando terminé de vestirme, se acercó a mí y me besó con esos suaves labios mientras sentía su barriga contra la mía.- [Diana]A mí me pones, aunque estés para el arrastre[/Diana]. – comentó. Era bueno saberlo.
– [MacLeod]Es bueno saberlo, pero me desconcierta no saber qué ha cambiado.[/MacLeod] – admití. Es como empezar a pensar en dilemas universales sin respuesta, nunca sabría qué había cambiado, simplemente tenía que vivir con ello, pero los seres humanos somos curiosos por naturaleza y a veces nos empeñamos en querer destapar lo oculto, en parte esa es la causa de muchos problemas. – [MacLeod]Pero no tengo tiempo para eso. Tenemos que reunirnos, algo peligroso va a pasar y necesitaremos estar todos juntos.[/MacLeod] – Diana no dijo nada, solo me observó. Incluso yo mismo me extrañé con esa sensación.
Muchas veces dicen que los animales tienen tal conexión con sus sentidos que son capaces de sentir cuándo va a ocurrir una catástrofe, y ahora era como si yo mismo lo sintiese también una especie de sentido del peligro en el futuro cercano, sin nada concreto, quizá solo fuesen mis propios miedos, pero parecía tener algo que ver con mi parte más animal. Quizá teníamos una conexión diferente después de lo que había pasado, aunque me preocupaba pensar hasta qué punto.
– [Diana]Pero antes, dúchate y come algo[/Diana].- intervino la preciosa futura madre de mi hija. Y cuando una mujer a la que quieres hace eso, simplemente le haces caso. No sé si lo he escrito en este diario alguna vez, pero siempre he pensado que la sociedad humana se ha estructurado de forma poco natural. Normalmente siempre dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y no hay más que ver a Sarah para un ejemplo de liderazgo innato. En el fondo, somos como las abejas, solo necesitamos evitar desaparecer como ellas.
– [MacLeod]Ahora que lo dices, me muero de hambre.[/MacLeod] – dije sintiendo como si tuviese un agujero negro en mi estómago. Me acerqué a ella y le di un beso en el cuello, después en la mejilla, otro en la frente y por último me agaché para darle uno en la barriga, sobre la ropa. Tuve que quitarme un pelo de Éowyn de la boca después de hacerlo, por suerte no era de Freya, porque tanto a una como a la otra les había dado por seguir a Diana a todas partes.
– [Diana]Sólo te quedan unos meses de espera[/Diana].- aseguró guiñándome un ojo. Yo esbocé una sonrisa bobalicona y después recuperé la compostura y pensé también que me quedaban unos pocos meses para ver a mi pequeña, y no podía permitir que viniese al mundo y estuviésemos todos desbandados, había mucho que hacer y muy poco tiempo, así que había que ponerse manos a la obra ya mismo.
Pero por el momento al menos, me sentía con fuerzas renovadas para afrontarlo. – [MacLeod]Mientras como, cuéntame qué ha pasado. Recuerdo a un tipo alto, fuerte y moreno, Duke supongo.[/MacLeod] – dije mientras abría un tupper con un guiso y otro con carne frita, por alguna razón al ver la carne frita tuve que llevarme una a la boca antes de empezar con el primer plato, el licántropo debía haber estado frustrado la noche anterior por no comer nada. Era cierto que ahora que llevaba un tiempo transformándome y tomando notas para una investigación concienzuda, me había dado cuenta de que el día después de transformarme siempre me apetecía carne, incluso menos pasada de lo que solía comerla.
Diana se dispuso a contestar, pero cuando ya estaba abriendo la boca, alguien llamó a la puerta de la lobera. Vi a Diana levantarse para abrir pero en su lugar me levanté yo. Cuando pasé a su lado le pasé una mano por la mejilla y abrí, quitando el pestillo. Al otro lado de la puerta estaba Dom, que me observaba como si estuviese esperando que me hubiese convertido en algo horrible. Y entonces recordé una especie de voz gutural saliendo de mi propia boca mientras le hablaba a Duke. Un problema más.
– [Dom]¿Quién eres tú?[/Dom] – preguntó con el rostro completamente serio. Abrí mucho los ojos y creo que el escalofrío que volví a sentir en la espalda se reflejó en mi rostro, porque Dom se rió. – [Dom]Es broma, buenos días. ¿Cómo te encuentras?[/Dom] – preguntó. Me hice a un lado para que pasase.
– [MacLeod]Algo distinto, pero no sé qué. En general, bien. Estaba preguntándole justo a Diana lo que había pasado, recuerdo a Duke y ponerme como Bilbo con el anillo.[/MacLeod] – admití. Esa voz, sabía que no era yo, pero al no haberme transformado todavía eso si lo recordaba, y no es nada agradable que alguien maneje tu cuerpo.
– [Dom]Fue bastante chocante, nunca había visto nada así. – [/Dom] admitió mientras se sentaba en el sofá, donde Diana le había hecho un hueco antes de volver a enfrascarse en el artículo sobre bañar a los bebés que estaba leyendo.
