DUKE RIVERA | SUBTERRANEO 5, LA INICIATIVA
TARDE
Cuando nos despertamos, Sarah ya no estaba, pero habían cambiado incluso más cosas. Las rejas de metal de la celda se habían alzado hacia el techo, aún podía ver el metal, como si se tratase de una puerta de garaje. Pero eso no significaba que las hubiesen abierto, en su lugar había bajado una pared de cristal que no dudé que podría resistir nuestro poder. Estábamos encerrados en una pecera.
El contacto frío del cristal contra la palma de mi mano evocó recuerdos almacenados en mi memoria genética. Tuve que hacer un esfuerzo para evitar el impulso de arrastrarme a ella y revivirlos. No necesitaba recordar lo que ese lugar me había hecho desde que «nací» hasta que mi Rakkna me rescató.
Las celdas que podía observar desde la mía estaban igual, las rejas habían dado paso a la pared de cristal. En la que tenía frente a mí, Sasha estaba apoyada contra la pared, pensativa. El vacío que dejaba la presencia de Sarah en esa celda hacía crecer un agujero de inquietud en mi interior. Podía perder a mi amiga, mi familia.
Cerré los ojos y me concentré en un estado intermedio de meditación que me ayudó a relajar mis pensamientos. Me focalicé en que la necesitaban y que eso nos daría tiempo a salvarla de ellos. Pensé preguntarle a Ed dónde se encontraban los demás en ese momento, pero aún dormía, recuperándose de lo que nos hubieran dado.
Pensé por un instante en lo que había pasado durante el influjo de la que denominaban ‘Easy‘. Resultaba escalofriante pensar cómo alguien podía controlar o al menos determinar de cierta forma tus actos, tus impulsos. Por lo que podía imaginar en base a lo que había sentido que su poder desencadenaba una impulso imperioso de satisfacer una necesidad sexual, fuese con quien fuese.
Lo que no podía saber es si iba más allá, eliminando las barreras entre tus preferencias sexuales, o se limitaba a lo que te podía gustar. Para mí las barreras de género eran inexistentes, no tenían sentido en un acto como era la atracción por otra persona, dejando a un lado los fines reproductivos que nos dirigían a todos en parte. Ed era guapo según los estándares humanos, alguien como yo, madurado siguiendo esos estándares, podía verlo fácilmente. Pero habría sido su carácter lo que más me habría atraído, de poder ser así.
No me habría resultado raro, no lo habría rechazado por el hecho de que fuese un hombre, pero prácticamente desde el instante cero de mi madurez, me había determinado Carasexual. Era Selardi quien me atraía físicamente y solo habría concebido estar con otra persona si fuese junto a ella. Ella era la dueña de mis sentimientos, mis pensamientos y mis impulsos. Por eso me aterrorizaba el poder de ‘Easy’. La parte de besarme con Ed pesaba en mi conciencia por Cara, pero no porque fuese Ed o fuese un hombre, no compartía esa falla de algunas civilizaciones de dividir a la gente en grupos, etiquetarles. Esperaba que Cara lo entendiese cuando se lo contase, no había tenido elección. Ella había visto como funcionaba ese poder en la visión del futuro. Aún así, no podía evitar sentirme mal. Era como volver a tener un secreto con ella, como el de Duke.
Volví a mirar hacia el pasillo para distraerme. La celda contigua a la de Sasha estaba ocupada por el tipo del pelo largo y rubio que se parecía al protagonista del «Guerrero Número 13» pero con más barba, los demás le habían llamado ‘Heat‘. Compartía celda con el tipo calvo, también con barba, que tenía aspecto de adicto, pero en su caso a la sensación que le producía el intercambio de poderes. Lo había percibido cuando le intercambió los poderes a ‘Heat‘ momentáneamente para que atravesara una pared y de nuevo cuando le devolvió el suyo. La celda del otro lado estaba vacía, por suerte.
No había visto a quién habían colocado a nuestro lado, ni a la derecha ni a la izquierda. Quizá era el momento de hacerlo, necesitaríamos toda la ayuda posible aunque tras la huida fuésemos a terminar en bandos diferentes.
