Diana | Casa de las Echolls
TARDE
Volví a la realidad y me metí el tenedor rebosante de ensalada César como si hiciera años que no comía. Saboreé el pollo crujiente, la salsa César y la lechuga a punto de llorar de felicidad. Mi madre ya había terminado de comer y me miraba sin poder disimular una sonrisa, no porque se alegrase de que comiera, sino porque por fin alguien conocía su historia con Luke, aunque todavía tenía la sensación de que estaba inconclusa.- [Elizabeth]¿Qué has visto ahora?[/Elizabeth]- me resultaba curioso que en ningún punto le había dicho «oye mamá, estoy viendo tu pasado». Simplemente, lo sabía. Por suerte, Jaime estaba ese día aprendiéndose todos los recovecos de la ciudad para poder plasmarlos en su libro, porque no creía que le fuera a hacer mucha gracia enterarse de que el gran amor de la vida de mi madre era un macizo con las gafas de Harry Potter que llevaba unos cuantos años criando malvas.
– [Diana]Lo patéticos que erais como cazavampiros y una tensión sexual que debería haber sido resuelta[/Diana].- hice un gesto obsceno con las manos que hizo ella enarcara una ceja.
– [Elizabeth]Entonces me imagino lo que viene después[/Elizabeth].- se recostó en el asiento.- [Elizabeth]Cómete la pechuga y te cuento el final de la historia, que eso seguro provoca las visiones[/Elizabeth].
– [Diana]De lo que se come se cría[/Diana].- junté mis pechugas y me llevé a la boca la de pollo con muy poca elegancia.
– [Elizabeth]Supongo que ha llegado el momento de que veas a tu padre[/Elizabeth].- anunció sin poder reprimir una mueca de asco.
– [Diana]Mi padre que no es Luke, ¿verdad?[/Diana]- le pregunté una vez más por si las moscas y no necesité la confirmación, porque vi cómo un…coche grande y negro (creo que era un BMW de la época) aparcaba frente a esta misma casa, salvo que de ella salió mi madre con otro de sus looks ochenteros compuesto por un vaquero y una sudadera multicolor.
Me fijé en que Liz sonreía ampliamente y Robert Echolls, mi padre se bajaba las gafas de aviador para esbozar una sonrisa de anuncio de pasta de dientes. Era guapo, pero también tenía un buen guantazo y eso se notaba desde aquí.- [Robert]Buenos días, señorita Hollis.[/Robert] – saludó cuando ella abrió la puerta del coche y volvió a ponerse las gafas en esa tarde noche nublada. – [Robert]Su asiento para una noche inolvidable la espera.[/Robert] – dio un par de golpecitos en el asiento de cuero y Liz entró, conmigo detrás.
– [Elizabeth]¿Pero no íbamos a picar algo?[/Elizabeth]- la sonrisa de mi madre era amplia, pero no sincera. No le brillaban los ojos como le pasaba cuando estaba con Luke. Me fijé en que él llevaba un traje de chaqueta impoluto. Parecía como si los años no hubieran pasado para su vestuario.
– [Robert]Lo cortés no quita lo caliente.[/Robert] – soltó una carcajada e hizo rugir el motor. Era tan patético que me estaba sacando de quicio. – [Robert]Puestos a picar algo, que sea bueno.[/Robert] -aceleró exageradamente para arrancar.
Mi madre subió el volumen de la radio en la que sonaba una canción de ABBA, que ya por aquel entonces era un viej éxito.- [Elizabeth]¿Qué te parece si algún día invitamos a Luke para que le presentes a alguna de tus amigas?[/Elizabeth]- preguntó al cabo de un rato en el que Robert conducía como un maníaco.
No disimuló la cara de desagrado. – [Robert]Ya sabes lo que opino de ése. No es trigo limpio.[/Robert] – espetó con desprecio y me hubiera gustado estrangularle, pero ni Sarah ni Kay habrían nacido.
– [Elizabeth]No lo conoces[/Elizabeth].- lo dijo molesta y me gustó que no intentase disimular.
