Edward MacLay | SEDE DE WOLDRAM&HART, LOUNA
MEDIODÍA
Me dolía dejar a Lucy así, pero tras días sin poder hacer nada por ella finalmente opte por hacer otra promesa que tenía pendiente. No era una persona vengativa, por lo general siempre he pensando que hablando las cosas se pueden llegar a un entendimiento, pero en el caso de John no había entendimiento posible, le deje muy claro lo que pasaría si osaba volver a acercarse a Lucy, y había cruzado la raya una vez más.
Tras entrar en un taxi y dar las indicaciones de mi destino eche la vista atrás pensando en lo que acababa de decir Keli. El conjuro nos estaba afectando a todos los campeones, lo que me hizo preocuparme por todos, en especial Diana, en su estado debía de tener cuidado, podría venirle una visión de lo que estábamos experimentando en cualquier momento y podía ocurrir una desgracia, solo podía esperar que Christopher estuviese siendo extremadamente atento con ella ahora.
Me frote las palmas de las manos contra las rodillas, desde que esa bruma había entrado en mi me encontraba agitado, y con temblores en la mano. Enfoque la vista en el frente y comencé a ver borroso, pensé que era el cristal del taxista sucio, solo que ya no me encontraba sentando en un taxi.
Me encontraba tras una cristalera como las de las comisarías de policía, solo que esto no tenía pinta de ninguna comisaría, ya que la habitación que estaba observando parecía propia de un hospital, aunque tampoco era esto. Al otro lado del cristal estaba Lucy sentada en una silla y frente a ella esa demonio. Pude ver el temor de Lucy en sus ojos, pero no era un miedo de desconocimiento a lo que tenía frente a ella, temía lo que pudiera hacerle. Entonces tal y como había ocurrido hacia escasas horas, pero en el sentido inverso, la demonio hizo salir una bruma de Lucy dejándola completamente inconsciente. La demonio se relamió y rápidamente dos hombres sin apenas dificultad cogieron a Lucy y la recostaron en la cama, le pusieron la pinza en el dedo índice para controlar sus pulsaciones y un vial con suero.
Entonces John apareció por la puerta seguida por su perro faldero Delilah, le dijo algo a la demonio y todos salieron de la habitación salvo él y Delilah, los cuales se quedaron a los pies de la cama de Lucy. Sentí la impotencia de no poder hacer nada, me encontraba en un recuerdo, solo que no sabía de quién, si de Lucy, o de John.
– [John]Delilah, ¿tienes ya preparada su tapadera?[/John] – Pregunto observando con atención a Lucy, sentí la necesidad de golpearle en la cara, dejarle los ojos morados, que no volviera a mirarla de la forma en la que lo estaba haciendo.
-[Delilah]Así es señor. Le hemos alquilado un pequeño local al otro lado de la calle. Será una tienda de costura, así podrá tenerla vigilada, aparte le hemos proporcionado una amplia lista de clientes.-[/Delilah] Añadió Delilah examinando el archivador que llevaba encima. Todo eso ya lo sabía, pero este recuerdo me había confirmado una cosa más en la que John había intentado engañarme, Lucy había aparecido con sus recuerdos y se los quitaron.
– [John]Bien encárgate de que planche y revise mis trajes y los traiga en persona, todas las semanas.[/John] – Soltó con naturalidad, como si aquello no fuera gran cosa, pero estaban jugando con la vida de una persona.
[Delilah]Señor, si me permite la pregunta, ¿Por que tanto interés en esta chica?.-[/Delilah] Le pregunto Delilah con su marcado acento ingles. John soltó una carcajada y se tomo unos segundos para responder saboreando su respuesta, por mi parte apreté los dientes furioso.
– [John]Si fueras otra persona, Delilah, te diría que es un valioso recurso para la firma por cómo la hicieron, pero los dos sabemos que es por mi hijo.[/John] – Admitió. No me sorprendió ya sabía todo eso, me quería como su sucesor, que tomara las riendas de la empresa, pero no me conocía como él pensaba, y estaba a punto de conocer otra parte de mí que incluso yo desconocía.
– [Delilah]¿De veras cree que vendrá hasta nosotros?, quiero decir, usted. No parece la típica persona que abandone a sus amigos.-[/Delilah] La mujer tenía razón, nunca debería de haberme marchado, debería haber permanecido con ellos, con Diana y Sarah, pero si no hubiese venido Lucy seguiría bajo sus garras como una marioneta.
– [John]El pasado de Edward es complejo, no es la primera muerte que ha visto, pero perder a esa chica después de todo le hará plantearse las cosas.[/John] – Le aseguro. – [John]Y una vez que esté aquí será más fácil retenerle, con ella. [/John]- Parecía distinto, se le notaba la voz quebrada, como si algo le preocupara.
– [Delilah]¿Cree que lo que ha leído puede hacerse realidad? La Profecía.-[/Delilah] ¿Profecía? Di unos cuantos pasos hacia ellos atravesando la cristalera, quería escuchar lo que tuviera que decir claramente.
– [John]No me gusta creer en esas cosas, pero solo un tonto no toma las suficientes precauciones.[/John] – Carraspeo un poco e intento recomponerse, pero seguía pareciendo nervioso – [John]Cuanto más lejos esté de esa muchacha, mejor.[/John] – No tarde en descifrar de quién estaba hablando. Sarah. Al parecer había alguna profecía en la que se mencionaba a la Elegida y el gran daño que podría ocasionarle a la firma.
-[b]Eh, chico. Chico, despierta.-[/b] Escuche una voz y cuando volví en si el taxista me miraba extrañado por el espejo retrovisor. Le di el dinero del viaje por la diminuta ventanilla y me encamine hacia el edificio mientras me remangaba las mangas de la camisa.
