Inola Tarasi, Reina Gris| Palacio de Kvinneby
MAÑANA – MEDIODÍA
En orden de aparición: Inola Tarasi ‘Reina Gris’, Lydia Prast ‘Briar’, Amaya Navas ‘Reina Blanca’ y Aislinn Gallagher ‘Reina Negra’.
Cuando Inola abrió los ojos con los primeros rayos del sol, Briar estaba cubierta de zarzas. Dormir con ella no era lo más cómodo del mundo, especialmente porque no controlaba su habilidad (Citokinesis) y acababa convertida en un personaje de cuento, pero además roncaba y ocupaba la mayor parte de la cama. A plena luz del día, lo que había parecido una ventaja bajo el manto de la luna (siempre que no fuera llena), se convertía en un «en realidad, no era para tanto», aunque no pensaba decírselo a Lydia, que todavía era demasiado joven, demasiado volátil y demasiado buena, por mucho que se empeñara en defender su posición como gris con algunos actos, que a todas luces eran cuestionables y ponían en peligro la estabilidad de una utopía que todavía estaba por verse si podría funcionar, porque no todos los del bando gris tenían la misma proporción de blanco y negro para hacer lo que debía hacerse sin decantarse por ningún lado. Las fichas blancas y negras eran otro cantar, pero no le preocupaban, porque cuando descubrieran que tanto si salvas a todo el mundo, como si dejas que dicho mundo se consuma, eres igualmente un idiota, cambiarían de parecer.
Salió de la cama con suavidad y dejó caer la sábana que cubría su cuerpo desnudo para irse directa a la ducha tras elegir la ropa sin meditarlo mucho. De ella salió a los pocos minutos, vestida y lista para la sesión de entrenamientos y relajación que precedía al desayuno. No sólo tenía que mantener a raya a su parte Qeller, que en un lugar plagado de locos como el de las alas que se acostaba con su propia hermana, se pondría las botas, sino que podía poseer a quién quisiera durante el tiempo que le pareciera y eso había sido muy divertido en su juventud, pero había quedado atrás, junto con Nueva Orleans, el barrio del Treme y el Mardi Gras que siempre había sido su martes favorito.
La mañana transcurrió como siempre, sin incidentes que destacar salvo la presencia del Rey Negro, al que de buena gana dejaría en manos de su parte Qeller, hasta que llegó la hora de reunirse con las otras dos reinas. Detestaba ese título más que nada en el mundo, de hecho, hubiese preferido ser la Presidenta de la República Gris, pero no tenía ganas de perder el tiempo en diatribas con Z, que no era conocido por sus ganas de charlar sobre trivialidades.
Cuando llegó a una de las salas de reuniones, Amaya Navas, la Reina Blanca, ya estaba allí esperando. En cuanto vio a Inola, esbozó una sonrisa sincera y gesticuló un «hola» en español, que fue correspondido a medias con un movimiento de cabeza. La sala en la que estaban era acogedora, con las paredes pintadas en tonos beige, unos cuantos sillones cómodos, una chimenea, una mesita de café sobre la que había tres bandejas tapadas y unas estanterías en las que próximamente habría libros. Inola se sentó en el sofá en tonos tierra que había frente a Amaya y la observó con atención, en parte porque le gustaba saber lo que tramaba su posible rival, pero también porque era muy guapa y no tenía nada mejor que hacer. Amaya llevaba un vaquero y un jersey fino de color rosa claro, no se había maquillado y parecía que se acababa de peinar con los dedos. – [Amaya]Aislinn llega tarde[/Amaya].- comentó manipulando las corrientes de aire para abrir la ventana y que se filtrasen los tibios rayos de sol.
– [Inola]Tiene delirios megalomaníacos[/Inola].- jugueteó con uno de sus pendientes sin dejar de observar a Amaya, a la que por suerte, no le había dado por crear huracanes como el Katrina.
– [Amaya]Podemos empezar y cuando venga, le hacemos un resumen[/Amaya].- destapó la bandeja que había frente a ella, en la que había una ensalada y le guiñó un ojo a la Reina Gris.
– [Inola]Si no viene, tampoco nos perdemos nada[/Inola].- hizo lo mismo con la suya, en la que había un plato de jambalaya y una copa de vino blanco. Alguien quería hacerle la pelota, de eso no cabía duda.- [Inola]¿Para qué es esta reunión?[/Inola]- apartó con el tenedor las gambas, que eran unos seres repugnantes y empezó a comer. Estaba un poco sosa, le faltaba picante.
– [Amaya]Para hablar de ‘The Heart’, de Sara Echolls[/Amaya].- puntualizó con su marcado acento español. Creía que era del norte, pero cualquiera sabía, porque fueran de dónde fueran, no se les entendía al hablar.
