Daniel Arkkan | Bosque de los Lobos
TARDE
Me resultaba extraño ir sentado en el asiento trasero de mi propio coche, pero los demás habían insistido en que, si iba a ir con ellos, tendría que hacerles caso en lo que me dijesen.
Cuando quieres a alguien con todo tu corazón todo es más sencillo, tus bordes se pulen, tus defectos se atenúan. Y cuando vuelves a estar solo, algunos vuelven más fuertes que antes.
Como consecuencia, si ya antes era solitario y la vida que había llevado me había acostumbrado a hacer lo que creía que debía hacer, confiando solo en mi instinto, ahora, sin ella cerca y además en peligro, no era precisamente el mejor recibiendo órdenes. Pero si Sarah entraba en la ecuación todo cambiaba. Las cosas que me resultaban difíciles, incluso puntos críticos de mi personalidad, se suavizaban con más facilidad.
Así que Dominic se colocó al volante y Cara en el asiento delantero, porque después de lo que le había hecho pasar, no podía negarme. El asiento trasero del Mustang no era el colmo de la comodidad, pero si a eso le sumábamos compartirlo con un granjero que parecía ser capaz de cargar troncos con las manos sin estar ni siquiera cubierto de titanio, resultaba menos cómodo todavía.
En el coche de MacLeod iban, Diana, Ted, Joey y Magnolia, además de él mismo. Vincent, Bill, Karen iban en una furgoneta negra que nos habían prestado los O.W.L.S, junto con alguna ayuda adicional. No tardaríamos mucho en tener que dejar los coches y movernos a pie para evitar ser detectados.
Después vendría la parte difícil, conseguir entrar. La última vez había sido Frank Umbra el que nos había ayudado, pero Logan Villiers le había asesinado. Por mucho que detestase a Logan y a sus métodos, sí era cierto que respecto a eso, tenía mis dudas. No sabría lo que habría hecho si un asesino de Sarah se plantase frente a mí. Quizá lo mismo, quizá peor. Ese conocimiento era lo que me permitiría tolerarle. Eso y Sarah, si ella confiaba en él, tenía que hacer el esfuerzo.
Según lo que había dicho Russell, el grupo de Sarah había entrado gracias a una tal ‘Petra‘, que tenía geokinesis, una tal ‘Butterfly‘ que podía cambiar de apariencia y ‘Software‘, que controlaba las máquinas. Conocía alguno de esos nombres gracias a Alice, pero no todos, eran simplemente demasiados. Nosotros no contábamos con nadie así para conseguir entrar, pero de una forma u otra, nos abriríamos paso.
No dejaba de pensar en que el grupo de Sarah estaba bien pensado, tenía incluso dos Cazadoras, la propia Sarah y Sasha, de cuya presencia allí solo se me podía culpar a mí. En el fondo, se me podía culpar de la presencia de ambas, si hubiese escuchado mejor a Sarah… pero eso tenía que dejarlo para otro momento, el de expiar todo lo que había hecho.
Z lo tenía todo bien pensado, había enviado a Sasha para que recuperase el artefacto si a Sarah le pasaba algo. Si no conseguía traer de vuelta a Beatrix en el cuerpo de Sarah, lo haría en el de Sasha. Esa frialidad hacía que todo mi ser se incendiase en una ira que lo consumía todo, así que intenté controlarme y confiar en mi voluntad. No dejaría que le hiciese nada a ninguna de ellas.
Un cuarto de hora más tarde, recorríamos a pie el Bosque de los Lobos en pequeños grupos dispersos entre la arboleda para evitar ser vistos. Mi grupo lo formábamos Cara y yo. En los minutos en silencio que llevábamos caminando me dio tiempo a pensar que quien había distribuido los grupos, que no era otro que Christopher, había pensado que necesitaba tener una pequeña conversación de hermanos.