– [Robert]No está bien de la cabeza.[/Robert] – soltó con mucha mala leche. – [Robert]Oye, lo siento. Es que me da miedo que pueda pasarte algo…[/Robert] – aminoró un poco y le puso la mano en la pierna.
– [Elizabeth]Lo sé, pero es mi mejor amigo y me duele que digas esas cosas de él[/Elizabeth].- colocó la mano encima de la de él.
– [Robert]Perdona.[/Robert] – ni se molestó en apartar la vista de la carretera y carraspeó. – [Robert]A Sandy seguro que le gustaría.[/Robert] – se rió, pero no era de verdad.
– [Elizabeth]Elizabeth Hollis: casamentera[/Elizabeth].- me resultó raro escuchar su apellido de soltera.
El poco tiempo que quedaba de trayecto lo hicieron en silencio, hasta que paró el coche de mala manera y la invitó a salir de él con un gesto cortés. – [Robert]Vamos.[/Robert] – le tendió la mano y vi que iban a un restaurante caro. – [Robert]Mesa para dos. Echolls.[/Robert] – se dirigió al maitre, un tipo estirado de nariz aguileña que les llevó hasta una mesa decorada con un montón de rosas rojas y un mantel blanco. El restaurante os lo podéis imaginar: lámparas como las del Titanic, gente aburrida, cuarteto de cuerda…un cliché. – [Robert]¿Has visto lo bien que huelen?[/Robert] – mi madre se acercó al ramo de rosas y vio que dentro había un paquete del tamaño de un anillo. Me estaba poniendo nerviosa, porque Luke no había tenido la oportunidad de hacer ese movimiento. – [Robert]Siempre he pensado que Elizabeth Echolls era un nombre estupendo.[/Robert] – ayudó a Liz a abrirlo y de él salió un pedrusco horroroso.
– [Elizabeth]¿No podías haberme dicho que pusiera algo más elegante que esto?[/Elizabeth]- estaba emocionada, pero seguía pensando que no era del todo feliz.
– [Robert]Estás preciosa con lo que sea que te pongas. Dime, ¿puedo llamarte señorita Echolls?[/Robert]- hincó la rodilla derecha en el suelo y la respuesta de mi madre fue darle un beso ante los aplausos del resto de personas que estaban congregadas en el restaurante.
El cuarteto de cuerda entonó la marcha nupcial y tuve ganas de vomitar.
***
El tiempo avanzó con rapidez, tanta que cuando quise darme cuenta tenía frente a mí a una versión de mi propia madre que ni siquiera reconocía: llevaba el pedrusco en el dedo, un collar de perlas y un vestido de flores aburrido para cualquier época. Estaba subiendo las escaleras de un viejo edificio de la zona norte de Moondale, hasta que dio con una puerta a la que llamó. De ella, salió Ivan con sus típicos trajes de chaqueta (¿es que ese hombre no tenía batas?).- [Ivan]Elizabeth. ¿A qué se debe el honor?[/Ivan] – en su cara apareció un amago de sonrisa, pero con semejante palo en el culo, cualquiera sabía.
– [Elizabeth]He venido a contarte una cosa: ¿puedo pasar?[/Elizabeth]- le pidió mirando al interior.
– [Ivan]Faltaría más[/Ivan].- se echó a un lado para que pasara.- [Ivan]¿Café, té…?[/Ivan]- señaló a la estancia, que en lugar de parecer un salón normal, tenía en alfombras caras, cortinas oscuras, librerías a ambos lados, un escritorio presidiendo las estancia con una máquina de escribir encima y dos sofás enfrentados. Parecía la casa de un psiquiatra en lugar del apartamento de un soltero gay.
– [Elizabeth]Estoy bien, gracias[/Elizabeth].- se sentó en uno de los sofás de piel e Ivan hizo lo propio. Se quedaron mirándose el uno al otro sin saber qué decir.- [Elizabeth]Veo que no tienes muchas ganas de hablar, así que: ¡Estoy embarazada![/Elizabeth]- rompió el hielo levantando los brazos y noté cómo una calidez aparecía en mi corazón.
