Moondale

LA LABOR DE UN VIGILANTE

Christopher MacLeod | Subconsciente de Sarah, Aleion

ALBA ETERNO

macleodcuero

Resultaba curioso como llegábamos a cambiar las personas. No importaba cuánto tiempo hubieses estado solo hasta el momento en el que conoces al amor de tu vida, una vez lo haces, estás destinado a echarla de menos y a no concebir una vida sin ella, aunque ya la hayas conocido.

Diana acababa de irse y ya estaba lamentando mi decisión de quedarme, pero tenía una tarea que hacer en el subconsciente de Sarah, empezando por las maletas que no estaban todavía en la sección de objetos perdidos.

Recordaba perfectamente el colapso que había tenido en el Palacio por culpa de la acumulación de recuerdos y saber que seguían en su mente me hacía preocuparme porque volviera a suceder. Además, necesitábamos la información que contenían y entrar a la mente de alguien no es algo que se haga todos los días.

Tenía ganas de comprobar si eso mismo pasaría cuando fuera padre. Pese a haber visto ya a la «meona» crecida, una mujer hecha y derecha, resultaba difícil asociarla a la que venía de camino, y mucho más difícil resultaba imaginarse como sería la relación con ella.

Como si respondiera a mis propios pensamientos, una niña de pelo rojizo cruzó corriendo la estación, deteniéndose cerca de mí para recoger un peluche de un lobo. Cuando levantó la vista con esos ojos claros, esa piel pálida y esa sonrisa pícara supe quién era.

Al ver que no se movía, me agaché para verla mejor y sonreí observando sus pecas. Ella abrió una amplia sonrisa en la que faltaban dientes mientras me miraba. Entonces lo supe. Supe que ella también haría que no pudiese imaginarme una vida antes de conocerla.

Se dio la vuelta como si escuchase una voz y echó a correr hasta una preciosa Diana con unos cuantos años más que seguía siendo preciosa. Al lado había un hombre al que no pude distinguir demasiado bien, tenía canas entre el cabello de color castaño y a ratos ese pelo parecía extenderse por todo su cuerpo. Los tres se subieron al tren-monumento de una de las plazas centrales, en cuya placa podía leerse ‘Kaylee‘.

Observé mi cuerpo y toqué el suelo y la pared que tenía cerca. Su tacto era completamente real. ¿Lo habría sido también el de la pequeña «meona»? Me acerqué hasta el monumento a ‘Kaylee‘ y toqué el agua de la fuente que lo rodeaba. Estaba fresca y limpia, se sentía perfectamente real, más incluso que el reino del miedo.

Resultaba abrumador pensar por todo lo que habíamos pasado. A veces me preguntaba cómo conseguíamos seguir adelante. La respuesta era tan simple como que no había otra opción. Teníamos demasiado por lo que luchar, principalmente porque habíamos sido capaces de encontrar la felicidad dentro de la oscuridad más acuciante.

A menudo pensaba qué pasaría si el mundo ya no necesitase ser salvado, si consiguiéramos la paz. ¿Qué sería entonces de los Moondies? ¿Seguiríamos juntos? La pregunta la había compartido con Daniel, sabiendo que no le generaría dudas. Su respuesta había sido un simple ‘Sí’, plenamente convencido.

No dejaba de llamarme la atención que era la misma respuesta que yo habría dado, porque la intuición me hacía pensarlo así. Si Daniel que había estado muy acostumbrado a la soledad y yo que no daba nada por sentado pensábamos igual, la respuesta debía ser cierta.

Dentro de toda la oscuridad que nos rodeaba, toda la muerte, las pérdidas y el mundo de titanes en el que solíamos movernos como Dante observando los círculos infernales, nuestras relaciones se habían hecho más fuertes. No había más que ver la estación que componía el subconsciente de Sarah, llena de trenes salientes hacia las mentes dormidas de muchos de nosotros. El pesar que nos rodeaba hacía que lo importante brillase más y eso había generado una amistad que no se rompería, ni pese a todo lo que habíamos vivido en los últimos meses. Era lo que hacía trascender la amistad a familia.

Mientras caminaba, pensativo, observando y asimilando toda la información de allí dentro que podía ayudarme pero intentando no inmiscuirme demasiado, llegué a una pequeña plaza en la que una maleta con forma de piedra descansaba abandonada.

