Daniel Arkkan | Fundicion abandonada, Cirth
MEDIODÍA
Llevaba, lo que se dice, un día revolcado. La noche anterior había estado de caza en las inmediaciones de la casa de las Echolls, asegurándome de que los demás estaban a salvo mientras Sarah no estuviese. Pasear por el Parque Bellamy sin Sarah era extraño, como caminar por una pesadilla, un recuerdo constante de lo que tuve una vez y había perdido. Con cada sonido, me daba la vuelta con el corazón en un puño, con una mezcla de miedo y vana esperanza de encontrarme a cualquiera de ellos patrullando la zona. Pero no eran más que ruidos de la noche, que parecía estar burlándose de mí.
Desde la linde del parque, oculto como podía entre los árboles observé la preciosa casa de arquitectura victoriana de las Echolls, como Sarah me había dicho una vez. Había algunas luces encendidas en la planta superior y la de la sala de estar de la planta inferior. Me pregunté quién estaría en qué sala y qué estarían haciendo, y me distraje tanto que no escuché a un vampiro acercarse por detrás y sujetarme.
– [Vampiro]Ja, verás cuando le cuente al resto que he cenado aesir. Todas van a estar locas por Jalvaz.[/Vampiro] – se jactó con una risa que se tornó más grave cuando su rostro cambió al ceño vampírico, no necesitaba estar frente a él para saberlo.
Muchas veces he dicho que Sarah era una luz para mí, pero comprendía que era algo difícil de entender, salvo que me viesen sumergido en la oscuridad a la que tanto temía, la que me protegía del dolor.
Sin contemplaciones, eché la cabeza hacia atrás con fuerza y escuché el crugido de la nariz del vampiro, que me soltó instintivamente. Me giré desenvainando ‘Sendero Oscuro’ y le observé, llevaba unos pantalones negros muy finos en el tobillo, de pitillo o algo así, una camisa de cuadros y un gorro, llevaba una barba poblada y para cuando lo transformaron debía haber empezado a quedarse calvo. Esos detalles me dejaron claro que era un vampiro bastante nuevo, así que no suponía ningún reto. Pese a todo, estaba enfadado porque me hubiese cogido por sorpresa, aunque no sabía con quién exactamente.
Mientras se miraba la mano ensangrentada por la nariz partida, y se colocaba frente a mí sin saber si correr o quedarse quieto, avancé con calma. Después de evaluar sus opciones, se agachó con las manos en la nuca como si se rindiese, pero en lugar de eso, cuando estuve lo suficientemente cerca, cogió un puñado de tierra del suelo y me lo lanzó intentando cegarme. Me hice a un lado para esquivarlo y le di una patada en una pierna que le hizo caer al suelo.
Él movió las manos e intentó convencerme, pero con un corte de ‘Sendero Oscuro’ sus mentiras se convirtieron en ceniza en el suelo, que pronto se llevaría el viento, o el barrendero.
Sentí una molestia en uno de los brazos y vi que me había cortado con sus uñas, por suerte no era un licántropo y me bastó con pasar mi mano y aplicar la luz para que la herida se cerrase.
Tras eso, con un último vistazo a la casa de las Echolls, me subí al coche y lo llevé hasta la fundición abandonada. Ya casi estaba amaneciendo, y estaba demasiado cansado como para entrar a la fundición y asegurarme de que ningún nido había acampado allí en mi ausencia, así que eché hacia atrás el asiento del coche y me quedé dormido.
Esa noche, como casi todas, tuve pesadillas. Solo recordaba fragmentos, la casa de las Echolls ardiendo, el Kurgan llevándose a Sarah de mi lado sin que yo pudiese hacer nada, porque cada vez me hacía más pequeño y la oscuridad estaba más cerca, hasta que me engullía cortándome la respiración.