No podía estar enfadado porque lo planease así, lo cierto es que les debía a todos muchas explicaciones, y mi hermana era el mejor punto de inicio. Pero de la teoría a la práctica hay un gran salto, y pese a enfrentarme a varios terrores encarnados, no era capaz de reunir las palabras ni el valor para disculparme con mi hermana. Así que como siempre recurrí a mi mejor método de motivación, pensar qué diría Sarah cuando saliese y me viese sin hablarme con mi hermana. Y en el recuerdo que le quedaría de mí si ocurría lo peor.
Así que finalmente me adelanté y me coloqué a su altura. – [Daniel]Cara, quería decirte…[/Daniel] – empecé a decir. Miré su ceño fruncido y pensé mis palabras. Siempre había pensado que el lenguaje no hace justicia a las emociones, así que opté por lo simple. – [Daniel]…lo siento. No te imaginas cuanto.[/Daniel] – añadí con mi tono de voz habitual, que era poco más que un susurro. Ideal para intentar pasar desapercibidos pero frustrante para hablar con normalidad con la gente, especialmente si tienes «acento de highlander», que últimamente hacia a la gente esperar que dijese algo como ‘Sassenach’ cada medio minuto. Prefería llamar a Sarah, ‘Lassie‘, aunque no sabía si podría volver a hacerlo, había dejado demasiada libre a la oscuridad en mí, quizá no había vuelta atrás.
– [Cara]Ya[/Cara].- respondió dedicándome una mirada más afilada que mi espada. Siempre me ha parecido un acto importante pedir disculpas, porque supone enfrentarnos directamente a lo que rechazamos muchas veces de las relaciones con otras personas, colocarte en una posición vulnerable. Muchas veces, cuando la persona ante la que te disculpas no corresponde, ya sea porque no esté entendiendo la disculpa o porque estéis en mitad de una discusión acalorada, es el orgullo el que entra en razón y vomita palabras cargadas de púas para defenderse, igual que se hincha un pez globo.
Quedé unos segundos en silencio y me concentré en sentir el aire fresco del bosque entrando en mis pulmones. Desde mis días de asmático, esa sensación me reconfortaba. Percibí el olor del eucalipto. El orgullo había sido mi error cuando discutí con Sarah, hizo que la alejase demasiado, a ella y a todos los que me importaban. No podía volver a equivocarme en lo mismo.
– [Daniel]Quizá no quieras perdonarme nunca. Pero no voy a dejar de intentarlo.[/Daniel] – dije mirándola fijamente a los ojos hasta que su mirada se cruzó con la mía. Detrás de la fachada de mi hermana a la que parecía que no le importaba nada estaba la niña asustada por los horrores del vacío y de crecer sola. Había dejado sola de nuevo a esa niña y sus ojos reflejaban esa tristeza.
– [Cara]Te fuiste…[/Cara]- me recordó tomando aire. Notaba su dolor, en sus ojos, en sus palabras, incluso en el aire entre nosotros. Me daba ganas de querer alejarme corriendo, esconderme para no tener que enfrentarlo, pero eso solo generaría más, el dolor me perseguiría siempre.- [Cara]Y Cara Elle te pidió que no lo hicieras. Te lo pidió llorando[/Cara]. – añadió finalmente. Reviví de nuevo la escena de esa noche, igual que llevaba haciéndolo desde que ocurrió. Me despertaba con pesadillas en las que les perdía, uno a uno, mientras me alejaba caminando y me despertaba, solo para comprobar que no había nadie a mi lado.
Pensé que si todo salía bien, tan bien como para que Sarah y yo volviésemos a estar juntos, algo en lo que la visión del futuro me hizo tener un destello de confianza, dejaría este diario a nuestros hijos para que mis errores no tuviesen que volver a cometerse.
La esperanza de volver a estar con Sarah fue lo único bueno que saqué de ese futuro. Me había emocionado ver a nuestros pequeños, los de todos, pero verles así, habiendo perdido a muchos otros…me destrozaba cada vez que lo recordaba.