Respiré profundamente y me acerqué hasta ella. Me agaché para abrirla y la estación quedó atrás, absorbida en simple instante por una habitación fría en la que una joven de pelo rubio estaba sentada en la cama. Me acerqué a ella y comprobé que, al igual que antes y que en los recuerdos que yo mismo había experimentado, era un mero espectador.

Antes de que pudiera acercarme más, la habitación empezó a temblar y al principio pensé que eran los demás, intentando resistir el asalto de la Iniciativa. Temí por ellos, esperando que el contingente formado por los OWLS, Vincent, Bill, Karen, Daakka, Dom y algunos de los Satellites pudiese aguantar contra lo que enviase la Iniciativa, seguramente Adams Zero, si es que Z no mentía. Dudaba que en este caso lo hiciese, aunque seguro que ocultaba algo.

Pero el temblor no era otra cosa que el tiempo avanzando rápidamente dentro del recuerdo, mezclándose con una escena en la que un hombre con el rostro picado por la viruela la golpeaba y el techo comenzaba a derrumbarse sobre él, enterrándolo pero dejando indemne a una Petra que observaba la escena horrorizada.

La habitación cambió al continuar avanzando el recuerdo, pero era un lugar igual de frío. Petra estaba cerca de una de las ventanas cubiertas con barrotes, jugueteando con una piedra, haciéndola flotar entre sus manos primero y estallar en sus manos después.

Un amago de sonrisa asomó en los labios de Petra, pero se desvaneció cuando el recuerdo volvió a avanzar, mostrando a Petra frente a la misma ventana. Miraba fijamente la pared hasta que esta se hizo añicos dejando el hueco del tamaño de una puerta. Petra alzó una mano y descendió hacia el suelo subida sobre un trozo de pared. Sin mirar atrás, echó a correr.

El recuerdo la persiguió hasta la huida de un apartamento en mitad de la noche, esta vez con una pequeña entre sus brazos. Pese a las gafas y la ropa de abrigo, pude distinguir varios arañazos en la cara de la Torre Blanca.

Cuando el recuerdo terminó, volvía a estar en la pequeña plaza, pero esta vez la maleta había desaparecido. Devuelta a su verdadero lugar. Miré el reloj que colgaba de una pared, las agujas no paraban de moverse habían movido. En el subconsciente de Sarah siempre faltaba tiempo.

Me pregunté qué hora sería en el mundo real, cuánto tiempo llevaríamos en el subconsciente de Sarah y si los demás estarían bien. No podía evitar sentirme inútil dejándolos enfrentarse a la Iniciativa solos, pero nuestra tarea significaba la vida de Mara y quizá, la de Sarah.

Así que intentando quitarme de la cabeza esa sensación de impotencia, continué caminando por otra vía, en busca de más recuerdos perdidos.

Pasé por delante de la estación ‘Sasha‘, cuyo tren humeaba inundando la zona de un aroma a flores. En la zona hacía demasiado calor, así que no me acerqué demasiado. Cerca de allí, vi una maleta de forma rectangular y me acerqué.

Al abrirla me vi de nuevo transportado a un lugar diferente. Esta vez era la habitación de un hospital. No resultaba difícil reconocerlo con sus blancas paredes, sus ventanas selladas y su aspecto frío.

Una mujer que aparentaba más años de los que debía tener descansaba en una aséptica cama. A sus pies un muchacho la observaba, de pie, agarrando su mano.

– [Russell]Todo saldrá bien, te lo prometo.-[/Russell] dijo el muchacho cuya voz me resultó familiar. Me acerqué a la cama y vi que el muchacho no era otro que Russell, unos años más joven. La mujer, que debía ser su madre, no respondió.

La noche dio paso al día y la mesa de lo que parecía el apartamento de Russell, donde las facturas del hospital se acumulaban una sobre otra.

La escena avanzó a un callejón oscuro donde una de las copias de Russell le llevaba un taco de billetes. Las sirenas resonaban cerca. Russell desplegó una copia más y ambas se dirigieron en diferentes direcciones para despistar a la policía.

El recuerdo se desvaneció y junto a él, la maleta perdida en la estación del subconsciente de Sarah. Russell era un buen tipo con una historia triste, al igual que Petra. Los dos del bando blanco.