– [Ivan] ¿Qué?[/Ivan]- carraspeó sin disimular la sorpresa.- [Ivan]Digo, felicidades. Vaya…[/Ivan]- se puso en pie para darle un abrazo aséptico, similar al que te daría el empleado de una funeraria después de que eligieras tu ataúd.
– [Elizabeth]Gracias[/Elizabeth].- se separó de él y volvió a sentarse. De nuevo, se hizo el silencio. Aquello era una amistad y no la que teníamos Ed y yo.- [Elizabeth]T-tengo que contárselo a Luke también[/Elizabeth].- titubeó.
– [Ivan]No creo que se lo tome muy bien. Por lo de Robert, quiero decir[/Ivan].- desde luego, Ivan no se iba por las ramas.
– [Luke]¿Liz? C-claro.[/Luke] – llevaba un libro entre las manos que cerró para dejarla pasar y la siguió hasta la trastienda, tan sucia como siempre. La librería estaba cubierta de polvo, como si nadie se ocupara de ella. – [Luke]¿Q-qué tal todo?[/Luke] – le temblaban las manos.
Mi madre le dio un abrazo y él le acarició el pelo con cariño. Por favor, era tan obvio…- [Elizabeth]Muy bien, ¿y…tú?[/Elizabeth]- preguntó cuando se separaron, aunque sus manos seguían enlazadas.
– [Luke]B-bien bien. Aprendiendo, siempre aprendiendo. Hay muchísimas cosas de las que no tenía idea ¿sabes?[/Luke] – su mirada se fue al anillo de compromiso y a otro más, que debía ser el de boda. Al percatarse de la presencia de los dos, separó las manos.
– [Elizabeth]Sandy sigue esperando a que la llames[/Elizabeth].- sonrió tímidamente.
– [Luke]Ya, bueno…ya veré. Es una ignorante.[/Luke] – habló con desprecio y se quitó las gafas para frotarse los ojos que estaban enrojecidos.
– [Elizabeth]No digas eso[/Elizabeth].- le pidió y se hizo el silencio.- [Elizabeth]T-tengo que contarte algo[/Elizabeth].- le brillaban los ojos.
– [Luke]S-sí, claro. Cuéntame.[/Luke] – apartó unos libros de una silla para que se sentara. – [Luke]¿Q-quieres un c-café o algo?[/Luke] – dio un par de vueltas por la habitación buscando algo que ofrecerle, hasta que encontró una taza y empezó a calentar café en un hornillo.
– [Elizabeth]Siéntate, Luke[/Elizabeth].- y él, como un autómata, lo hizo.- [Elizabeth]Estoy…[/Elizabeth]- empezó a decir y estaba segura de poder escuchar el corazón de Luke latir a toda velocidad.
– [Luke]Estás…[/Luke]- sin poder disimular la impaciencia.
– [Elizabeth]¡Embarazada![/Elizabeth]- sonrió y se puso en pie para señalar su incipiente barriguita, dentro de la que estaba yo.- [Elizabeth]¿Te lo puedes creer?[/Elizabeth]- tiró del vestido para que se ajustara más.
– [Luke]Eso es….es…¿d-de quién….es?[/Luke] – se llevó la mano al pelo y se puso en pie, nervioso.
– [Diana]¿Estás insinuando que es mi padre?[/Diana]- miré a la versión joven de mi madre.
– [Elizabeth]Es..es de Robert[/Elizabeth]- nos explicó y creo que la decepción se reflejó en nuestras caras.
– [Luke]Ah…ya. Será mejor que no te tomes el café entonces.[/Luke] – le quitó la taza de la mesa y apagó el hornillo. – [Luke]Ni siquiera tengo plato…s-seguro que él te conseguirá uno recién molido a mano.[/Luke] – le temblaba la mano.
– [Elizabeth]Tranquilo. ¿Estás bien?[/Elizabeth]- le sujetó la mano para que dejase de temblar.
