Daniel Arkkan | Palacio Kvinneby

MEDIODÍA

Al salir de la sala de vigilancia, escuché ruidos al final del pasillo, así que cogí a Sasha del brazo para evitar que fuera en esa dirección y giré a la derecha para subir hacia el primer piso, por las escaleras por las que hacía poco acababa de escuchar pasos.

Al llegar arriba, oteé el pasillo y vi que había movimiento.

Por lo que había observado y lo que la vampiresa me había dicho, la planta baja se reservaba para trabajo, tanto cocina como comedor y ocio en general. Por otra parte, la primera planta estaba reservada a dormitorios, baños comunes y algunas salas comunes. La segunda planta estaba reservada enteramente a los miembros de Gambit y a salas para reuniones de los bandos, ahí estaba Sarah. Por último, el resto de plantas superiores no sabía para qué se utilizaban o si se utilizaban, pero si lo hacían, solo tenía acceso un grupo más selecto todavía que Gambit, Z y pocos más. No podía evitar pensar que esas plantas tuviesen algo que ver con el plan de utilizar a Sarah para traer a la otra Cazadora de vuelta.

El siguiente tramo de escaleras, justo al frente, devolvía el eco de un murmullo de voces, así que no podíamos subir por ahí, tendríamos que cruzar el pasillo hasta el siguiente tramo.

Vi que alguien se acercaba a las escaleras, pero caminaba de forma distraída, así que hice que Sasha se pegase contra la pared y le puse una mano sobre la boca para que no llamase la atención.

Esperé en tensión, pegado al cuerpo de Sasha, sintiendo que traicionaba a Sarah, mientras quien fuese recorría con parsimonia el pasillo. Cuando ya estaba muy cerca, ella me lamió la mano con la que le estaba tapando la boca y la miré con el ceño fruncido.

Observé por el rabillo del ojo como pasaba lo que en principio tomé por una persona que no era más que una…criatura, de cuerpo reseco, casi momificado, engalanado con joyas incrustadas por todo él, como si fuera un rey de antaño. Sentí algo en él, algo espectral, similar a lo que había sentido con el de Ojos Rojos, un espíritu poseyendo, esta vez, un cadáver. No miró hacia nosotros en ningún momento, pero me pareció ver una sonrisa en donde debería haber tenido los labios, y eso no me gustó.

Me separé de Sasha y volví a vigilar el pasillo, que ahora estaba vacío, teníamos que cruzar deprisa el tramo que separaba de las escaleras que llevaban al segundo piso.

– [Sasha]No frunzas el ceño, que sé que te ha gustado[/Sasha].- replicó con una sonrisa divertida. Efectivamente, tenía el ceño fruncido, pero no podía desfruncirlo para no darle la razón.

– [Daniel]¿Es que quieres que nos encuentren?[/Daniel] – susurré con evidente enfado. No iba a dejar que echase todo a perder y aún así tenía que seguir intentando tener paciencia. Subí las últimas escaleras y caminé con cuidado por el pasillo.

– [Sasha]Que te encuentren a ti sería el menor de mis problemas[/Sasha].- soltó chasqueando la lengua. Miré a ambos lados del pasillo, preocupado porque la escuchasen. Al ver que no había nadie mi enfado se volcó hacia ella.

– [Daniel]De los tuyos quizá, pero yo me juego demasiado.[/Daniel] – le espeté lo más bajo que pude. No soportaba que se tomase esa situación con ligereza, ¿es que no le preocupaba nada?

– [Sasha]Daniel, no soy la persona más simpática del mundo, pero deberías meterte tus frustraciones por el culo y pagarlas con otra[/Sasha].- me espetó mirándome ella también con el ceño fruncido. Durante un instante nos miramos, cada uno con evidente enfado.

Seguí caminando por el pasillo, en silencio, no había tiempo que perder. Observé las puertas por las que íbamos pasando, algunas etiquetadas como baños o salas comunes, otras, con un símbolo grabado en la madera. Distinguí todo tipo de formas, pero me fijé en un tallado con dos alas, una blanca y una gris. Me recordaron a la chica que había visto junto a Sarah, en sus recuerdos, la que parecía su amiga.

Incluso allí dentro, Sarah se las había arreglado para encontrar gente buena. Siempre sacaba lo mejor de cada uno, aunque pareciese imposible. Miré a Sasha. ¿Qué haría Sarah? – me pregunté. La respuesta la conocía, pero hoy, en ese lugar, tan cerca y tan lejos de Sarah, todo lo que amenazase con volver a verla me asustaba. Haría cualquier cosa por protegerla y eso me hacía volverme…peligroso.

– [Daniel]Quizá tengas razón, solo quiero que comprendas que para mí hay algo muy importante en peligro.[/Daniel] – me disculpé finalmente. Es curioso, a veces resultaba más difícil decir una disculpa sincera que enfrentarse al apocalipsis.

La respuesta no fue la que esperaba. Sasha me empujó hacia una habitación abierta que parecía una sala de algún deporte ligero, pilates probablemente.