– [MacLeod]Ni yo.[/MacLeod] – comenté sin ser capaz de decir nada más. – [MacLeod]¿Duke ha dicho algo?[/MacLeod] – pregunté intrigado.
– [Dom]No, parecía no saber nada de esto, licántropos, humanos con poderes. Pero tampoco le ha sorprendido mucho. O ha visto cosas peores en la vida, o sabe más de lo que dice.-[/Dom] – comentó Dominic. Estaba claro que tenía ciertas sospechas acerca de Duke, era lógico, no sabíamos demasiado y acababa de ver cómo me transformaba. Pero había otras preocupaciones que me tenían más inquieto.
– [MacLeod]Supongo que no tardaremos en descubrirlo.[/MacLeod] – respondí, todo el mundo tiene que aprender a enfrentarse a que las cosas se tuerzan, pensar sencillamente que, cuando pase, les harás frente como mejor puedas y terminarás solucionándolo, además, el hecho de que ahora mismo todo se hubiese venido abajo daba una falsa sensación de que ya solo podía ir a mejor.
Estuvimos los tres charlando un rato, yo un poco menos porque estaba comiendo, hasta que cerré el tupper y lo recogí todo en una bolsa. Mientras comía había tenido tiempo a aclarar mis pensamientos y despejarme un poco.
– [MacLeod]Siento haberos hecho perder el tiempo con todo esto. Pero ahora que ya ha pasado, tenemos que reunir a todo el mundo.[/MacLeod] – me disculpé. Tenía que haber actuado a tiempo con todo lo que había estado pasando, pero ya era tarde para lamentarse, ahora simplemente era el momento de hacer las cosas.
– [Dom]Ya estamos todos…-[/Dom] respondió Dominic refiriéndose a los que en ese momento debían estar en la parte de abajo, Rebecca, Cara probablemente y quizá incluso Duke por algún lado. Con los que estaban en casa siempre podíamos hablar en manos libres. A los que me refería era a los demás, a Sarah, a Daniel, a Ed, a Mara…e incluso más, pero teníamos que empezar por el grupo, volver a estar como antes.
– [MacLeod]Todos todos. Es hora de reunir al grupo.[/MacLeod] – aseguré mirándoles. Vi algo en los ojos de Diana, un destello del dolor que había estado oculto todo este tiempo y que ahora se había dejado ir durante un instante, el mismo en el que debía haber sentido una pizca de esperanza. Para ella era especialmente duro, y eso hacía que lo intentase con más ahínco. – [MacLeod]Sé que no será fácil, pero tengo planes.[/MacLeod] – añadí intentando animarla más. Todos merecían que volviésemos a ser la gran familia Moondie, en nuestros lazos radicaba nuestra fuerza.
– [Diana]Si tus planes incluyen traer a Daniel de la oreja, te escucho[/Diana].- respondió observando atentamente tras dejar las revistas a un lado. – [Diana]Yo ya he hecho mi parte y he llamado a Mara para que hable con el de Louna[/Diana]. – añadió. Era un avance, al menos teníamos a alguien tras uno de los nuestros. Sabía que Diana se sentía dolida por la marcha de Ed, pero sabía que eventualmente se llevarían tan bien como siempre, pero antes tenía que conseguir que volviese.
– [Dom]Tú eres el cerebro, yo el musculo. ¿Qué tenemos que hacer?[/Dom] – preguntó Dom siempre dispuesto, estaba orgulloso, siempre me había parecido buen chico, pero lo que estaba haciendo por todos en un momento tan malo como éste era sencillamente impresionante.
– [MacLeod]Mientras estaba en la cama con fiebre he tenido tiempo para pensar. Vamos abajo, os lo explicaré a todos y así podréis ayudarme con los cabos sueltos.[/MacLeod] – respondí poniéndome en pie.
Dom bajó primero para avisar a los demás y después de pasar un rato a solas disfrutando de la breve tranquilidad de no estar moribundo, Diana y yo le seguimos hasta reunirnos en la sala común.
Cara Elle y Rebecca estaban allí, esperando, una sentada en el sofá con los pies encima de la mesa de café y la otra apoyada en la mesa redonda que ni siquiera habíamos podido estrenar. Solo quedaba llamar a casa para que el resto lo escuchasen, y a Mara.
– [Dom]Tú dirás.-[/Dom] dijo Dom invitándome a contar mis planes. Cogí el teléfono fijo de la Nave y marqué el número de casa antes de poner el manos libres mientras Diana hacía lo mismo con Mara.
Era el momento de planes, de estrategias y de unión, todos íbamos a jugar un papel importante para traer a nuestra familia de vuelta.
Como un paralelismo con Z y su grupo, nuestra vida se había convertido en un ajedrez de tres bandos, Gambit y la Iniciativa eran dos de ellos y nosotros estábamos a punto de convertirnos en el tercero.
Los demás habían hecho sus movimientos y ahora era nuestro turno de tomar la delantera, reuniendo las piezas disgregadas en el tablero y reuniendo algunas nuevas.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.