– [Luke]No…sí, sí.[/Luke] – se soltó y se apoyó en la mesa, intentando calmarse. – [Luke]No tenía que haber reaccionado así…l-lo siento.[/Luke] – volvió a mirarla a los ojos. – [Luke]Seguro que será una niña preciosa, como su madre.[/Luke] – noté un escalofrío al escuchar eso.
– [Elizabeth]¿Cómo sabes que es una niña?[/Elizabeth]- estaba preocupada.
– [Luke]Intuición.[/Luke] – no quiso dar más explicaciones. – [Luke]Tengo que hacer unas cosas, más tarde nos vemos todos, ¿vale?[/Luke] – la animó a irse, seguramente porque quería quedarse solo.
– [Elizabeth]Espera, ¿quieres…ser el padrino?[/Elizabeth]- le preguntó con los ojos llorosos. Estaba muy preocupada por su amigo (que debería haber sido su novio).
Él sonrió con tristeza. – [Luke]E-espero que no se parezca mucho a mí. Ya sabes lo que dicen…[/Luke] – su risa era amarga, refiriéndose a eso que decían algunas abuelas de que «los niños y las niñas se parecen a sus padrinos y madrinas».
– [Elizabeth]Quiero que se parezca a ti[/Elizabeth].- le dio un abrazo y entendí que estaba conociendo a mi padrino.- [Elizabeth]¿Seguro que no quieres saludar a tu ahijado (o ahijada)?[/Elizabeth]- señaló a su pequeña barriga y él se puso en cuclillas, colocó las dos manos sobre ella y se quedó mirando a mi madre a los ojos. – [Elizabeth]¿Lo has notado? Creo…creo que se ha movido[/Elizabeth].- dos lágrimas de felicidad surcaron la cara de mi madre y quizás la mía. Malditas hormonas.
– [Luke]L-le caigo bien[/Luke].- Liz asintió.- [Elizabeth]Quiere que seas su padrino[/Elizabeth].
– [Diana]En realidad, preferiría que fuera mi padre[/Diana].- puntualicé sabiendo que no me oirían y él se puso en pie.-[Luke]Nos vemos más tarde. [/Luke] – acompañó a mi madre a la puerta y se despidieron.
***
El tiempo volvió a avanzar y vi que mi madre estaba en una habitación del ala de maternidad del hospital junto a la abuela Hilda y a mi tía Rachel, a las que podríamos considerar las desaparecidas oficiales de la familia. Mi madre estaba tumbada en la cama y había una cuna sobre la que descansaba un bebé, que debía ser yo. Me acerqué a verme y comprobé que parecía un recién nacido cualquiera, pero tenía pelusa pelirroja en la cabeza, así que iba por el buen camino.
La tía Rachel mascaba chicle y hacía pompas sentada en la cama vacía, mientras que la abuela Hilda le daba la turra a mi madre, hasta que Luke entró con un ramo de flores en la mano y todas se quedaron en silencio. Por suerte, no había rastro de Robert.- [Luke]Hola.[/Luke] – le dio un beso en la mejilla a mi madre y saludó con un apretón de manos a mi tía y a mi abuela. Después, se acercó a ver a mi yo de unas horas de vida que dormía como un ceporro. – [Luke]Tan guapa como su madre.[/Luke]
– [Diana]Esto es un hombre con criterio[/Diana].- les dije a todas.
– [Elizabeth]Espero que más guapa que su madre en este preciso momento[/Elizabeth].- estaba cansada, porque seguramente hiciera un par de horas que había dado a luz, pero guapa igualmente.- [Elizabeth]Le ha costado venir al mundo y me ha dejado molida[/Elizabeth].- se quejó.
– [b]Os dejamos solos, vamos a tomar un café[/b].- la abuela le dio un beso en la frente a mi madre y se quedó mirando a Luke, porque sabía lo que estaba pasando. La tía Rachel y ella, se fueron.