-[Duke] ¿Hola? ¿Hay alguien?[/Duke] – pregunté yendo primero hacia el lado izquierdo. Nadie respondía pero podía escuchar algunos ruidos al otro lado. Decidí probar suerte con la celda del lado contrario, pero una voz femenina hizo que me detuviese.
– [Shinken]Sí[/Shinken].- dijo la voz. Escuché como se acercaba, pero solo por su voz, porque sus movimientos eran como el movimiento del viento.
– [Duke]Soy D…Duke Rivera. Amigo de Sarah. ¿Y tú?[/Duke] – pregunté sin guardar ya las apariencias con la gente de Z. Nuestra salida de ese lugar era un camino directo hacia el resto de los nuestros, así que no hacía falta seguir fingiendo que estaba en el Palacio por otra cosa que no fuera Sarah. Lo que no pensaba desvelar de momento era mi verdadera naturaleza, la Iniciativa debía tener ojos y oídos en las celdas y no me apetecía que les entrasen ganas de volver a encerrarme. Si eso les hubiese podido distraer respecto a Sarah, lo habría hecho sin dudar, pero ella era más valiosa, necesitábamos otra estrategia, y venía de camino.
– [Shinken]Mi nombre es demasiado largo y demasiado asiático para que alguien como tú pueda pronunciarlo, así que puedes llamarme Mei[/Shinken].- sentenció pausadamente, con calma, pero con una fuerza y una ira enraizadas en cada una de sus palabras.
– [Duke]Créeme, sé cómo te sientes.[/Duke] – respondí son poder evitar esbozar una tenue sonrisa, aunque solo fuese para mí. Sasha, en la celda de enfrente, seguía teniendo la mirada fija en la pared frente a la que estaba apoyada. Era una pena no poder decirle mi nombre para compartir el chiste. – [Duke]Eres la que llamaban Shinken, ¿verdad?[/Duke] . pregunté para asegurarme. Su voz ciertamente me recordaba a ella, aunque había hablado tan pocas veces que no podía estar completamente seguro.
– [Shinken]Así es[/Shinken].- respondió con un tono afilado como una cuchilla. Durante unos instantes cayó tal silencio entre nosotros que solo escuchaba los latidos de mi corazón y la respiración de Ed, debatiéndose agitado en sueños mientras murmuraba «No me llevéis, no. Este es mi mundo ahora…no quiero irme…No«.- [Shinken]Sandalman no es un buen nombre para alguien de tu raza[/Shinken]. – añadió finalmente, cortando el silencio y mis pensamientos respecto a lo que acababa de escuchar. Al principio me llamó la atención que supiese que no era simplemente un humano potenciado, pero después, habiendo visto en acción su poder, no me extrañó tanto.
– [Duke]Lo sabes. No necesito fingir.[/Duke] – concedí sin dar demasiados detalles. Que ella lo supiese no tenía nada que ver con que lo hiciese la Iniciativa. Pareció darse cuenta y no dijo nada más sobre mí. – [Duke]¿Puedo preguntarte por qué estás con ellos?[/Duke] – pregunté motivado por el ansia de conocimiento, por el hecho de saber a ciencia cierta qué llevaba a la gente del bando «blanco» a confiar en esa utopía. Su perspectiva era la que más me costaba ver. El bando negro buscaba en su mayoría aprovechar la situación, el gris creía que hacía lo que tenía que hacer fuesen cuales fuesen los medios. Pero no era nada de eso lo que atribuía al bando blanco.
– [Shinken]Ésa es una buena pregunta y me gustaría tener una respuesta a la altura[/Shinken].- sentenció sin mayor explicación. Una respuesta sin respuesta, pero muy cierta. Me intrigaba la filosofía oculta tras esa mujer, sus palabras denotaban sabiduría, sus actos denotaban bondad, aunque recia, poco maleable, como el hierro.
– [Duke]Pareces muy sabia. Y conoces el problema del bando negro. Por eso tengo dudas. Tu bando debería ser otro.[/Duke] – reconocí abiertamente. Ése bando iba implícito, el nuestro, el bando de los Moondies, el de la protección de los inocentes, el del equilibrio verdadero.
