Daniel Arkkan | Palacio Kvinneby
MEDIODÍA
Dejé a Sasha con cuidado en el sitio que me parecía más seguro, y del que podría salir con mayor facilidad. Antes de irme, revisé sus posibles heridas y su pulso, que era firme, aunque no tan sonoro como el de Sarah que parecía marcar el paso de un desfile.
Volví al pasillo con cautela y me dirigí hacia las escaleras que llevaban a la segunda planta. Escuché algunos murmullos cerca de la sala donde había tenido la lucha con ‘Wall’ y apuré el paso, aunque seguía resultándome extraño no haber encontrado más gente.
Lo que había pasado allí dentro esa mañana lo desconocía, y parte de mí tenía miedo de descubrirlo por si era a Sarah a la que le había pasado. Sin ella…no…no quería pensarlo.
Subí el primer tramo de escaleras y me detuve en un rellano para comprobar que llevaba todo lo que necesitaba. La prueba que me quedaba por delante era la más dura. ‘Wall‘ era fuerte, pero era un peón y su poder lo conocía, había podido prepararme. Pero algunos de los otros miembros de ‘Gambit‘ los conocía de nombre y algunos poderes por las descripciones de Alice o porque habían estado allí aquella noche.
Una vez revisado todo, inspiré profundamente para tratar de aliviar la inquietud que me revolvía las entrañas. Me concentré para que esa corriente nerviosa saliese de mi cuerpo, tocando la pared para «descargarla» y conseguí relajarme lo suficiente.
Continué subiendo las escaleras hasta que llegué al pasillo del segundo piso. Estaba despejado, así que caminé por él fijándome en las puertas con símbolos del ajedrez tallados, en madera de tres tonos distintos – Eucalipto, Cedro y Wengué-. Pasé por puertas de Peones, Caballos, Alfiles y Torres, y entonces el pasillo desembocó en una puerta.
Me detuve un instante. Había entrado por la escalera equivocada. Si ‘Wall‘ no nos hubiera cogido, habría podido subir por la otra que me habría llevado seguramente a la zona de las más altas esferas dentro de ‘Gambit‘, donde estaba Sarah. Pero ya era tarde para lamentarse. Esa puerta me conduciría seguramente al pasillo de esa otra sección, pero tenía miedo a encontrarme con alguien tras esa puerta cerrada.
Puse una mano en la manilla e inspiré profundamente. La realidad era que, por mucho miedo que tuviese, nunca habría estado preparado para lo que encontré.
Tras la puerta había una sala muy amplia que parecía una especie de sala de reunión para todo ‘Gambit’ a juzgar por el número de asientos. El centro de la sala estaba completamente despejado, dejando ver una enorme alfombra. Pero mi atención no estaba en la estructura del lugar en ese momento, de hecho, apenas era consciente de dónde me encontraba, porque en cuanto vi el cuerpo inerte de Sarah en el suelo, eché a correr hacia ella.
Escuché como un ruido de fondo el sonido de ‘Sendero Oscuro’ chocando contra el suelo, la había soltado, y no importaba, lo que necesitaba sostener en mis manos era a Sarah.
Me puse de rodillas a su lado y la sostuve contra mi cuerpo con una mano, mientras con la otra le apartaba el pelo y comprobaba su pulso y su respiración. Nada. Su fuerte corazón estaba en silencio.
– [Daniel]No, no, no, no…Sarah no. Vuelve…por favor.[/Daniel] – supliqué mientras acariciaba su rostro, frío, insensible a mis caricias. – [Daniel]Mo graidh, mo bana-phrionnsan.[/Daniel] – rogué. Mis lágrimas cayeron sobre su rostro y las limpié con cuidado. Sus ojos miraban al horizonte, a ninguna parte, inexpresivos, perdidos. – [Daniel]Lo siento…lo siento tanto.[/Daniel] – pasé una mano por delante para que los cerrase. No podía creerlo, no podía incluso teniéndola en mis brazos. Lo había temido desde que supe que había pasado algo en el Palacio, pero ahora…no podía ser. Era incapaz de asimilarlo porque el mundo no podía seguir adelante sin ella, no podía perderla así, sin una oportunidad de hacer nada.
