Christopher MacLeod | Universidad de Moondale
MEDIODÍA
Traté de no agobiar con más conversación a Lucy en el viaje hacia la Universidad. En unas pocas horas se había bajado de su autobús para llegar a un lugar que le despertaría muchos recuerdos, se había tenido que despedir de forma abrupta de Ed y había conocido a Dom y a Cara, haciendo frente cada vez más a una parte de sí misma. Y ahora, íbamos de camino a que conociese a su…bueno, no quería adelantar acontecimientos, así que por el momento, a Diana.
Mara se había quedado en su apartamento, descansando y poniendo algunas cosas en orden. Dom y Cara pronto irían a buscar a Daniel en su coche, aunque no les había visto hablar del tema, estaba seguro de que Cara no se quedaría allí esperando.
Así que estando los dos solos en el coche, dejé que el silencio obrase su descanso, dejándonos a cada uno lidiar con nuestros pensamientos. Los míos se dividían en variadas y extensas ramas: Daniel y su incursión; Sarah y Rebecca en ese lugar, y pronto Ed; Diana y la pequeña; Lucy que era Kaylee pero no lo era; la guerra en ciernes; los entrenamientos de los nuevos, a los que pronto se unirían otros tantos según los mensajes de Diana; y la nueva, recién creada después de hablar con Cara, Daakka infiltrándose también en el Palacio aprovechando su doble identidad como Duke Rivera.
A ratos pensaba si el silencio no era lo que yo necesitaba y a Lucy solo la estaba incomodando al no hablar, haciéndola sentirse extraña. No la conocía lo suficiente como para saber qué era lo mejor, pero cuando la vi mirar hacia varios sitios sin enfocarse en ninguno en concreto, supe que se aburría, así que empecé a preguntarle.
En unos cuantos minutos supe que Lucy era una apasionada de la moda y una costurera asombrosa a juzgar por el vestido que llevaba y se había hecho ella misma. También me enteré de que el padre de Ed, un miembro de Wolfram & Hart, había jugado con sus recuerdos, dándole un pasado falso y sumiéndola en un trance temporalmente al devolvérselos todos de una vez, solamente para castigar a su hijo. Me habría gustado poder hablar con Ed en ese momento para prestarle mi apoyo, pero lo haría más adelante. Para despertarla habían intentado usar a la misma demonio que le había devorado los recuerdos, pero algo no había salido bien y todos los Campeones habíamos terminado recibiendo recuerdos de otras personas. Eso significaba indudablemente que la esencia de Kay estaba en ella, y que estaba vinculada a todos nosotros. Me sentí sobrecogido por la inmensidad de un poder que fuese capaz de crear un ser vivo de vida pura y devolverlo al mundo después de sacrificarse para salvarnos a todos. Al lado de eso me sentía…pequeño, impotente.
Me parecía una buena chica y deseaba que pudiese recuperar lo mejor que tenía Kaylee, el amor de su familia.
Aparqué el Prius en mi plaza reservada y pasamos por la entrada más cercana a la biblioteca, siguiendo hasta el despacho de Diana. Llamé a la puerta y escuché un murmullo al otro lado, pero decidí esperar. Al poco tiempo, Diana abrió la puerta y sonrió al verme. – [MacLeod]Preciosa, ¿qué tal la mañana?[/MacLeod] – dije sin poder reprimir acercarme a ella para estrecharla en mis brazos y besar esos dulces y sonrientes labios.
– [Diana]Agotadora, ¿qué tal la tuya?[/Diana]- respondió ella cuando nos separamos. Entonces giró la vista hacia Lucy, que sonrió sin saber qué decir.- [Diana]¿Ésta es tu manera de proponerme un trío?[/Diana] – bromeó en su forma habitual, que implicaba ponerme en una situación comprometida y un poco rojo a veces.
– [MacLeod]Diana….[/MacLeod] – la reñí pasando la mirada de una a otra. Por suerte Lucy sonreía. – [MacLeod]Te presento a la «amiga» de Ed, Lucy.[/MacLeod] – dije volviendo la mirada hacia ella.
– [Lucy]Me gusta más Lucy que «la amiga de Ed»[/Lucy].- replicó acercándose a Diana para darle dos besos. Nota mental, nunca presentar a Lucy aludiendo a su relación con Ed. – [Lucy]Encantada de conocerte. Hemos hablado antes por teléfono[/Lucy].- aclaró con una sonrisa.
