Daniel Arkkan | Casa de las Echolls, Moondale

MAÑANA

El «duro despertar» es por llevar tanto tiempo lejos de Sarah, cuñado – Diana Echolls.

Abrí los ojos lentamente, deslumbrado por la luz que se filtraba a través de la ventana. Fue un despertar confuso, ni siquiera distinguía dónde me encontraba ni cómo había llegado allí.

Por suerte, vi a Diana sentada cerca de la ventana, leyendo un libro que me resultaba familiar, porque había sido lectura de verano de Sarah, la historia de una chica del ‘fandom‘ de una popular saga de libros. Ni siquiera había llegado a empezarlo como Sarah me había pedido, antes de que ocurriese todo.

Me incorporé lentamente y noté dolor en varios puntos. Ligero, más bien resentimiento, el eco de un dolor que ya ha pasado pero que deja ahí su marca como recordatorio.

Me llevé una mano a la cara para intentar despejarme. Tenía la cabeza embotada y el cuerpo débil, como si llevase mucho tiempo lastrado en esa cama. Observé las sábanas y la habitación, era la de Sarah, la que compartíamos hasta hacía unos meses.

Era la primera vez que estaba allí desde aquella noche en la que discutimos. Regresar a un lugar que has llamado hogar y que la persona que hace que lo sea no esté allí es más duro de lo que se pueda imaginar. Había aguantado por el momento, centrado en la misión que me había fijado

No era la primera vez que pasaba por ello y Sarah estaba sana y salva, yo mismo lo había comprobado, pero aun así era más duro que nunca, porque el amor que sientes por la familia es diferente del que sientes por la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida, sobre todo si esa persona es Sarah.

Pensar en ella me trajo recuerdos a la mente de la incursión a Palacio. Mis manos aferraron con fuerza la sábana cuando recordé a esa copia barata de Sarah besando a Z. El brazo izquierdo me dolía, lo miré y vi que tenía varios cardenales ya amarillentos, al igual que en el torso y seguramente en casi todo el cuerpo.

Tras el combate con Z me habían sacado de allí para acabar conmigo, seguramente para evitar lo máximo posible que Sarah se enterase de lo que habían hecho conmigo, pero estaba aquí, a salvo, alguien me había traído hasta aquí.

Entonces seguí recordando, mis hijos, todos nuestros niños. Antes de quedarme inconsciente «sentí» a Sarah y me sumí en un sueño extrañamente vívido, el sueño de un mundo en el que la Iniciativa acababa con todo y nuestros hijos tenían que sobrevivir como podían.

No lo recordaba todo y me forcé a hacerlo, pero cuanto más lo hacía, más parecía perderme. Veía desdibujadas sus caras, a mi pequeña murmurando algo sobre Sarah y lo que le habían hecho, allí…en…en el Obelisco.

Anulaba poderes aprovechándose de habilidades, si Sarah había estado allí al igual que Elle eso significaba que tenía ese poder. Pensé en lo que Leonard había dicho, que tenía un poder latente pero muy enterrado en su interior, tanto que ni siquiera él podía ver de qué se trataba.

Traté de incorporarme un poco más, para pensar, pero el brazo me lanzó un latigazo de dolor y Diana se giró hacia mí, alertada por mi queja. Primero me miró con preocupación, pero al ver que estaba despierto su rostro empezó a transformarse en una mueca de enfado. Me pareció sentir que la habitación se volvía más calurosa, como si Diana tuviese aún más del Fénix al que se había enfrentado y que la había cambiado.

Dejó el libro a un lado y vino hacía mí. Al levantarse me fijé en su abultado vientre y sentí algo removerse en mi interior, una pena arraigada con la que tendría que lidiar más adelante. Lo verdaderamente malo no era cuando estaban pasando las cosas malas, si no después, cuando había calma, cuando podías pensar en ellas. La mente es nuestro mayor enemigo.

Contuve las lágrimas prometiéndome a mí mismo apoyar a Diana durante el resto del embarazo, proteger a la pequeña con mi vida cuando naciese. Solo así podía sobrellevar el peso de la culpa por lo sola que debía haber estado.

– [Diana]¿Cómo te encuentras, cuñado?[/Diana]- preguntó mientras se acercaba, esbozando una familiar y cálida sonrisa que hacía que me sintiese aún peor. No merecía lo que tenía, era consciente de ello.

