Lucy | Tienda, Louna
TARDE
Todavía no había llegado la hora de abrir la tienda oficialmente, así que estaba en la parte de atrás escuchando cómo Sky roncaba y protestaba por la música, mientras finalizaba las modificaciones en un patrón de cuerpo delantero para que se pareciese a la blusa que tenía en mente. Acompañada por la música que salía de mi tableta, que en ese momento estaba con una emisora local, canturreaba mientras hacía las rectificaciones con un lápiz azul cielo.
– [Lucy]»La conosí balaaaando…ella me hipnotisó….y hubo asercamientoooooo…así ella me anamoróooo»[/Lucy]- grité a pleno pulmón en español, que me parecía bastante bueno y no es por presumir.
En esas estaba cuando escuché la campanilla de la puerta, que me avisó que alguien había entrado a pesar del cartel que ponía «Cerrado». No me pareció mal, simplemente paré la música, dejé todo como estaba y salí fuera esbozando la mejor de mis sonrisas, que se amplió al ver que era Ed el que estaba delante del mostrador, entre rollos de tela, maniquíes y espejos en un desorden organizado que en realidad, no era fruto de la casualidad.
Me fijé en que llevaba el pantalón del traje que le había hecho, pero no había rastro de la chaqueta ni de una corbata, además de que parecía muy nervioso. Eso me preocupó, pero las mariposas de mi estómago no me dejaban pensar.- [Lucy]¡Ed![/Lucy]- salí de detrás del mostrador y fui hasta él. El corazón me latía a toda velocidad y mi cuerpo me pedía que lo abrazara, así que eso hice. No pude evitar pasar mi nariz por su cuello e inhalar su olor. Creo que estuve a punto de derretirme (a lo mejor lo hice) y no por la parte del cuerpo que estáis pensando, enfermos – aunque a decir verdad…-. Bueno, que me voy del tema.
– [Ed]Hola. Esto… ¿Podemos hablar fuera?.-[/Ed] comentó cuando nos separamos. Al escucharle decir eso, noté cómo me venía a abajo. Seguramente había conocido a alguien genial como él y se había aburrido de mí. Lo entendía, pero no quería pasar por la conversación de «no eres tú, soy yo» o «espero que sigamos siendo amigos», simplemente quería que se fuera y me dejara sola.
– [Lucy]Pareces nervioso[/Lucy].- acerqué mi mano a la suya y la rocé con cariño. A la mierda, si iba a dejarme pensaba sobarle todo lo que pudiera.- [Lucy]Pasa a la trastienda[/Lucy].- cogí la llave de la caja registradora y cerré la puerta con llave, mientras Ed entraba.
Una vez llegué a dónde estaba, apoyado sobre la mesa en la que cortaba las telas, me fijé en que Sky le gruñía sin moverse de su cuna.- [Ed]He dejado mi trabajo…-[/Ed] se frotaba las manos con nerviosismo. Las paredes azul cielo de mi tienda parecía un poco más tristes.
– [Lucy]¿Qué?[/Lucy]- le pregunté sin entender nada. Había algo que me estaba perdiendo. Esa misma mañana todo iba a la perfección y ahora iba a dejarme y había abandonado su trabajo.
– [Ed]No me encontraba cómodo. Además, ha surgido algo… vuelvo a casa[/Ed].- explicó atropelladamente. Seguramente su novia, una rubia de metro ochenta y cuatro tetas enormes estuviera esperándole en el coche. ¿Si le daba con un rollo de tela en la cabeza se consideraría delito?
– [Lucy]¿Pero…y yo?[/Lucy]- se me escapó. Por suerte, no fue la alusión a su novia-presuntamente-tetona.
Ed se quedó callado y me miró. Noté cómo me flojeaban las piernas.- [Ed]Tú.. esto… podrías venir conmigo, si quieres…[/Ed]- la escena habría sido perfecta si Sky no le hubiera estado mordiendo los zapatos, pero le reñí y volvió a su sitio con la cola entre las patas (Sky, no Ed).
Se me escapó una risita nerviosa.- [Lucy]¡Pero si ni siquiera nos hemos acostado![/Lucy]- cogí de la mesa de los patrones una bolsa de ‘Victoria’s Secret’ y empecé a sacar lo que había dentro para enséñarselo.- [Lucy]Me he comprado ropa interior que ni siquiera sé si me cabe…[/Lucy]- le mostré un babydoll blanco, con la espalda cruzada a modo de corsé y transparencias a la altura del pecho. Lo había comprado esa misma mañana con intención de usarlo…próximamente.
– [Ed]Y-y…yo…[/Ed]- empezó a decir mirándolo y mirándome a mí. Se produjo un silencio incómodo entre ambos y lo guardé antes de que la situación fuese más rara de lo que ya se había puesto. Ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando lo compré, porque todavía no éramos más que amigos.
