Daakka | La Nave, Moondale

MAÑANA

Traducido por Duke

Cogí la taza de ‘Toothless‘ con tres dedos, porque el resto no cabían en el asa, y di un largo trago al latte que me había preparado en la cafetera de cápsulas de la sala común. Ese día no me habría sobrado tomarme uno bien cargado, pero la costumbre y el sabor dulce del café con leche me convencieron de lo contrario. Christopher me había preparado el primero, porque en Estados Unidos se tomaba solo o con crema, y encontraba ese sabor amargo bastante desagradable.

El caso es que ese día, yo, un demonio de dos metros de altura, estaba muerto de sueño. El primer motivo claro era el hecho de haber llegado a la Nave con Selardi mientras estaba amaneciendo, porque tenía que «echar cuentas» con las finanzas de la empresa y quise acompañarla, con la excusa de continuar con la serie de gráficos de los Guardianes, aunque mi productividad hasta el momento hubiese sido encender el ordenador y preparar mi café y el de ella, que ahora mismo se estaba tomando en el despacho de esa misma planta, el que tenía las tres mesas para Sarah, Daniel y Dom, los detectives.

Mi motivo para acompañarla era la segunda razón por la que tenía sueño. Todo se remontaba a la noche anterior. Habíamos vuelto juntos a casa, disfrutando de su compañía aunque siguiese mirando a Duke con un poco de cara de asco, pero al menos estaba con ella y podía salir fuera, era como un sueño hecho realidad.

Como dicen, la alegría dura poco en la casa del pobre. Cuando llegamos a la casa de las Echolls vimos un «coche musculoso» negro aparcado en la puerta, que reconocimos al instante porque era el de Daniel. Sentí como mis corazones se aceleraban contagiándose de la emoción de Selardi, pero cuando entramos, a quien encontramos fue a Dominic conversando con Christopher y Diana, de Daniel no había rastro y la decepción no tardó en reflejarse en los preciosos ojos de mi Selardi.

Pero esa no era la peor parte, Dominic nos contó lo que había pasado y que tendría que recogerle al día siguiente porque tenía algo importante que hacer allí antes, y todo el mundo pareció tener la misma preocupante idea de que podía hacer una locura, y lo peor es que nadie podía impedirlo por miedo a ponerle en peligro.

Cenamos juntos y cuando llegó la hora cada uno se fue a su habitación, menos Dominic que como ya era tarde, aceptó la oferta de Diana y Christopher y se quedó a dormir en el sofá.

Recuerdo haberme quedado despierto un buen rato leyendo, y pensando, pero no recuerdo exactamente el momento en el que me quedé dormido, ni cuanto tiempo lo estuve hasta que sentí a alguien meterse en mi cama y rodearme con un suave brazo, Selardi.

– [Daakka]¿S-selardi? ¿Todo bien?[/Daakka]  – pregunté preocupado, aunque me imaginaba qué era lo que le rondaba la cabeza, lo mismo que había estado rondando la mía mientras leía, intentando solucionarla sin éxito.

– [Cara]Cara Elle quiere dormir con Daakka[/Cara].- replicó con una sonrisa. Entonces sentí un fuerte pellizco en las posaderas y volví a escuchar la risa, aunque sabía que había algo oculto tras ella. Resulta fascinante cómo puede llegar a ser mucho más complejo comprender los entresijos de la mente de una mujer que aprender un idioma de cero.

– [Daakka]Entonces duerme, Daakka vigila.[/Daakka] – respondí. Cara no quería hablar de sentimientos, no quería hablar de preocupaciones y no quería hablar de miedos, solo quería estar allí, sintiéndose a salvo y dormir para que la espera pasase rápido. Eso era exactamente lo que iba a tener.

No tardé en escuchar la respiración de Selardi volverse más fuerte, y poco después me pasó una suave pierna por encima, cambiando la postura de la «cucharita» por la del «¿tenedor?».

Me quedé un rato observando su precioso y dorado pelo, y su apacible rostro sumido en un profundo sueño. Eché un vistazo al reloj del despertador y vi que era tarde, pero no conseguía dormirme, tenía demasiados pensamientos en la cabeza, demasiadas cosas a las que quería poner solución, por Selardi y por todos, así que hice lo único que podía hacer, sumergirme en el vasto océano de mi memoria genética y buscar algo en el pasado cercano que me ayudase.