– [Daniel]Un poco molido.[/Daniel] – respondí con voz ronca. Tenía la garganta seca. Me tomé unos segundos para pensar qué más decirle. Tenía muchas preguntas y todas se agolpaban en mi mente, queriendo salir a la vez: ¿cómo estaban todos?, ¿sabían algo de Sarah?, ¿de la visión del futuro?, ¿cómo había llegado allí?, ¿cuánto tiempo había pasado? – [Daniel]Tengo demasiadas preguntas en la cabeza. ¿Puedes ponerme al día?[/Daniel] – respondí con sinceridad. Con la familia podía ser yo mismo, sin miedos. Al menos normalmente, con el monstruo que había llevado durante estas semanas tenía miedo a que me rechazasen.

– [Diana]No tendría que decirte nada[/Diana].- respondió frunciendo ligeramente el ceño y mirándome con ensanchando las fosas nasales, como hacía Sarah también cuando se enfadaba. Aunque normalmente lo usaba más fingiendo un enfado. Me tendió un vaso de agua y lo bebí con ansia. Mientras el agua bajaba por mi garganta noté cómo me dolía.

Guardé silencio durante unos segundos, lidiando con lo decepcionado que me sentía conmigo mismo. Pero lo estaba en tantos ámbitos y había metido tanto la pata que si quería seguir adelante y tratar de remediarlo, no podía detenerme a pensar en ello. – [Daniel]Lo siento, sabes por qué lo he hecho.[/Daniel] – la miré a los ojos para que supiera que lo sentía de verdad y vi una pena oculta en ellos que volvió a despertar la que tenía en mi interior, pero contuve las lágrimas de nuevo.

– [Diana]¡No te atrevas a poner cara de pena delante de una embarazada![/Diana]- replicó de pronto, riéndose. Esa era Diana, no importaba lo que ocurriese, siempre conseguía hacerte sentir mejor. Tenías que hacerle algo muy grave e intencionado para ganarte su ira.

Sonreí, era inevitable, en parte porque su risa era contagiosa, en parte porque había sentido cierto alivio al contar con ella. Pero la risa resultó dolorosa cuando sentí una punzada en las costillas. – [Daniel]No sabes cuanto os he echado de menos.[/Daniel] – respondí con sinceridad. Era imposible no tener confianza con ella.

– [Diana]Más te vale, capullo abandona cuñadas[/Diana].- replicó colocándome un dedo en las costillas con delicadeza, pero aun así las noté resentidas, debí partirme al menos tres. Diana sonreía con un gesto que me recordaba a Sarah. Eran radicalmente diferentes en ciertos aspectos, pero tenían unos valores comunes que las hacían destacar. Debía darle las gracias a Elizabeth por criar a dos hijas así, el mundo entero debía hacerlo.

Decidí no contenerme en una suerte de epifanía que había obtenido de toda esta mala época, de haber perdido a Sarah, y la abracé con suavidad pese a los dolores que me recorrieron la espalda.  – [Daniel]Venga, ponme al día antes de que nos volvamos a quedar inconscientes.[/Daniel] – traté de bromear, esperando que no volviese la «semana de las visiones».

– [Diana]Has estado una semana gruñendo como un Neandertal, porque no querías que te lleváramos al hospital[/Diana].- explicó. No lo recordaba demasiado bien, solo algunas palabras sueltas, impresiones. Despertarme agitado, preguntar por Sarah, por nuestros hijos, escucharles hablar del hospital y revolverme tratando de irme.

– [Daniel]Demasiadas explicaciones. Demasiados riesgos.[/Daniel] – traté de explicarle, con una disculpa implícita porque mi subconsciente no era muy agradable, Sarah siempre lo decía. – [Daniel]¿Cómo he llegado aquí?[/Daniel] – dije moviéndome poco a poco hasta conseguir sentarme. Era imposible que estando casi inconsciente pudiese librarme de esos dos seguidores de Z, y menos habiendo caído en el influjo de la visión pocos segundos después.

– [Diana]Dale las gracias a Dom y a tu hermana. Bueno, Dom no sé si te cogerá el teléfono, porque lleva follando una semana non stop[/Diana].- comentó con su sonrisa perenne. Dom y Cara, ese destello rubio antes de quedar inconsciente, era ella. Después de todo había venido a salvarme. Mi pobre hermanita pequeña.