Miré el colgante colgando sobre su pecho, el que había obtenido en mis pruebas a costa de un sacrificio cuya carga portaba a diario, y ni siquiera había conseguido salvarla de eso. Durante unos meses, me dejé llevar por esa sensación de haber perdido algo, cuando lo único que estaba perdiendo era tiempo con ella, con mi pequeña.
No sé cuanto tiempo pasé junto a ella sintiendo como si me arrancasen el mismo alma. Por mi mente pasaron cientos de ideas para salvarla. Recorrería el mundo entero buscando una entrada al Axis Mundi para conseguir la Piedra que me habían ofrecido, la que permitía volver atrás en el tiempo, o la Gema que le habían ofrecido a Sarah para resucitar a cualquiera. Conseguiría cualquiera de ellas aunque tuviera que arrebatarlas de las manos frías e inertes de su Guardián.
O buscaría a Aidan y esta vez le obligaría a volver atrás en el tiempo, a llevarme con Sarah antes de que pasase todo esto, y la salvaría, fuera como fuese. Cualquier cosa, menos perderla.
No podía imaginar un mundo sin ella. Ya había perdido antes a alguien, a mis padres, durante un tiempo a mi hermana incluso sin saberlo, pero no había nada como esto, no había mayor sufrimiento que éste, porque la más terrible de las pérdidas es la de aquella persona a la que decides amar con toda tu alma. Y cuando se va, se la lleva consigo.
Una lágrima cayó sobre su rostro, pero ella no se movió. La vida no era un cuento de hadas, la vida no era una serie. Limpié de nuevo la lágrima y miré mi mano sobre su fría piel. Pensé en otra opción, en otro recurso a mi disposición, mi poder.
Nunca había llegado a probar el alcance de mi poder, porque desde el momento en el que lo descubrí, Arthur hizo incapié en que tuviese mucho cuidado, porque mi vida podía irse intentando salvar la de alguien. En este caso, si lo conseguía, no importaba.
La deposité en el suelo con delicadeza y coloqué las dos manos sobre ella. Respiré profundamente y empecé a utilizar mi poder. Mis manos brillaron cada vez con más intensidad mientras inundaban su cuerpo de luz curativa. Sarah brillaba como una diosa venida a la tierra.
Me sentía cada vez más cansado, más débil, pero seguí presionando sin detenerme. Cuando empezaba a sentir los brazos doloridos, abrió los ojos y mi corazón dio un vuelco.
Pero la alegría dura poco en la casa del pobre. La miré a los ojos y fueron otros, no los suyos, los que me devolvieron la mirada. Unos ojos con malicia, con furia, surcados de venas ensangrentadas. Su boca se abrió lentamente, de una forma inhumana. – [Sarah]Asesino.[/Sarah] – alcancé a escuchar antes de que sus manos se cerrasen sobre mi garganta, tratando de arrastrarme a la muerte.
Traté de soltarme, de aferrarme a una oportunidad de traerla de vuelta. Era demasiado fuerte, y con un golpe me lanzó contra la pared contraria. Sentí un dolor punzante en el costado derecho. Me puse en pie y la miré. Ella se había puesto también en pie, pero había cambiado, su piel tenía un tono púrpura como si llevase mucho más tiempo muerta. Había algo que no encajaba y las cosas por las que habíamos pasado me hacían saber qué era: un miedo.
La frustración y la pena dieron paso a un enfado más arraigado. Me pellizqué la mano y lo sentí, pero esa prueba no era suficiente. Me fijé en la sala y busqué algún texto para ver si podía leerlo. Mis ojos se detuvieron en un libro con grandes letras en la portada que sí, podía leer. Tenía claro que se trataba de un miedo manifiesto, pero esta vez no estaba dentro de mi cabeza, el mundo era real, ella no, así que tenía que ser alguien de ‘Gambit‘.
– [Daniel]¡Sal…cobarde![/Daniel] – amenacé elevando la voz. Fue irreflexivo, porque estaba llamando la atención de cualquiera que me escuchase, pero en ese instante solo tenía en mente la visión del cuerpo sin vida de Sarah y la oscuridad en mi interior había salió a flote sin control. Esperaba que el culpable sintiese resentido su orgullo y saliese. Lo pagaría con su vida.
