Diarios de Destino | Condado de Ripper

MEDIODÍA

En algún lugar del Condado de Ripper, una Cazadora rubia observaba cómo su plan no estaba yendo como planeaba.

Desde lo alto de la azotea contemplaba como un grupo de gente abandonaba un viejo solar a medio construir que se había convertido en un nido de vampiros bastante amplio, porque ella lo había querido así.

Su plan era desestabilizar el estado actual, que los seres de la oscuridad cobrasen fuerza y, cuando ella apareciera para acabar con todos, se demostrase quién era la verdadera Cazadora, pero en las últimas noches había empezado a ver que algunos nidos se habían desvanecido, y algunos grupos de demonios se habían desbandado, o estaban todos muertos.

Finalmente, consiguió ver a esos grupos, una especie de cazadores o algo por el estilo, saliendo de los sitios después de haber acabado con sus planes poco a poco.

La Cazadora empezó a seguirlos, y descubrió que eran varios grupos, mixtos, todos con poderes o seres sobrenaturales, excepto un tipo negro y alto, bastante guapo, al que había visto algunas de las veces dirigiéndoles. Efectivamente, eran cazadores, y la estaban jodiendo.

Con unas palizas aquí y allá consiguió la información que necesitaba de una panda de vampiros, antes de estacarles y acabar con sus miserables vidas. Al parecer esa gente estaba con el Director de Inteligencia Nacional, un tipo al que en los bajos fondos llamaban Z y que al parecer usaba esa tapadera para tener más recursos. El caso es que parecía que el tipo, que se había mudado recientemente a un Palacio en Cirth, parecía estar dedicado a limpiar el Condado de sabandijas, y eso entraba en conflicto con los planes de la Cazadora. Así que tendría que hacer algo.

Logan Villiers

Logan Villiers sentía el viento azotándole el rostro mientras recorría la carretera atravesando ese paraje semidesértico, con un silencio solamente roto por el rugido de ‘Cassandra’, la única que nunca le abandonaría.

La única pega es que su intimidad estaba rota por la presencia de su amigo Jackie Chan que se aferraba al asiento como si fuese a despegar si se soltaba. Parecía tan serio y tan buen tipo que hacia que le encantase buscarle nuevos apodos para ver en qué punto conseguía sacarle de quicio.

No sabía qué pensar de la noticia bomba que le habían dado, era padre, la sola idea le hacía sonreír, porque Logan Villiers no era un hombre que pensase en responsabilidades, solo en demostrar que podía ser distinto a lo que la gente pensaba de él, como por ejemplo, un buen padre.

Jada no se lo había tomado muy bien, pero tenía que entenderlo, lo suyo había estado muy bien pero Logan pertenecía a la carretera, a la oscuridad, y ahora, a su hijo. Si es que conseguía acercarse a Natalie.

En ese instante, fue como si el polvo del desierto se arremolinase sobre él impidiéndole ver nada, porque todo parecía difuminado, pero al despejarse, se encontró en otro lugar.

Era un baño, bastante amplio y muy nuevo, la bañera estaba llena de lo que parecía agua caliente, pero algo pasaba, no conseguía sentir el calor del agua, parecía como si no estuviese realmente allí. Se giró y vio que la puerta del baño se abría y Novak entraba por ella, tan preciosa como siempre, pero además ahora llevaba un albornoz debajo del cuál no debía haber nada. A Logan le estaba gustando ese sueño.

Ella se acercó al agua, como si no le hubiese visto, y con un suspiro, sacó una especie de colgante con una gema oscura engastada. Lo miró durante unos instantes y sacó la gema, mirándola a la luz. Pese a que miraba hacia él, parecía que no le veía. Bueno, al menos él tenía buenas vistas. Entonces Novak dejó caer la gema al agua y pronto ésta empezó a burbujear como si fuese una pastilla efervescente, salvo que se cubrió de un negro absoluto que ponía los pelos de punta. Vio como ella metía la mano y el agua ondulaba de forma que parecía más espesa. Las ondulaciones parecían hipnóticas, tanto que cuando se quiso dar cuenta, un pie se estaba introduciendo en el agua. Levantó la vista para ver a Novak en todo su esplendor pero en lugar de eso algo le arrastró, algo que tiraba de su cara y rasgaba su cuerpo, como si la oscuridad de la bañera le devorase. Se dio cuenta de que había vuelto al mundo real cuando se vio rodando por el suelo de la carretera, se habían estrellado.

