Vincent Solo | Louna
MAÑANA
Bostecé una vez más, mientras intentaba despejar mi mente con un nuevo trago de uno de esos cafés que tanto parecían gustarle a la gente de este mundo, pero que a mí me ponía frenético, aunque en este momento, lo necesitaba.
Mientras esperaba, me puse a pensar cómo demonios había llegado a tocarme a mí en concreto esta misión.
Todo había empezado el día anterior por la tarde. Estaba en nuestra «oficina» que consistía en la vieja oficina del encargado del archivo de la Comisaría, un puesto que hacía años que nadie ocupaba viendo la forma en la que estaba archivada la documentación.
Estaba situada en el sótano de la Comisaría, lo que nos garantizaba discreción al tratar los «casos especiales» que nos encargaban solo a nosotros, aunque también parecía una especie de exilio, los raros del sótano que persiguen cacofonías debían pensar los demás.
Así que allí estaba, revisando los desordenados papeles de uno de los viejos casos que habíamos reabierto, unas desapariciones de unas muchachas que volvían a aparecer a los pocos meses como si no hubiese pasado nada y después volvían a desvanecerse sin que quedase rastro. Teníamos pocos testigos y ninguna prueba, y los pocos testigos que teníamos habían sido recluidos en la mayoría de los casos en instituciones mentales, cuando no habían sido tildados de locos simplemente e invalidados ante cualquier jurado. Pero esas familias merecían una explicación y allí estábamos nosotros para encarganos.
No es que los juzgados de Louna estuviesen muy avanzados y contemplasen delitos sobrenaturales, no nos engañemos, ni que el propio departamento así lo hiciese también, simplemente tenían casos que nunca podrían cerrarse, casos que no tenían explicación, y necesitaban que alguien los cerrase sin pasar por el juzgado. Eso implicaba terminar con los responsables, y la forma, quedaba a nuestra disposición, con tal de que no montásemos mucho alboroto y la familia diese el caso por cerrado eventualmente.
Si no hubiera sido por Karen, la mayor parte de los casos seguirían sin poder cerrarse, porque en muchos casos todos los testigos habían muerto y en otros, incluso el culpable.
Estaba enfrascado en la lectura cuando escuché un ruido de tacones y me giré para ver a Karen, mientras me preguntaba cómo podía estar alguien tan deslumbrante y elegante caminando entre estanterías de metal llenas de cajas repletas de papeles y en algunos casos destrozadas por la humedad.
– [Karen]Si sigues mirándome así, voy a empezar a cobrarte[/Karen].- me respondió guiñándome un ojo mientras terminaba de acercarse.
– [Vincent]Lo siento, es que en un sitio tan sobrio destacas más todavía que de costumbre.[/Vincent] – le respondí, para variar, con total sinceridad, por suerte, estaba acostumbrado y Karen estaba al tanto de mi «habilidad», lo que no impedía que la aprovechase para reírse de mí. – [Vincent]¿Te has recuperado de lo del casino?[/Vincent] – pregunté apartando a un lado la carpeta.
– [Karen]No ha sido nuestra idea más brillante, pero sobreviviré[/Karen].- comentó sentándose en uno de los sillones del despacho. Con la minifalda que llevaba, tuve que volver la vista a algo más sobrio. Intentaba que pocos lo descubriesen, pero mi incapacidad para mentir estaba más o menos controlada en el día a día, porque siempre puedes callarte algo cuando no tienes opción de mentir, pero cuando me ponía…»nervioso» tampoco podía callarme.
– [Vincent]Tendremos que buscar otra forma, parece que el tal Kento está enterado de muchas cosas.[/Vincent] – comenté distraídamente. Aunque teníamos siempre varios casos a la vez, Bill no dejaba de lado a los Oni y sus intrigas para intentar acabar con Sarah Echolls y los demás, eran nuestro caso principal mientras cerrábamos otros tantos para evitar que nos despidiesen, y para ayudar a la gente, claro está.
