Daniel Arkkan | Alrededores del Palacio Kvinneby
MAÑANA
Apoyé la espalda contra el árbol y respiré profundamente, intentando arrastrar todos los pensamientos negativos, los nervios y los miedos a un lejano rincón de la mente mientras la dejaba en blanco. Me concentré en cada uno de mis músculos, relajándolo, liberando la tensión que acumulaba, como si arrastrase una carga eléctrica fuera de mi cuerpo, hacia el árbol y de ahí al suelo, a la tierra.
Me centré cada vez más en esa corriente imaginaria, forzándome a relajarme, porque necesitaría toda la calma que tuviera a mi disposición antes de entrar a ese lugar. Pero mi concentración no dejaba de cortarse, recordando ese grito, esa bandera blanca en la ventana de Sarah, y, como suele pasar cuando tienes miedo a algo, no conseguía pensar en positivo durante más de diez minutos.
La noche anterior, el simple hecho de ver ese mensaje en la ventana de Sarah me había dado las fuerzas que necesitaba para soportar la espera, y había avivado una chispa en mí, una chispa de esperanza.
Durante las últimas e interminables semanas, había estado pensando en todo lo que había querido hacer con ella y que al final no habíamos hecho. El tiempo pasaba muy rápido, especialmente cuando sabes que en una fecha determinada puede desatarse el fin del mundo, y en nuestra relación ya habíamos tenido un par.
Quizá era un iluso, pensando que Sarah pudiese seguir sintiendo algo por mí después de todo, pero quererla no era algo que pudiese evitar, era «mo ghràidh», lo más importante en mi mundo.
Me acordé de las primeras veces que la había llamado así, a solas, y cómo se había reído, y sonrojado. A Sarah, y a la mayoría de la gente que nos conocía a Christopher y a mí, siempre le había llamado la atención que tuviese yo más acento escocés que él, pero a fin de cuentas, fue en los Highlands donde más tiempo estuvieron establecidos mis padres para escapar del Kurgan.
Fue mi madre la que convenció a mi padre de volver a un lugar donde yo pudiera estar con más gente, y poco después de establecernos en Whitehaven sucedió la tragedia. Supongo que al haber vivido allí cuando mi capacidad verbal se estaba desarrollando, me hizo adquirir y arraigar el acento, eso, y que mi padre era de Inverness y le gustaba hablar en gaélico de vez en cuando.
Muchas veces había soñado despierto con enseñarle a mis hijos algunas palabras, a nuestros hijos. El temor a que eso nunca fuese a suceder me despertaba cada noche, igual que el temor a no volver a verla sonreír, a que le ocurriese algo ahí dentro, a que nunca me volviese a mirar de la misma forma…
Para tratar de mantener ocupada la cabeza, repasé mentalmente las cosas que necesitaba y comprobé que todo estuviese en su sitio, especialmente ‘Sendero Oscuro‘, iba a hacerme falta allí dentro.
Llevaba un buen rato observando la entrada y el movimiento en Palacio, desde el grito, esperando que nada alterase drásticamente mis planes. Mis sospechas eran infundadas porque el cambio de turno ocurrió antes de lo esperado y con una pareja inesperada.
En lugar de los dos que llevaba un tiempo observando, analizando sus puntos débiles gracias a la información de Alice y la que yo mismo había obtenido, habían cogido el relevo dos que nunca había visto guardando la puerta juntos.
A uno de ellos, el de pelo negro como el vacío, nunca lo había visto. El otro sin embargo me sonaba, le llamaban ‘Black Market’, y Alice decía que su poder era intercambiar los poderes sobrehumanos de otros. Peligroso – pensé. Podía cambiar el poder de su compañero en cualquier momento y cogerme desprevenido, o mucho peor, intentar arrebatarme el mío.
Pero no tenía más remedio, tenía que entrar fuera como fuese, y las puertas traseras estaban mucho más vigiladas. Solo había una forma, tenía el plan meditado desde hacía tiempo, no podía esperar otras dos semanas hasta que todo se calmase y fuese el momento adecuado.
De hecho, ese momento era el mejor, aprovechar el caos y golpear con más fuerza. Coloqué la ‘saya‘ con ‘Sendero Oscuro‘ a mi espalda y caminé hacia el lindero del bosque. Nunca había llegado tan cerca, porque podrían haberme descubierto, excepto la noche anterior, en la que tenía que ver qué había colgado Sarah de su ventana, tenía que asegurarme de que no era una ilusión de mis ojos, o de mi mente.
Los dos guardianes permanecían sin hablar, uno de ellos serio, mirando al horizonte con unos ojos que de vez en cuando centelleaban en un color rojo sangre. El otro, por su parte, estaba jugando con una baraja, pasando las cartas de una mano a otra, como si todo le importase más bien poco. El primero parecía más peligroso, pero al segundo no había que subestimarlo.