– [Inola]Sarah[/Inola].- le corrigió.- [Inola]La chica entró en el Palacio por voluntad propia, no podemos intervenir[/Inola].- dio un trago de vino, que estaba segura de que era de cartón.
– [Amaya]’Carbon Copy’ me ha dicho que no es feliz aquí y que por eso, no acepta los regalos de Z[/Amaya].- se llevó una rodaja de tomate a la boca y cuando masticó, siguió hablando.- [Amaya]Nadie sabe qué hace aquí, pero esa chica tiene familia y amigos, no se merece que la tengamos recluida[/Amaya].
– [Inola]Z tendrá sus motivos y no debemos cuestionarlos: si está aquí, seguro que hay una buena razón detrás[/Inola].- la lealtad de Inola había que ganársela y Z la había conseguido.
– [Amaya]Pero si es cierto lo que dice ‘Carbon’…[/Amaya]- iba a decir algo más, pero la puerta se abrió y Aislinn Gallagher, la Reina Negra, con su pelo rojo como el fuego, pantalón negro y blazer marrón, entró en la estancia con cara de pocos amigos. – [Aislinn]Tendré que informar a Z de que se llevan a cabo reuniones de las Reinas sin mi presencia[/Aislinn].- anunció y dio un portazo tras de sí para sentarse en una silla, apartada de Inola y Amaya.
– [Amaya]Eso no es cierto, estábamos esperándote[/Amaya].- se defendió Amaya, que tenía la mala costumbre de entrar al trapo con demasiada facilidad.
Aislinn esbozó una sonrisa de maníaca y jugueteó con el alfiler de cabeza negra.- [Inola]Ni se te ocurra[/Inola].- le recordó la Reina Gris.- [Aislinn]Se me ocurre, pero no lo haré…de momento[/Aislinn].- en sus ojos brilló un destello de maldad superior al que solía haber normalmente.- [Aislinn]¿Qué era lo que decíais de la Cazadora?[/Aislinn].- preguntó levantando la tapa de su bandeja en la que había Bacon and Cabbage, un plato típico irlandés, que rechazó empujándolo sin miramientos.
– [Inola]¿Cómo sabes de qué estábamos hablando?[/Inola]- al ver la reacción que había tenido Aislinn ante su plato, dejó de comer, aunque si la comida estaba envenenada, ya era tarde.
– [Aislinn]Manipulación de probabilidades[/Aislinn].- su sonrisa era, como siempre, de psicópata.
– [Amaya]Me han dicho que ‘The Heart’ no es feliz aquí y nuestro deber es velar por el bienestar de todo el que esté bajo este techo[/Amaya].- sintetizó como pudo sin dejar de mirar el alfiler, que le apetecía lanzar por la ventana.
– [Aislinn]Que se busque la vida[/Aislinn].- espetó sin preocuparse lo más mínimo.
– [Amaya]No vamos a llegar a un acuerdo, ¿verdad?[/Amaya]- lo dijo con pesar e Inola negó con la cabeza. Cada bando se preocupaba de los suyos…a su manera y ‘The Heart’ no tenía bando. Si sufría o si necesitaba una audiencia con Z, era problema suyo.- [Amaya]Entonces iré a hablar con Aaron para que se reúna con los Reyes. A ver si consigue algo[/Amaya].- anunció poniéndose en pie. Se la notaba molesta, pero tenía que haber sabido antes de organizar la reunión que iba a salir mal.
Las Reinas nunca estaban de acuerdo en nada, pero Z se empeñaba en que se reunieran, porque eran la prueba de que todos los bandos podían relacionarse entre sí de forma civilizada. Amaya se despidió de ellas y se llevó su bandeja para dejarla en la cocina. Inola y Aislinn se quedaron en silencio, pero cuando Aislinn fue a llevarse el alfiler al dedo, la Reina Gris usó su poder, se convirtió en un ente intangible y poseyó a la Reina Negra, cosa que estaba terminantemente prohibida.
Aislinn vio cómo su propia mano se iba hasta el cuchillo de cortar la carne que estaba en la bandeja y apuntaba en dirección a su cuello. La Reina Negra no podía hacer nada, porque estaba bajo el influjo de la posesión de Inola Tarasi.
<<La próxima vez que amenaces a Amaya, no seré tan benevolente>>. El cuchillo pasó por la garganta de la pelirroja trazando una delgada línea que hizo que sangrara, pero que no sería mortal.
La posesión de Inola terminó y volvió a tomar el control de su propio cuerpo. Aislinn temblaba de rabia, pero no decía nada.- [Inola]¿Está claro?[/Inola]- la irlandesa asintió un par de veces. Tenía la mirada perdida en el horizonte cuando Inola salió de la habitación y la dejó pasándose un dedo por el fino corte de su cuello, perdida en sus pensamientos que no auguraban nada bueo.
Tan fino como la línea que mantenía la estabilidad en el Palacio.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.