Karen se levantó para sentarse a mi lado y apoyó la cabeza en los ficheros. Nadie sabe lo que es estar soltero, no poder mentir y trabajar con Karen Reed.- [Karen]Podemos decirle a Bill que le parta las piernas[/Karen].- sugirió sonriente.
– [Vincent]Hablando de Bill, es raro que no esté aquí, pasa más tiempo que en casa.[/Vincent] – respondí pensativo. Había hablado con él después de hablar con Karen y estaba bien, frustrado y con algunas magulladuras que su parte demoníaca curaría pronto, pero bien. Estaría haciendo algo.
– [Karen]Estará disfrutando de la compañía del colgante y de su mano, si sabes a qué me refiero[/Karen].- rió dejando asomar la lengua entre sus labios mientras su nariz se fruncía de una forma…para Vincent, concéntrate. Era cierto que Bill pasaba demasiado tiempo solo con la única compañía de Keli, que no le abandonaba desde que su elección en las pruebas le vinculó con ella para siempre. Me preocupaba que estuviese tanto tiempo solo después de lo que había pasado con su familia, por eso Karen y yo intentábamos estar en contacto con él lo máximo posible, pero parecía más enfocado en su trabajo que nunca, como si fuera su única vida.
– [Vincent]No te metas con el pobre Bill. Además estando solo es normal…vamos a hablar de otra cosa.[/Vincent] – respondí con un breve destello de descontrol en mi sinceridad. – [Vincent]Estaba pensando en el tipo ése, ‘Phoenix‘, quizá sea una buena forma de seguir.[/Vincent] – comenté.
– [Karen]¡Me has dado la razón, ahora me estoy imaginando a Bill aliviando sus penas![/Karen]- exclamó con una sonora risa. Después se serenó un poco, mejor, porque estaba muy guapa cuando se reía.- [Karen]Vale, no tengo ni idea de cómo vamos a dar con él, pero creo que tienes razón[/Karen]. – añadió volviendo al tema de los Oni.
– [Vincent]No te imagino preguntándole a los muertos si saben algo de un tal ‘Phoenix’.[/Vincent] – respondí con una sonrisa. No teníamos mucho por dónde empezar, él nombre solo traía a mi mente recuerdos de Diana Echolls y su Guardiana que la hizo meterse en un volcán para salir nueva y buena. Y ‘Phoenix’ no tenía pinta de ser ella, porque ni estaba embarazado, ni tenía tetas, y su melena era negra, no pelirroja.
– [Karen]Puedo intentarlo, pero no creo que sirva de nada[/Karen].- comentó jugueteando con el dobladillo de su corta falda. Intenté pensar en cosas no eróticas y fijé la mirada en uno de los archivos mohosos.
– [Vincent]…Parecía manejarse muy bien en el casino, quizá trabaje allí. Podríamos empezar por vigilar el sitio desde lejos y ver si aparece alguien que se parezca.[/Vincent] – sugerí intentando concentrarme.
– [Karen]¿Estás bien?[/Karen]- preguntó mientras me miraba. Vi un destello en sus ojos, estaba metiéndose conmigo.
– [Vincent]Sí, bien…iré yo a vigilar el eh…casino. Soy el único que vio a ‘Phoenix’.[/Vincent] – dije intentando evitar pensar, por eso mismo me ofrecí sin darme cuenta a vigilar un casino a las tantas de la madrugada desde un coche mientras intentaba ver si un tipo de pelo negro y largo que encajase con el que había visto entraba al casino, mi plan cojeaba, pero no podéis culparme, no pensaba mucho en ese momento.
– [Karen]¿Seguro que no quieres que te acompañe?[/Karen]- preguntó mirándome.
– [Vincent]No te preocupes ya voy yo…temprano…después de darme una ducha…fría.[/Vincent] – comenté mientras hablaba sin mirarla directamente.
Un poco más tarde llegó Bill, taciturno como estaba últimamente, y le expliqué el plan. Bill se rió, no tengo mucho más que decir.
Y así fue como terminé sentado en el coche, teniendo que tomar café mientras observaba, cámara en mano, la puerta del casino. Por suerte no habían entrado todavía muchos hombres con el pelo largo y oscuro.
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