– [Diana]Mi Ed no pierde el tiempo[/Diana].- respondió Diana sin cortarse, riendo.- [Diana]¿Hace mucho que «sois amigos»?[/Diana] – preguntó. Le dediqué una mirada que implicaba un «no seas cotilla», pero como siempre, no me hizo caso.
Me hice a un lado para que las…bueno, en mi cabeza no podían escucharme así que sí «las hermanas» se entendiesen. No me competía a mí decirle a Diana lo que había pasado con Kaylee, pero me quemaba el secreto en los labios. Todas lo habían pasado tan mal cuando pasó que…cada segundo que pasase sin contárselo me hacía sentir que le estaba fallando.
– [Lucy]Desde que era Kaylee[/Lucy].- respondió sonriendo. La miré abriendo los ojos, sorprendido y giré la vista hacia Diana para ver su reacción.
– [Diana]¿Qué?[/Diana]- preguntó ella confusa. A veces lo que más nos cuesta creer es cuando ocurre algo bueno. Traté de no intervenir, de dejar a Lucy.
– [Lucy]Según me ha explicado Ed…tengo algo de Kaylee[/Lucy].- explicó ella como pudo, lanzándome una mirada de socorro.
– [MacLeod]Lucy es la esencia de Kaylee, una especie de reencarnación. Es otra persona pero…también es ella.[/MacLeod] – teoricé. Había pensado bastante en el tema, en que fuese, pero no fuese. Es decir, era Kaylee, pero era lógico que no quisiera recuperar esa vida porque significaba perder todo lo que era ahora. Necesitaba encontrar un equilibrio.
– [Diana]Me cago en…[/Diana]- empezó a decir mientras se sentaba en su silla, procesándolo.
– [MacLeod]¿Estás bien, vida?[/MacLeod] – le pregunté acercándome. Estaba preocupado por cómo pudiese tomarse la revelación, porque sabía lo mal que lo había pasado y lo mucho que se lo había tragado.
– [Diana]No…[/Diana]- susurró con un hilillo de voz, tapándose la cara con las manos, para que ninguno la viésemos llorar.
– [MacLeod]Eh, te entiendo, ven.[/MacLeod] – me acerqué hacia ella y me arrodillé para darle un abrazo y que llorase en mi hombro. Sentí su pecho subir y bajar a ritmos entrecortados por los sollozos contenidos.
– [Diana]Le dije que no era de verdad, que no era más que una bolita de luz que yo había creado porque odiaba a Megan…[/Diana] – el dolor y la culpa impregnaron cada palabra como si se tratasen de una infección que casi se había enquistado. Esas cosas funcionaban así, cuando pasaba lo peor, cuando pasaba algo que te hacía decir, ya está, ya ha pasado, es cuando te desmoronas y sale todo lo que has ocultado tras la entereza de la que te habías formado una coraza.
– [MacLeod]Ya ha pasado todo, no fue culpa tuya.[/MacLeod] – le dije con sinceridad, echando la cabeza hacia atrás mientras cogía la suya entre mis manos para mirarla fijamente a esos preciosos ojos. – [MacLeod]Como un fénix.[/MacLeod] – añadí tratando de animarla. Las tres hermanas se habían sobrepuesto a la muerte y habían vuelto, más fuertes, más deslumbrantes, como un fénix. Gigantes, vivía entre gigantes.
Sentí cómo Lucy se acercaba a nosotros.- [Lucy]No puedo hablar por Kaylee, porque no la conocía, pero no creo que estuviese enfadada contigo. Todos decimos cosas que no sentimos[/Lucy]. – intervino. Le dediqué una sonrisa agradecida, aunque nunca habría podido transmitir en una sonrisa lo que sentí en el corazón en ese momento. En la vida, a veces, aprendes a esperar poco de la gente, lo tomas como algo normal, para que cuando alguien haga algo por su propio deseo, te sorprenda y te haga recuperar la fé en el mundo, y eso mismo había hecho Lucy. No tenía por qué haber intervenido, pero lo hizo para tratar de animar a Diana. Eso solo añadía más verdad a lo que ya sabía, que era una persona estupenda.