No sabíamos qué decir.-[Ed]Lo entiendo, no sé en qué estaba pensando[/Ed].- se giró sobre sus talones dispuesto a marcharse y noté cómo se me venía el mundo encima. Ed me gustaba de verdad, pero se iba y no comprendía nada: ¿Por qué no podía ser todo más fácil?
Empecé a llorar casi sin darme cuenta, sin hacer ruido, porque no quería que se quedase por pena. Notaba una opresión en el pecho que estaba segura que terminaría por asfixiarme, pero él se giró y me vio. Era tan guapo…que no pude evitar sonreír a pesar de las lágrimas.
Ni siquiera me dijo nada, simplemente recorrió el camino a la inversa y me sujetó por la cintura para besarme. Os prometo que noté cómo estallaban fuegos artificiales en mi corazón y en mi cabeza cuando sus labios rozaron los míos. Me convertí en gelatina cuando su lengua entró en contacto con la mía y creí que levitaba. Era un beso apresurado, intenso, como si quisiera decirme mucho sin hablar.- [Ed]Lo siento… yo… no debería[/Ed].- me pidió perdón sin soltarme, hablando muy cerca de mi nariz.
– [Lucy]Bésame otra vez, que no me ha quedado claro[/Lucy].- esbocé una sonrisa amplia, respirando entrecortadamente. La atracción entre ambos era algo que estaba también la trastienda junto a nosotros. Él, por respuesta, me devolvió la sonrisa tontorrona y volvió a besarme, esta vez con más calma, pero con la misma intensidad. Nunca me habían besado de esa forma.
Estuvimos unos minutos más besándonos, hasta que tuve que decirlo.-[Lucy]Todavía podemos usar lo que hay en la bolsa o no, eso es opcional[/Lucy].- susurré sin poder evitarlo. Estábamos solos, había un montón de mesas libres…creo que no soy la única que lo estaba pensando, ¿verdad?
Ed interpretó eso como una señal para separarnos y me alisé la falda, intentando recuperar la compostura. Después, me llevé una mano a los labios que estaban hinchados por parte de práctica.-[Lucy]¿Cuándo te vas? Tengo la tienda, a Sky, a mis clientas…[/Lucy]- tenía que organizarlo todo. Sky no tendría problema para adaptarse, pero tenía que avisar a la señora que me alquilaba el local y a las clientas, no podía irme así como así.
– [Ed]Esta noche[/Ed].- resumió y pensé en más besos como los que me había dado. Montones de besos: ¿Cómo esperaba que pensase con claridad después de eso?
– [Lucy]Casi no nos conocemos…es una locura[/Lucy].- me llevé las manos a la frente y me senté en la silla. Empezaba a encontrarme mal, me dolía la cabeza y eso no tenía nada que ver con él.
– [Ed]Me conoces mejor de lo que crees[/Ed].- empezó arrodillándose para explicármelo, mientras yo estaba sentada en la silla.- [Ed]Ese niño al que persigues en sueños por la playa soy yo[/Ed].- cerré los ojos un segundo y corrí detrás de ese niño en la playa. Cuando lo alcancé, empezó a crecer para convertirse en el Ed que tenía delante de mí. Sentía tantas cosas por él que casi no podía moverme.- [Ed]»Siempre» no es solo una palabra resonando en tu cabeza. «Siempre» es el sentimiento que nos profesamos ambos. La prueba de que nuestro amor es real[/Ed].- matizó mirándome a los ojos. Los sueños empezaron a agolparse en mi mente, deseando que los viera todos: Ed pasaba todas las semanas conmigo y con esas dos chicas, éramos prácticamente hermanos, dormíamos juntos. Crecíamos y la situación se volvía rara, él me miraba de otra forma. Demasiada información.
Escuché cómo sonaba un teléfono, pero no podría asegurarlo. Una bruma que me nublaba la vista, me impidió ver con claridad cómo lo cogía, porque me vi desaparecer entre un montón de bolitas de luz. Ed me miraba con los ojos llorosos, pero no era éste, no podía serlo porque estaba hablando por teléfono.- [Lucy]Ed…no me encuentro…bien[/Lucy].- balbuceé notando cómo me temblaba todo el cuerpo.
– [John]Te lo advertí, hijo.[/John] – escuché una voz que no era la suya que le decía eso y colgaba. Después, más bruma blanquecina que me impedía ver y más recuerdos: Barcelona, un tipo con el que me besaba sin que me gustase del todo, una abuela y una madre que no reconocía como las mías…
Noté cómo su mano, la de verdad, me tocaba la cara y vi cómo me miraba, preocupado, impotente. Casi no podía decirle nada, porque tenía sueño, temblaba violentamente, era como si necesitase dormir eternamente. Si dormía, los sueños dejarían de molestarme.
Sé que me recostó en el suelo, para que no me cayese de la silla.
– [Lucy]Ed…[/Lucy]- fue lo último que dije antes de sumirme en aquella bruma blanca para perder el control de mi cuerpo.
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