Diarios de Destino | La Iniciativa
MAÑANA (5 AM aprox)
Los pasillos del subterráneo dos de la Iniciativa estaban repletos de personal corriendo de un lado a otro, en una especie de frenesí que llevaba durando tres días, desde que un grupo se había abierto paso y había liberado a unos sujetos de experimentos, dejando al General a cargo de la operación manco en el proceso.
Por culpa de ese grupo habían escapado algunos sujetos importantes, especialmente la Elegida, con un poder increíblemente valioso para ellos. Aún así, ese golpe no había hecho tambalearse demasiado a la Iniciativa, aproximadamente un tercio de los recluidos en el subterráneo cinco habían conseguido escapar pero al resto les habían cogido en las inmediaciones o directamente no habían conseguido abandonar el complejo.
No, ese trajín no se debía a los fugados, si no a lo acontecido al General, al que la jefa de los proyectos de investigación biológica, la Dra. Cooper, se había encontrado tirado en el suelo de un laboratorio, con una mano cercenada y habiendo perdido mucha sangre.
Los especialistas habían conseguido estabilizarle, pero todo el mundo le conocía lo suficiente como para saber que tenían que darse prisa y terminar el proyecto antes de que se despertase, o su cólera quizá también les alcanzase a ellos. Además, siempre estaban deseando buscar un nuevo sujeto de pruebas y en este caso, era perfecto.
El proyecto se terminó en tiempo récord y en ese mismo instante, los cirujanos e ingenieros estaban colocándolo y conectándolo al sistema nervioso.
Para cuando el General despertase, se iba a llevar una grata sorpresa. Quizá incluso concediese más libertad de movimientos a la doctora Cooper.
Uno de los cirujanos miró hacia el mirador de la sala de operaciones y asintió. Casi una hora más tarde la doctora se encontraba en una sala de recuperación frente a un General Preston que parecía incluso humano postrado en esa cama. Pero cuando abrió los ojos, esa humanidad desapareció sustituida por su habitual ira.
-[Preston] La Cazadora…¿qué ha pasado?[/Preston] – dijo incorporándose rápidamente. La doctora se acercó para intentar frenarle, pero al General no se le podían dar órdenes.
-[b] Han huido todos, junto con un tercio de los sujetos del nivel 5.[/b] – aseguró escupiendo las palabras con dificultad porque temía al hombre que tenía delante, aunque también admiraba su determinación y sus recursos.
-[Preston] Trae a Adams Zero.[/Preston] – ordenó alzando el brazo en el que le habían operado recientemente, aferrándola con fuerza con su nueva mano biónica. El injerto había sido un éxito, pero tenía demasiada fuerza y la doctora notaba la muñeca resentida. – [Preston]¿Qué coño?[/Preston] – espetó soltándola y observando su mano, negra y fría al tacto. Abrió y cerró los dedos, de una aleación metálica más resistente que el titanio.
-[b] A-alguno de los fugitivos le cortó la mano con un arma afilada.[/b] – explicó con calma. – [b]Hemos trabajado día y noche para terminar el proyecto Tyr. Encontrará unas cuantas mejoras.[/b] – añadió. Habían intentado añadir todo lo que habían podido, había algunas cosas que al General le encantarían.
-[Preston] Los detalles más tarde. Llama a Adams Zero.[/Preston] – replicó mientras comenzaba a ponerse en pie y se disponía a cambiarse.
Unos minutos más tarde, el General ya estaba totalmente vestido, como si nunca hubiese ocurrido nada, salvo porque su piel tostada por el sol se cortaba al llegar a esa oscura mano metálica.
Adams se presentó delante de él, como jefe de escuadrón. – [Preston]Desde hoy tenéis orden para desplegaros con libertad a todo lo largo y ancho del Condado. Haced lo que creáis necesario para minar al grupo de la Cazadora y al de ese malnacido del Director.[/Preston] – aseguró. La doctora estuvo a punto de apostillar que quizá era demasiado pronto, porque las improntas podían ser inestables aún, pero se calló al ver la mirada del General.
-[b][i] ¿Cualquier cosa, señor?[/i][/b] – preguntó el soldado para asegurarse.
-[Preston] Cualquiera, pero nada que atraiga la atención sobre nosotros.[/Preston] – verificó. – [Preston]Salid ya.[/Preston] – replicó con un toque de ira.
El grupo abandonó la sala y el General se quedó solo, observando su nueva mano.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.