Respiré profundamente, y salí al claro. En cuanto lo hice, noté como la mirada del de ojos rojos se posaba en mí. Su lenguaje corporal indicaba que estaba dispuesto a saltar sobre mí si era necesario, pero no podía hacerlo mientras no viese que no era un enemigo y no un potencial protegido de Z, aunque en su interior lo deseaba.
No podía arriesgarme a una gran refriega en ese momento, no sin saber lo que me esperaría allí dentro, así que era el momento de poner en práctica mi entrenamiento. Las últimas semanas, con todo lo que había pasado, necesitaba tener la mente ocupada para intentar no pensar, además, si quería aguantar lo que estaba por llegar, necesitaba ser más fuerte, así que mis días se convirtieron en vigilancia y entrenamiento, con la excepción de algunas cacerías, y de la forja de ‘Sendero Oscuro‘.
Sentí como parte de mi la luz del sol que se filtraba entre las nubes, y la dirigí para deslumbrarles mientras caminaba hacia ellos, evitando que me viesen, o más bien, que viesen el pomo de ‘Sendero Oscuro‘ y se imaginasen mis intenciones.
Mantuve el «manto de luz» durante todo el camino. Por suerte, aunque también resultase un esfuerzo, era mucho menos cansado utilizar la luz que ya existía que generarla, algo que habría seguido haciendo casi toda mi vida si no hubiera sido por una idea que había tenido hablando con Sarah después de las Pruebas. Por desgracia, no había podido ponerla en práctica junto a ella, para poder enseñárselo.
Ya más cerca de ellos, pude notar cómo me observaban ambos sin quitar ojo, especialmente el de ojos rojos, que en ese momento estaban ocultos tras unos de color azul claro. Sentí el peligro que suponía ese tipo desde lejos, había algo muy sobrenatural en él, no era un humano potenciado, era otra cosa, algo oscuro y retorcido. Debía encargarme de él primero, pero era un contratiempo, necesitaba mantenerme con energías.
– [BlackMarket]Será cabrón. Como si no molestara ya suficiente el sol.-[/BlackMarket] escuché decir al otro, haciendo visera con sus manos. En los días que llevaba allí, nunca había visto a ese tipo guardar la puerta, su rol debía ser otro que casase más con su poder, y eso hacía más preocupante el hecho de que estuviese allí.
– [BloodEyes]Mira lo que lleva a la espalda. Prepárate por si acaso.[/BloodEyes] – le aviso el que estaba a su lado, cuyos ojos se habían vuelto rojos de nuevo y ostentaban un brillo trémulo. De nuevo sentí, de la forma en la que solo sienten las Cazadoras y las razas derivadas de ellas, una terrible oscuridad emanando de él, una oscuridad violenta e insondable, la oscuridad de una muerte sin paz. Un espectro.
– [BlackMarket]¿Que me prepare? Yo doy poderes, no peleo. Seguro que tú solo te las apañas bien.-[/BlackMarket] – le replicó, confirmando su rol pasivo, al menos de momento. Si me ponía en la piel de Z, algo que preferiría no hacer, podía imaginarme que alguien como Black Market resultaba muy útil para no «desperdiciar» los poderes de todos aquellos que nos enfrentásemos a su movimiento, para dárselos a otros u otras que estuviesen de su lado.
– [BloodEyes]No sé para que te han mandado aquí entonces.[/BloodEyes] – le espetó su compañero con una voz gutural, el espectro no se contenía, cada vez estaba tomando más control del huésped, y sus ojos eran ahora rojo sangre.
– [BlackMarket]Porque todos los demás estaban admirando el circo que han montado en la cocina.-[/BlackMarket] – replicó despreocupadamente mientras se encendía un cigarrillo que llevaba en la oreja y que no olía a tabaco común, si no a algo más. El grito venía de las cocinas entonces, algo había pasado allí, algo gordo. No iba a tardar en descubrirlo, pero fuera lo que fuese, me tranquilizó un poco no escucharle mencionar a Sarah. Las cocinas estaban en un piso distinto al suyo y era demasiado temprano como para que ella estuviese allí. Esperaba no equivocarme.
Continué caminando sin detenerme, con toda la calma y la tranquilidad que podía acumular, y me detuve frente a ellos.
– [BloodEyes]Aesir.[/BloodEyes] – musitó el espectro, observándome con esos ojos ensangrentados.
– [Daniel]¿Un espectro?[/Daniel] – pregunté sin temor, aunque a nadie le gustaban los espectros, nunca, en parte porque nos recordaban nuestra mortalidad. Pero no podía dejar que lo supiese. – [Daniel]No tengo tiempo para hablar.[/Daniel] – añadí con el rostro inexcrutable.
Black Market me miró, con una mezcla entre curiosidad y un extraño anhelo que me hacía temer por mi poder. – [BlackMarket]Eh, eh, tranquilo. ¿Tienes cita? -[/BlackMarket] me preguntó. Me hizo gracia que pensaran que iba a unirme a ellos, aunque era lógico que no supieran la aversión que les tenía, especialmente él que no solía ser guardia.