Ella respondió con una carcajada en la que pude percibir un deje de tristeza, aunque no sabía muy bien por quién.- [Shinken]Estoy exactamente en el bando al que pertenezco, pero gracias por la oferta[/Shinken].- matizó con voz paciente. Seguí intentando conocerla. Amiga o enemiga, merecía la pena prestar atención. Era una persona con mucho autocontrol, disciplinada.- [Shinken]Sé que el bando negro acabará cayendo y que la utopía tendrá que llevarse a cabo sin ellos, pero me gusta que los demás cometan sus propios errores, ya que a mí no me dejaron cometer los míos[/Shinken]. – explicó metódicamente. Percibí frustración y un viejo resentimiento, del tipo que aprendes a tolerar y hacer parte de ti. Pensaba que el bando negro sería descartado siguiendo un orden lógico, pero no podía compartir esa visión. La maldad nunca debe ser infravalorada.
– [Duke]Puedo entender tu punto de vista, aunque no lo comparta.[/Duke] – le reconocí. Medité qué decirle, pero el sonido de las alarmas atrajo mi atención. Escuché ruido detrás de mí y vi a Ed despertarse sobresaltado. Señalé las luces rojas con un gesto de la cabeza y le miré con la intención de que comprobase si eran ellos. La ventaja del poder de Ed es que pocas veces se tomaban la molestia de anularlo. Cuando volvió a abrir los ojos, asintió con una ligera sonrisa. Nuestros amigos estaban dentro. – [Duke]Escucha, Mei. Nuestros amigos vienen a rescatarnos.[/Duke] – le expliqué en cuanto Ed lo confirmó. – [Duke]No hay por qué enfrentarse antes de que sea inevitable.[/Duke] – añadí. Tendríamos muchas más posibilidades de salir indemnes de allí, incluso asestando un duro golpe a la Iniciativa, si íbamos juntos.
– [Shinken]La guerra ha empezado y habéis elegido estar en pleno campo de batalla sin elegir bando[/Shinken].- percibí en su voz el tono que un padre o una madre le dirigiría a su hijo o hija cuando ha hecho algo que no le parece correcto, aunque contenido. Su calma, su disciplina, parecía imponerse siempre.
– [Duke]Hemos elegido. Nuestro bando es proteger a aquellos que saldrán malparados de esa guerra.[/Duke] – le expliqué lamentando la palabra «bando». No debía haber bandos, solo uno, esa sería la verdadera Utopía y no el mundo de supremacía de los sobrenaturales que ellos pretendían conseguir. Por supuesto que a mi me gustaría salir a la calle con mi verdadero aspecto, pero no a sabiendas de que la humanidad está relegada a vivir en otro lugar porque nos temen aún más. Quería hacerlo cuando estuvieran preparados para aceptarlo. – [Duke]Juntos tendremos más fuerzas para salir de este lugar, la Iniciativa es nuestro enemigo igual que el vuestro. Después nuestros caminos nos volverán a separar.[/Duke]. – añadí ya convencido de que no conseguiríamos acercar posturas. Pero tenía que aceptarlo, por mucho que me frustrase no poder arreglar las cosas con un debate.
– [Shinken]Ahí es dónde te equivocas, Duke: nuestros caminos siempre han estado separados[/Shinken].- sentenció finalmente. Mei era firme en sus convicciones, absolutamente firme. Podía pensar que la vida necesitaba que uno fuese ligeramente adaptable aunque conservase sus ideas y su moral, pero no podía estar totalmente en desacuerdo, por mucho que pensara que se había equivocado de bando.
Después de eso no continuamos hablando. Me giré hacia Ed y le resumí la conversación que había mantenido con Mei mientras él observaba a nuestros amigos y planificábamos nuestra estrategia.
Algo menos de media hora más tarde, escuchamos unos ruidos tenues al final del largo pasillo que componía el subterráneo cinco. No podía verlo con claridad desde mi posición, ni tampoco escucharlo por culpa del cristal templado de la celda, que además debía estar ligeramente insonorizado.
Unos minutos más tarde un grupo de personas apareció a la carrera. Reconocí al instante el destello pelirrojo en el pelo de Diana y supe que eran nuestros amigos, nuestra familia. Busqué a Selardi con la mirada y la vi recubierta de un metal que brillaba bajo las luces de alerta, derribando a varios soldados de la Iniciativa. Bella y mortífera. Mi todo. Mi Selardi.