Durante las siguientes horas, reviví muchos momentos con mi Rakkna, echándolos de menos de la forma en la que solo podía echarse de menos lo que se ha perdido, aunque esto en concreto podía recuperarse, tenía que confiar en ello, era el papel que había elegido.

Con ese pensamiento, llegué a mis recuerdos de la Prueba de la Tormenta, con el guardián Avalerion. Reviví cómo alejaban a Cara de mí mientras me sumía en un trance que me llevaba primero a un lugar en el que Cara me llamaba monstruo, y después a otro en el que se libraba una cruenta batalla en la ciudad de Moondale, con tres bandos diferenciados, dos de ellos enfrentados, y el tercero, toda su Rakkna y más gente que no conocía, todos menos Sarah. En ese momento Avalerion me daba a elegir mi papel en el futuro, y tomaba una decisión.

Esa guerra no era otra que la que estaba a punto de desatarse, la gente de Z contra la Iniciativa, y nosotros tratando de resistir en el medio, con nuevos aliados, pero sin Sarah, sin nuestra guía. Avalerion me había mostrado mi camino, mi posición en todo ello, pero solo ahora estaba quedando claro mi camino, tenía que ayudarla a volver y eso traería a Daniel de vuelta y todos estaríamos juntos cuando Ed y Mara volviesen.

Volví a la mente consciente y miré el despertador, quedaban pocas horas para el amanecer. Miré a Cara y me planteé lo que tenía que hacer para que todo volviese a estar como siempre y mi amor estuviese feliz de nuevo. Pero eso, como siempre, no iba a ser fácil, implicaba sacrificio, implicaba apartarme de ella e internarme en las fauces del enemigo.

Los minutos pasaron a toda velocidad y cuando me quise dar cuenta, Cara Elle ya estaba despertándose para ir a la Nave, y el resto, es historia.

Di un largo trago al café y me estiré con un ligero gruñido. Estiré las piernas  y me cambié a Duke para recorrer el pasillo de la Nave hasta llegar al despacho. Normalmente no había nadie que pudiese verme porque todavía no teníamos clientes, ni detectives casi, salvo Dom, pero nunca se tenía demasiada precaución, y además, no quería asustar a los posibles nuevos aliados que vendrían pronto, enviados por Christopher.

Llamé a la puerta y escuché un gruñido al otro lado que indicaba que podía pasar y que dependiendo de quién fuese, molestaba. Abrí la puerta y Cara me miró, bueno, miró a Duke, era fácil de distinguir.

Eché un vistazo a la sala de suelo de madera, ocupada ahora mismo por tres escritorios que esperaban a sus dueños, y a los ordenadores que deberían estar encima. Selardi estaba en uno de ellos con un portátil, una calculadora y unos papeles que ojeaba mientras mordisqueaba un lápiz. Si Sarah la hubiera visto la habría llamado ‘Nash’. Cuando volviera tenía que pedirle que me explicase el chiste, algo que nadie parecía entender, siempre me decían, los chistes pierden la gracia si se explican, pero si no lo entendías tampoco la tenían. – [Duke]S…Cara, ¿hay alguien?[/Duke] – pregunté forzándome a evitar llamarla Selardi mientras tuviese ese aspecto, esperaba no tener que hacerlo toda la vida.

– [Cara]Daakka puede quitarse la cara fea[/Cara].- respondió ella mirándome sonriente. Había algo en la sonrisa de Selardi que iluminaba al instante la habitación, quizá además de ser una camaleona tenía un poder oculto parecido al de su hermano.

Me concentré tal y como había terminado por aprender hacía ya unos meses y volví a mi forma de demonio. Sonreí relajado, ya podía llamarla Selardi. – [Daakka]Selardi, necesito hablar. De noche pasada.[/Daakka] – le expliqué sin dar demasiados detalles, mientras disfrutaba pronunciando cada sílaba de Selardi.

– [Cara]Estás hablando[/Cara].- replicó ella negando con la cabeza mientras ponía los ojos en blanco.

Yo respondí meneando también la cabeza en signo de negativa en un mudo «Esta Cara…», y durante un momento, si alguien hubiese entrado nos habría tomado por locos y nos habría encerrado. Bueno, después de «Ahhhhhhhhhhhh» al verme.