La atroz versión de Sarah se detuvo, me dedicó una macabra sonrisa y se desvaneció entre sombras dejando paso a un hombre adulto, de rostro acerado y pelo corto y negro. Vestía también de negro, con detalles poco apropiados para nuestra época. Su mirada fría era la de alguien que ha arrebatado vidas, pero no por necesidad, si no por placer y ahora me miraba a mí con curiosidad.
– [BlackMask]¿Cobarde, eh? Interesante.[/BlackMask] – respondió con una voz gélida sin apartar la vista de mí. – [BlackMask]Sin embargo, no era yo quien lloraba abrazando a su querida novia muerta.[/BlackMask] – añadió mostrando una sonrisa de dientes torcidos.
Respiré profundamente, con fuerza para dejar salir el aire en un claro reflejo de la ira que sentía. Vi ‘Sendero Oscuro‘ unos pasos por delante de mí, a medio camino entre los dos, sin ella estaba desarmado. Todo mi cuerpo me instaba a matarle lentamente y sin cautela, pero había una luz entre toda esa oscuridad, y era la esperanza de seguir adelante y llegar hasta Sarah.
– [Daniel]Te escudas en visiones de los miedos para atacar por la espalda. Eres escoria.[/Daniel] – sentí como cargaba de odio cada palabra, como si fuesen puñales dirigidos hacia su corazón. Sentí que no lo fueran.
– [BlackMask]No hay placer en acabar rápidamente con la vida de alguien.[/BlackMask] – respondió sin una sonrisa en esa boca que parecía un corte horizontal en su rostro. – [BlackMask]Pero ver cómo se quiebran, ah, eso sí que lo disfruto.[/BlackMask] – añadió volviendo a sonreír. Era un sádico, y Z un estúpido si confiaba en alguien así.
De su cuerpo empezaron a salir sombras que le rodearon, y cuando se disiparon, no era él a quien tenía frente a mí, si no al Kurgan. Corrí hacia ‘Sendero Oscuro’ y llegué a cogerla, pero quedé en una posición vulnerable que le permitió golpearme. Volé contra uno de los sofás y me llevé una mano al pecho, resentido por el golpe.
Me recompuse y volví contra él sin miedo, pero no era una sombra que pudiera desvanecerse con valentía como los miedos que habíamos enfrentado anteriormente. Recibí varios golpes más de sus enormes manos mientras escuchaba sus carcajadas, cuyo eco parecía escuchar cada vez que me acercaba a ‘Whitehaven’. No era alguien haciéndose pasar simplemente por mi miedo, tenía su fuerza, la fuerza que le confería en mis miedos más profundos y arraigados.
Ya había superado mis miedos una vez, pero no eran constantes, el miedo fluctúa, se adapta, de forma que siempre está ahí. Desde que las cosas habían empezado a mejorar, ya no temía al Kurgan por mí mismo, lo temía por el futuro que pudiese tener con Sarah, porque apareciese en nuestra puerta una noche, cuando ya le hubiese olvidado, y se llevase todo mi mundo, el que las visiones del futuro me habían mostrado que era posible.
Intenté concentrarme, fijarme en que era un enemigo independientemente de quien fuese, pero era demasiado fuerte porque en mis miedos siempre era más débil que él. Aferré con fuerza ‘Sendero Oscuro’ y lancé un golpe para atravesarle con ella, pero lo detuvo con sus manos, sin soltar la hoja.
En ese momento se escucharon ruidos cercanos, alguien venía hacia nosotros. Entonces, sentí como mi enemigo tiraba de la hoja y se la clavaba en un costado.
Dio unos pasos hacia atrás envuelto en sombras y de la mole de más de dos metros que era el Kurgan, volvió a aparecer el tipo de antes, que cayó al suelo y se quedó observándome con una sonrisa maliciosa mientras se llevaba una mano a la herida de la que manaba sangre azul oscuro.
En ese instante se abrió la puerta y entraron varias personas a la vez, más tarde sabría que eran todos los Reyes y Reinas de ‘Gambit‘.
