DIARIOS DE DESTINO | CONDADO DE RIPPER

MEDIODÍA

La bruma se había disipado, al menos en apariencia, porque permanecía en el interior de todos los Campeones y sus efectos todavía perduraban.

Karen, Mara y Ed llevaban horas pendientes de Lucy, que parecía sumida aún en su profundo sueño, y poco podían hacer para despertarla. Mientras tanto Bill y Vincent habían estado tratando de sonsacar información a la demonio acerca de lo que había pasado. El problema era, que ella estaba tan desconcertada como ellos, nunca le había pasado nada parecido con esa magia, y tenía una amplia experiencia en la condición de Lucy porque ella misma había sido la causante.

Esa revelación aumentó la tensión, y tuvieron que sujetar a Ed para que no se lanzase contra la malévola demonio, que seguía incitándole mientras le sujetaban, disfrutándolo. Decía que era John Scott quien le había dado el encargo de devolver de golpe a Lucy los recuerdos que hacía tiempo le habían hecho absorberle, y que lo agradeció, porque le estaban resultando indigestos últimamente, como si quisieran salir por sí mismos. Finalmente Ed se volvió hacia Lucy, sabía que había sido su padre, desde el primer momento.

BILL PARKER | LOUNA

Bill dejó libre el brazo de Edward cuando vio que estaba más calmado, más por el propio Edward que lo lamentaría siempre que por la demonio. Conocía bien la situación de Ed, la había vivido en sus propias carnes, y quizá por eso resultaba más frustrante ver que su padre no era el único demonio que había suelto por el mundo.

Para él las cosas no habían acabado demasiado bien finalmente, pese a haberse librado de la oscura influencia de su padre en su vida, le costaba pensar que en el fondo, hubiese ganado, porque por su culpa Bill había perdido a su mujer irremediablemente, y también a su hija.

– [Keli]Pssst.[/Keli] – llamó Keli. Bill le respondió con un gruñido que significaba que dijese lo que tuviese que decir, porque iba a hacerlo de todas formas y si no le prestaba atención después tendría muchas más ganas de hablar. – [Keli]Esa demonio no sabe nada. Sigue dormida porque la magia no le afecta como al resto, os ha pasado parte del conjuro a todos los Campeones.[/Keli] – explicó con un tono en su voz que denostaba lo mucho que la alegraba saber algo que los demás no. – [Keli]Así que vais a estar sufriendo los efectos del conjuro rebote hasta que despierte y…sí, ahora vas tú. Pásalo bien grandullón.[/Keli] – sentenció a continuación con una voz cantarina y sonriente, como si la situación la divirtiese.

Bill no sabía a qué se refería, y, por cómo le miraban los demás, estaba claro que ellos tampoco, y que además, habían escuchado a la cadena. No tardó mucho en descubrir a qué se refería, cuando todo a su alrededor cambió y en lugar de eso vio la inmensidad de un mar embravecido. Estaba en una especie de cala, a la que no se podía ver el acceso porque todo eran paredes rocosas, salvo en un lado en el que una salvaje catarata rompía contra unas rocas, y en otro en el que la cala se abría a la inmensidad azulada del mar que golpeaba sin piedad un barco que ya estaba escorándose.

No le dio tiempo a ver demasiado, porque los relámpagos le impedían centrar bien la vista en el barco lejano, pero si vio como chocaba contra una enorme roca y su casco se hacía añicos, empezando a hundirse poco a poco. Estaba demasiado lejos para ver a la gente y mirar si alguien habría sobrevivido, pero podía imaginarse que no.

Bill sintió una especie de tirón y la noche dio paso a la mañana. La orilla de la cala estaba ahora cubierta de trozos de madera, tablones, telas y poco más. No se veían cuerpos, excepto uno, de un chiquillo de pelo castaño, el resto debían haberse hundido en el barco, incluso sus padres seguramente.

Entonces Bill vio como el muchacho se ponía en pie y escupía un poco de agua. Fue a ayudarle, pero era como si no estuviese allí realmente, como si fuese un espectador. Fue testigo de la pena del niño, solo y perdido. El tiempo saltaba, hasta que vio al niño cruzar la catarata. Al otro lado le esperaba una caverna a la que nadie había entrado en mucho tiempo, y dentro, una esfera azulada que cambiaría su vida y su pelo, y más tarde, la de Bill Parker.

– [Keli]Soy yo.[/Keli] – dijo la voz de Keli en su cabeza. Al parecer ni allí tenía intimidad respecto a ese vínculo que los unía.

[spoiler]Bill va a ver el futuro/pasado, el futuro para ellos, el pasado para Keli, en concreto eso que vemos ahí es a Alastair el Azul encontrando a Keli siendo un niño. Recomendado para este post yo diría que rolear con Keli, Alastair es un niño que querrá salir a salvo de ahí así que podéis llevarlo tú o Stefy.[/spoiler]

DIANA ECHOLLS | UNIVERSIDAD DE MOONDALE

Diana  cerró su despacho con llave y cruzó los pasillos de la Universidad con lentitud, en parte por el dolor que tenía en la espalda por la incómoda silla que tenía y que no estaba hecha para llevar a una meona dentro, y en parte porque varias alumnas la habían parado para tocarle la barriga y hacerle preguntas, y claro, como la Consejera no podía mandar al carajo a los alumnos y tenía que ser amable, se aguantó hasta que pudo llegar al aparcamiento, donde su madre la esperaba sonriente, se sentía como una colegiala que no podía ir sola a casa.