Empuje las puertas y entre al amplio hall del edificio, sorprendentemente todas las miradas se posaron en mi, de haber sido invisible a enemigo publico numero uno. – [b]Lo siento señor, pero no puede estar aquí.-[/b] Añadió Ronald con tranquilidad. Hice de oídos sordos y seguí hasta el ascensor. – [b]Seguridad, ¡seguridad!.-[/b] Grito Ronald a pleno pulmón. Escuche las pisadas dirigirse hacia mi, invoque un par de Wisps y los lance contra ellos haciéndolos explotar cerca de sus caras dejándolos ligeramente aturdidos. La gente que había por allí salio corriendo dejando el edificio, mientras que los del ascensor que acababa de llegar observaban temerosos la escena y salían con cautela de allí. Tras subir al ascensor y pasar unos segundos que se hicieron extremadamente largos llegue hasta la planta en la que se encontraba John.
– [Ed]Todo… todo el mundo fuera.-[/Ed] Añadí balbuceando un poco y no en un tono exactamente alto. La gente seguía a lo suyo sin prestarme atención. Conjure un par de bolas de fuego en mis manos y las lance al lugar más apartado de la sala. – [Ed]He dicho, ¡todo el mundo fuera!.-[/Ed] Esta vez si me escucharon, la gente se levanto de sus cubículos y se dirigió hacia las escaleras apresuradamente mientras las llamas comenzaban ha consumirlo todo poco a poco. De una patada abrí la puerta de la oficina de John con otras dos bolas de fuego en las manos.
– [John]¿Serías capaz de matar a tu padre?[/John] – Pregunto con petulancia mientras se levantaba de su asiento y se acercaba hasta mi.
– [Ed]Soy una persona que cumple sus promesas y te hice una.-[/Ed] Lance las bolas de fuego contra la pared prendiendo fuego a estanterías y demás muebles de la estancia. Agarre a John por el cuello de la camisa y lo hice retroceder hasta chocar con su amplia mesa.
– [John]No vas a matarme. Sabes que nos veremos las caras en otro momento.[/John] – Observe como con la mano buscaba algo bajo una maraña de papeles hasta que dio con un abre cartas. Le agarre la mano y se lo quite antes de que pudiera hacer nada estupido con él. A pesar de la rabia no tenía ninguna intención de matarle, pero no podía decir lo mismo de él.
– [Ed] Tranquilo John, en ningún momento prometí que fuera a acabar con tu miserable vida. Mis palabras fueron reducir este lugar a cenizas, y eso he venido a hacer.-[/Ed] Comenzaba a hacer calor por toda la sala, las llamas lo consumían prácticamente todo a nuestro alrededor. Agarre con fuerza el mango del abre cartas y clave la hoja contra la mano de John, el cual ahogo un grito de dolor.
– [John]Juegas con los Socios Fundadores hijo, no lo van a olvidar.[/John] – Se apreciaba el miedo en sus palabras, acompañado de un ligero temblor, probablemente el dolor en la mano. – [John]Vete ahora y me aseguraré de que os dejen tranquilos.[/John] – Añadió. No se refería solo a Lucy y a mi, también a los demás.
– [Ed]En efecto, no lo van a olvidar, pero no es mi cabeza la que esta en juego aquí. Tu eres el que me ha manipulado y al final te ha estallado todo en las manos. Si van a ir por alguien primero ese eres tu.-[/Ed] Me miro fijamente temeroso con un ligero brillo en los ojos, el humo estaba a punto de hacerle soltar las primeras lagrimas, pero también eran lagrimas al pensar en lo que estaba a punto de venírsele encima.
– [John]Me estás condenando, te vas a arrepentir. Si tengo que decidir sabes cuál es mi decisión.[/John] – Sabía cual era su decisión, si por un casual se encontraba con esos Socios no dudaría en vender a su propio hijo, pero al igual que el era temeroso a la profecía de la Elegida, ellos también lo serían, nadie juega con la cazadora y sus amigos.
– [Ed]No les tengo miedo, no estoy solo como tú.-[/Ed] La enorme cristalera comenzó a resquebrajarse, de un momento a otro acabaría por romperse. Recogí un peón del tablero en el que solíamos jugar y se lo guarde en el bolsillo del pecho seguido de una palmadita en donde le había dejado la figura dejándole clara su posición en todo este asunto. – [Ed]Disfruta de la jubilación.[/Ed]
– [John]No olvidaré esto.[/John] – Añadió gritando para que se le escuchara por encima de las llamas.
– [Ed]Oh, cuento con ello.-[/Ed] Gire la cabeza lanzándole una última mirada mientras me marchaba que le hizo estremecerse, quedándose sentado contra el borde de la mesa muy quieto con la mirada perdida.
Los aspersores contra incendios se activaron para mitigar un fuego que prácticamente ya lo había consumido casi todo, casos, contratos y experimentos perdidos.
Baje por las escaleras de emergencia camuflado entre las demás personas que bajaban de las distintas plantas hasta llegar a la calle, una vez allí eche un vistazo hacia arriba para comprobar como salía una profunda humareda negra del despacho de John.
– [Bill]¡Edward!.-[/Bill] Escuche a alguien gritar a mi espalda, tras girarme vi a Bill en el coche patrulla .-[Bill]¡Sube!.[/Bill]
Aparte a la gente con cuidado los cuales seguían ensimismados mirando hacia el edificio. Entre en el coche y Bill piso el acelerador. Me esperaba alguna clase de reprimenda por el acto tan imprudente que acababa de cometer, pero no dijo nada, simplemente me dio un par de golpes en el hombro y siguió conduciendo. Suspire aliviado, como si me hubiese quitado un enorme peso de encima, las manos ya no me temblaban tanto, ahora solo quería volver a casa.
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