Tenía gracia pensar que no importa si eventualmente eres bueno, malo o neutral, te habrán pasado cosas malas y pasarán sin que puedas evitarlo, pero lo que te distingue es como obras en consecuencia. Alguien del bando negro habría matado a toda la gente del prostíbulo del que Petra huyó y su venganza no habría acabado ahí. Alguien del bando negro habría robado para conseguir el dinero para sí mismo. Y aun así, no todos los del bando negro habrían hecho lo mismo. El sistema de Z se desmoronaba. Hay personas, no bandos.

A lo lejos, cerca del lugar por el que habíamos entrado, al lado de las vías del tren en dirección a Lucy, había una maleta que parecía tener una cicatriz en uno de los costados. Suspiré, preparado para una nueva visión y sentí el tacto etéreo de la maleta al tocarla y abrirla.

Esta vez estaba en un espacio abierto, parecía un garaje. Era de noche y el ambiente olía a sangre. No sabía si eran mis sentidos de licántropo los que lo percibían o que la persona de quien era el recuerdo lo recordaba así de intenso.

Frente a mí, tumbado en el suelo con una mano apoyada sobre una mancha sanguinolienta en su camiseta, estaba el enorme ‘Wall’. Una chica a unos pasos de él hizo un gesto y una herida se abrió en el antebrazo del gigante. Junto a la joven de generosas curvas y melena azabache había otra de cabello rubio a quien sí reconocía, Sasha.

– [MacLeod]Sarah, no sé si podrás, pero necesitas ver esto.[/MacLeod] – dije comunicándome directamente con ella, donde quiera que estuviese. No estaba seguro de si podría ver lo mismo que yo, pero era un buen momento para intentarlo.

– [Sarah]¿Quién es?[/Sarah]- respondió su voz en mi cabeza. La notaba algo nerviosa.

– [MacLeod]Wall, Sasha y…no sé quién es la chica pero parece cercana. ¿Lo ves?[/MacLeod] – respondí intentando transmitirle calma, algo que no sabía si funcionaría. Esperaba que pudiese ver lo que yo veía, porque esto era importante y sabía que Sarah le daría el valor que tenía.

– [Sarah]Sí[/Sarah].- respondió simplemente. La mujer de pelo oscuro creaba una nueva herida en el cuerpo de ‘Wall’ sin tocarle y empezaba a hablar sin apartar la vista de él. No conseguí escucharla bien, quizá porque ‘Wall’ tampoco la había escuchado en su momento.

– [Sasha]No quiero dejarte[/Sasha].- respondió Sasha. La chica debía haberle pedido que fuese a por ayuda, pero la Cazadora, que en ese momento no lo era, se mantuvo inmóvil.

– [b]Vete[/b].- añadió ella mirándola a los ojos brevemente. Sasha dudó, pero finalmente accedió y se alejó, encaminada a buscar ayuda.

Mientras la veía alejarse, una mujer de cabellos rojo sangre se acercó caminando tranquilamente, era la ‘Reina Negra’. La joven de pelo oscuro intentó usar su poder con ella y le creó una herida en la mejilla. La pelirroja llevó un dedo a la herida y lo observó, manchado de su propia sangre, mientras murmuraba unas palabras.

Quise avisar a la muchacha, pero cuando ya has tenido visiones en otras ocasiones, te acostumbras a que eres un mero espectador. Aunque eso no quiere decir que no siga afectándote. Todo sucedió rápido, Sasha se giró al escuchar a la muchacha del pelo oscuro caer de rodillas mientras su cuerpo empezaba a estar surcado cada vez de más y más heridas. La rubia intentó volver, pero la otra la mandó alejarse mientras caía desangrada. Al final Sasha se alejó corriendo.

– [Aislinn]Wall[/Aislinn].- dijo la Reina Negra acercándose al gigante, cuyas manos ensangrentadas aún aferraban la herida de su torso, ajenos a la muchacha que agonizaba, moribunda, en el suelo.

– [Wall]Lo sé, lo sé. Ha escapado.-[/Wall] respondió él intentando ponerse en pie, aún sujetando las heridas que le había hecho la joven.

– [Aislinn]Sería una pena que alguien se enfadara[/Aislinn].- replicó ella jugueteando con su alfiler, con una mirada maliciosa.

– [Wall]No volverá a pasar, me ha pillado por sorpresa.-[/Wall] se disculpó el ‘Peón Gris’.

– [Aislinn]No me gustan las sorpresas, ¿sabes?[/Aislinn]- sentenció ella. Se pinchó en un dedo con el alfiler y dejó caer una gota sobre el gigante, que cayó de nuevo al suelo, aferrándose la herida como si le arrancasen las entrañas.