– [BlackMask]E-es él….el asesino del alado.[/BlackMask] – dijo el que estaba en el suelo, con una herida que manaba sangre del mismo azul que había en la hoja de ‘Sendero Oscuro‘ y que resbalaba ahora hacia la alfombra. Así que lo que había pasado allí dentro era un asesinato. Me alivió saber que no tenía nada que ver con Sarah, y el hecho de que dijese «el alado» me indicaba que tampoco podía ser su amiga, lo que también me alegro. Pero ahora me acusaban a mí y tenía todas las pruebas en mi contra.
Ni siquiera tuve tiempo a abrir la boca, porque una muchacha de pelo castaño claro levantó una mano y un rayo atravesó una claraboya del techo para golpearme en el pecho y lanzarme unos metros más allá.
Respiré entrecortadamente y me puse en pie a duras penas. Así con fuerza la espada y esperé al siguiente, un tipo rubio con ojos de anciano que iba armado con una espada también, aunque de aspecto celta.
No duré mucho tiempo combatiendo contra él porque sentí de pronto un corte en uno de mis brazos, pero no había sido él. Al otro lado de la sala, la bruja pelirroja que había atacado a Diana estaba murmurando algo mientras se pinchaba con el alfiler. A la herida abierta del brazo se le sumaron varias más, como estocadas de un atacante invisible. El rubio detuvo su ataque.
– [Aaron]¡Basta![/Aaron] – intervino un tipo grandote de piel oscura haciendo que la bruja se detuviese.
– [Lloyd]No ha sido muy buena idea venir aquí.[/Lloyd] – dijo el rubio, cerca de mí.
Eran demasiados: la chica de pelo castaño parecía controlar el tiempo o algo similar, debía ser la Reina Blanca que tan mal le caía a Alice; el tipo de piel oscura debía ser el Rey Blanco, por la forma en la que había detenido a la bruja; ésta era la Reina Negra, que con su magia de sangre era un gran problema, pero además tenía un poder que iba más allá, aunque Alice no había sabido concretarme; el que manejaba los miedos debía ser el Rey Negro, o al menos quería pensar que era de los peores; de los otros dos, el Rey y la Reina Grises, poco sabía, él no había mostrado nada salvo un buen entrenamiento con la espada y ella permanecía inmóvil, como si el hecho de que actuase fuese decisivo para cómo acabaría todo, era una de las que más me preocupaba.
No tenía ninguna oportunidad con ellos, apenas aguantaría con uno solo en el estado en el que me encontraba después de caer en la trampa y malgastar las energías curando a una visión. Pero no podía soportar la idea de rendirme y menos después de cómo me había sentido al ver a Sarah así. Eso sólo me dejaba una opción, evalué la sala una vez más y lancé un fogonazo de luz que les cegó el tiempo suficiente para correr contra una de las ventanas de la sala, que estaba frente a frente con una ventana de una sala más allá, separadas por un par de metros de ancho que si no conseguía salvar me aseguraban una caída de bastantes más metros.
Atravesé la ventana de un salto sintiendo como se clavaban contra mi brazo derecho, el que había usado de escudo, los cristales. Primero una vez, después unos segundos de incertidumbre y por último de nuevo los cristales al romper la ventana del otro lado.
Me puse en pie a duras penas con bastantes más cortes y lo que parecía un esguince en el tobillo derecho. No me detuve, eché a correr.
Estaba dejando un rastro de gotas de sangre detrás de mí y no era lo suficientemente rápido. En cuanto diesen conmigo, no tendría escapatoria, pero tenía que conseguir llegar.
Doblé un par de veces a la derecha para intentar dificultar mi persecución y terminé por llegar a una sala todavía más amplia que la anterior, una especie de patio interior circular, abierto. Allí, en mitad del patio, estaba Sarah. Mi corazón volvió a dar un vuelco.
– [Daniel]¿S-Sarah?[/Daniel] – pregunté con dificultad. No quería volver a hacerme ilusiones, podían volver a estar jugando conmigo.
Ella se giró y sus preciosos ojos azules se cruzaron con los míos. Corrió hacia mí. Sentía el dolor en las costillas y las heridas abiertas, pero eso solo lo hizo un poco más real, porque parecía un sueño.
– [Daniel]Ven conmigo, por favor…aquí dentro, corréis peligro.[/Daniel] – le pedí. Tanto ella como Rebecca, no era un lugar seguro, lo que me había pasado no hacía más que asegurarlo.
