Diario de Vincent Solo | Apartamento de Mara, la Nave
MEDIODÍA – TARDE
Cuando Mara fue hacia su apartamento para cambiarse, me quedé solo en la sala de reuniones. El resto del grupo se había marchado ya al Palacio para tratar la terrible noticia del asesinato de esa familia inocente que estaba en todos los medios de comunicación.
Estuve un rato allí sentado, preguntándome qué hacer respecto a todo lo que había pasado los últimos días. En el tiempo en el que habíamos estado separados me había dado cuenta de que sentía por Mara algo auténtico, algo que esperaba pudiese llegar a buen puerto. Y ahora, después de la «locura sexual», tenía miedo que esa relación se estropease y no llegara a nada.
Los minutos pasaron y no conseguía encontrar las fuerzas para entrar al apartamento y hablar con Mara. Me decía a mí mismo que me había tratado como siempre y que no tenía por qué significar que había cambiado nada entre nosotros, pero después me asaltaban los recuerdos de las noches pasadas.
No me malinterpretéis, no eran lo que se dice recuerdos desagradables, más bien todo lo contrario, pero me hacían sentir vergüenza por lo que pudiese pensar de mí, de ese yo descontrolado y salvaje. Siempre nos da miedo exponernos de una forma tan abierta a alguien. Normalmente la gente se expone decidiendo cómo lo hace, gradualmente. Pero yo no había tenido opción así que ahora era un todo o nada. Si a Mara le había gustado el Vincent que había visto podríamos tener una oportunidad, si no…había acabado. Y todo por culpa de Easy y esa condenada Iniciativa.
Finalmente, al escuchar ruidos en la sala de estar de Mara, me levanté, sintiendo pinchazos en varias partes de mi cuerpo, algunas que incluso no podía mencionar. Teniendo en cuenta que era un hombre entrenado desde hace mucho, unas agujetas así implicaban mucho ejercicio.
No pude evitar volver a recordar algunas escenas, así que al llegar a la puerta intenté quitarme la sonrisa de la cara para no parecer un pervertido. Llamé y Mara me invitó a pasar, pero una vez dentro, no nos miramos a la cara durante varios minutos.
Ella estaba ocupada limpiando algunas cosas en la cocina, pero la mayor parte del tiempo se limitaba a mover un cuenco de un lado a otro. Le costaba mirarme a los ojos, así que decidí ser el que diese el primer paso.
– [Vincent]Sé que esto es un poco…raro…[/Vincent] – admití. Una de las ventajas de decir siempre la verdad es que evitas dar rodeos y la gente se termina acostumbrando.
– [Mara]Sí…[/Mara]- respondió con timidez girándose hacia mí. La miré y sentí que algo se sacudía dentro de mí. Es una suerte que Diana no lea esa última frase.
– [Vincent]Es extraño no saber qué decir…[/Vincent] – añadí al cabo de un rato. Hacía apenas unas horas los dos estábamos completamente desnudos en el sofá que estaba a un palmo de nosotros. Lo miré de reojo y mi mirada se cruzó con la de ella cuando también lo hizo.
Al menos eso hizo que sonriera y se colocase el pelo detrás de la oreja. La había visto hacer un gesto parecido estos días, pero con una cara diferente. Podía decir que adoraba cualquiera de sus facetas. Desde el ángel al…ángel picante.
– [Vincent]Bueno, al menos ahora no creo que te dé vergüenza que tengamos esta noche esa cita.[/Vincent] – sugerí sonriendo. Ni siquiera pensé demasiado lo que iba a decirle, simplemente me pareció un buen comienzo intentar seguir por donde lo habíamos dejado. A fin de cuentas, eso venía a decirle hacía unas noches, pero después todo se desató.
– [Mara]No me subestimes…[/Mara]- replicó dirigiendo hacia mí esos preciosos ojos heterocromáticos mientras se mordía el labio de una forma que evocaba escenas para adultos que habíamos compartido.
– [Vincent]Ya lo tenía reservado hace un par de días, cuando vine a verte y terminamos…f….desnudos…[/Vincent] – la frase había empezado bien pero los nervios disparaban mi «talento» y al final había tenido que recurrir a taparme la boca torpemente para no decir alguna que otra palabra. Me sentí aliviado cuando la vi sonreír.
– [Mara]Tranquilo. Iré…[/Mara]- adjudicó finalmente mientras caminaba hacia el sofá y me hacía una seña para que me sentase. Al hacerlo volví a sentir pinchazos en varios puntos, claramente el sofá había sido uno de nuestros sitios preferidos. Con razón lo recordaba más suave, no era el sofá si no la piel de Mara.
– [Vincent]No me imaginaba pidiéndotelo tan relajado. Supongo que los dos días de sexo intensivo tienen algo que ver… Lo siento, se me suelta la lengua.[/Vincent] – me disculpé. Con mi incapacidad para mentir las disculpas se convertían en algo cotidiano. Pero en ese momento me molestaba más porque no quería echarlo a perder.