– [Daniel]He tenido mucho tiempo para pensar en eso…[/Daniel] – admití. No tenía miedo a que mi hermana me hiciese daño si me abría a ella. Era mucho más de lo que merecía. – [Daniel]Nunca te lo podré compensar, pero eres mi hermana, te perdí durante demasiados años como para volver a hacerlo ahora.[/Daniel] – mientras lo decía, sentí que un pequeño nudo se desataba en mi interior y la vista se me empañó.
– [Cara]¿Y ahora qué tiene que hacer Cara Elle, perdonarte y que vuelvas a hacerlo o no perdonarte y que sea como si nunca hubieras vuelto?[/Cara]- me preguntó. Estaba en todo su derecho de dudar de mí, no le había dado muestra de otra cosa. En el tiempo en el que llevábamos juntos apenas había parado de hacer cosas, de tener problemas. Cuando pasó todo lo de Kaylee traté de apoyarles a todos pero lo hice encerrándome a mí mismo y abandonándoles mucho antes de cuando lo hice de verdad.
– [Daniel]Si decides perdonarme, te prometo que no volverá a pasar.[/Daniel] – respondí con sinceridad, lamentando no ser un «nominador» como en ‘La Crónica del Asesino de Reyes’, para que mis palabras fuesen más que una simple composición de letras y mi promesa se envolviese de una magia que hiciera que quedase claro que jamás podría romperla. Pero no sabía hacer magia más allá de tallar unas runas en objetos.
– [Cara]Las palabras se las lleva el viento[/Cara].- se detuvo, cruzándose de brazos. Como si hubiera sido llamado, una ráfaga de viento agitó su melena.
Me quedé parado frente a ella, pensando. Tenía algo guardado para ella desde hacía semanas, algo que quería darle cuando volviésemos a estar bien, pero quizá este fuese mejor momento. Saqué el paquete del bolsillo de mi chaqueta de cuero. Lo había envuelto como había podido, y eso no decía nada bueno. – [Daniel]Acompaño mi promesa con esto. Como recordatorio.[/Daniel] – se lo tendí y ella me miró un instante antes de empezar a desenvolverlo con ganas. Eché de menos los años juntos que habíamos perdido y nunca íbamos a recuperar, pero lamentarse no sirve de nada, el pasado no cambio y si lo hace, nada garantiza que sea para mejor. Cuando terminó de abrirlo, se quedó observando el regalo, un colgante forjado por mí. – [Daniel]Es el último trozo de adamantio que quedó después de hacer esto.[/Daniel] – dije señalando la empuñadura de ‘Sendero Oscuro’ que llevaba colgada a la espalda. – [Daniel]Lo guardé para ti.[/Daniel] – añadí. Era una suerte que hubiese sobrado parte del metal, si no, habría tenido que fundir ‘Sendero Oscuro’, fuera como fuese, una vez que conocí el secreto de Cara supe que tenía que tener ese metal cerca.
– [Cara]Cara Elle debería clavártelo en un ojo como recordatorio[/Cara].- replicó con su fuerte voz, seguida de una risa que resultaba una melodía.
– [Daniel]No seas mala.[/Daniel] – respondí con una ligera sonrisa, empezaba a quitarme un peso de encima, uno de muchos. La observé colocándose el colgante gracias a la cadena de plata que había comprado para ese propósito – no era tan capaz como para labrar una cadena -. Me quedé pensando en que si quería arreglar las cosas de verdad, tenía que ser totalmente franco en todo momento, y eso empezaba por hablarle del secreto que conocía de ella. – [Daniel]Tuve una visión tuya hace unas semanas, un recuerdo de tus pruebas. Tú, usando tu poder. Por eso te lo guardé.[/Daniel] – le expliqué cogiéndolo de entre sus manos para colgárselo. – [Daniel]Si te cubres con ello, serás irrompible. Estarás a salvo.[/Daniel] – le expliqué, aunque ella lo sabría mejor que yo. Por eso mismo di gracias de haber tenido un trozo de sobra cuando supe que podía recubrirse de cualquier material. El adamantio protegería a mi hermana, si hubiera tenido que fundir la espada, lo habría hecho con gusto.