Sarah me miró como si me evaluase y pasó de largo. Me giré y vi que se dirigía hacia él, hacia Z, que estaba detrás de mí vestido con un traje blanco, impoluto. Sarah dio un salto y se agarró a él rodeándolo con las piernas. – [Sarah]¿Dónde te habías metido? Parece que han pasado semanas desde la última vez que te vi[/Sarah].- sus labios se unieron en un beso apasionado. Tuve que apartar la mirada.
– [Daniel]N-no….no.[/Daniel] – respondí. Tenía que pensar que no era real, que era otra visión. No podía derrumbarme ahora.
– [Z]Yo también te he echado de menos.[/Z] – replicó devolviéndole el beso. Deseé atravesar esa garganta con mi espada y regar su traje con su propia sangre.
– [Sarah]Tenemos espectadores[/Sarah].- escuché como le susurraba al oído antes de mordisquearle la oreja. El horror debía dibujarse en mis ojos, incluso siendo una visión, lo que estaba viendo no era fácil. No quería ni imaginarme que fuese ella de verdad, pero parecía tan…real, incluso su voz. Alice decía que tenían un telépata, ¿y si le había hecho algo? Le mataría, no me detendría hasta hacerlo.
– [Z]Daniel Arkkan, ¿no?[/Z] – preguntó él. – [Z]Me habría gustado que nos conociésemos de otra forma.[/Z] – añadió a continuación.
– [Daniel]Te mataré, te lo prometo, te mataré.[/Daniel] – fue mi única respuesta, aferrando ‘Sendero Oscuro’. – [Daniel]Mo ghraidh, mo chridhe[/Daniel] – dije mirando a Sarah, esperando obtener una respuesta, un halo de que no era ella, o de que si lo era, todavía me recordaba. No sabía qué pensar, solo quería que todo terminase.
– [Sarah]Lo que tú digas, guapo[/Sarah].- respondió ella guiñándome un ojo mientras se acercaba. – [Sarah]He tenido que irme para que te des cuenta de que no te quiero[/Sarah].- me espetó. Me fijé en su forma de caminar, en su ropa, en cada detalle que me permitiese saber si estaba ante una imitación. Me fijé en que no llevaba el colgante.
Sus caderas se movían de una forma en la que Sarah no lo haría. Ella era sugerente sin pretenderlo, bella sin arreglarse demasiado. Esta sin embargo contoneaba las caderas tratando de ser más sugerente y el resultado era artificial. Además, Sarah no se habría quitado el colgante. Era una representación bien calculada, y tenía que interpretar mi papel.
– [Daniel]¿Cómo puedes ser tan fría conmigo? ¿Cómo puedes estar…con él?[/Daniel] – repliqué con una cara de asco que no era fingida. Le miré con odio, eso tampoco tenía que fingirlo.
– [Sarah]Porque él es todo lo que tú nunca serás[/Sarah].- me espetó con dureza. Pese a no ser ella, la respuesta me dolió profundamente, porque parecía Sarah y tenía su voz.
– [Daniel]Dentro de poco no será nada.[/Daniel] – amenacé en una bravata que sabía que no podría cumplir, al menos, no ahora. Pero ése no había sido el motivo para entrar. – [Daniel]Te quiero Sarah, nunca te abandonaré.[/Daniel] – dije mirando hacia ella en apariencia, pero en realidad iba más allá, hacia una cámara visible tras ella. La Sarah falsa se rió.
– [Daniel]Ahora no tienes a tus guardaespaldas. Enfréntate a mí, uno contra uno.[/Daniel] – dije volviendo la mirada hacia Z. Apenas terminé la frase, empezaron a entrar miembros de ‘Gambit‘, ya no solo los Reyes y Reinas, si no prácticamente todos. Era un enemigo común, el que quería acabar con ellos, el que había matado a ese «alado». Las palabras no iban a cambiar lo que pensaban.
Z hizo una señal para que se hiciesen a un lado y ellos tomaron posiciones en el patio, dejándonos a nosotros en el centro. Incluso la Sarah falsa se fue con ellos.
– [Z]Así sea.[/Z] – concedió él.
Preparé ‘Sendero Oscuro’ y él se colocó en posición, desarmado. Parecía bastante seguro de sí mismo, y estaba claro que el resto no le seguían por su mero poder político, su poder real debía estar a la altura, y estaba a punto de averiguar cuál era. Después, solo tendría que averiguar cómo acabar con él.
