DANIEL ARKKAN | CABAÑA
MAÑANA

No entraré en detalles de lo agradable que resultó la reconciliación con Sarah porque espero que a mis hijos les sea algún día de utilidad este diario, aunque pensándolo bien, quizá esta entrada en concreto quede vetadas a ellos salvo que Sarah diga lo contrario.
El caso es que por fin volvía a sentirme completamente feliz después de mucho tiempo, con la cabeza de Sarah descansando sobre mi pecho, subiendo y bajando junto a él. Volver a sentir su piel contra la mía era como volver a estar completo, como si durante todo este tiempo hubiese estado vacío. Quizá era así, quizá por eso la oscuridad que había en mí salía con mayor facilidad cuando ella no estaba, porque era literalmente lo bueno que había en mí, me complementaba.
El silencio en compañía no era desagradable como lo era cuando estabas solo y parecía que el mundo iba a hundirse sobre ti. Sin embargo, todavía no me acostumbraba a esa tranquilidad. Mi mente empezaba a dar vueltas a la idea de que algo malo tenía que estar pasando, que todo había sido demasiado fácil y la vida normalmente no era así. Me convencí de que era demasiado pronto, la reacción normal cuando pasas una mala racha que te hace incapaz de convencerte de que ha terminado.
Aun así, cuando me di cuenta de que Sarah tenía los ojos abiertos y miraba fijamente un punto de la pared de enfrente, me preocupé, pensando que había algo que iba a romper nuestro momento perfecto.
– [Daniel]¿Pasa algo? ¿E-estás bien?[/Daniel] – pregunté incorporándome sin moverla demasiado, lo justo para poder mirarla a los ojos.
Apartó la mirada y volvió a fijarla en la pared durante unos segundos. – [Sarah]Tengo que contarte una cosa[/Sarah].- admitió. Con esas palabras mi corazón se aceleró aun más de lo que ya solía estarlo.
Me incorporé del todo y me coloqué frente a ella, mirándola. Disimule mi miedo a lo que fuese a decir porque sabía que estaba preocupada. – [Daniel]Claro. Estoy aquí para lo que quieras decirme.[/Daniel] – dije con una voz que casi era un susurro. Respiré profundamente, aunque con cuidado para que ella no lo percibiese con sus sentidos de Cazadora, y cogí sus manos entre las mías, ahora de pulso más firme.
Ella cogió aire y lo soltó lentamente mientras se decidía. – [Sarah]Me besé con Sasha por culpa de Easy[/Sarah].- soltó de pronto mientras miraba al suelo y me dejaba un hueco en el sofá.
Este diario no está hecho para ser ficticio, si no para ser verídico y servir de lección a otros, además de para recordarme ciertas lecciones a mí mismo. Por eso mismo diré lo que pasó literalmente, y es que solté una risa. Cuando vi el rostro de Sarah, con una mezcla entre seriedad, preocupación y vergüenza, sentí como mi cara se encendía como una bombilla. – [Daniel]No te imaginas qué alivio.[/Daniel] – expliqué a duras penas. La risa había sido un alivio puro e incontrolado después de tantas preocupaciones. Eso no podía cambiarlo, pero lo que sí podía hacer era prestarle atención a lo que me estaba contando porque ella sentía que era importante. – [Daniel]L-lo siento es que pensé que…en el Palacio…[/Daniel] – continué con mi mezcla de explicación y disculpa confuso por mi propio miedo a decir algo que la hiciese sentirse mal.
– [Sarah]¿En el Palacio…?[/Sarah]- me miró fijamente con esos preciosos ojos azules que me hacían perder la noción del tiempo. No sabía a qué me refería y ahora me daba cuenta de que me iba a resultar difícil explicárselo.
Suspiré resignado a que tenía que decírselo, porque habíamos dicho que no tendríamos secretos. – [Daniel]Cuando entré…vi a alguien que se parecía a ti…con Z. Muy juntos.[/Daniel] – le expliqué con dificultad. No había tardado en darme cuenta de la pantomima, porque aunque se pareciera a ella, quien quiera no era Sarah ni en sus mejores sueños. Pero a veces una imagen se queda grabada y es complicado quitársela de la cabeza.
Sarah esbozó una mueca de asco.- [Sarah]Ni en en sueños[/Sarah]. – replicó con tal claridad que me sentí un idiota por haberlo llegado a pensar.
– [Daniel]Lo sé. Lo siento.[/Daniel] – me disculpé apretando sus manos con gesto cariñoso. Nos habíamos acostumbrado a hacerlo cuando caminábamos, como una forma de comunicarnos sin necesidad de hablar. Con solo ese gesto sabíamos lo que quería decir el otro. – [Daniel]¿Has estado preocupada por eso?[/Daniel] – le pregunté volviendo al tema que le preocupaba. Hasta el momento no había tiempo de racionalizar lo que Sarah acababa de contarme. Una vez lo hice, empecé a entender lo que le preocupaba y me sentí afortunado de poder quitarle ese peso de encima.
