DAAKKA | CASA DE LAS ECHOLLS
MAÑANA
Habíamos vuelto a estar todos juntos, al menos geográficamente. Además, volvía a disfrutar del tiempo con Cara, ahora mucho más unidos, en bastantes sentidos. Quizá debido a eso, parecía que mi cuerpo necesitase menos descanso, o puede que incluso fuese mi propia cabeza, deseando disfrutar de las maravillas de los días junto a mi Selardi. El caso es que me despertaba con el más mínimo ruido.
Esa mañana me desperté cuando escuché a Sarah levantarse y prepararse para ir a algún sitio acompañada de Mia. Seguramente irían a ayudar a Lucy con sus obras, pensé en principio. Después recordé la conversación que habíamos tenido la noche anterior y las preocupaciones sobre todos los asuntos pendientes que rondaban su cabeza. La había animado a intentar «coger el toro por los cuernos» como decían los humanos y eso me había dado también mucho sobre lo que pensar acerca de Cara y de mí. Por eso cuando todos se fueron a la cama me quedé despierto, terminando algo que llevaba unos días preparando.
Me levanté, me puse un pantalón de pijama sobre mi demoníaco y desnudo cuerpo y bajé a la cocina. A veces era una ventaja ser un demonio porque nadie se escandalizaba por el hecho de que no llevases camiseta. Sarah y Mia ya no estaban, ni tampoco Elizabeth y Jaime. La última imaginé que habría aprovechado para descansar después de la tensión que había tenido durante una buena temporada. Miré hacia la calle para ver qué tiempo hacía, aunque ya llevaba un rato escuchando el repiqueteo de la lluvia contra la ventana. Días de interior para mucha gente. A mí en cambio me gustaba la lluvia, me encantaba sentirla sobre la piel. Quizá porque había pasado demasiado tiempo sin poder salir.
Tenía ya un par de naranjas en la mano cuando recordé a Daniel enseñándome a hacerlo. También era un día lluvioso, aunque era una tormenta de verano. Poco antes de lo de Kaylee. Preparábamos el desayuno intentando ser silenciosos, pero no tardamos en despertar a Sarah que bajó despeinada y con los ojos entrecerrados. Aun así, Daniel la miraba como si fuese única en el mundo. Para él lo era y para mí Selardi. Dejé las naranjas en el cesto de la fruta. Tendría que ser un buen día para hablar y para salir.
Subí las escaleras, que crugieron en el tercer escalón al apoyar mi escamoso pie, al que siguieron mis más de cien kilos de peso en forma de demonio. Una vez arriba, llamé con cuidado a la puerta de Cara. Sabía que no era necesario, pero a veces Selardi dormía con ropa muy escasa y desde que estábamos juntos mi autocontrol cuando estaba cerca de ella era nulo. Mi cuerpo tenía tantas ganas de recuperar el tiempo perdido como mi mente.
Cara no contestó así que abrí la puerta. En efecto, estaba dormida, con la cabeza a los pies de la cama y los pies en la almohada. Estaba tan guapa que no quise despertarla. Puede ser que influyese el hecho de que la camiseta de tirantes con la que dormía pese a ser otoño dejaba poco a la imaginación. Un demonio tiene necesidades.
Tras unos minutos observando su perfecto cuerpo subiendo y bajando junto a su respiración, me sobrevino una tos que traté de contener, pero el ruido despertó igualmente a Cara, que abrió los ojos y miró en mi dirección.
– [Daakka]Selardi, lo siento. Buenos días.[/Daakka] – dije después de correr hacia ella para evitar que cayese de la cama. Sentí el tacto de su piel suave. No sabía cómo sentía el amor un humano, pero para mí iba unido a una adicción, era adicto a sentir su tacto, a recorrer su cuerpo con mis manos. Quizá nunca llegase a entender cómo podía compartirse algo tan íntimo como el sexo con alguien a quien no amas con todos tus corazones, pero no me importaba.
– [Cara]Buenos días[/Cara].- me saludó sonriente. Estaba completamente despeinada y tenía toda la ropa descolocada, pero Selardi nunca perdería su belleza, porque era salvaje, animal. Su belleza no se podía aumentar con ropa ni con maquillaje, era sencillamente preciosa.
– [Daakka]Junto a Selardi, siempre son.[/Daakka] – repliqué con una sonrisa y mi poca locuacidad en inglés cuando estaba en forma de Rakkthathor. Me senté en la cama y Cara vino hacia mí, no por voluntad propia, si no por efecto de mi peso sobre la cama. Le pasé un brazo por los hombros atrayéndola más. – [Daakka]Llueve pero…¿salimos? A noayunar.[/Daakka] – pregunté. A Selardi le encantaba comer fuera, aunque lloviese. La nieve era la que despertaba peores recuerdos para ella.