– [Wall]Bruja…-[/Wall] espetó entre dientes.

– [Aislinn]Gracias[/Aislinn].- replicó dejando caer otra gota encima de él. ‘Wall’ se dobló hacia delante y gruñó de dolor.- [Aislinn]Esa chica, Briar…la…concubina de la Reina Gris[/Aislinn]. – comenzó a decir con un tono que llevaba una amenaza inherente.

– [Wall]No… déjala fuera… de esto.-[/Wall] respondió a duras penas, sumido en el dolor. Me pregunté qué significaría esa tal ‘Briar’ para él. – [Wall]Ya… ya me tienes a mí. Romperé sus huesos… lo prometo.-[/Wall] añadió mirándola desde abajo, como el caballero que pronuncia el juramento ante su reina, salvo que esta estaba loca.

– [Aislinn]No te creo[/Aislinn].- replicó incrédula. Alzó una ceja componiendo una sonrisa demente.

– [Wall]Créelo.-[/Wall] aseguró golpeando el suelo con tal fuerza que el cemento se resquebrajó.

– [Aislinn]Podría matarla solo con una gota de mi sangre, así que no me amenaces[/Aislinn].- le recordó ella mientras se guardaba el alfiler. ‘Wall’ respiró agitadamente mientras se recuperaba del dolor.

La Reina Negra se marchó, dejando al gigante observando el cuerpo de la chica muerta. Se agachó con una delicadeza impropia de un hombre tan grande mientras una vieja canción infantil resonaba a través del recuerdo.

Durante un instante vimos la imagen de una niña sonriendo a un gigante al que no encontraba tan amenazador. Después el recuerdo se desvaneció.

– [Sarah]Tengo que hablar con Sasha en cuanto terminemos con todo esto.[/Sarah] – habló Sarah, resonando en mi cabeza, visiblemente afectada.

– [MacLeod]Tranquila, todo a su tiempo.[/MacLeod] – respondí intentando animarla. – [MacLeod]Voy a seguir con el trabajo, si necesitas ayuda aquí estaré.[/MacLeod] – añadí. Sin darse cuenta dejó pasar el sonido del traqueteo del tren de camino al subconsciente de Mara.

Sarah asintió y cortamos la comunicación. Continué caminando. Al lado de un tren color verde esmeralda salpicado de briznas de hierba en la parte inferior, que solo podía ser el de Cara, encontré una nueva maleta perdida.

Esta vez tenía algo tétrico que me hizo recelar al principio, algo me impulsaba a alejarme. Destilaba muerte.

En cuanto la abrí me vi transportado a un sótano frío y aséptico lleno de viales, probetas y material médico de todo tipo. Una figura vestida con una bata blanca estudiaba sin descanso un libro ajado que parecía pertenecer a cualquier otro lugar menos a ese.

Alguien llamó a la puerta y el hombre se giró. Reconocí ese rostro como el que nos había estado observando en el palacio, ‘Faust’. – [Z]¿El Dr Krueger?[/Z] – preguntó una voz cruzando la puerta. Cuando pasó a la zona iluminada vi a un hombre de pelo cano, vestido con un traje oscuro.

– [Faust]Si… Lo siento, ¿cómo ha entrado? El horario de consulta ya ha terminado.-[/Faust] respondió éste. Aquello debía ser una clínica privada. Percibí un deje nervioso en las palabras del doctor, que apartó y cubrió el libro con una pila de papeles.

– [Z]Soy un hombre con recursos.[/Z] – respondió el hombre del traje. Había en él algo que me resultaba familiar, pero a la vez no recordaba haber visto nunca su cara. Quizá era su forma de moverse. – [Z]La clase de recursos que podrían ayudarle con su investigación.[/Z] – añadió. ¿Se refería a la nigromancia? Faust se había convertido en uno para intentar traer de vuelta a su esposa. Sus profundas ojeras parecían indicar que estaba pasando por ello.

– [Faust]Inves… investigación.-[/Faust] respondió sin dar más detalles. Sus ojos ávidos de conocimiento observaban al otro hombre.

– [Z]Creo que está interesado en traer de vuelta a su esposa.[/Z] – aseguró lentamente, mientras se volvía para cerrar la puerta del sótano. – [Z]Compartimos un interés común.[/Z] – añadió acercándose más a él.