Me desperté con un sobresalto, para comprobar que la asfixia era real, algo se estaba metiendo en mis pulmones, un humo morado y dorado que cubría la parte delantera del coche. Llevé la mano a la manilla para abrir la puerta y tratar de respirar aire puro, pero el humo no se apartaba, seguía entrando en mis pulmones hasta que desapareció completamente. Durante unos instantes, pensé que era el fin, que acabaría así, solo, durmiendo en un coche, sin nadie a quien le importase, durante un instante volví a ser un niño asustado.
Cerré los ojos y me concentré en un punto del bajo vientre mientras relajaba cada parte de mi cuerpo para liberar la tensión, entonces empecé a inspirar y espirar hasta que la ansiedad remitió y pude volver a respirar con normalidad. Me llevé una mano a los ojos y retiré las lágrimas que se habían acumulado cuando no podía respirar.
Sentía el cuerpo helado, pese a haber dormido pocas horas, la temperatura debía haber estado baja y el coche no era un buen refugio, así que salí de él, cogí ‘Sendero Oscuro’ y entré a la fundición. Tras comprobar que no había ningún vampiro, volví al coche y cogí el baúl de la ropa para meterlo dentro y coger ropa limpia.
Todavía con mal cuerpo, me dirigí a las duchas, dejé la ropa limpia y una toalla en uno de los lavabos y me quité toda la ropa de la noche anterior. Eché el agua a correr e incluso desde lejos, sentí lo fría que estaba. Me acerqué a la pared, procurando que no me tocase demasiado el agua y sujeté la tubería con las dos manos. Entonces, empecé a concentrar la luz de forma que desprendiese más calor, tratando de controlarlo para no quemarme con el metal caliente.
No tardé en sentir el agua cálida cayendo sobre mí. Solté una de las manos para enjabonarme mientras que con la otra seguía calentando el agua para no congelarme. Pasé unos minutos así, sin empezar a enjabonarme y sin querer salir del agua, con el calor recorriendo y reconfortando mi cuerpo ya que no había nada que reconfortase mi alma.
Entonces sentí una sensación extraña, como si algo tirase de mí y me hiciese abandonar mi cuerpo, para llevarme a otro lugar. Traté de resistirme, pensando que sería algún truco de magia o un demonio, pero fue inútil. No tardé en verme en otro lugar completamente diferente.
Estaba frente a un gran ventanal desde el que se veía un bosque que me resultaba conocido, porque había pasado mucho tiempo en él últimamente, estaba dentro del Palacio Kvinneby. Extrañado y alerta, me giré y vi una enorme habitación que más bien parecía un modesto apartamento, con una decoración recargada, antigua, ostentosa.
En mitad de la habitación, sentada en una mesa, estaba Sarah, tan preciosa como siempre o, diría que incluso más. Sonreí inmediatamente al verla, mientras me fijaba en que estaba acompañada de otra chica, rubia, curvilínea y con un enorme par de alas que salían de su espalda.
Mi mente quedó tan eclipsada al ver a Sarah que no conseguí procesar nada más, ni siquiera cómo hablarle, y entonces me di cuenta de que estaba completamente desnudo, tal y como estaba en la ducha.
Aquello parecía sacado de una pesadilla, pero me notaba extrañamente real. Vi que la chica de las voluptuosas alas miraba hacia mí y corrí hacia la cama, para coger una sábana y taparme, pero en lugar de cogerla, la atravesé.
Miré a la chica alada, espantado y muerto de vergüenza, y vi que su mirada no estaba fijada exactamente en mí si no en el ventanal, parecía que no me veían. Pese a lo raro que resultaba, me acerqué a ellas y vi que ninguna de ellas se inmutaba, era invisible, e intangible, así que eso debía ser un recuerdo en el que no podía intervenir. Pero eso no hacía que ir desnudo fuese cómodo.
Las escuché conversar sobre algo que no terminaba de entender del todo, porque utilizaban apodos en lugar de nombres, como pude identificar por algunos que la propia Alice me había dicho.