Me quedé pensativo unos instantes, recordando su cara cuando me fui aquella noche. – [Daniel]Dios, Cara debe odiarme. [/Daniel] – medité en voz alta. Entonces me di cuenta de lo que había dicho de Dom. – [Daniel]¿Rebecca ha vuelto?[/Daniel] – pregunté con mi corazón latiendo a toda velocidad. Mi mente sabía que Sarah debía estar bien o Diana no estaría así de entera, pero el miedo no es racional.

– [Diana]Cara está muy ocupada descubriendo que tiene dos novios. Es su sueño hecho realidad[/Diana].- explicó, aunque las palabras no terminaban de cobrar sentido en mi cabeza.- [Diana]Rebecca y Wing han vuelto[/Diana].- añadió a continuación. Sentía como si me hubiese perdido media temporada de una serie y no consiguiera enterarme de nada.

– [Daniel]¿Dos novios?[/Daniel] – pregunté, era un problema para otro momento, pero…era mi hermana pequeña. – [Daniel]¿W-wing?[/Daniel] – pregunté a continuación. – [Daniel]¿Sarah está bien?[/Daniel] – seguí sin poder contenerme. Me había perdido demasiado.

– [Diana]Primero: Duke es Daakka[/Diana].- comenzó a explicar. Duke…¿el que había alquilado la habitación de la nave?…era Daakka…¿en forma humana? No sabía cómo había ocurrido, pero había muchas novedades más así que lo acepté y más tarde me pararía a hacer preguntas.- [Diana]Wing es…[/Wing]- se quedó unos instantes pensando y cogió su móvil para enseñarme una foto de una chica rubia, de generosas curvas y con alas en la espalda. La había visto antes. Ese par de alas era difícil de olvidar. – [Diana]Es encantadora y luego tiene LAS WINGS[/Diana].- explicó guiñándome un ojo al referirse a su otro par de…encantos.

– [Daniel]Tengo muchas cosas que procesar.[/Daniel] – admití tratando de esbozar una sonrisa que no debió quedar muy convincente. Habían pasado muchas cosas y no había estado aquí, con ellos. – [Daniel]A esa chica ya la he visto. Era amiga de Sarah en el Palacio.[/Daniel] – dije señalando la foto. Miré a Diana a los ojos con una pregunta reflejada en ellos que ella podía entender bien. Sarah, necesitaba saber qué había pasado.

– [Diana]Sarah está bien, aunque quiere salir de allí cuanto antes[/Diana].- replicó con un destello de preocupación. Al menos estaba bien, aunque eso no disminuyó mi inquietud. Mientras estuviera allí dentro, estaría en peligro. Desde que había entrado en el Palacio era aún más consciente.

– [Daniel]Entonces tenemos que ir.[/Daniel] – dije tratando de ponerme en pie.

– [Diana]Van a entrar en la Iniciativa[/Diana].- añadió ella mirándome fijamente mientras se acercaba.

– [Daniel]Tenemos que impedirlo. ¿Tú también lo has visto, no?[/Daniel] – dije caminando lentamente. Todo el cuerpo me dolía, pero no podía dejar de pensar en ese futuro, en nuestros niños sufriendo así. Pero llegó un punto en el que el dolor me hizo trastabillar y me sujeté a la cama para no caerme.

Me senté en el borde de la cama y me concentré para iluminar mis manos y llevarlas sobre algunas de mis heridas. Sentí el alivio inmediato al pasarlas sobre mis costillas. Me centré en los principales puntos de dolor, pero antes de curarlos totalmente, me sentí tremendamente cansado y tuve que dejar de utilizar mi poder. Necesitaba recuperar fuerzas, pero había poco tiempo.

– [Diana]Deja de hacer el idiota[/Diana].- me espetó empujándome por los hombros para obligarme a tumbarme.- [Diana]Sí, los he visto[/Diana].- añadió con una sonrisa mientras se acariciaba la barriga.

– [Daniel]Amy…[/Daniel] – dije mirándola. Era valiente como su madre, rebelde como su padre, y había muerto en ese futuro. Teníamos que impedirlo. – [Daniel]Sabes que Sarah corre peligro allí. El Obelisco…[/Daniel] – protesté, pero no me removí demasiado para no hacerle daño.