Mara respondió tapándose la cara entre carcajadas, era maravilloso verla reír así. – [Mara]Para…[/Mara] – pidió sin dejar de reír. Quizá al final haber intimado antes no hubiese sido tan malo. A fin de cuentas, lo más vergonzoso ya había pasado y no habíamos necesitado estar borrachos ni hacer ningún tipo de preguntas en frío.
– [Vincent]Supongo que sí estoy nervioso y por eso se me descontrola.[/Vincent] – admití llevándome una mano detrás de la cabeza. Sentí mi pelo un poco más largo de lo habitual y recorde los dedos de Mara enredados en él. Era una suerte que ciertas partes de mi cuerpo estuviesen satisfechas para evitar momentos incómodos. – [Vincent]Por cierto eres…preciosa….no solo desnuda, que también…eso.[/Vincent] – intenté arreglarlo como pude pero finalmente me reí. Al menos sabía que no mentí, era preciosa, observar su cuerpo desnudo era una maravilla, igual que dormir junto a ella.
Tampoco podía hacerme muchas ilusiones ni perspectivas de futuro, era mayor que ella, quizá pasado el tiempo se cansase de alguien como yo. Era joven y guapa y yo ninguna de las dos cosas.
– [Mara]Quieres matarme…[/Mara]- intervino lanzándome un cojín que olía a ella.
– [Vincent]Si no nos hemos matado ya… ¿Tú recuerdas comer o algo que no fuera…?[/Vincent] – pregunté dejando la frase a medias para intentar no asustarla. A veces Mara parecía un cervatillo, pero ahora que la conocía más quizá encajaba con una loba. Más solitaria, más astuta, más salvaje. – [Vincent]Oh…acabo de recordar que chocolate sí.[/Vincent] – recordé. No entraré en detalles de qué me había hecho recordar eso en concreto.
Mara se echó hacia mí y me tapó la boca. – [Mara]Cállate[/Mara] – dijo entre risas. Nuestros cuerpos encajaron perfectamente, como movidos por una sintonía que llevábamos dos días tocando.
– [Vincent]Mo duedo…[/Vincent] – me quejé sin dejar de reír, aún con su mano tapándome la boca. – [Vincent]Uf. Tengo agujetas por todas partes. En momentos como este me doy cuenta de que no son humanos.[/Vincent] – admití refiriéndome a los demás. Yo no era humano en términos estrictos de la Tierra, pero en el fondo era humano, solo que de otra realidad. Mara ahora era humana y podía entenderme perfectamente. De los demás, salvo Rebecca, ninguno era completamente humano, y eso se notaba. Su aguante, en todos los sentidos, era mejor. Aunque yo no tenía queja. Había llegado a visitar a Mara el día de máximo esplendor y habíamos seguido así hasta la madrugada de ese mismo día.
– [Mara]No hemos comparado las sesiones del resto[/Mara].- me recordó con un brillo en los ojos. La tenía tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo. Cada vez me asaltaban más recuerdos de esas dos noches y el agotamiento sexual me iba desapareciendo a medida que aumentaba el apetito.
– [Vincent]Creo que soñaré con la nuestra a menudo.[/Vincent] – se me escapó un pensamiento en voz alta.
– [Mara]Shhh[/Mara].- dijo callándome esta vez con un suave beso de sus tiernos labios. Lo peor de todo lo que recordaba es que lo hicimos en un frenesí que apenas dio tiempo a apreciarlo, o quizá sí lo aprecié en su momento pero apenas lo recordaba ahora. El caso es que ese beso despertó mis ganas de volver a estrecharnos desnudos en ese sofá, esta vez con toda la calma del mundo.
– [Vincent]¿Eso eres tú o esa tal Easy?[/Vincent] – pregunté para asegurarme de que no quedasen restos. Llevé las manos a su cintura mientras la besaba y los recuerdos siguieron, especialmente vívidos, como si mi cerebro intentase compensar todo lo que no había podido experimentarlos en su momento.
– [Mara]Yo[/Mara].- sentenció mirándome fijamente a los ojos mientras su mano recorría mi pelo. Sonreí, quizá Mara había llegado a la misma conclusión que yo, ya que lo habíamos hecho, tantas veces, ya no había problema en repetir conscientemente.
– [Vincent]Me alegro. Tengo ganas de comprobar si todo es…igual. O mejor.[/Vincent] – respondí devolviéndole el beso de antes y estrechándola contra mí.
Al final Easy quizá me había hecho un favor facilitando las cosas entre nosotros. No seré frívolo, si hubiera podido evitar que ocurriese, lo habría hecho, porque nos había dejado agotados y debilitados ante lo que estaba por ocurrir, igual que había hecho con la gente del Palacio, aprovechando para acabar con algunos de los suyos y capturar a otros. Pero no lamentaba en absoluto lo que eso había significado para nuestra relación.
Esa tarde la pasamos juntos, tomándonos las cosas con más calma ahora que nuestras ansias estaban tan saciadas.
Cuando empezó a oscurecer me vestí y me marché al hotel en el que Bill y Karen también estaban instalados para prepararme para esa noche, que sería decisiva para nuestro futuro. Lo cambiaría todo.
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