Se quedaron en silencio hasta que Luke rompió el hielo. – [Luke]¿No está por aquí?[/Luke] – supongo que se refería a mi padre.
– [Elizabeth]Está demasiado ocupado[/Elizabeth].- sonó enfadada y chasqueé la lengua: movimiento típico de Robert Echolls.
– [Luke]¿Para conocer a su hija y vivir este momento con su mujer? Si fuera yo…[/Luke] – se quedó mirando a Liz y luego fue hasta el bebé, cuya cara acarició con cariño. Sin darme cuenta, me había llevado la mano a la mejilla, como si pudiera notarlo.
– [Ivan]¿Interrumpo?[/Ivan]- preguntó Ivan, esta vez con un traje verde esmeralda y un montón de globos. Se quedó mirando a mi madre y le soltó.- [Ivan]Tienes mala cara[/Ivan].
– [Elizabeth]Prueba a dar a luz y me cuentas qué cara tienes[/Elizabeth].- le recriminó y el recuerdo se desvaneció.
***
A juzgar por la gente que pasaba por la calle y por la ropa de mi madre, era una noche de verano. Noté que caminaba apresuradamente empujando un carrito de bebé con estampados psicodélicos en el que debía ir yo. Apreté el paso temiendo que el recuerdo se desvaneciera en lo que ella no veía y me viese obligada a salir sin ver el final de la historia, hasta que llegó a la librería de Luke y tocó a la campanilla. Volvía a ir disfrazada de una que no era ella con ese collar de perlas que me dieron ganas de arrancarle.- [Luke]Liz, es tarde, no te esperaba.[/Luke] – abrió la puerta con una camiseta blanca y un vaquero.- [Luke]¿Estás bien? ¿Qué tal mi ahijada?[/Luke]- forzó una sonrisa cansada.
– [Elizabeth]Robert es un imbécil[/Elizabeth].- Luke se hizo a un lado sin responder a eso para que pasáramos y cerró la puerta.
– [Luke]Cuéntame algo que no sepa.[/Luke] – le pasó una mano por la mejilla y le pasó un pelo por la cabeza a mi versión de seis meses, que para no variar, estaba durmiendo. Me miré y era bastante más mona, aunque tenía cuatro pelos.- [Luke]Déjala ahí, estará más tranquila[/Luke].- asintió y colocó el carrito junto a la puerta de la trastienda, pero sin que me diera directamente a la luz.
Estuvieron un rato en silencio hasta que él le puso una taza de chocolate en una taza nueva. Debía ser lo único que no estaba hecho polvo en esa trastienda.- [Elizabeth]No le gusta cómo soy[/Elizabeth].- dijo finalmente soplando el café antes de beberlo y una lágrima le surcó el rostro.
– [Luke]Entonces el problema es suyo, cualquiera que te conozca sabe que es imposible no quererte.[/Luke] – se sentó frente a ella y acercó su silla para mirarla fijamente. – [Luke]Robert Echolls solo quiere a Robert Echolls.[/Luke]
– [Diana]¡Tiene razón y está bueno![/Diana]- les grité.
– [Elizabeth]¿A que sí? Soy adorable[/Elizabeth].- se rió poniendo los ojos en blanco. Esta mujer o se enteraba de nada o no quería enterarse. Por cierto, necesitaba que me explicase cómo había recuperado la figura en seis meses.
– [Luke]Más que eso.[/Luke] -le pasó una mano por la mejilla para recoger esa lágrima.
– [Elizabeth]Gracias, Luke[/Elizabeth].- apoyó la cara en su mano y él la atrajo hasta sí para darle un fugaz beso en los labios. Se separaron al instante, pero mi madre le devolvió el beso, esta vez más largo y con…más lengua (ughhh).- [Elizabeth]¿Qué le has echado al chocolate?[/Elizabeth]- se rió y le dio un mordisquito en el labio inferior (aghhhh).
– [Luke]Extracto de verdad.[/Luke] – bromeó, aunque nunca se sabía (pero diría que no lo tenía por allí) – [Luke]No te merece.[/Luke]- en eso estábamos de acuerdo, pero no quería seguir viendo cómo se metían mano.