– [Cara]Cara tiene hambre[/Cara].- admitió confirmando sus ganas de salir. Le di un beso en la frente y olí el eucalipto en su pelo lentamente, mientras me preparaba para abordar un tema incómodo.
– [Daakka]¿A Selardi parece bien si es…como Daakka humano?[/Daakka] – pregunté omitiendo intencionadamente el nombre de Duke. Ya era hora de dejar de hablar de mí mismo como de dos personas diferentes, aunque el nombre de Duke Rivera todavía me sirviese para la gente que no podía conocer a Daakka.
Cara, que se estaba levantando en ese momento, se cruzó de brazos y refunfuñó de forma ininteligible. El tema de Duke era algo sensible, pero igual que Sarah tenía que enfrentar sus frentes abiertos, yo tenía que cerrar el de Duke. – [Daakka]Duke no…Duke no existe. Solo Daakka, humano.[/Daakka] – aclaré mientras cogía una de sus pequeñas manos entre las mías.
– [Cara]Pero es más feo y lo tiene todo más pequeño[/Cara].- replicó con su desparpajo habitual haciendo un gesto con el pulgar y el índice de su mano derecha. No tenía muy buen estima de los…atributos de Duke. No pude evitar sonreír y mirar sus llamativos y carnosos labios. Controlé un poco mis instintos para no abandonar esa conversación, era importante.
– [Daakka]Pero puede salir fuera sin…aarrrrrgh[/Daakka] – bramé en voz baja mientras alzaba los brazos imitando a mi personaje de Disney favorito: Gatito – pensé haciendo que tuviese que contener la risa. – [Daakka]Y es Daakka, que quiere a Selardi más que a todo.[/Daakka] – añadí cruzando las manos sobre mis corazones. Esperaba que no se diese cuenta de que algo había cambiado en esa zona.
– [Cara]Pero…[/Cara]- respondió abatida.- [Cara]Cara quiere…que Daakka salga a la calle conmigo[/Cara] – añadió a continuación. Verla apenada me destrozó, pero a la vez, esa tristeza dejó ver lo mucho que se preocupaba por mí e hizo que sintiese esa sensación en el estómago, como mariposas la definen los humanos, lo que está muy bien pero no dejan de ser parásitos en tu estómago. Yo prefería llamarla «el latido secreto», porque era tan rápido como el latido de un colibrí y sonaba más romántico que «la lavadora» o «la montaña rusa».
– [Daakka]Y Daakka sale.[/Daakka] – le aseguré mirándola a los ojos. Tuve que reunir valentía para hacerlo, pero finalmente decidí no pensar y di el salto, transformándome delante de ella. – [Duke]Mis tres corazones laten por ti, Selardi. Pero solo éste puede salir al exterior.[/Duke] – expliqué disfrutando de un idioma en el que me entendiesen perfectamente. Si algo me hacía estar al cien por cien seguro de que era Daakka tanto en forma de demonio como humana, era lo que sentía por Selardi.
Cara me observó frunciendo el ceño durante unos instantes, pero finalmente se desdibujó.- [Cara]Duke está a prueba[/Cara]. – concedió haciéndome sonreír.
– [Duke]Prometo conseguir que te enamores también de este aspecto.[/Duke] – le aseguré. Cuando pretendía conseguir algo, era bastante perseverante. – [Duke]Y no volver a besarme con Ed aunque quieras.[/Duke] – añadí bromeando. Había sido una de las primeras conversaciones que habíamos tenido después de salir de la Iniciativa y demostró lo maravillosa que siempre ha sido Cara, que lo comprendió desde el primer momento. De hecho, hizo algún que otro comentario picante que irremediablemente terminó en un torbellino de sábanas y una cama que parecía que iba a romperse.
– [Cara]Si te besas con Ed, mejor delante de Cara y mejor con otro que no sea Ed, porque Ed no está bueno[/Cara].- respondió partiéndose de risa. Estaba tan guapa cuando sonreía que pensé que me la iba a comer allí mismo. Sin canibalismo, claro.
– [Duke]Solo quiero besarme contigo, preciosa.[/Duke] – respondí atrayéndola hacia mí para besar esos perfectos labios. No tardé en sentir su lengua y sonreí ampliamente. – [Duke]Es para aprovechar que tienes que desvestirte.[/Duke] – aseguré con picardía.
– [Cara]Leo y Noah tienen prisa por nacer[/Cara].- añadió colocándose sobre mí.
– [Duke]Es mejor no hacerles esperar.[/Duke] – respondí recorriendo su espalda con mis manos. No pregunté si prefería que cambiase a mi otra apariencia. Me dejé llevar esperando que fuese una oportunidad para que conociese profundamente mi cuerpo humano. Y en efecto así fue, la primera de muchas. Aunque el conteo a fecha en la que escribo esta página del diario se decantaba totalmente a favor de mi lado demonio, con una victoria aplastante.
