Daniel Arkkan | Bosque cerca del palacio, Cirth
TARDE
Pese al miedo inicial a encontrarme con cualquiera de ellos, a su rechazo, el encuentro con Dominic resultó más bien un alivio, o al menos en parte, como suelen decir, «Dios no da con las dos manos».
Por una parte había podido aliviar mis preocupaciones respecto a lo que planeaban hacerle a Sarah, porque sabía que Dom se lo contaría a los demás y harían todo lo posible por evitarlo, podrían avisarla incluso a ella.
En el otro lado de la balanza estaba el conocimiento de esa guerra que se avecinaba en el condado, entre la gente de Z y la Iniciativa. Me horrorizaba la idea de que la Iniciativa pudiese vencer, porque habíamos sufrido en nuestras propias carnes su carencia de humanidad pese a que eso mismo defendiesen. Pero, por muy nobles que pudiesen ser los intereses de la gente del Palacio, sus medios no lo habían sido, y eso hacía que las buenas intenciones se quedasen en nada más allá de un sueño, además del hecho de que nunca les perdonaría lo que habían hecho y planeaban hacer, nadie toca a las Echolls, nadie se mete con mi familia.
Ninguno podía ganar, y el campo de batalla sería el condado, así que eso nos dejaba a nosotros para protegerlo, apenas una veintena, contra cientos de un bando y del otro.
Pese a todo, pese a que nada se había aclarado todavía y los problemas parecían multiplicarse, me tranquilizó saber que Dom no me guardaba resentimiento, y que, aunque solo fuera con sus palabras, quizá los demás tampoco, que tenía un sitio al que volver.
No me creía merecedor de la confianza que ponían en mí. Y seguramente no lo fuera, todavía cabía la posibilidad de que no quisieran dirigirme la palabra cuando me viesen, de que hubiese vuelto a perder a mi hermana pero esta vez por culpa mía, de que Sarah y yo nunca volviésemos a estar juntos. Pero no podía pararme a pensar en eso, tenía que dejarlo en un rincón de mi mente de donde saliese a intervalos recurrentes pero me dejase seguir adelante. Cuando todo pasase lo comprobaría, para bien o para mal, pero primero tenía algo importante que hacer.
Pero como siempre, surgían inconvenientes y cambios en los planes, esta vez manifestados en la forma de una mujer rubia vestida de cuero con una vara de metal en las manos y una actitud bastante agresiva. Estudié la conversación que mantenía con Dominic y extraje mis propias conclusiones.
Hacía varios meses, unos días después de todo lo que había ocurrido en el Axis Mundi, Sarah había roto el silencio tras la muerte de Kaylee, y me había contado que durante unos minutos, había muerto. Me costaba recordar mi reacción en ese momento, porque todo empezó a pasar como en un segundo plano, como si lo observase todo tras un televisor.
Sí recuerdo que la abracé y le dije que ya había pasado todo, que le entregué el colgante que había obtenido en mi Prueba a cambio de algo que desconocía, pero cuya ausencia sentía todavía, quizá por no saber qué era, pero fuera como fuese, ese amuleto la protegería si volvía a pasarle algo parecido, así que cualquier cosa que hubiese entregado valía la pena.
Después de eso, pasé semanas durmiendo poco más de cuatro horas, observando su aparente fragilidad mientras dormía, su pecho subiendo y bajando, preguntándome qué haría si le pasase algo, aunque yo mismo sabía la respuesta, sin Sarah no había un futuro, mi mundo se venía abajo con ella.
En los libros lo dirían, y a mí me gustaría decir, que mientras estaba en mi Prueba, sentí que le había ocurrido algo a Sarah en esos minutos, que había tenido una sensación de que algo malo estaba ocurriendo, pero no había sido así, y quizá eso era lo que más me asustaba, que en cualquier momento pudiera pasarle algo y yo no fuese consciente hasta que fuese demasiado tarde, me aterraba. Quizá por eso había actuado así cuando había querido marcharse, aunque tuviese la razón que tuviese, no tenía excusa.