– [Diana]Tenemos que ayudar a Sarah, a Ed y a Duke[/Diana].- me aseguró, convencida. Sentí un profundo alivio al saber que no estaba sola. Entonces recordé a Sasha, ella sí estaba sola, la habían capturado. También le había fallado a ella. Tenía que ayudarla. – [Diana]Pero antes, tienes que recuperarte[/Diana]. – sentenció con una mirada de advertencia.

– [Daniel]Ahora que estoy despierto me curaré más rápido.[/Daniel] – le aseguré. Recuperaría fuerzas y me iría curando con mi poder. Detestaba no ser capaz de curarme ya mismo. – [Daniel]Tenemos que reunir al resto del grupo.[/Daniel] – comenté intentando organizarme mentalmente. – [Daniel]Pero somos pocos para entrar, quizá con los O.W.L.S.[/Daniel] – expliqué. Solo estábamos Dom, Cara, Christopher y yo. Diana no debía entrar, Mara corría peligro allí dentro y el resto estaban con Sarah. Quizá podríamos llamar también a los de Louna para que nos ayudasen.

– [Diana]Pero ahora a descansar[/Diana].- me advirtió de nuevo.

Asentí con el ceño fruncido porque no podía soportar la idea de estar allí tumbado, sin hacer nada, mientras los demás corrían peligro. – [Daniel]Pero sigue poniéndome al día. Necesito saberlo todo para que podamos traerles de vuelta.[/Daniel] – le pedí. Todavía estaba intentando componer en mi cabeza lo de Wing, Rebecca de vuelta y lo de Duke siendo Daakka.

– [Diana]Ed vino de Louna con una chica[/Diana].- chismorreó haciéndose la interesante. ¿Ed? Cierto, estaba en Louna, con todo la información que tenía que procesar no me había parado a pensar en su regreso. Había dado por hecho que había ido a ayudar a Sarah, como siempre haría. Era leal hasta la médula.

– [Daniel]¿Con una chica?[/Daniel] – pregunté esperando que me dijese algo más. Entonces recordé, ¿la madre de…Ezra?

– [Diana]Con una posibilidad de Kaylee en forma de rubia guapa[/Diana].- sintetizó de tal forma que tuve que repasar la frase varias veces en mi cabeza. La mención a Kaylee hizo que se me pusiesen los pelos de punta.

– [Daniel]Creo que no he entendido eso último. ¿Kaylee?[/Daniel] – pregunté sin querer confiar en una vana esperanza.

– [Diana]¿Cuántos capítulos te has perdido?[/Diana]- bromeó ella.- [Diana]Lucy es…ya te lo contaré otro día. Venga, a dormir, pesado[/Diana]. – mandó sin dar más detalles. Lucy…recordaba vagamente a alguien mencionando ese nombre en el futuro. Necesitaba más información, alguien que hubiese tomado nota, y sabía quién.

– [Daniel]Ya he dormido bastante. ¿Mac ha seguido con la página?[/Daniel] – le pregunté refiriéndome a la página que le había creado para que mantuviese un dossier que nos resultaría muy útil. – [Daniel]¿Puedes traerme un portátil para ponerme al día mientras descanso y te dejo tranquila?[/Daniel] – le pedí intentando poner cara de cachorro para que no me mandase a freír espárragos.

Diana murmuró algo y con una ráfaga de viento el portátil cayó encima de mis piernas, concretamente encima de algunos cardenales.

– [Daniel]Auch, gracias.[/Daniel] – respondí. Ella volvió a su lectura acomodándose en el sillón, para asegurarse de que no me escapaba, y yo accedí a la página web. Introduje la contraseña y repase las fichas. Había todavía más novedades que las que Diana me había dicho. Una ficha con datos de nuestros hijos en ese futuro, dossieres completos de miembros del grupo de Z, datos de Duke en la ficha de Daakka, las de unos Satellites que habían reclutado para ayudarnos…Pero sin poder evitarlo, me pasé varios minutos observando las fotos de la ficha de Sarah. Hacía demasiado tiempo que no estaba con ella, quizá no volviera a estarlo, pero pronto la vería. Haría todo lo que fuese necesario para sacarla de esa pesadilla.