Algo más avanzada la mañana y ya vestidos, desayunábamos juntos en una terraza del centro de la ciudad, con vistas al Parque Central. Mi silla metálica estaba colocada al lado de la de Selardi, que devoraba medio bocadillo de ternera apurado gracias a un vaso de té helado. Yo no había podido resistirme al croissant recién hecho y un chocolate caliente.
– [Duke]Fue difícil aguantar todos esos meses sabiendo que podríamos hacer esto.[/Duke] – admití sonriendo. No habían sido una ni dos las veces que me había planteado contárselo. Pero tenía miedo a vivir toda la vida pensando que solo me quería por Duke.
– [Cara]Eso le pasa a Daakka por mentiroso[/Cara].- aseguró entre mordisco y mordisco del bocadillo. Hasta verla comer era atrayente.
– [Duke]Lo siento. Solo quería asegurarme de que no me querías por este aspecto y al final casi consigo que no me quieras precisamente por eso.[/Duke] – pensé en voz alta. Era curioso cómo podía llegar a sorprenderte la gente, incluso teniendo recuerdos de un centenar de vidas.
– [Cara]No pasa nada. Ya se lo compensarás a Cara[/Cara].- respondió esbozando una sonrisa maliciosa. Me pregunté cuánto aguantaría el cuerpo humano respecto a cubrir ciertas necesidades. Ya lo descubriría.
– [Duke]Estoy a tu entera disposición.[/Duke] – aseguré mientras me acercaba para darle un beso en la mejilla. Ella daba los últimos mordiscos del bocadillo y se limpiaba con una servilleta. Mientras lo hacía observé las parejas caminando por la calle, un par de jóvenes empujaban un carrito, sonrientes. – [Duke]Quiero darte algo, es una tradición Rakkth…Rakkthathor…¿te puedes creer que me cuesta decirlo?[/Duke] – me ríe por lo absurdo que resultaba, aunque también estaba un poco nervioso.
– [Cara]Ratator[/Cara].- corrigió con un brillo de orgullo y felicidad en sus preciosos ojos verdes.
– [Duke]Sí.[/Duke] – repliqué disfrutando de la vista. Llevé una mano al bolsillo de la chaqueta que tenía colgada en la silla y saqué un paquete envuelto de una forma un poco tosca. Cortesía de mis manos demoníacas. Pero el papel tenía perritos. – [Duke]Entre los nuestros, cuando todavía había una moral. Se tenía por costumbre tomar solo una pareja, de por vida. Y para demostrárselo a una mujer, teníamos un rito especial.[/Duke] – empecé a explicar. Era una historia un poco larga y difícil de explicar, no quería que se durmiese allí mismo. Le tendí el paquete que ella empezó a desenvolver. – [Duke]Te habrás fijado que algunas de las escamas en la zona de mi pecho son de diferente color, bronce o dorado oscuro en mi caso. Son más resistentes, para proteger el corazón.[/Duke] – aclaré. Diseño inteligente de la naturaleza. Ella terminó de abrir el paquete y sacó un anillo que parecía tener una gema dorada engastada, pero la gema era en realidad una de esas escamas. – [Duke]La costumbre es despojarse de una de ellas para demostrar que tus corazones están con la otra persona, para siempre.[/Duke] – continué explicando. Alzó la vista y nuestras miradas se encontraron. Movió el anillo en sus manos y el color de la escama varió con la luz del sol. Era parte de mí, una parte que me protegía. Quizá mis palabras no estuviesen expresando correctamente el nivel de compromiso. Entregar eso significaba entregarte por completo a alguien, para siempre. – [Duke]Con tu poder, significa que podré protegerte.[/Duke] – añadí. Con ella estaba esa ventaja añadida. Podría cubrirse de esa escama y protegerse igual que se protegían mis corazones, salvo que ella era más valiosa para mí.
– [Cara]No hacía falta que Daakka se mutilara para demostrarle nada a Cara[/Cara].- replicó mirándome con el ceño fruncido.
– [Duke]Quería hacerlo. Para los míos es…un compromiso de por vida.[/Duke] – traté de explicarle. Significaba que no concebía estar con nadie que no fuese ella. – [Duke]No tienes que ponértelo si no quieres. Pero si lo haces, estaré contigo para siempre.[/Duke] – aseguré no sin cierto nerviosismo. En su día, hubo hombres Rakkthathor que exhibían un pecho en el que faltaba más de una escama. Eso tenía lugar a muchas interpretaciones entre los míos, pero podía reducirlo a dos, atendiendo a palabras más «humanas»: o era un mujeriego y nadie se fiaría de él; o había elegido mal y le habían rechazado. Fuera como fuese, la gente no solía confiar demasiado en esos Rakkthathor.