Estuvo a punto de llorar de frustración allí mismo, porque ni siquiera tenía una buena hamburguesa con Coca Cola y unas patatas fritas con ketchup, o mejor, que la salsa también estuviese hecha con Coca Cola… El caso es que las chicas que la habían parado no tenían la culpa de lo que estaba pasando, ni siquiera Christopher por preocuparse por ella con esa niebla que podía hacer que se quedase en blanco mientras veía otra cosa, algo a lo que en parte, estaba acostumbrada por sus visiones, que parecían haberse ido de viaje. No, lo que le pasaba es que cada día quedaba menos para que la meona viniese al mundo y nada había cambiado, las semanas pasaban y Ed no había vuelto, Sarah no estaba, Kaylee…no volvería, Daniel también se había ido, y todo el mundo tenía problemas, y ella no podía hacer nada por arreglarlo porque…no quería que la pequeña estuviese en peligro.

Se sentó en el coche, que tenía el asiento del copiloto bastante echado hacia atrás, y guardó silencio casi todo el camino, observando el camino mientras pensaba en cómo habría sido su embarazo si los demás hubiesen estado todos allí y las cosas no fuesen tan mal. Fue entonces cuando su madre, empezó a hablar para intentar ayudarla.

Elizabeth empezó a contarle una historia de la que ninguna Echolls había oído hablar antes, un secreto de su madre que nadie más conocía, un secreto enterrado durante años. No necesitó mucha imaginación para dibujar en su mente lo que su madre estaba contando, porque el coche se desvaneció ante sus ojos y su madre dio paso a una versión casi treinta años más joven.

DAAKKA | LA NAVE, MOONDALE

Daakka, o quizá sería mejor llamarlo en ese instante, Duke, porque tenía su aspecto humano para evitar que alguna mirada indiscreta le cogiese con su apariencia habitual, llevaba un par de horas sentado en la mesa del escritorio, frente al ordenador pero sin conseguir hacer nada.

Su creatividad estaba apagada porque su mente estaba en otro lugar, un piso más abajo, con otra persona. Llevaba preocupado mucho tiempo, odiaba estar lejos de Selardi pero odiaba aún más haberle hecho daño de esa forma, y no sabía como cambiar las cosas. Pero además, desde que Christopher había llamado hablando de esa bruma, que a él le había cogido desprevenido mientras comía una manzana tan verde como su piel, había estado pensando cómo bajar para ver a Selardi y asegurarse de que estaba bien.

Tenía que recordar que no podía llamarla Selardi, ella misma le había dicho que no merecía decirlo, y tenía razón, la había decepcionado enormemente y ahora podía perderla. Habría dado de buen grado su descubrimiento que le hacía poder transformarse en humano por estar con Selardi, quizá aquél día en las pruebas debía haber elegido otra cosa, o ninguna.

Finalmente, reunió todas sus fuerzas y bajó las escaleras en dirección a la recepción de la Nave. Mientras bajaba, cambió a su apariencia de demonio, a Daakka, aunque Cara Elle no tendría de ver a ninguno de los dos, al fin y al cabo, los dos eran unos mentirosos.

Suspiró profundamente al abrir la puerta trasera que llevaba a la recepción y entró, por suerte no había ningún cliente, porque pensando solo en Cara no se había dado cuenta de su apariencia. Al escuchar la puerta, Cara Elle miró en su dirección, pero en su rostro, al verle, no vio la alegría de siempre.

Parecería una exageración decir que el mundo se detuvo en ese instante mientras sus corazones, los dos de Daakka, se partían, pero no era tanta la exageración si no el hecho de que él se detuvo completamente, con unos ojos cubiertos de esa bruma mágica que les hacía parecer un universo en movimiento.

La Nave se había desvanecido para Daakka, ahora se encontraba en el salón de una casa no demasiado grande. Frente a él una niña rubia veía la televisión y en ese momento giraba la vista hacia él, sonriendo ampliamente, conocía esa sonrisa, era su Selardi. Sin embargo, no era a él a quien sonreía, atravesándole, como si fuera un fantasma, la niña corrió hacia un hombre de pelo y barba canosos. Jamás le había visto, pero conocía las historias, conocía lo que había hecho, y era uno de los pocos hombres que hacían que Daakka fuese casi incapaz de controlar su temperamento. Era el abuelo de Cara y Daniel.

NOTA PARA TODOS

[spoiler]Ahí van los tres siguientes. La nota máster es que sepáis que a partir de la primera visión que recibe cada personaje, sois libres de escribir con ellos y que reciban visiones de quien quiera que tengan cerca o, si no tienen a nadie cerca, de cualquiera de los Campeones.[/spoiler]