No sabría cómo explicarlo, porque no me gustaría dar a entender cosas que no eran sobre personas, o personalidades de personas, que no estarán entre nosotros, pero donde Kaylee parecía vivir sin vivir, Lucy estaba en equilibrio, viva como nunca.
Diana se limpió las lágrimas y la miró.- [Lucy]No soy Kaylee, ni pretendo ocupar su lugar, pero soy Lucy y puedo ganarme el mío. Soy bastante maja y puedo hacerle vestidos a tu hija[/Lucy].- se ofreció sonriente. Me pareció muy valiente y me gustó su determinación, no estaba aquí para reemplazar a nadie porque era quien era, pero se ganaría su propio lugar, de eso no me cabía duda. La peque, ahora podría venir al mundo y conocer a dos tías. Pensando en eso y viendo los ojos empañados en lágrimas de Diana, tuve que forzarme para contener mis propias lágrimas.
Diana asintió esbozando una sonrisa salida de lo más profundo del alma y se levantó para ir hacia Lucy y abrazarla.- [Diana]Normalmente, la que llora es Sarah, pero como ahora no está, lo hago por las dos[/Diana].- se disculpó sonriendo. Sarah, la pobre seguía en el Palacio, ajena a que su hermana no estaba tan perdida como creía.- [Diana]Diana Echolls, encantada de conocerte[/Diana].- simuló formalidad y le tendió la mano, bromeando.
– [Lucy]Lucy Walker, igualmente[/Lucy].- se presentó a su vez sonriendo ampliamente. Me detuve un instante a observarla cuando escuché un apellido diferente a aquél con el que me la habían presentado, pero al parecer, Diana se extrañó aún más, porque levantó la mirada al techo y gritó.
– [Diana]¡DEJADME EN PAZ HOY ME CAGO EN VUESTRA PUTA VIDA![/Diana]- maldijo, aunque eso también significaba en su idioma un, «gracias por traer a mi hermana de vuelta, fan». Seguí pensando de qué me sonaba ese nombre, hasta que uní los hilos, Luke Walker, el padrino de Diana que según ella misma me había dicho podía ser el padre de Kaylee. Y ahora Lucy había elegido precisamente ese apellido, además…Diana había dicho que Luke la había llamado Lucy. Entendía su frustración, era mucho que procesar para un mismo día.
– [Lucy]Eh…[/Lucy]- rió nerviosa. Perdido en mis pensamientos no me paré a pensar en lo raro que debía resultarle todo eso.
– [Diana]Te acostumbrarás y al final, lo acabarás haciendo tú[/Diana].- le explicó volviendo a su estado habitual, al menos para la vista de cualquiera. Para mí era diferente, estaba acostumbrado a verla y sabía que cargaba un peso más ligero.
– [MacLeod]Habla de los Grandes Poderes. Los que te…han traído hasta nosotros.[/MacLeod] – le expliqué para que no se sintiera perdida. – [MacLeod]Son unos seres ancestrales que decidieron proteger a la humanidad. Es una larga historia.[/MacLeod] – dije intentando no dejarme llevar por mi vena docente. Y pensar que resultaba más fácil creer que existían demonios que deseasen acabar con nosotros que otros seres que nos deseasen el bien. – [MacLeod]¿Tu apellido no era Tattler?[/MacLeod] – pregunté, intrigado por esa elección.
– [Lucy]Ya que toda mi vida es una mentira, ¿por qué no elegir mi propio apellido?[/Lucy]- explicó ella arrugando la nariz. Tenía toda la razón y todo el derecho del mundo en decidir su propio camino. No podía creer que esa elección fuese fortuita, debía haber algo grabado en sus recuerdos que ni ella misma conocía.
– [MacLeod]Me parece que tenéis mucho de lo que hablar.[/MacLeod] -comenté mirando a una y a la otra.
Miré el reloj y vi que todavía era un poco pronto para ir a comer, así que las dejé poniéndose al día mientras revisaba unas cosas en la biblioteca antes de volver a por ellas para ir a comer algo.
Seguía teniendo muchas ramas en mis pensamientos, pero todo parecía un poco más ligero. Poco a poco nuestra familia se iba reconstruyendo y en eso radicaba nuestra mayor fuerza. Solo deseé que todo lo demás saliese igual de bien. Sarah, aguanta.
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