Mientras unos combatían, el resto inspeccionaban las celdas de la zona, todavía no habían visto en la que nos encontrábamos Ed y yo, pero estaban a punto. Además de Diana y Cara Elle, pude ver a Christopher, observando cada celda, buscando. Había alguien luchando junto a Cara con unos movimientos rápidos y ágiles, como si buscase librarse de ellos para hacer algo más importante, sus rizos pelirrojos y la katana que empuñaban le distinguían incluso de espaldas, Daniel. Bill y Vincent también estaban, junto a una mujer de atrayentes curvas. En medio de la refriega alguien a quien no distinguí al principio disparaba ráfagas que iluminaban toda la zona, era Logan. Hiroshi también había venido. Cuando vi a un soldado salir volando supe que, evidentemente, Dom también estaba, no lo habría dudado. Junto a ellos había algunas personas más jóvenes a las que conocía en algunos casos de vista, habían traído consigo a los Satellites, al menos parte de ellos. Habían logrado reunir un gran grupo, gracias a ellos podíamos rescatar a Sarah y salir.
Cuando el número de soldados empezó a disminuir, vi cómo Daniel se acercaba y miraba las celdas, desesperado, estaba buscando a Sarah. Vi como respiraba profunda y pausadamente como si se preparase. Entonces una luz cegadora salió disparada de él en dirección a las luces del techo. Los demás se giraron hacia él. Cuando la luz se atenuó quedó claro su propósito, había sobrecargado el sistema de luces. Aun así, la Iniciativa tenía generadores auxiliares que mantenían cerradas nuestras celdas, solo habíamos conseguido cambiar la luz por las de emergencia. Pero Daniel no se dio por vencido, lo repitió una, dos, tres veces, hasta que sobrecargó todos los sistemas y las puertas se abrieron como procedimiento de emergencia.
La nuestra quedó atrapada a mitad de camino, sin energía suficiente para subir. Abandoné la forma humana y me miré las manos dando la bienvenida de nuevo a mi forma de demonio, ya era inútil fingir, ahora lo que necesitaba era la fuerza que mi parte demonio me daba. Coloqué ambas manos y tiré hacia arriba con ayuda de Ed. Cuando salimos fuera, los soldados habían caído. Fuimos hacia los demás, viendo cómo el resto de cautivos salían de sus respectivas celdas.
No mentiré diciendo que lo primero que hice fue reunirme con el grupo y preguntarles cómo había ido todo, porque lo primero que hice fue lo que más me apetecía hacer en ese momento, buscar a Selardi y estrecharla contra mi cuerpo mientras nuestros labios nos fundían en un solo ser. Cuando se apartó su piel tenía el aspecto escamoso de la mía.
Tardé unos instantes en separarme de ella, que me apremió con un «Venga tonto, que tenemos prisa». Me giré hacia Daniel, que estaba cerca de mí, con una pregunta no formulada en sus labios, pero patente para cualquiera que le viese la cara.
– [Daakka]Daniel. Han cogido a Sarah. Sasha defendió, pero eran muchos y Sarah no tenía fuerzas.[/Daakka] – traté de explicarle como pude con las limitaciones para con el lenguaje de mi forma de demonios. Seguía siendo extraño hablar con normalidad en una forma y que me costase tanto en la otra, pero según me había dicho MacLeod, que estaba más acostumbrado a entender automáticamente cualquier lengua, se debía a la forma en la que hacía conexiones mi cerebro de Rakkthathor y el humano.
Una chispa de miedo cruzó el rostro de Daniel. Era un miedo profundo, arraigado, la clase de miedo que te acompaña toda la vida. Se volvió hacia la celda de Sasha y la acompañó hasta nosotros, seguramente convenciéndola de que sería mejor que saliese con nosotros que sola.
Mientras nos poníamos brevemente al día, cerca de nosotros se congregó la gente de Z, junto a algunos otros cautivos que habían atraído hacia sus filas, seguramente con la promesa de un mundo sin la amenaza de la Iniciativa. Era mal momento para tomar una decisión acertada, no podía culparles.
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