– [Sarah]No tiene nada que ver que fuera una chica, pero me sentía como si te hubiera traicionado[/Sarah].- explicó. En ese momento debo reconocer que mi cabeza estaba dividida en dos naturalezas, una racional y otra impulsiva. La racional sabía y sentía que no era ninguna traición porque ni siquiera le habían dejado elección. La impulsiva se había quedado con la parte de «No tiene nada que ver que fuera una chica«. No estoy orgulloso pero no sirve de nada mentir.
– [Daniel]He tenido suerte de no enfrentarme a ella aún. Pero por lo que sé, no había nada que pudieras hacer.[/Daniel] – expliqué haciendo uso de mi parte racional. La imaginé pensando en eso todo este tiempo, creyendo que me había traicionado. Llevé una mano hacia su frente y le aparté un mechón de pelo con cariño.
– [Sarah]No, porque controla completamente tus impulsos[/Sarah].- explicó con un tono que evidenciaba el terror que cualquiera tendría después de que le hubiesen controlado contra su voluntad. Para mí, que temía perder el control y lo había enfrentado contra el Demonio del Miedo, resultaba fácil empatizar con ese terror.
– [Daniel]Pone los pelos de punta.[/Daniel] – admití consiguiendo que volviese a mirarme a los ojos. Era preciosa, lo único que deseaba era pasar cada uno de mis días mirándola. – [Daniel]Ya ha pasado. A partir de ahora tú la mantendrás a raya.[/Daniel] – le aseguré tratando de animarla. Con su nuevo poder Easy no podría controlarnos, ese miedo se había acabado.
– [Sarah]También puedo llegar a sentirme atraída por una chica[/Sarah].- dejó caer de pronto. Mi parte impulsiva sonrió ligeramente y repitió en mi cabeza «... atraída por una chica«, «... atraída por una chica«… Pero mi parte racional tuvo que volver a imponerse porque podía sentir que no era fácil para Sarah admitir lo que acababa de contarme. Nunca habíamos hablado de ello.
– [Daniel]Nunca me lo habías dicho.[/Daniel] – dije para darle pie. Me había puesto algo más serio para que tuviese claro que no me lo tomaba a broma.
A través de una de las ventanas un rayo de sol bañando los ojos celestes de Sarah. El recuerdo de una puesta de sol sobre el fiordo de Moray, cerca de Inverness, en un viaje que había hecho con mis padres. Resultaba extraño visitar ese recuerdo ahora que sabía que para entonces mi madre ya debía estar embarazada de Cara.- [Sarah]Es…complicado[/Sarah].- respondió al cabo de unos segundos. Como persona que ha vivido parte de su vida como un hermitaño, no tenía un gran apego por algunas costumbres e ideas de la «sociedad moderna» y una de ellas era la intolerancia, en ese y muchos otros aspectos. Siempre que no fueses un humano, blanco heterosexual eras susceptible a ser blanco de algún tipo de intolerancia, por raza, color de piel o preferencias sexuales.
Pensé qué sería lo mejor para Sarah y mi intuición me dijo que quizá sería mejor si lo compartía. – [Daniel]No quiero presionarte, pero me gustaría que me lo contases. Si vamos a hacerlo bien, es mejor sin secretos.[/Daniel] – añadí volviendo a acariciarle la cara. Su piel era lo más suave que había tocado nunca, mis manos manchadas de sangre no lo merecían.
– [Sarah]Ya te lo he contado[/Sarah].- replicó encogiéndose de hombros. No me había explicado bien.
– [Daniel]Sí, eso sí, pero me refiero a por qué es complicado.[/Daniel] – aclaré. No quería que se sintiese juzgada por nadie porque sabía la presión que siempre ponía eso sobre ella. Tenía claro que no era por lo que pudiesen pensar los Moondies, pero quizá sí el resto del mundo, que ya nos juzgaba por ser diferentes de otra forma. – [Daniel]Es tan normal como ser heterosexual. Más normal de hecho, más…natural.[/Daniel] – empecé a explicar mi opinión como pude, desde mi sesgado punto de vista. Para mí solo significaba que la estrictas normas y estándares de la sociedad no habían llegado a calar profundamente en ellos, dejándoles ser quienes eran en realidad. Detestaba la mentalidad rebaño.
– [Sarah]Porque no me había parado a pensarlo[/Sarah].- admitió finalmente. Suspiré, otro quizá no habría entendido esa respuesta, pero para nosotros era una verdad oculta bajo la superficie. Salvar el mundo consumía parte de nuestras vidas y estaba lleno de claroscuros. Me había reunido con Sarah y el resto de los Moondies, pero también había estado a punto de separarme de ella para siempre y nos había amenazado a todos más de una vez.
