CHRISTOPHER MACLEOD | LA NAVE
MAÑANA
Aproveché el tiempo que tardaba el portón del garaje de la nave en elevarse para comprobar el móvil de forma casi compulsiva. No había nada importante, ningún aviso de Diana ni Ed y eso podía ser bueno o malo, no sabía exactamente qué pensar. Dejé el teléfono en el asiento del copiloto y aparqué el coche.
Mi cerebro y mi corazón confiaban en Diana completamente, la conocía bien y sabía que los problemas entre Ed y ella se solucionarían, pero no siempre era fácil pensar fríamente. A veces entraban en juego inseguridades más difíciles de controlar, el miedo a una consecuencia que queremos evitar con tanto ahínco que nos hace dudar constantemente incluso de lo que más seguros estamos.
Atravesé la puerta del garaje que daba a las escaleras del personal a la segunda planta y subí. Arriba los pasillos estaban desiertos, algo lógico teniendo en cuenta la hora que era. Además, ese día Dom no había podido citar allí a los Satellites porque el gimnasio iba a estar ocupado por Sarah y por mí. Teníamos asuntos importantes que atender y ella necesitaba concentrarse, sin distracciones.
Mientras pasaba a la altura de la «escalera de clientes» agudicé el oído, pero no escuché a Cara. Todavía no había llegado. Quizá estuviese con Daakka aprovechando el tiempo para salir fuera, aunque su apariencia humana no parecía gustarle demasiado. Fuera como fuese, hacía bien en distraerse un poco y aprovechar el fin de semana. Los problemas económicos de la Nave seguirían ahí al día siguiente.
Entré al gimnasio y dejé el maletín de cuero marrón oscuro encima de una mesa cerca de uno de los ventanales. Colgué la chaqueta y volví a mirar el móvil, todavía nada. Miré la hora y lo guardé en el bolsillo, Sarah debía estar a punto de llegar.
Abrí el maletín y saque una hoja doblada, en cuyo interior había escrita una frase en lenguaje Rakkthathor que le había pedido a Daakka que escribiese, sin decirme qué significaba. Evité mirarla demasiado, quería evitar cualquier tipo de factor que no controlase.
En ese momento se abrió la puerta de los vestuarios femeninos y Sarah entró por ella. Iba vestida con ropa de deporte que debía haber acabado de ponerse. Admiraba el sentido de la moda de las mujeres, yo seguramente habría acudido con ropa deportiva desde casa con tal de evitar cambiarme.
– [Sarah]¿Al final has encerrado a Diana con Ed?[/Sarah]- preguntó con una sonrisa. Pese a todo, no veía una sonrisa completa, había preocupaciones subyacentes que tiraban de Sarah hacia atrás, impidiéndola ser ella misma. Eso sería un problema para su concentración.
– [MacLeod]No he tenido más remedio. Espero que no se maten…le mate.[/MacLeod] .- repliqué intentando infundirle ánimos con una sonrisa. Cogí el móvil y encendí la pantalla. Ninguna novedad. Lo metí en el maletín para intentar no distraerme. – [MacLeod]¿Y tú? ¿Has visto a Lucy?[/MacLeod] – pregunté a sabiendas de que Sarah se había propuesto acercarse a Lucy. Albergaba la esperanza de que las hermanas se cogiesen cariño entre sí, dejando a un lado lo confuso emocionalmente que resultaba el concepto de la reencarnación. Lucy las necesitaba y ellas la necesitaban, más allá de ser hermanas por parte de madre, porque al final la sangre era un lazo extraño que solía jugar a favor de quien no hiciese las cosas correctamente, yo lo sabía bien.
– [Sarah]Sí, pero hemos hablado poco, porque estaba ocupada[/Sarah].- resumió rápidamente. No me resultaba difícil percibir bastantes sentimientos enterrados en esas palabras de Sarah, en parte, el miedo a tener esperanzas, a poder cogerle cariño a Lucy y pensar que se estaba olvidando de Kaylee. Todo eso era difícil pero era una de las pocas cosas que no me preocupaban. Sarah siempre se las arreglaba para hacer lo correcto, nunca defraudaba. A veces eso mismo era lo que la presionaba demasiado.
– [MacLeod]Tiene suerte de teneros a las dos.[/MacLeod] – admití mirándola fijamente. Era una suerte que la era de las Potenciales se hubiese terminado, no me imaginaba teniendo a otra alumna que no fuese Sarah, porque me resultaba difícil pensar que el resto no terminasen eclipsadas por lo buena alumna que era ella. A veces pensaba en las futuras generaciones, en Cazadoras activadas tras Buffy Summers o en nuestros descendientes, y no me veía capacitado para entrenar a nadie más. Sentía que mi labor como Vigilante empezaba y acababa con Sarah. El problema era que tampoco me atrevía a dejar el destino de gente inocente en manos de cualquiera.