– [Sasha]Ninguno de los dos estamos aquí porque nos apetezca. Que no se te olvide, pelirrojo[/Sasha]. – La miré, confuso y entonces escuché lo mismo que ella había escuchado. Pasos que provenían de la escalera al segundo piso hacia la que íbamos. Corrí hacia la puerta y la cerré, escuchando atentamente.

– [Daniel]Si no nos ayudamos, no conseguiremos salir. Que no se te olvide…rubia.[/Daniel] – le repliqué todavía escuchando. Los pasos se acercaban más y más, hasta que se detenían cerca de donde estábamos. Me aparté de la puerta y vi el pomo girar.

Analicé rápidamente la sala y arrastré a Sasha a un armario de utensilios de pilates en el que entramos, cerrando la puerta. Tenía unas pequeñas rendijas de ventilación, parecía que estábamos atrapados en la típica película en la que un asesino entra en casa y el niño se esconde viendo como acaban con sus padres. En la realidad era muy distinto, lo sabía bien.

– [Daniel]Va a entrar.[/Daniel] – le dije como única explicación. El armario no era lo que se decía muy espacioso, y volver a encontrarme tan cerca de Sasha, viendo como su pecho subía y bajaba con su agitada respiración, acrecentaba lo mal que me sentía, como si la estuviese traicionando. Solo podía pensar en lo que pensaría Sarah si me viese.

En ese instante se abrió la puerta y entró un tipo enorme y calvo al que por desgracia había conocido en persona, ‘Wall‘, el perro de presa de Z y de esa loca pelirroja.

El tipo rondaba por la sala, buscando. Quizá no tendría que haber cerrado la puerta, eso habría evitado que sospechase, pero ya era tarde. Escuché la respiración de Sasha y volví a taparle la boca al ver cómo se movía ‘Wall‘ hacia nosotros.

Le observé mirar hacia donde nos encontrábamos, pero no se acercó. Sentí algo húmedo en la palma de la mano, Sasha había vuelto a lamerme la mano. La miré y vi un brillo divertido en sus ojos. Fruncí el ceño y aparté la mano.

Volví a mirar a ‘Wall’ y vi que se daba la vuelta. Sasha se removió y pasó por mi lado. Pensé que para mirar por las rendijas. Por un momento, pensé también que había malinterpretado mis intenciones y me eché hacia atrás. Pero lo que no esperaba es que abriese la puerta del armario y caminase hasta ‘Wall‘ para golpearle con la vara en la espalda.

No pude avisarle de que ese monstruo era prácticamente inmune al daño, pero lo descubrió enseguida cuando se giró con una sonrisa malévola en el rostro.

– [Wall]¿Qué tenemos aquí?-[/Wall] preguntó mirándola sin que desapareciera esa sonrisa. Salí del armario y fui hasta ellos, pero las cosas pasaron demasiado rápido.

– [Sasha]A alguien que te va a meter este palo por la garganta, pedazo de mole[/Sasha].- le replicó moviendo su vara con agilidad y golpeándole en varios puntos con gran precisión. Pero él no se inmutó, en lugar de eso propinó un fuerte golpe con la mano abierta que la hizo caer en el suelo con un sonido sordo.

Me interpuse entre ellos cuando él se acercaba para cogerla por el cuello. No quería ni pensar en lo que pensaba hacerle.

– [Wall]Tú, te recuerdo. No deberías de estar aquí.-[/Wall] dijo fijándose al fin en mi presencia. Por mucho que planees algo, nunca serás capaz de predecir cómo ocurrirá, porque entre otras cosas, los sentimientos y las emociones son impredecibles. En ese instante, me enfrenté a la oscuridad que trataba de mantener a raya. Le había visto disfrutar mientras nos golpeaba tanto a Dominic como a mí, y no se había inmutado cuando la otra había cogido a Diana.

– [Daniel]Yo también te recuerdo.[/Daniel] – le dejé claro. Me coloqué en una posición ventajosa para evitar sus golpes. Si había tumbado a una Cazadora, yo no aguantaría más. Me fijé bien en que mi postura evitase que ella saliese herida. – [Daniel]Y es curioso, tampoco deberías estar aquí, en el mundo me refiero.[/Daniel] – le solté intentando que mi oscuridad y la ira que le daba fuerzas abandonasen poco a poco mi cuerpo. Pero no funcionó y estaba a punto de empeorar.

– [Wall]¿Qué tal esta la bruja? -[/Wall] mencionó a propósito, con una sonrisa maliciosa. Ese fue el oxígeno que le faltaba a la chispa de mi ira para hacer una gran llama de oscuridad. Solo quería hacerle daño, verle sufrir.

– [Daniel]Mejor de lo que vas a estar tú.[/Daniel] -sentencié afianzando la postura de mis pies.

‘Wall’ no tardó en responder a la amenaza propinando un golpe que esquivé con un movimiento rápido. La fuerza con la que lo había lanzado le hizo moverse hacia adelante, más lejos de Sasha. Me coloqué frente a él una vez más y golpeó nuevamente. Esquivé y su brazo atravesó la pared con un estruendo que llamaría la atención de todo el mundo rápidamente. Tenía que acabar con eso rápidamente, aunque parte de mí seguía queriendo verle pagar lentamente.