– [Daakka]Me refiero a Selardi pasando mala noche.[/Daakka] – traté de explicar. No quería entrar en detalles e incomodarla intentando forzarla a hablar de algo de lo que no querría hablar, así que puntualicé. – [Daakka]He…p..pensado cómo arreglar tus pre…preocupaciones.[/Daakka] – forcé mi mente para usar las palabras correctas en lugar de intentar hablar más rápido. Resultaba frustrante lo fácil e instantáneo que resultaba hablar inglés, e incluso algo de español, como Duke, y como Daakka, tener que aprender desde cero. Además, últimamente pensaba demasiado en qué podía pasar si cambiaba de pronto. Tenía una pesadilla recurrente en la que estaba sujetando a Selardi para que no cayese al vacío, mi fuerza de demonio conseguía sujetarla, pero entonces, me transformaba en humano y no conseguía sujetarla, solo veía como se me escapaba entre las manos.

– [Cara]Díselo a Cara Elle[/Cara].- me pidió con unos ojos que parecían ahondar en mi alma, aunque decían que los demonios no teníamos de eso.

– [Daakka]Selardi es fuerte, pero todos tener miedo a veces.[/Daakka] – dije acercándome a ella y acariciando su suave mejilla con mi escamosa mano. – [Daakka]Miedo a perder hermano, familia.[/Daakka] – continué. Si había algo positivo del miedo, es que significaba que estábamos vivos, y que teníamos algo importante, precisamente eso que temíamos perder. – [Daakka]Así que Daakka traerá a todos.[/Daakka] – sentencié sin darme cuenta de que me pasaba resumiendo.

– [Cara]¿En brazos?[/Cara]- replicó ella riéndose. El sonido de su carcajada me hizo reír.

– [Daakka]Como Selardi quiera para reír.[/Daakka] – asentí con sinceridad. Si se iba a reír si los traía en brazos, en brazos sería, otra cosa es que fuera a parecerles bien. – [Daakka]Es lo que dicen los corazones. Y algo…más.[/Daakka] – mis corazones dictaban que eso era lo que debía hacer, pero había otra cosa que también lo hacía, la guía espiritual de la Prueba. Era hora de comprometerme con Selardi, y para eso necesitaba el aro de metal dorado.

– [Cara]¿Me has comprado caramelos?[/Cara]- preguntó levantándose y bailoteando.

Me entristeció no haberme acordado de comprar caramelos, pero el aro era más importante, creía. Metí la mano en el bolsillo del pantalón. – [Daakka]No, es…algo que quiero que Selardi vea.[/Daakka] – tiré de la bolsita de tela negra y se la tendía a Cara Elle. Dentro, estaba el aro dorado que me habían entregado los Grandes Poderes, en el que se veía todo lo que me había pasado allí. No se lo había enseñado a nadie, porque no estaba preparado para que pudiesen ver algo de Duke.

– [Cara]¿Es tuyo?[/Cara]- preguntó mirándome con una sonrisa mientras lo observaba sin sacarlo de la bolsita. En cuanto lo tocara, entraría de lleno en mis recuerdos de esa noche, las Pruebas, las decisiones, todo.

– [Daakka]Sí, no más secretos con Selardi. Es como secretos para uno mismo.[/Daakka] – respondí con un asentimiento y le hice un gesto con la mano para que lo cogiese entre las suyas.

Nuestros ojos se encontraron después de que lo sacase y lo pusiese en la palma de su mano. Todavía no había entrado en el mundo de los recuerdos, parecía que solo se activaban cuando queríamos que lo hicieran, algo lógico para evitar que al mínimo roce entrásemos en un trance.

– [Cara]No más secretos[/Cara].- respondió con un brillo en esos preciosos ojos suyos. Llevó una de sus manos al bolsillo de su pantalón, sacó su disco y me lo colocó en la mano.

Me quedé unos minutos observándolo y sentí una sensación reconfortante recorrerme todo el cuerpo, una especie de alivio extremo que me hacía querer sonreír y…bueno, mis ojos se empañaron ligeramente, quizá tenía conjuntivitis, los síntomas encajaban, excepto la alegría que me embargaba. El disco era precioso, su color morado intenso brillaba de una forma atrayente, y los adornos dorados lo complementaban a la perfección.