La verdad es que no conseguía prestar tanta atención a la conversación como debía, para tomar ventaja táctica, porque estaba ensimismado mirando a Sarah después de tanto tiempo. Era como un sueño que pensabas que era real pero a medida que pasa el tiempo cada vez parece más lejano, más sueño. Sus preciosos ojos azules miraban a la muchacha a la que llamaba Mia, pero su mente estaba en otro lugar, lo sabía porque cuando Sarah dejaba de prestar atención respondía con monosílabos.
Aun así, noté que apreciaba a esa chica y me gustó saber que no estaba sola allí dentro, porque la veía triste y eso hacía que algo se resquebrajase dentro de mí.
Al cabo de un rato, la chica de grandes y llamativas alas se puso en pie y dijo algo acerca de un tal «Vine» al que iba a buscar y que luego la esperaba para cenar. Sarah se despidió con una sonrisa que no era más que una máscara, hasta que la puerta se cerró haciendo añicos la máscara.
Sarah fue hacia la cama y se sentó, derrotada. Todo el dolor que había estado pasando durante los meses siguientes a la muerte de Kaylee ahora parecía más acrecentado al estar sola, y me horrorizaba ver el sufrimiento por el que estaba pasando. Agachó la cabeza y se llevó las manos a la nuca, soltando un sollozo ahogado que había intentado reprimir sin suerte.
Cuando levantó la cabeza, para que el aire la despejase, vi que tenía el rostro cubierto de lágrimas y los ojos enrojecidos. Su boca se abría con el llanto de desesperación, un llanto que parece lo único que puedes hacer cuando todo te abandona, incluso la esperanza.
Me acerqué a ella y llevé una mano contra su rostro, pese a que no podía tocarla. – [Daniel]Te sacaré de ahí, te lo prometo.[/Daniel] – dije para mí mismo. Había tenido esa urgencia desde el día en el que ‘El Bibliotecario‘ me habló de los planes de Z, pero necesitaba preparar las cosas para entrar en ese lugar o de lo contrario no serviría para nada. Pero al verla así, no estaba seguro de que pudiese esperar.
Acerqué mis labios a su frente y deposité un beso en el aire. Hacía mucho que no lo hacía, pero en ese momento, mi voz pareció salir de mi cuerpo sin que pudiese detenerla:
[align=center][i]Please, please forgive me,
But I won’t be home again.
Maybe someday you’ll look up,
And, barely conscious, you’ll say to no one:
«Why isn’t he here with me?»
Don’t cry for my absence,
You said you’ll never forget me.
Am I that important…?
Am I so significant…?
«Isn’t something missing?
Why is someone missing me?»[/i][/align]
Entonces, un frío terrible recorrió todo mi cuerpo y fue arrastrado de su lado.
Abrí los ojos desconcertado, tiritando de frío. Estaba bajo la ducha, mi cuerpo había debido seguir allí todo ese tiempo mientras mi mente estaba en otro lugar, pero al no utilizar mi poder, el agua se había enfriado. Cerré el grifo y me quedé de pie un momento, con la tenue esperanza de volver allí, junto a ella, aunque fuese en un recuerdo, pero no fue así.
Me sequé y me vestí con pesar, meditando todo lo que acababa de ocurrir. Sin duda eso era un recuerdo de Sarah, y por alguna razón, sentí que tenía algo que ver con ese extraño humo que casi me había asfixiado. En ese momento no lo había percibido, pero al recordarlo, supe que en él había «sentido» a Kaylee, y ahora, al ver los recuerdos de Sarah, me había sentido de alguna forma conectado a los demás Campeones.
Cogí mis cosas y las volví a meter en el coche. Me subí y giré la llave del contacto escuchando el bramido del motor al encenderse. Segundos después conduje hasta el único lugar al que podía ir para intentar descubrir algo más de todo eso. Y para volver a estar cerca de ella.
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