– [Sarah]Siento mucho todo lo que he causado.[/Sarah] – respondió reafirmando lo que estaba pensando en ese momento. Me acerqué a ella y puse las manos sobre sus hombros, esperando a que me mirase. – [MacLeod]Estás perdonada.[/MacLeod] – le aseguré con una sonrisa. – [MacLeod]Entiendo lo que hiciste y por qué. Has conseguido mucha información útil y sabes que nos has preocupado poniéndote en peligro. Así que está todo dicho.[/MacLeod] – sentencié acompañando mis palabras de una mirada que dejaba claro que no debía seguir siendo así de dura consigo misma.
– [MacLeod]Eso sí, ahora tienes que ayudarme. Hay muchos frentes abiertos.[/MacLeod] – añadí soltando sus hombros pero sin apartar la mirada. Ella sabía perfectamente de qué se trataba porque nuestro lazo alumna-mentor nos hacía compartir algunas preocupaciones.
Ella asintió. – [Sarah]Pero antes, tengo que entrenar, porque estoy oxidada[/Sarah].- añadió sonriente. Dudaba que físicamente necesitase cualquier tipo de entrenamiento por mi parte, ella era perfectamente capaz de realizar por sí misma los ejercicios que le había preparado hacía ya tiempo para mantener sus aptitudes al día y la conocía lo suficiente como para saber que los había seguido practicando en el Palacio. Pero la mente sí que era algo que no podía dejar de entrenarse y ahí sí que tenía más margen para la creatividad. Al fin y al cabo, una Cazadora no sabe en qué condiciones va a luchar. Ahora mismo, la condición adversa era su nuevo poder, que bien podía ser un as en la manga, pero para eso había que controlarlo.
– [MacLeod]Ése es el primer punto del día, por eso he quedado contigo aquí.[/MacLeod] – le aclaré sonriendo. Lo cierto era que el gimnasio de la Nave era un auténtico prodigio para los entrenamientos, el sueño de todo Vigilante. – [MacLeod]Ya te imaginas por donde tenemos que empezar, ¿verdad?[/MacLeod] – añadí dirigiéndole una mirada comprensiva.
– [Sarah]Prefiero que me lo digas[/Sarah]. – replicó sonriente mientras se cruzaba de brazos. Pensé que quizá había infravalorado lo mal que debía haberse sentido estando sola. A veces resultaba difícil ver a la hermana pequeña de Diana tras la Elegida. – [Sarah]Por cierto, esta noche Mia tiene una cita con Logan[/Sarah]. – añadió dejándome literalmente con la boca abierta, porque iba a hablar y se me había olvidado lo que iba a decir.
– [MacLeod]Ésa chica no tiene un buen historial, ¿no?[/MacLeod] – admití negando ligeramente con la cabeza. Logan no era estrictamente un mal chico, pero estaba muy perdido. De hecho, si no fuese por Sarah ni siquiera me habría planteado que no era un mal chico. Sarah se encogió de hombros, siempre veía lo mejor de todo el mundo, quizá eso la hacía tan buena Cazadora. – [MacLeod]Tenemos que empezar por lo más urgente. Apagar tu poder. Luego intentaremos que puedas activarlo o desactivarlo a voluntad. Incluso decidiendo qué anulas.[/MacLeod] – le planteé. Era una lástima no contar con los consejos de Leonard Foster para algo así. Nos había ayudado mucho en su momento, pero sus consejos se respaldaban en su capacidad para ver las habilidades de otros. La presencia de Sarah le hacía incapaz de ayudarla.
– [Sarah]Me vas a convertir en un interruptor[/Sarah].- resumió riéndose. Pese a todo lo que ocurría, la vi disfrutando de la vuelta a problemas más cotidianos, problemas que no la apartaban de aquellos a los que quería. Siempre lo he dicho y siempre lo mantendré, las Echolls eran cosa de otro mundo, capaces de sonreír incluso en el peor momento.
– [MacLeod]Aye[/MacLeod] – dije devolviéndole la sonrisa. Una de las peculiaridades de mi poder era que hablase con quien hablase, adquiría incluso su acento. Sin él activo me sentía extraño. – [MacLeod]Sabemos que Z «evoluciona». Es parte de su poder, pero eso podrías anularlo también. Igual que el mío está ahora.[/MacLeod] – continué explicándole. En ese momento podría entender parte de otros idiomas por la fuerza de la costumbre, pero hablaría español como los actores de las películas americanas, como poco. Desdoblé el papel con la frase de Daakka y lo único que entendí es que usaban muchas ‘k‘, y la letra ni siquiera se parecía a la nuestra.