– [Elizabeth]No…no sé qué decir[/Elizabeth].- se pasó una mano por el pelo y miró de reojo al carrito en el que estaba durmiendo.
– [Luke]Di que sí, ven conmigo[/Luke].- mi madre volvió a mirarle y pude ver cómo la ilusión aparecía en sus ojos. Luke la quería de verdad y esta historia cada vez pintaba peor.- [Luke]Adoro a la pequeña, la criaremos juntos.[/Luke] – le pidió y ella le dio un abrazo como respuesta. – [Luke]Elizabeth, Diana y Luke, sabes que suena bien.[/Luke] – volvió a besarla, esta vez con más pasión (iughhh), apartando los libros de la mesa, ayudándola a posarse sobre ella, subiéndole el vestido y por suerte, el recuerdo se cortó mientras él le besaba el cuello y metía una mano debajo del vestido para bajarle la ropa interior.
Quería sacarme los ojos. Necesitaba lavármelos con lejía. Una cosa era saber que papá y mamá no nos habían hecho con el mando a distancia y otra, ver el mando a distancia…de otro (por mucha química que tuvieran).
***
El tiempo pasó sin que me explicaran por qué había tenido que presenciar el día en que mi madre y Luke consumaron su relación (si es que no había pasado antes). Mis padres estaban en casa de la abuela, la que ahora era nuestra jugando con mi yo de siete u ocho meses, que empezaba a gatear.- [Robert]He cambiado, no tienes más que verme.[/Robert] – le dedicó una sonrisa y ella le dio un beso fugaz en los labios.- [Elizabeth]Lo sé[/Elizabeth].- todavía no había vuelto a ser la de siempre, pero parecía más animada.- [Elizabeth]Vuelvo a tener el estómago revuelto[/Elizabeth].- se quejó llevándose una mano.
– [Robert]¿Otra mini Elizabeth de camino?[/Robert] – le dio otro beso en los labios, pero parecía rutinario, no había rastro de la pasión que derrochaba con Luke.
Me pregunté cómo estaría Luke después de cómo se había portado mi madre con él y no tuve que esperar mucho para la respuesta.
***
Los meses pasaron volando ante mis ojos, viendo cómo la barriga de mi madre crecía y Kaylee se iba abriendo hueco a la vez que yo empezaba a dar mis primeros pasos. El verano pasó e Ivan pasó por casa para contarles que Luke había perdido el juicio definitivamente, cosa que no me sorprendía. Sin mediar palabra, mi madre le pidió a Robert que les acercara (lo de ser mujer florero lo llevaba a rajatabla), dejando a mi yo de nueve meses en casa con la abuela y se encontraron con Luke en la trastienda, como siempre, porque esta vez ni se había molestado en cerrar la puerta de la tienda, si total ya no entraba nadie.- [Luke]Liz, Ivan, ¿qué os trae por aquí?[/Luke] – ya no llevaba gafas y se había desabrochado los primeros botones de la camisa de color azul cielo. Robert se había quedado en el coche.
– [Ivan]Venimos a ver qué tal va todo[/Ivan].- Ivan fue el primero en hablar, que como siempre, llevaba un traje de chaqueta de cuadros escoceses que ponía los pelos de punta.
– [Luke]Estoy mejor que nunca.[/Luke] – en su cara apareció una sonrisa macabra y sus ojos se posaron en la barriga de mi madre.- [Luke]Renovado.[/Luke] – se miró las manos sin hacer alusión a lo que acababa de ver.
– [Elizabeth]Tus padres están pasándolo mal, porque dicen que ya ni siquiera abres la librería, sólo estás…aquí[/Elizabeth].- señaló a su alrededor. Los libros se acumulaban, así como la suciedad.
– [Luke]Esto no es más que una crisálida. He emergido y estoy listo para el mundo.[/Luke] – extendió la palma de la mano y unas llamas negras crepitaron.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.