– [Daniel]La vida que llevamos a veces…nos consume a nosotros mismos. Solo quedan los Campeones.[/Daniel] – admití con pesar. Si hubiese tenido tiempo para pensar en ella misma habría podido darse cuenta de que su familia lo vería con toda la normalidad que implicaba, a fin de cuentas Diana y Daakka eran abiertamente bisexuales y eso no cambiaba nada respecto a ellos. No me preocupaba que mi hermana por ejemplo fuese abierta de mente en ese sentido y en muchos otros, me enorgullecía de hecho. Me alegraba que pudiese ser libre y que ni siquiera hubiese tenido que plantearse ser de otra forma. Sarah también merecía serlo, aunque no pudiese respecto a lo que era y lo que hacía por el mundo, al menos si respecto a lo que le gustaba.
– [Sarah]He pasado tanto tiempo asumiendo que era la Elegida que se me ha olvidado que soy Sarah[/Sarah].- admitió pensativa. Recordé cuando la había conocido unos años atrás, huyendo de un Legado que la perseguiría siempre. La había convencido de entrenarse y abrazar lo que era, pero porque no había otra opción que la mantuviese a salvo. Ojalá hubiese podido tener una vida normal, pero quizá entonces no la hubiese conocido.
Así que en lugar de hablar, decidí hacer algo mucho mejor. Me acerqué a ella lo suficiente como para oler su piel y sentir sus suaves labios contra los míos. – [Daniel]Yo estoy enamorado de Sarah Echolls. Lo de la Elegida es un extra. Y quiero saberlo todo de Sarah Echolls.[/Daniel] – le aseguré casi en un susurro, cerca de su oído. No negaré que había aprovechado también esa posición para tentarla, dejando que mi aliento acariciase su cuello.
– [Sarah]Creo que ya lo sabes todo[/Sarah].- aseguró mirándome a los ojos. Conocía esa mirada juguetona y lo que había tras ella.- [Sarah]¿Yo lo sé todo de ti?[/Sarah] – preguntó sin apartar la vista.
– [Daniel]Absolutamente. Siento no ser tan interesante. [/Daniel] – repliqué mientras quitaba algo más de distancia entre nosotros. – [Daniel]A ver, sé reconocer si un hombre es guapo y tampoco vomito ante la idea de un hombre desnudo, pero me gustan las mujeres, una, de hecho.[/Daniel] – expliqué dándome cuenta de que nunca me había parado a pensarlo demasiado. Sencillamente, no me imaginaba con un hombre, pero tampoco me parecía nada extraño. – [Daniel]El mundo de los hombres es corto de miras y eso quieras o no, incluso aunque lo rechaces, te puede condicionar. [/Daniel] – supuse en voz alta.
Sarah me sonrió ampliamente y venció la poca distancia que nos separaba para besarme con ansia. – [Sarah]¿Por dónde íbamos?[/Sarah] – preguntó al apartarse. Ahora que los sentimientos de Sarah estaban a salvo, mi mente salvaje superó a la racional y volvió a susurrar «... atraída por una chica«, «... atraída por una chica«… «... atraída por una chica«, «... atraída por una chica«…
Cogí a Sarah por la cintura y la subí sobre mí mientras le besaba el suave cuello, donde un fino vello casi inapreciable se erizaba al contacto. – [Daniel]No sé, creo que me estabas detallando punto por punto lo que había pasado con Sasha.[/Daniel] – le susurré sonriendo. Ella me miró con una sonrisa antes de darme un suave manotazo en el hombro, que si hubiera sido fuerte, habría dejado marca.
– [Daniel]Es mera curiosidad…científica…para un trabajo de fin de carrera.[/Daniel] – respondí intentando aparentar seriedad.
– [Sarah]Te he echado de menos, pelirrojo[/Sarah].- replicó abrazándose contra mí. Sentí su pequeño pero fuerte cuerpo rodear el mío y me sentí en casa.
– [Daniel]Y yo a ti, lassie.[/Daniel] – dije rodeándola con mis brazos.
Había tenido muchos sitios a los que llamar hogar a lo largo de mi vida. Mis padres habían viajado mucho para huir de su cazador y cuando finalmente se habían asentado, les había dado caza. Por eso yo mismo siempre había ido de un lugar a otro, siempre moviéndome, huyendo de sitios a los que llamaba hogar.
Pero cuando conoces al amor de tu vida, el hogar se convierte en una persona y no en un sitio. En ese momento tuve más claro que nunca que donde quiera que estuviese, si Sarah estaba conmigo, estaría en casa.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.