– [Sarah]Pero, eventualmente, Z acabará evolucionando para superar mi poder también[/Sarah].- meditó. Había mucho que no sabíamos de los poderes y en el caso de los poderes de Sarah y Z se convertía en un dilema similar al del huevo y la gallina. Mis apuestas estaban con Sarah, estaba más claro decidir cuando tenías cariño al huevo o a la gallina.
– [MacLeod]No lo sabemos, ni él tampoco. Eso nos da una ventaja táctica.[/MacLeod] – le aseguré intentando darle ánimos respecto a algo que hasta el momento solo le había dado problemas, como cuando anuló el poder de Daniel para curarse. – [MacLeod]Pero lo primero es saber cómo apagarlo, porque sin poderes tenemos pocas oportunidades. Nos superan por mucho.[/MacLeod] – añadí. Si la gente del Palacio y la de la Iniciativa fuesen solo humanos potenciados lo tendríamos más fácil, Sarah anularía los poderes y nosotros tendríamos la ventaja de nuestros dones sobrenaturales, pero ellos no eran todos humanos.
Sarah esperó, lista para recibir instrucciones.
– [MacLeod]Vale, ya conoces mi poder.[/MacLeod] – empecé. Le tendí la hoja para que viese la frase de Daakka y señalé la primera «palabra». – [MacLeod]Quiero que te concentres en esta palabra. Yo también lo haré.[/MacLeod] – le indiqué. ‘Meniarakesh’. – [MacLeod]Si mi poder estuviera activo, sabría al momento qué significa. Mi teoría es que si te concentras puedes encontrar mi poder, intentando activarse, descifrarlo.[/MacLeod] – la miré y asentí para confirmar que me entendía.
Ella asintió y miró fijamente la palabra con gesto de concentración. Yo hice lo propio y la repasé una y otra vez con la mirada, tratando de buscar en mi interior ese lugar donde la palabra cobrase significado, el «depósito» de mi poder. Pasaron los minutos y no percibí ningún cambio.
– [MacLeod]Todavía nada. No te preocupes.[/MacLeod] – la animé. Conseguir el control la primera vez que lo intentas, y más con una aparición tan súbita del poder, es complicado. Además, tenía la teoría de que resultaba más fácil cuando ibas descubriendo tus poderes mientras crecías, parecía lógico, igual que se afina la puntería si practicas tiro desde pequeño, por ejemplo. – [MacLeod]Voy a darte la mano, quizá sea más fácil.[/MacLeod] – sugerí. Le tendí las manos y ella las cogió. Las tenía frías. Repetimos lo mismo de antes, ambos concentrados en la palabra. Pasaron tres minutos, cuatro, cinco…nada. Hasta que de pronto lo noté, como una sensación de alivio, había encontrado lo que significaba, pero la sensación se disolvió tan rápido como llegó. No recordaba lo que significaba, lo había tenido en la punta de la lengua pero ahora era incapaz de llegar a ello. Resultaba frustrante. – [MacLeod]Casi lo tenía. Has perdido el foco.[/MacLeod] – le expliqué pasándole una mano por la espalda de forma casi paternal.
– [Sarah]Quizás no sea el mejor momento para que me concentre[/Sarah].- admitió con gesto de derrota mientras se sentaba.
– [MacLeod]No te sientas mal. Es un gran avance. Y tienes muchas cosas en la cabeza.[/MacLeod] – dije mientras me sentaba a su lado. Se la notaba cansada. Parecía que los poderes consumían mucha de nuestra energía al principio y después cada vez menos. En mi caso había sido diferente, el mío siempre estaba ahí, no necesitaba control, simplemente ocurría. – [MacLeod]Cuéntame. Venga. Deja que te «entrene» un poco en eso.[/MacLeod] – añadí intentando que compartiese un poco sus preocupaciones, aunque ya las supiera. A veces simplemente hace falta decir en voz alta lo que nos preocupa para hacerlo más pequeño. Era otra clase de magia.
– [Sarah]El grupo está hecho pedazos[/Sarah].- soltó con dificultad.- [Sarah]Y en parte, es culpa mía[/Sarah]. – se sinceró con el dolor reflejado en su rostro. Evitaba mirarme.