Dominic Williams

Dominic no tenía un buen día. Se había quedado intranquilo después de que la bruma entrase de una desagradable forma a través de sus conductos respiratorios, pero mucho más después de la llamada de Christopher para ver si se encontraba bien.

Según había dicho, con esa bruma podía sobrevenirle una visión en cualquier momento, pero lo que le preocupaba no era eso, si no cómo estaría Rebecca, si a ella le habría pasado lo mismo. Como el Vigilante se estaba haciendo cargo de llamar a todos, pero habría algunos con los que no podría contactar, en concreto uno se le venía a la mente. Con todo lo que estaba pasando el grupo, la familia, de la que ahora formaba parte, y lo que él mismo estaba pasando, tenía que concentrarse en hacer algo, porque de lo contrario se volvería loco.

Había intentado rastrear a Daniel otras veces, buscar en sitios a los que solía ir, pero esta vez iba a buscar en un sitio diferente, en el sitio en el que él mismo estaría si fuese Daniel, solo el Destino sabría si conocería lo suficiente a su amigo para acertar, pero aunque no fuese así, en el sitio al que iba podía hacer otras cosas que calmasen un poco su nerviosismo.

Avisó a Christopher con un mensaje y pidió un taxi. Después de subirse e indicarle que le llevase a un punto concreto de Cirth, se acomodó para el largo e incómodo viaje y revisó el teléfono en cuanto lo sintió vibrar, pero solo era el Vigilante para decirle que tuviese cuidado.

Por suerte Cirth no era el punto del Condado más alejado de Moondale, pero eran casi dos horas de viaje hasta el norte del Condado, donde se divisaba el Pico Tantree, un lugar que le traía muchos recuerdos, y que separaba Skye de Cirth al igual que la Tierra del Axis Mundi.

Pidió al taxista que le dejase en la arboleda cercana al Palacio con la excusa de ir a observar aves autóctonas y le tendió un dinero que le costó soltar, pero se dijo a sí mismo que no podía quedarse en Moondale sin hacer nada, y al menos los taxis en el Condado eran bastante más baratos que en su país natal.

Cuando el taxi desapareció en la distancia, se internó en la arboleda y comenzó a recorrer un camino de tierra, atento a posibles pistas de la presencia de Daniel, o de cualquier otro, a fin de cuentas estaba en territorio enemigo.

Tras un rato caminando, vislumbró el enorme Palacio Kvinneby y se preguntó cuál de todas aquellas enormes ventanas sería la de Rebecca. Mientras miraba al Palacio en la distancia, si vista pareció empezar a nublarse. Se llevó la mano a los ojos y cerró los párpados, pero cuando volvió a abrirlos estaba en otro lugar.

Era un sitio oscuro, una especie de aparcamiento abandonado. Había un par de coches estropeados cubiertos de polvo y sin ruedas, sujetos por unos ladrillos de cemento. Las pintadas cubrían algunas de las paredes como si fuese el lugar de reunión de unos artistas callejeros. Pero allí se reunía otra clase de criaturas.

Vio a una figura humana en mitad del aparcamiento, al lado de un par de coches, llevaba una katana en cada mano, así que se imaginó quién podría ser. Se acercó hasta él y le llamó, pero no parecía escucharle. Había un silencio sepulcral, una de las manos de Daniel se encendió y arrojó un poco de luz al lugar, entonces fue cuando vio cuatro cuerpos en el suelo, eran demonios, muertos ya. Un gruñido a su espalda le sobresaltó, vio a un enorme demonio abalanzarse sobre él con unos afilados colmillos, demasiado cerca, pero el demonio le atravesó como si fuese un fantasma. Se giró a tiempo para ver como Daniel le atravesaba con sus dos espadas.