Me lancé al combate con cautela, evaluándole igual que él me evaluaba a mí. En un momento, el tobillo herido me falló y el se adelantó, pero lancé un corte con ‘Sendero Oscuro‘ que recorrió todo su antebrazo. Se echó hacia atrás y me mostró cómo la herida se cerraba ante mis ojos con facilidad. ¿Regeneración? – pensé.
Unos movimientos más tarde me di cuenta de que no. Adelanté un pie para lanzar un tajo, pero él esquivó con agilidad y me golpeó en la cara con una mano que parecía recubierta de piedra. Lancé un tajo más, ascendente contra su cuerpo, que cortó la tela del traje pero no hizo nada en su piel, que brillaba con un tono metálico.
Imaginándome ya qué era su poder, lancé un fogonazo con el mío para intentar cegarle, pero sus ojos se adaptaron en un instante a la luz y me agarró por el cuello con fuerza. Evolución reactiva.
Intenté continuar con la lucha, pero él pasó al ataque mostrando todas sus cartas. Ante mí, se transformó en un demonio de piel blanca surcada por una especie de grabados nórdicos. Su fuerza se multiplicó y sus golpes me abatieron completamente. Acabé tirado en el suelo, apenas consciente, pero aferrando ‘Sendero Oscuro‘.
Escuché unos pasos y distinguí a una niña pequeña frente a mí. – [DeathJr]Puedo acabar con el dolor.[/DeathJr] – ofreció con misericordia.
Z negó con la cabeza y el Rey Gris vino para llevarse a la pequeña. – [Mental]No ha entrado solo…[/Mental] – dijo una voz que no conocía. Distinguí a un tipo calvo con un traje de color negro hablando cerca de Z. El telépata. Intenté resistir su influencia, pero apenas podía seguir consciente. – [Mental]Venía con una Cazadora, no una Potencial.[/Mental] – añadió. No podía dejar que descubrieran dónde estaba Sasha, así que combatí su influjo durante varios minutos. Era agotador. – [Mental]….ya sé dónde está.[/Mental] – aseguró. Z asintió y le hizo un gesto antes de que se fuera junto a otro de los miembros de ‘Gambit‘.
Lo siento, Sasha. – pensé. No había llegado a la verdadera Sarah, ni a Rebecca, y les había entregado a Sasha. El precio a pagar por la información que había obtenido era demasiado alto, nunca debí haber dejado que Sasha entrase conmigo.
Con un gesto de Z, alguien empezó a arrastrarme. Intenté resistirme, pero uno de ellos me golpeó y mi cuerpo sintió que ya no podía más y caí inconsciente.
Desperté sintiendo el dolor punzante en las costillas producido por mi cuerpo chocando contra el césped. Tanteé a mi alrededor y vi que estaba de nuevo en el bosque.
Frente a mí había dos miembros de ‘Gambit’: el primero era un tipo delgado de piel y pelo blancos que sopesaba ‘Sendero Oscuro’ en sus manos; el otro era una chica, tenía apariencia de joven y delicada.
– [Elsass]Estamos lo suficientemente lejos, ya podemos hacerlo.[/Elsass] – le escuché decir al blanco. Lancé una patada hacia su espinilla, pero él la esquivó con agilidad y me golpeó con el pomo de ‘Sendero Oscuro’.
– [Banshee]Me gustaría comer un poco antes.[/Banshee] – escuché mientras todo se desdibujaba a mi alrededor. Lo último que vi fue el ceño vampírico de la muchacha. El otro simplemente rió.
Después fue todo oscuridad, negra en insondable. Agradable incluso al dejar a un lado el dolor de mi cuerpo y de mi alma.
Sentí que todo a mi alrededor se movía, me estaban llevando a otra parte, y no podía resistirme. Pero incluso en la más profunda oscuridad, hay un destello de luz, un fulgor dorado que se mecía en el viento.
– [Daniel]¿Sarah?[/Daniel] – pregunté en un susurro casi inaudible.
– [Cara]Tú calla, tonto.[/Cara] – escuché como si estuviese tras una cascada. Mi hermana, Dom había llegado a tiempo.
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