– [Daniel]Prueba en la E de espada.[/Daniel] – respondí asiendo la empuñadura de ‘Sendero Oscuro’ y desenvainándola en un abrir y cerrar de ojos. El espectro no tardó en responder, debía llevar un buen rato esperando, pero Z nunca les habría dejado herir a alguien que pudiese unirse a ellos, ni dejar visibles sus dones imagino. Libre de esas cargas su cuerpo empezó a teñirse de azul oscuro y negro, completamente, excepto esos ojos de color sangre y unos dientes afilados de un blanco antinatural. A su alrededor le rodeaba un aura espectral de color negro.
– [BloodEyes]Hace mucho que no me como a un aesir.[/BloodEyes] – su aura empezó a crecer. O era un espectro muy poderoso o había algo más. Sonreí ligeramente al pensar en las pocas posibilidades que tenía de haberlo hecho, teniendo en cuenta que quedábamos tres y no parecía tan viejo como para remontarse a la época en la que había unos pocos más, si lo fuera, probablemente ya me habría matado.
Él respondió mostrando su amplia dentadura y estiró los brazos. De su pecho salió un torrente de oscuridad que parecía petróleo, dirigido hacia mí. Podía haber contraatacado, pero necesitaba reservarme, así que confié en mi agilidad y me hice a un lado, esquivándolo.
Se recuperó rápidamente y se preparó para volver a atacarme, esta vez más de cerca. No tenía tiempo para estar todo el día con juegos, corría el riesgo de que el otro tipo, o cualquiera que se asomase a la ventana, diese la alarma y se me echasen todos encima. Mi mejor baza era el factor sorpresa, no podía perderlo.
Cerré los ojos y me dejé llevar por el resto de mis sentidos. Percibí cómo la oscuridad comenzaba a arremolinarse y se lanzaba de nuevo contra mí. Esquivé, pero me rozó el brazo, quemaba como el hielo, no era un poder adicional, era su propia aura espectral, su propia oscuridad. Continué con los ojos cerrados y me concentré en la luz del sol mientras él se preparaba para volver a atacarme. Esta vez se acercaba más y lanzó el ataque antes de tiempo, pero estaba preparado, volví a esquivar y condensé la luz a mi alrededor en una oleada que lancé directamente contra él. A mi alrededor se creo una zona de sombra debido a toda la luz que me estaba llevando, pero resultó. No tardé en escuchar los chillidos del espectro y abrí los ojos para ver como se escapaba entre las sombras.
Faltaba uno, pero no le veía. Entonces escuché a alguien caminar detrás de mí y me giré, cogiéndole dispuesto a robarme mi poder. Me recorrió una escalofrío, la photokinesis era parte de quien era, no sabía qué sería de mí sin ella.
– [BlackMarket]Bien jugado chaval.-[/BlackMarket] me felicitó tendiendo su mano para que se la estrechase. Ese tipo estaba acostumbrado a venderle hielo a los esquimales. Me alejé con cautela, no sabía cuanto contacto necesitaba para tomar mi poder.
– [Daniel]Me parece que prefiero quedarme mi poder.[/Daniel] – le repliqué con todo mi cuerpo en tensión, listo para saltar como un resorte y esquivarle. Esperaba que no fuese capaz de percibirlo.
Junto a Sarah sabía que saldría adelante con cualquier cosa, con poder o sin él, aunque su pérdida me perseguiría siempre. No solo estaba la parte de poder atacar y defenderme, también estaba la de curar. Ésa sería la que más echaría en falta si me la arrebatasen, y durante mucho tiempo, había sido la que menos había cultivado. Justo cuando había empezado a entrenarla, había vuelto a necesitar más la otra, para recuperar a mi verdadera luz.
Así con fuerza el mango de la katana, listo para usarla, pero en ese instante, alguien apareció tras él. Había estado tan tenso observándole que no la había visto llegar, la otra Cazadora, Sasha.- [Sasha]Eh, deja al pelirrojo en paz[/Sasha].- le advirtió. Él se giró para ver quién le hablaba pero no tuvo mucho tiempo, porque ella le golpeó con su vara metálica y se desplomó en el suelo. – [Sasha]Vivirá…creo[/Sasha] – sentenció. Me agaché al lado de ese tipo y tiré del cuello de su camiseta para evitar el contacto con su piel mientras le tomaba el pulso, no quería arriesgarme.
Tras comprobar que estaba bien le dirigí una mirada de agradecimiento a Sasha, até a Black Market y lo arrastré hasta donde nadie le viera. Tardaría un rato en volver en sí y otro tanto en soltarse, y para entonces ya sabrían que estaba allí.
Crucé la puerta delantera del Palacio y sentí el perfume de Sasha detrás de mí, al parecer no iba a entrar solo.
The thing about a hero, is even when it doesn’t look like there’s a light at the end of the tunnel, he’s going to keep digging, he’s going to keep trying to do right and make up for what’s gone before, just because that’s who he is.
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