Mara | Louna
MEDIODÍA – TARDE
Ronald les pidió al resto de agentes de seguridad que volvieran a sus puestos y me condujo hasta una sala con un escritorio sobre el que había un ordenador y una silla. Hizo un gesto para que me sentara y estuve escuchando una perorata sobre la gravedad de atravesar un edificio que era propiedad privada sin autorización, pero puse el piloto automático y asentí incluso cuando no debía. Cuando se cansó, se puso a teclear con desgana y, unos diez minutos más tarde, Vincent Solo, ataviado con un pantalón de vestir y una camisa salmón, tocó a la puerta y pasó.- [Vincent]¿Mara?[/Vincent] – preguntó visiblemente asombrado. No era el tipo de persona que acostumbraba a estar detenida, ni siquiera como vampiro había sido peligrosa. – [Vincent]Así que eras tú…[/Vincent] – se quedó mirando a Ronald, tras sacar su placa del bolsillo trasero del pantalón. – [Vincent]Yo me hago cargo de la señorita, así que podemos irnos.[/Vincent] – esa mirada se convirtió en una un poco más dura y le seguí. El jefe de seguridad estuvo a punto de decirle algo, pero prefirió ignorarnos.
– [Mara]Hola…[/Mara]- le saludé mientras salíamos del edificio ante la atenta mirada de algunos de los que me habían detenido.
– [Vincent]¿Buscabas a Ed?[/Vincent] – me preguntó guiándome hasta el coche, un modelo antiguo de color azul oscuro que estaba tirado de cualquier manera, prácticamente en mitad de la calle.
Asentí y entré en el coche con la maleta, que coloqué entre mis piernas, mientras él hacía lo propio ocupando el asiento del piloto.- [Mara]Gracias por…ayudarme[/Mara].- carraspeé un poco. Prácticamente no había cruzado más de tres palabras con él y ya me había ayudado.
– [Vincent]No tienes por qué darlas.[/Vincent] – aseguró con un sonrisa, que seguramente fuera sincera. En él todo era sincero. – [Vincent]Pensé que estabas disfrutando de tu ‘humanidad’.[/Vincent] – giró la llave del contacto y el coche se caló un par de veces antes de que pudiera meter la primera marcha, que sonó como si estuvieran desgarrando el motor. Por suerte, empezó a sonar un disco de música heavy, que no tenía mucho que ver con él.
– [Mara]He intentado..localizar a mi familia, pero la valentía no viene con la humanidad[/Mara].- esbocé una sonrisa triste y empecé a notar cómo el tráfico aumentaba. Muchos de los conductores tocaban el claxon, porque Vincent conducía como un abuelo ciego.- [Mara]Dos semanas en Velze y sólo…he sido capaz de sentarme en la terraza del chiringuito que ahora regentan[/Mara].- agaché la cabeza.
– [Vincent]Tienes tiempo, no te agobies.[/Vincent] – puso el intermitente para girar, pero tardó una eternidad y media. – [Vincent]¿Hay algún sitio al que pueda llevarte? ¿Dónde te hospedas?[/Vincent] – me di cuenta de que, además de no saber conducir, no sabía adónde nos dirigíamos.
– [Mara]En ningún sitio[/Mara].- admití notando cómo me ruborizaba. Mi plan llegaba hasta el encuentro con Ed, que supuse que me dejaría dormir en su sofá, salvo que su novia se opusiese (si es que tenía novia, porque no sabía nada de él).- [Mara]Pensaba…que sería más fácil dar con él[/Mara].- me encogí de hombros, pensando en la hucha que estaba en la maleta en la que ya quedaban poco más de treinta dólares. Tenía forma de cerdo y había sido idea de Sarah, porque decía que por muy humana que fuera, no me recomendaba abrir una cuenta bancaria hasta que no tuviera ingresos para que no me dejaran sin nada a base de comisiones. Mi cerdo se llamaba Logan Villiers y eso era cosa de Diana.
– [Vincent]Intentaré contactar con él. Mientras tanto puedes quedarte en mi apartamento, hay sitio suficiente.[/Vincent] – me miró de soslayo, conduciendo por una avenida que daba al paseo marítimo (a uno de ellos).
– [Mara]No…no…eso…[/Mara]- me hundí un poco en el asiento y volví a pensar en los treinta dólares.- [Mara]Gracias[/Mara].- concedí.
– [Vincent]No hay de qué. No muerdo y tengo una cama muy amplia.[/Vincent] – en boca de cualquiera, habría sonado mal, pero en él no, era…tranquilizador.- [Vincent]Yo dormiré en el sofá, de todas formas últimamente es donde me quedo dormido viendo la tele.[/Vincent]- me fijé en su cara, surcada por heridas de guerra y cómo, a pesar de todo, seguía siendo atractivo. Noté cómo volvía a estar colorada. Maldita humanidad que me hacía parecer una bombilla, porque no controlaba las emociones.