El caso es que lo que Sarah me había contado de su muerte contra Chernobog, y de la visión de la Cazadora que se había activado, se repitieron constantemente en mis sueños, y esa mujer que tenía frente a mí encajaba perfectamente en la descripción, el cuero la delataba.
– [Daniel]¿La sucesora de Sarah?[/Daniel] – pregunté finalmente acercándome. Me intrigaba saberlo todo sobre ella, porque el último encontronazo que habíamos tenido con una Cazadora, aunque fuese Potencial, no había sido demasiado bueno.
Ella respondió encogiéndose de hombros. Mentiría si no dijese que el primer pensamiento que cruzó mi mente fue si la muerte de Sarah no merecía la activación de una sucesora mejor, pero eran mis nervios los que poblaban mi mente, mis nervios y mis miedos.
– [Dom]¿Estás con ellos?-[/Dom] preguntó Dominic señalando el palacio. Parecía demasiada casualidad encontrárnosla en ese preciso lugar, y entre la gente de Z había de todos los tipos, no era descabellado pensarlo.
– [Daniel]No voy a inmolarme, confía en mí.[/Daniel] – dije mirándole fijamente a los ojos. No podía decirle más, porque si se lo decía, él o cualquiera de los demás intentaría detenerme, pero sabía que si alguien podía entenderme, sería Dom.
– [Sasha]Siento joderos el momento, pero los dos no podéis entrar[/Sasha].- comentó observándonos. No le faltaba razón, por una parte era una operación que necesitaba mucho sigilo, y cuantos más entrásemos más difícil seria, además, era arriesgado, demasiado y los demás necesitaban a Dom. Por otro lado, esa Cazadora portaba el legado, habría sido una buena moneda de cambio por Sarah, pero esa era una línea que no iba a cruzar, sobre todo porque me daba miedo saber, que por salvar a Sarah, estaría dispuesto a hacerlo.
– [Dom]Espero que sepas lo que haces.-[/Dom] cedió con un suspiro. Solo en parte, mi movimiento era un ‘Gámbito‘, una jugada arriesgada, resultaba irónico. – [Dom]Confío en que las saques de allí.[/Dom] – añadió mirándome fijamente.
Asentí con la cabeza. – [Daniel]Gracias.[/Daniel] – dije con sinceridad. Dom me puso una mano en el hombro y se giró para irse. Mientras caminaba, mi mente se cruzó con una idea. – [Daniel]Espera, Dom.[/Daniel] – dije. Él se giró y le lancé las llaves del Mustang. – [Daniel]Tengo que coger unas cosas del maletero, pero me gustaría que te lo llevaras. Ven a buscarme mañana por la tarde y volveré.[/Daniel] – Dom observó las llaves en su mano y se acercó. Esa idea tenía varios motivos, el primero de ellos era demostrarle a Dom que tenía intención de volver y hacer las cosas bien, el segundo, que mi coche no delatase que estaba en el bosque.
– [Dom]Cuenta con ello[/Dom].- me estrechó la mano y chocamos los hombros como si estuviésemos en ‘The Wire‘. Le acompañé por el camino, al principio en silencio, sin saber qué decir, hasta que le enseñé a ‘Sendero Oscuro‘.
– [Dom]¿Lo de «senda del arco iris» no iba contigo?[/Dom]- bromeó mirándome. Le devolví la sonrisa.- [Dom]Mira que eres negativo[/Dom].- añadió negando con la cabeza. La verdad es que me sentía cómodo con ‘Sendero Oscuro’ en la mano, su metal, oscuro en el filo y brillante en el resto, reflejaba mi camino por la línea que separaba la luz de la oscuridad. Aunque todo volviese a ser como antes, ‘Ocaso‘ y ‘Albor‘ ya no eran para mí.
Después de coger lo necesario del coche me despedí de Dominic y me interné en el bosque con el petate al hombro mientras escuchaba el sonido del motor del Mustang desapareciendo en la distancia.
No conocía a esa nueva Cazadora de nada, pero sabía que nuestra conversación no había terminado, y que volveríamos a encontrarnos antes de entrar al Palacio. Pero esa era otra historia, y debía ser contada en otro momento.
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