– [Daniel]Quería divertirme más, pero eso va a atraer a mucha gente.[/Daniel] – dije observando sus movimientos mientras asía la empuñadura de ‘Sendero Oscuro’ con fuerza, hasta que mis nudillos se pusieron blancos. Vi los músculos del hombro de ‘Wall’ moverse como hacían cuando iban a golpear y me moví más rápido y tracé un arco con ‘Sendero Oscuro’ para hacerle un corte en el brazo y otro en el costado.

– [Wall]¿Cómo…? No… no puede ser…-[/Wall] me miró desconcertado, observándose la sangre de las heridas. Su propio poder le hacía invulnerable al daño, pero como todo en la vida, el que hace la ley, hace la trampa. Dicen que de todo hay que aprender, y nuestro enfrentamiento con el Soberano dejaba claro que la magia podía moldear el mundo.

– [Daniel]Sí, se llama magia. Conocida por saltarse todas las reglas.[/Daniel] – repliqué. Tracé otro movimiento rápido y el filo de ‘Sendero Oscuro’ atravesó  tela y carne limpiamente. – [Daniel]Esto es por la bruja.[/Daniel] – le dejé claro antes de sacar la espada de un tirón, manchada de sangre que ya goteaba hacia la punta y de ahí al suelo, gracias al metal ‘adamantium‘ que evitaba que se quedase pegada.

Era una lástima que hubiese tenido que utilizar casi todo el metal en la forja de ‘Sendero Oscuro‘, porque podría haberles conseguido a todos armas formidables. Pero todavía me quedaba una pepita sobrante guardada en el coche, por si alguien era capaz de hacer ingeniería inversa y producir más.

‘Wall‘ hincó la rodilla herida y golpeó el suelo con fuerza, dejando clara nuestra posición para los que ya no lo supieran después de hacer un agujero en la pared. Algo me decía que era lo que pretendía. – [Wall]Magia, el elemento de los cobardes.-[/Wall] replicó con una mueca de asco.

– [Daniel]Me confundes con tu ama.[/Daniel] – le repliqué haciendo alusión a la sádica pelirroja con la que tenía una cuenta pendiente, por Diana. Metí una mano en el bolsillo interno de la chaqueta de cuero y saqué un pequeño botecillo con un líquido morado oscuro. Me acerqué hasta él, que alzó un brazo para intentar agarrarme, pero detuve su intento con un nuevo corte de ‘Sendero Oscuro‘ y me acerqué lo suficiente como para verter el líquido del bote en la herida.

– [Wall]¿Qué… qué es eso?-[/Wall] preguntó con mirada horrorizada cuando debía estar empezando a sentir la pierna adormecerse. Para alguien que es invulnerable, verse a merced de otro es uno de sus mayores miedos. Otra de las cosas que había aprendido es que el miedo podía hundir al más poderoso.

– [Daniel]’Aguijón de Viuda‘. Un veneno con algo de magia.[/Daniel] – le expliqué intentando no entretenerme mucho. No entendía por qué no había llegado nadie todavía, y no me gustaba. Todo había estado demasiado vacío, quizá era solo paranoia pero pensaba que estaban jugando conmigo, o quizá lo que había pasado allí dentro era muy grave. La segunda opción me preocupaba más, por la posibilidad de que algo le hubiese pasado a Sarah. – [Daniel]Quizá te mate, quizá no. Ponte en mi lugar y piensa si mereces morir.[/Daniel] – le espeté para intentar que reflexionase. Quería que, aunque solo fuese con la posibilidad de morir en mente, reflexionase y sufriese por lo que había hecho. – [Daniel]Lo que es seguro es que no podrás moverte en unas cuantas horas.[/Daniel] – añadí mientras veía cómo su mano perdía fuerza y caía boca arriba, aunque con los ojos todavía abiertos, sintiéndose completamente indefenso, vulnerable.

– [Wall]Te… te… ma… mat…-[/Wall] intentó decir, aunque no fue capaz de terminar la frase. Durante un tiempo solo sería testigo de lo que pasara.

Me coloqué a uno de sus lados y alcé ‘Sendero Oscuro’ sobre su pecho. Con un solo golpe de su filo encantado, la hoja atravesaría su negro corazón. ¿Qué haría Sarah? Eso no, estaba claro. Envainé el arma y le dejé allí mientras me acercaba a Sasha.

Respiraba y su pulso era constante. Revisé su cabeza para ver si había algún golpe feo o alguna herida y vi que estaba bien. Pasé las manos bajo sus brazos y la alcé sobre mi hombro para sacarla de allí.

Había cometido un error, ese lugar era tan peligroso para Sasha como lo era para Sarah. Si descubrían que era una Cazadora, se convertiría en su plan B, y eso no podía permitirlo. Los riesgos los corría yo solo, así que atravesé el pasillo y la dejé en un lugar seguro antes de dirigirme hacia las escaleras que llevaban al segundo piso, a Sarah.