– [Mara]Gracias…a Logan Villiers sólo le quedan treinta dólares[/Mara].- balbuceé.
– [Vincent]No me extraña, pero creo que no te estoy entendiendo del todo.[/Vincent] – parecía confuso, pero aún así sonreía.
– [Mara]Mi hucha con forma de cerdo…se llama Logan Villiers[/Mara].- solté una carcajada tímida y me tapé la boca. No estaba bien reírse de la gente.
Vincent no pudo evitar reírse. – [Vincent]Buen nombre, sí.[/Vincent] – giró la vista un momento y sus ojos se encontraron con los míos. Tuve que apartar la vista para que no provocáramos un accidente.
– [Vincent]¿Necesitas algo más?[/Vincent] – mientras cambiaba de marcha, señaló a la pequeña maleta que llevaba entre las piernas.
– [Mara]Si tienes lavadora…me las apañaré[/Mara].- abrí la ventanilla para que entrase la vista marina. Moondale no estaba mal, pero no tenía mar y eso la hacía imperfecta. Observé cómo las personas más aventureras se metían en el agua, a pesar del aire.
– [Vincent]Todo lo que hay en el apartamento es tuyo.[/Vincent] – al decirme eso, me quedé sin saber qué decir. No nos conocíamos y me había ofrecido su casa. Con Vincent todo parecía sincero y fácil, era todo lo contrario a Logan. Me imaginaba perfectamente siendo su amiga, viniendo a visitarle para ir a la playa: ¿Eso contaba como aprovecharme de él? Mi madre, seguramente, pensaría que sí.
A los pocos minutos, estuvimos en el apartamento. Estaba en pleno centro, en la zona más antigua y deduje, que a pesar de ser cara, la habría elegido por ser la más cercana a su comisaría. Me gustaba porque, a pesar de ser antigua, se mantenía limpia y bien cuidada, con fachadas de principios del siglo XX en perfecto estado. A diferencia de la zona en la que estaba la sede de Wolfram & Hart, en ésta paseaban señoras con abrigos de piel, que esperaba que fueran sintéticos, acompañadas de perros diminutos. Era «Ciudad Bella» y como su nombre indicaba, era un barrio muy bonito en el que se habían asentado comerciantes italianos durante finales del siglo XIX.
Vincent dejó el coche en el garaje, que era diminuto y subimos por un ascensor remodelado hasta su apartamento, que era un ático. No quería imaginarme cuánto pagaría por él, pero seguro que más de los treinta dólares le quedaban a Logan Villiers.
El pasillo estaba enmoquetado y su puerta estaba al fondo. Tomó mi maleta bajo el brazo y abrió con llave. Ante mí, se extendía un apartamento de una habitación bastante más acogedor de lo que hubiera imaginado: tenía las paredes cubiertas de ladrillo, grandes ventanales que daban al mar, cocina americana, un sofá para dos personas, una pequeña televisión en una parte poco importante y estanterías repletas de libros. Me hacía gracia un cuadro de un alce en blanco y negro que presidía la estancia, así como los cojines de colores que debían pertenecer a la dueña.- [Vincent]Ten, para que entres y salgas cuando quieras.[/Vincent] – me la tendió y noté la calidez de su mano.
Una descarga de adrenalina recorrió mi cuerpo.- [Mara]Gracias…procuraré molestarte lo menos posible[/Mara].- susurré asombrada por la belleza del apartamento, que tenía incluso alfombras de lana en vistosos colores.
– [Vincent]No molestas, me encantará tener compañía. La pena será cuando te vayas.[/Vincent] – admitió sinceramente posando la maleta azul en el suelo y me fijé en que también tenía un reproductor de vinilos.
– [Vincent]Bueno, te explico.[/Vincent] – pasamos a la habitación, que estaba al fondo a la izquierda del salón. – [Vincent]A partir de ahora ésta es tu habitación.[/Vincent] – señaló la estancia con una sonrisa y observé cómo parecía la continuación lógica de ese apartamento. Las paredes también estaban recubiertas de ladrillo, tenía una cama de matrimonio de madera oscura, un tocador con un espejo a juego y un armario que iba de pared a pared, sin puertas. Era un dormitorio moderno, con la decoración justa y necesaria y, además, entraba muchísima luz. Me daba pena que sólo fuese a ser mi habitación durante el tiempo que tardase en localizar a Ed, era mucho mejor que la Nave, aunque no pensaba decirlo en voz alta.
Asentí agradecida, abrumada por la hospitalidad de Vincent.- [Mara]Si quieres…me ducho y…puedo preparar la comida para los dos como agradecimiento. No se me da mal[/Mara].- me recogí el pelo con una goma que llevaba en la muñeca y fui a por la maleta para sacar algo más cómodo.
