Dominic Williams | Calles de Moondale
NOCHE
El sol comenzó a ponerse dejando en el cielo una fina línea anaranjada, en cualquier otro momento hubiese resultado romántico, pero ahora solo era una cuenta atrás de la marcha de Rebecca. El tiempo paso más rápido de lo que hubiese esperado, tras despedirse de todos en la nave la acompañe hasta una para de taxi, no era plan de que la dejara en la entrada del palacio de Z, y allí estábamos, el uno frente al otro iluminados por un par de farolas, sin gente por las calles ya a esas horas.
– [Rebecca]Tengo miedo[/Rebecca].- Admitió mirándome fijamente con esos ojos azules cual agua de mar que tan loco me volvían. Mentiría si dijera que no pensé cogerle de la mano y alejarnos de allí de vuelta a casa.
– [Dom]Todo saldrá bien, no tienes nada que temer. Sarah esta allí, no estarás sola.-[/Dom] Añadí intentando calmarla mientras le apartaba un mechón de pelo, no sabía cuando volvería a verla, quería retener lo máximo posible de su rostro – [Dom]Eres más fuerte que la mayoría de ellos.-[/Dom] O al menos eso esperaba, Z tenía mucha gente entre sus filas, no resultaba descabellado pensar que algunos fueran inmunes a las habilidades de Rebecca. Sacudí la cabeza intentando sacarme ese pensamiento de la mente.
– [Rebecca]Eso espero[/Rebecca].- Dijo mirando hacia su maleta la cual estaba siendo guardada en el maletero del taxi por el taxista.- [Rebecca]¿Te…vas a buscar a otra?[/Rebecca]
– [Dom]Nunca.-[/Dom] Respondí tajante, por todos era conocido que antes era un mujeriego, pero eso era porque nunca había encontrado a la adecuada hasta que llego ella – [Dom]¿Te vas a buscar a otro?[/Dom]
– [Rebecca]Sin duda[/Rebecca].- Respondió sonriendo un poco pícaramente. Sentí un poco de celos, pero sabía que estaba bromeando.
– [Dom]En ese caso saldré de marcha esta noche.-[/Dom] La realidad era que en cuanto se marchara me encontraría solo en nuestro apartamento. Volvió a sonreír, sabía que estaba mintiendo como un bellaco.
– [Rebecca]Te voy a echar de menos[/Rebecca].- Se acerco hasta mi y me rodeo con sus brazos apoyando su cabeza contra mi hombro.- [Rebecca]Quién me lo iba a decir[/Rebecca].
– [Dom]Tu tío desde luego que no.-[/Dom] Añadí mientras le besaba en la cabeza y la separaba de mi – [Dom]Tengo algo para ti.-[/Dom] Me quite el colgante de campeón y se lo coloque a ella. Rebecca agacho la cabeza mirando el disco de tonalidades doradas y marrones.
– [Rebecca]No soy una Campeona[/Rebecca].- Sostuvo el disco en su mano, sopesándolo, como si le pesara su carga.
– [Dom]Si que lo eres. Que no pasaras las pruebas con nosotros no significa que no puedas serlo. Has pasado otras igual de difíciles tu sola.-[/Dom] Se le escaparon unas cuantas lagrimas. Puede que nosotros nos hubiésemos enfrentado a guardianes y monstruos, pero ella se había enfrentado al peor mal de todos, la vida, la cual a veces puede ser más cruel que cualquier criatura.
– [Rebecca]Mierda[/Rebecca].- Añadió limpiándose las lagrimas.- [Rebecca]Me voy antes de que sigas diciendo tonterías[/Rebecca].- El taxista nos miro desganado a ambos, pero cambio de expresión en cuanto lo fulmine con la mirada, asustado se metió dentro del coche
– [Dom]Te quiero.-[/Dom] Palabras que nunca le había dicho a nadie salvo a ella, y esta vez era más sincero que nunca. Rebecca saco la cabeza por la ventanilla para despedirse, momento que aproveche para besarla por última vez.
– [Rebecca]Yo también te quiero. Desde antes de que te dieras cuenta, en realidad[/Rebecca].- Volvió a su asiento y cerro la ventanilla. Observe como se limpiaba las lagrimas de la cara y le daba las indicación al taxista para que avanzara.
No hice como en las películas, correr detrás del coche gritando a los cuatro vientos mi amor por ella, me quede estático, viendo como el coche se alejaba a lo lejos hasta desaparecer. Entonces apreté los puños con fuerza y unas cuantas bombillas de las farolas saltaron por los aires dejándome sumido en la oscuridad.
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