– [Cara]¡PERO AHORA DAAKKA VA A TENER UN AGUJERO EN LAS TETAS POR CULPA DE CARA![/Cara]- elevó la voz más de la cuenta y sonreí a la pareja de la mesa de al lado que nos miraba con los ojos muy abiertos. Llevé una mano sobre la de Cara y me acerqué un poco más.
– [Duke]Hay escamas verdes debajo, Selardi.[/Duke] – le expliqué sonriendo. Me hizo gracia que pensase que ahora iba a tener una parte de mi pecho en «carne viva» continuamente. La diferencia estaba en que esas escamas del color de las del resto de mi cuerpo eran menos resistentes. Técnicamente podría haber cogido la escama de cualquier otra parte del cuerpo que estuviese cubierta de ellas, puesto que no solo las teníamos en el pecho. De hecho, había Rakkthathor que así lo hacían, especialmente si no estaban seguros o el amor podía ser pasajero. Pero la verdadera prueba es entregar una del corazón. No me imaginaba pasando toda la vida mirando el dedo del amor de mi vida y recordando que la escama me la había quitado de la pelvis.
– [Cara]¿Seguro?[/Cara]- me preguntó. Asentí con total confianza.
– [Cara]¿No tienes un agujero en las tetas?[/Cara]- preguntó de nuevo mirando el anillo, que se veía en ese momento de un dorado más claro. Me halagaba tanta preocupación por mí. No me sentía tan…especial como para merecerla.
Sonreí y me giré hacia ella de forma que solo se me viera de espaldas. Abrí uno de los botones de la camisa blanca que llevaba pese a estar lloviendo y dejé al descubierto la zona derecha del pecho. Me concentré y dejé ver mi apariencia de demonio solo en esa zona. Miré y la vi, una escama verdosa del tamaño de una moneda entre un grupo de escamas doradas.
Cara llevó un dedo a la escama y empezó a recubrirse de ella. Aunque el verde le sentaba muy bien, le hice una seña para que no llamase la atención.- [Cara]No hay que arrancarse trozos para demostrar nada…[/Cara]- protestó, pero se colocó el anillo en la mano y mis corazones dieron un vuelco. Llevó la mano a la escama y su dedo se recubrió. Si el verde le quedaba bien, lo del dorado no tenía nombre. Parecía hecha de oro, pero mucho más perfecta. El oro no se podía comparar a ella.
Le hice una seña de nuevo para que mirase su dedo y ella lo devolvió a la normalidad. Creo que si hubiese sido posible, mi cara se habría roto de tanto sonreír. No cabía en mi de gozo al ver que se lo había puesto sabiendo lo que significaba. Me acerqué y la besé de nuevo en sus suaves labios. – [Duke]En el equivalente humano de esta zona…creo que ahora soy Daakka Arkkan.[/Duke] – aseguré. Por lo que sabía, no ocurría en todos los países pero en Estados Unidos la mujer se solía cambiar el apellido al del marido y era extraño que lo mantuviese o se pusiese el marido el suyo. En el caso de mi gente era al revés. Entregábamos el anillo a nuestra pareja no para reclamarla, si no para dejar claro que éramos suyos.
– [Cara]¿Ya nos hemos casado?[/Cara]- preguntó sonriendo. Tuve miedo a decir que sí y que pensase que la había engañado, pero su sonrisa me hizo seguir adelante con la comparación.
– [Duke]Algo así. Los Rakkthathor se…»entregan» a sus mujeres. Pero es parecido. Simboliza que estamos unidos.[/Duke] – aclaré mientras le acariciaba la mano.
– [Cara]Ahora Cara quiere el divorcio, porque te arrancas trozos del cuerpo[/Cara].- replicó frunciendo el ceño simulando una mirada maliciosa. Le encantaba chinchar.
Sonreí y volví a besarla. – [Duke]Te quiero, Selardi.[/Duke] – le aseguré. Si tuviera que elegir algo que fuese totalmente cierto sobre mí, algo que he dicho, sería eso, que la quería y aún la quiero.
– [Cara]Y tú no estás mal, Ratator[/Cara].- replicó ella devolviéndome el beso.
Puede que el Condado estuviese a punto de estallar en una guerra entre bandos completamente opuestos y nosotros tuviéramos que ser los que terminasen con el conflicto y salvasen a la gente de a pie, pero teniendo a Selardi cerca sentía que era capaz de todo. Ni eso ni un cielo nublado iban a hacer de ése un día menos brillante para mí. Su recuerdo brillaba con orgullo en mi memoria genética, nunca se perdería. Quería que mis hijos lo supieran y quería poder recordarlo siempre que sintiese que flaqueaba.
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