En ese momento sentí que todo a mi alrededor se iba difuminando a medida que me sumergía en la visión de lo que le había pasado esa noche. La vi desatar a Oghma, el Guardián de la Muerte, con una valentía sin igual, y de la misma forma, poco después, luchar por vivir cuando la Guardiana de la Vida le intentó hacer ver que la vida podía ser más dolorosa que la muerte. Kaylee había estado en esa Prueba con ella, sabiendo ya que se enfrentaba a una muerte segura. Pero eso no fue lo único, entre las Pruebas de Cara también vi las Pruebas en las que ella había ayudado: un retazo de mi Prueba con el Guardián Avalerion, y ella, asustada como un cachorro mientras Diana se enfrentaba al Guardián para protegerla.

Vida y muerte, fuerte y frágil, todo eso era Selardi, y mucho más, el colgante solo podía ser suyo. Después de las Pruebas la vi enfrentarse a la última, indefensa ante ese enemigo que no se mostraba y la forzaba a recordar, a enfrentase a su mayor miedo. Y fue entonces cuando la vi alzarse, poderosa, gritando su nombre y superando la Prueba con su valentía. Tengo que reconocer que me reí, de alegría y de la gracia que me transmitía cuando intentaba regatear con el Guardián para conseguir más objetos, aunque estaba claro que ese arco era como una extensión de sí misma, y un arco cuya cuerda y flechas se creaban a partir de la propia voluntad, con Cara, sin duda, era un arco invencible.

Selardi y yo terminamos a la vez y nuestros ojos volvieron a cruzarse, entonces ella vino hasta mí y me abrazó con fuerza. Llevé una de mis manos con suavidad a la parte de atrás de su cabeza y acaricié su melena dorada mientras la pegaba hacia mí. Todo había pasado, Selardi y Daakka volvían a no tener secretos, ninguno esta vez, ni siquiera lo que sentía por ella.

– [Daakka]Selardi entiende ahora, Daakka tiene que reunir Rakkna. Pero quiere…quiero que…estés…de…acuerdo.[/Daakka] – me esforcé en pronunciar correctamente cada palabra, no quería estropear el momento. Una cosa es que Cara hablase así porque quisiera, y otra porque no pudiera.

– [Cara]Vale, uniremos a la Raja[/Cara].- replicó ella muy animada, arrancándome una ronca carcajada.

Pasé un dedo por su mejilla, acariciándola. – [Daakka]Echaré de menos a Selardi, pero volver…pronto.[/Daakka] – la miré, tan pequeña y tan grande, era una auténtica maravilla. No había nada más doloroso que separarme de ella ahora que las cosas empezaban a ir mejor, pero a la larga sería lo mejor, no podría perdonarme no hacer lo máximo por ella.

– [Cara]Si no vuelves pronto, Cara se busca un novio[/Cara].- bromeó frotándose las manos y poniendo una sonrisilla malvada.

– [Daakka]Oye…[/Daakka] – me quejé frunciendo mi escamoso ceño. – [Daakka]Despide de otros.[/Daakka] – le pedí acercándome a ella. Sus labios me llamaban, me atraían como una sirena, como la Guardiana de MacLeod, pero mejor.

– [Cara]Tú despídete bien de Cara, que los otros se aguanten[/Cara].- replicó rodeándome con sus brazos y mirándome fijamente con esa sonrisa que iluminaba la sala.

Sonreí y nuestros labios se fundieron como si nunca hubiesen debido estar separados, y nunca debiesen volver a estarlo. Por desgracia, eventualmente había que respirar…maldito oxígeno.

– [Cara]Cuidado con el Malo del Abecedario, que seguro que conoce a Daakka[/Cara].- advirtió cuando nos separamos, excepto por nuestras manos que seguían entrelazadas.

– [Daakka]No va a entrar Daakka, Selardi. Va a entrar Sandalman.[/Daakka] – le aseguré con una sonrisa señalando mis sandalias.

Daakka era conocido por la gente de Z, vinculado con los demás, y quizá no se fiasen, pero Sandalman era el justiciero de la ciudad de Moondale, él si podía entrar allí y ayudar a ‘Shakti’ a volver y proteger a todos con la ayuda de los demás, de los verdaderos héroes, los que el mundo no conocía, aunque quizá eso, quizá eso tuviese que cambiar también.