Vincent me mostró el baño y me di una ducha rápida. Una vez salí, ya con ropa cómoda, fui hasta la cocina.- [Vincent]Hazlo sólo si te apetece. Tú no te sientas obligada, pero si quieres estaré encantado de comer todo lo que me pongas.[/Vincent] – debió darse cuenta de lo que había dicho, porque se quedó en silencio.
– [Mara]Puedes ayudarme…si quieres[/Mara].- le propuse observando la cocina de madera clara.
– [Vincent]Claro, ahora mismo.[/Vincent] -sacó dos delantales de uno de los cajones y, después de colocarse el suyo, me ayudó a ponerme el mío. No me hacía falta, pero fue agradable notar sus manos en mi cintura, aunque di un salto hacia adelante al notar el contacto.
– [Vincent]Lo siento, ¿te he asustado? Iba a atarte el delantal, perdona.[/Vincent] – se disculpó.
Negué con la cabeza restándole importancia.- [Mara]Falta…de costumbre[/Mara].- le miré.- [Mara]¿Qué tal…unas Varenyky y unas brochetas de pollo?[/Mara]- no eran más que unas empanadillas, pero me gustaba llamarlas por su nombre ucraniano.
– [Vincent]No sé lo que es pero seguro que está estupendo.[/Vincent] – me reí y él me fue ayudando a encontrar todos los ingredientes que necesitaba.
– [Mara]Ve…picando las verduras, mientras marino el pollo y hago la masa de las Varenyky[/Mara].- Dejé el pollo en un cuenco con una mezcla de especias, aceite y vino blanco y empecé con la masa, que era sencilla, prácticamente llevaba harina y agua. Me gustaba cocinar, podía pasarme horas preparando platos, incluso cuando no necesitaba alimentarme.
– [Vincent]¿Qué tal llevas la vuelta a la «normalidad»?[/Vincent] – me preguntó picando las verduras.
– [Mara]Difícil[/Mara].- admití suspirando. Nada en mi vida salía como estaba previsto.
– [Vincent]Sí, debe serlo[/Vincent].-en la cocina, parecíamos un verdadero equipo. Yo era la cocinera y él, mi ayudante. Era extraña la forma en la que nos compenetrábamos sin conocernos.
– [Mara]¿Has…localizado a Ed?[/Mara]- me sequé el sudor de la frente, mientras colocaba las empanadillas rellenas puré de patatas en una fuente para el horno. Ya sólo me quedaba la salsa.
– [Vincent]He llamado mientras te duchabas y no responde al teléfono que nos dio. Le he dejado un mensaje para que nos llame en cuanto lo vea.[/Vincent] – admitió montando las brochetas, que también iban al horno.
No podía evitar preocuparme por Ed, pero no dije nada más. Al cabo de un rato, la comida estuvo lista y Vincent puso la mesa con un mantel de cuadros blancos y rojos que me resultaba muy gracioso, parecía que estábamos de picnic.- [Vincent]Menuda pinta.[/Vincent] – aseguró al ver las varenikis cubiertas por la salsa de nata, cebolla y bacon y también las brochetas, que estaban doradas, pero jugosas.
No pude evitar sonreír.- [Mara]El mérito…es de los dos[/Mara].- murmuré sentándome.
– [Vincent]No, solo tuyo. Eres una cocinera estupenda.[/Vincent] – aseguro echándome un poco de vino rosado en la copa, sólo una pizca.
No sabía qué decir, así que me llevé la comida a la boca y empecé a disfrutar del placer que supone comer.- [Vincent]Bill, Karen y yo te ayudaremos a encontrar a Ed y en todo lo que necesitéis para volver a estar juntos.[/Vincent] – dio un sorbo a su copa de vino y decidió decantarse por el agua.- [Vincent]Ya se lo hemos dicho a Christopher, cuando la cosa se ponga complicada en Moondale, allí estaremos.[/Vincent]- asentí agradecida.
De nuevo, nos quedamos en silencio. En eso me recordaba a Ed, no nos hacía falta hablar para estar bien. – [Vincent]Te he dejado toallas en la habitación, no sabía si preferías grandes o pequeñas, así que tienes de las dos.[/Vincent] – se llevó la brocheta a la boca y la saboreó.
– [Mara]Cualquiera de las dos me viene bien, gracias[/Mara].- sonreí con timidez y Vincent trajo fruta y yogures para el postre.
Una vez terminamos, su teléfono empezó a vibrar, así que descolgó pidiéndome disculpas.- [Vincent]¿Sí? Sí. De acuerdo, iremos para allá. Nos vemos.[/Vincent] – después de eso, marcó el botón rojo y colgó. – [Vincent]Era Bill, hemos quedado con Ed por la tarde, parece que tiene novedades.[/Vincent] – me explicó con brevedad.
– [Mara]Pero antes…nos da tiempo a tomar un café, ¿verdad?[/Mara]- le pregunté clavando la vista en el mantel de cuadros.
– [Vincent]Claro.[/Vincent] – y no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro.
Al final, no habías sido tan malo que me detuvieran.
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