– [MacLeod]Todos podemos pensar eso, pero no va ayudarnos.[/MacLeod] – nuestra peculiar familia había pasado por malos momentos, pero la culpa no era de nadie. Todos lo formábamos y la culpa debía recaer sobre todos. En este caso ni siquiera era así, habíamos reaccionado como habíamos podido a lo que nos había pasado. – [MacLeod]Se lo dije a tu hermana esta mañana. Cuando volvimos, no quise presionar demasiado, pero tres días es suficiente, hay que empezar a zanjar temas pendientes, como lo suyo con Ed.[/MacLeod] – le aconsejé. Me sentí tentado de nuevo de mirar el móvil pero me resistí, Sarah necesitaba mi ayuda. – [MacLeod]Yo hablaré con Daniel más tarde. Pero eres tú la única que le haría volver, por ponerte un ejemplo.[/MacLeod] – le expliqué a sabiendas de que lo que pasaba con Daniel englobaba dos preocupaciones, la del grupo y otra más profunda, una cosa entre dos personas.
Sarah no dijo nada, solo asintió cabizbaja.
– [MacLeod]Vamos a hacer un esfuerzo hoy. Tú y yo. ¿Qué más tienes pendiente? Lucy, Daniel…dime.[/MacLeod] – le pregunté intentando que se marcase unos objetivos que la ayudasen a dejar a un lado las preocupaciones, como yo mismo hacía.
– [Sarah]Empezaré poco a poco[/Sarah].- respondió mirándome, diciendo sin palabras que tenía mucho trabajo por delante.
– [MacLeod]Ese va a ser nuestro entrenamiento hoy. [/MacLeod] – le aseguré sonriendo.
Ella se acercó a mí y me abrazó. Siempre me sorprendía su fuerza pese a que la contenía. – [Sarah]Si no existieras, tendríamos que inventarte[/Sarah].- añadió riendo. Me tranquilizó verla un poco más relajada. No quería pensar en no existir, porque conocerles a todos ellos había implicado descubrir mi vida, una vida que no quería cambiar, junto a una persona por la que daría todo.
Un rato más tarde Sarah se fue al vestuario a cambiarse para empezar sus «tareas» del día, que no parecían nada fáciles. Cuando se despidió, con una sonrisa que mezclaba alivio y determinación con una preocupación y miedo subyacentes, cogí el móvil para ver si había noticias de Diana.
El estómago me dio un vuelco cuando vi un mensaje suyo en la aplicación de mensajería.
¿Sabes de alguien que sepa deshacerse de un «tieso» con discreción? ☺
Diana – 16 min
Después del susto inicial vino el alivio, pero acompañado de una inseguridad absurda que me hacía querer asegurarme de que todo iba bien, pese a que su mensaje lo dejaba claro.
Diana, no me des estos sustos ¿Todo bien?
Toph – 10 min
¿Cuándo empieza a oler mal?
Diana – 9 min
?
Toph – 9 min
Es broma, controla el el infarto, abuelo. En realidad, lo hemos arreglado por todas las habitaciones de la casa, si sabes a lo que me refiero…*cejas*
Diana – 8 min
Sentí una pequeña y estúpida punzada de celos que se desvaneció al instante, Diana se estaba vengando de haberla dejado allí. Conocía a Diana lo suficiente como para saber cómo tenía que responderle para que dejase de lado las bromas temporalmente.
Bueno, ¿entonces bien? ?
Toph – 8 min
¡Aburrido! Todo bien, estamos desayunando y no han volado los cuchillos. La operación «Tenemos que hablar de Ed» ha sido un éxito.
Diana – 6 min
Me alegré, por fin las cosas estaban volviendo a encaminarse, todas las piezas de nuestra familia empezaban a recomponerse. Volví a pensar en Lucy, en que merecía ser parte de ella y en el miedo que tenía a hacerlo por ser la «reencarnación de Kaylee».
Me alegro, estoy orgulloso de ti. ¿Comemos los cuatro juntos?
Topher – 5 min
¿Qué cuatro, es que ahora la meona es un ser independiente? ?
Diana – 4 min
No pude evitar reírme y pensar en las ganas que tenía de ver a la «meona» como ser independiente, cogerla entre mis brazos a ella y a su madre. Y al parecer, había posibilidades de que ella no fuese mi única hija. Me sentía bastante afortunado.
No mujer, lo decía por Lucy. Sarah es que tiene el día ocupado y no sé si podrá.
Toph – 2 min
Sí. Yo elijo el sitio :DDDDD
Diana – 2 min
Vale bicho, recojo y ahora hablamos por tlf. Os quiero.
Toph – 1 min
¿Eso también es por Lucy? XD
Diana – Ahora
Depende de lo raro que suene.
Toph – Ahora
Dejé el móvil a un lado y respiré aliviado. Agradecí que los Satellites no estuviesen en la sala viéndome sonreír mientras miraba hacia uno de los ventanales. Pero era algo que no podía evitar. El sol salía por el horizonte bañando los cristales necrotemplados que filtraban los rayos ultravioleta dejando pasar una luz limpia y clara. Estábamos ante un brillante y nuevo día. Un día para otra clase de magia.
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