– [Cara]Está muy feo tener visiones de otra gente. Eso es cotillear[/Cara].- respondió imitando la voz de Elizabeth. Mientras miraba el colgante, la vi sonreír. Había entretejido un pequeño encantamiento, lo único que cabía en ese colgante. Un seguro adicional.
– [Daniel]Te acuerdas de lo que te interesa.[/Daniel] – repliqué sonriente mientras observaba sus ojos claros. – [Daniel]Te he echado de menos ‘peely wally’.[/Daniel] – añadí sin dejar de sonreír. No podía decirse que tuviéramos un mote desde pequeños, pero sí desde que ella era pequeña, al menos mentalmente. Venía a significar algo así como blanquita, palidilla.
Caminamos en silencio, más cercanos de nuevo. – [Cara]En el futuro, Cara Elle tenía dos hijos[/Cara].- recordó trotando como si bailase.
Pensé en Noah y en su hermano mayor Leo al que habían asesinado. Noah era más pequeño pero Leo debía de rondar la edad de Alexander y Elle, mis pequeños. – [Daniel]Y bastante grandes, vas a correr mucho. ¿Qué es eso de los dos novios?[/Daniel] – le pregunté entrecerrando los ojos como si fuera un hermano sobreprotector, lo que en realidad era.
– [Cara]Duke es Daakka. Era fácil de adivinar, porque los nombres son casi iguales, pero a veces, parecemos tontos[/Cara].- respondió reduciéndolo a lo más simple. Ya me habían contado lo que pasaba, Daakka descubriendo que habían rellenado los huecos de su ADN con genética de un humano potenciado y cómo había aprendido a cambiar, pero no se lo había dicho por miedo a que le quisiera solo por ser humano y no por quien realmente era. Al final había pasado todo lo contrario, Cara siempre te sorprendía.
– [Daniel]Me he perdido un buen misterio.[/Daniel] – admití dedicándole una sonrisa. – [Daniel]Te preguntaría que qué tal os va, pero sabiendo que Noah era medio Rakkthathor…[/Daniel] – añadí. Vivir en un «spoiler» continuo tenía ventajas y desventajas. Normalmente por mucho que viésemos el futuro, no nos desvelaba nada claro, los futuros cambiaban constantemente, eran posibilidades, un mundo en el que solo tenía una niña llamada Arya, otro en el que solo era un niño llamado Edward, éste en el que estaban dos. Nunca se sabía qué sería lo que depararía el futuro, pero había algunas pistas.
– [Cara]A Cara Elle le gusta Daakka, Duke…[/Cara] – compuso una mueca cuando pronunció su nombre. Estuve a punto de reír, nunca sabías por dónde te podía salir mi hermana.
– [Daniel]Todavía es pronto, si hasta hace poco pensabas que eran personas diferentes es normal.[/Daniel] – le expliqué. Si una chica se apareciese en mi vida de pronto y con el tiempo descubriese que era Sarah, también me llevaría un tiempo asimilarlo. – [Daniel]Ya verás como pasa todo.[/Daniel] – añadí.
– [Cara]Vamos a dejar de hablar de novios, porque es raro[/Cara].- sentenció con seriedad. Que duró un par de segundos, el tiempo que tardó en saltar sobre mi espalda. – [Cara]¡Arre, caballo![/Cara]- no me quejé, quizá porque sabía que para ella eso era como dar un abrazo.
Tuve que conseguir que Cara se bajase de mi espalda para intentar mantener la seriedad acorde a una operación de rescate, pero no sin una sonrisa en los labios por haber recuperado al fin a mi hermana.
Esperaba no haber agotado con ello toda mi suerte para ese día, porque aún tenía que reencontrarme con el amor de mi vida y esperar no perder a nadie querido por el camino. Había demasiadas cosas que podían salir mal, pero no pensaba permitir que ninguna de ellas ocurriese. Si el Destino quería que tuviese que ocurrir una fatalidad, sería yo quien se quedaría por el camino, pero no sin asegurarme de que ellos quedaban a salvo.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.