– [Faust]No estoy interesado, más bien determinado.  Dígame señor, lo siento, no me he quedado con su nombre. ¿Qué es lo que necesita exactamente de mí?-[/Faust] replicó el doctor, claramente interesado en cualquier cosa que pudiera ayudarle. La desesperación lleva a caminos oscuros.

– [Z]Negroponte.[/Z] – respondió. Recordaba ese nombre de algo, lo había buscado no hacía mucho. – [Z]Pero mejor Z, puedes llamarme Z.[/Z] – afirmó. Entonces lo entendí. John Negroponte había sido uno de los primeros Directores de Inteligencia Nacional, directores que siempre habían sido Z, cambiando de aspecto gracias a la magia de la Reina Negra. Por eso no le había reconocido. – [Z]Busco traer de vuelta a mi esposa.[/Z] – aseguró con determinación. Z mostraba un sueño a todos los que le seguían, un sueño que en parte sería verdad, pero que para él no significaba nada si no lo compartía con ella. Por primera vez estaba viéndole ser sincero.

– [Faust]No es sencillo, yo mismo no he sido capaz de conseguirlo aún.-[/Faust] respondió el otro, controlando un temblor en una de sus manos. Ante sus ojos, Z se deshizo de la ilusión que le daba otro aspecto y se presentó con su verdadero ser.

– [Z]Tengo información que nos ayudará a los dos.[/Z] – le aseguró con una sonrisa. Se acercó más al futuro ‘Alfil Gris’ y empezó a cambiar de forma, pero esta vez no se estaba quitando una ilusión, estaba mostrando una piel blanca como la nieve surcada de intrincados y oscuros surcos negros, como si le hubiesen tallado. Unos ojos color plata fijaron la mirada en ‘Faust’ mientras le tendían una demoníaca mano de afiladas garras. – [Z]¿Tenemos un trato, señor Krueger?[/Z] – preguntó como un tentador Mefistófeles.

– [Faust]Desde luego.-[/Faust]  respondió estrechándole la mano con una sonrisa.

El recuerdo se desvaneció y volví al color y la amplitud de la estación, agradeciendo dejar ese lugar corrupto.

Empecé a pensar de nuevo en lo equivocado que era colocar a todas aquellas personas en bandos, porque el mundo no era tan fácilmente categorizable. Una persona puede ser de una forma y actuar de otra completamente opuesta con el estímulo determinado.

‘Carbon’ y ‘Wall’ se movían por proteger a alguien, ‘Faust’, de una forma más desesperada, por traerla de vuelta. Pero quizá habría forma de conseguir la ayuda de alguna de ellas, con el refuerzo adecuado, rompiendo la influencia de Z sobre ellos.

Suspiré y me estiré, pese a que en ese lugar no podía dolerme la espalda. Todavía veía algunas maletas perdidas por la estación, además de las que me esperaban en la sección de objetos perdidos. Pero esas eran mis labores, mis deberes.

La labor de un Vigilante es ayudar a su protegida. La labor de un bibliotecario, mantener ordenada su biblioteca. De alguna forma, mis dos profesiones se habían alineado perfectamente para ordenar la mente de Sarah y protegerla a su vez.

Comentarios

2 respuestas a «LA LABOR DE UN VIGILANTE»

  1. Avatar de Stefy

    Allá vamos a comentar el primero de los posts de dos de mis chicos favoritos <3

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    – Chris, deja de ser tan asquerosamente guapo. Primer aviso.
    – MacLeod ya echa de menos a Diana y eso que se ha ido hace tres segundos. Este hombre y su perfección, porque sabe que tiene que ayudar a Sarah para que no vuelva a sufrir un colapso <3
    – Referencias a «La meona», a la que ya hemos visto como adulta, pero no como bebé/niña. Supongo que debe ser difícil imaginarse a los hijos/as ya creciditos, pero en su caso es casi más difícil imaginarse a esa chica en los inicios de su vida y saber que es la misma que está en la barriga de su parienta. Esto de saber el futuro te deja los sesos licuados.
    – Amy aparece, pero se marcha pronto con la versión un poco más viejuna de sus padres. Me encanta la referencia a Kaylee con esa especie de fuente-monumento.
    – Los Moondies siempre van a seguir juntos. Han pasado por demasiado como para no hacerlo. Al menos, hasta que nosotros nos cansemos y/o Dioni se eche novia y se canse de nosotros.
    – Sé que no es una referencia a nuestro Dante, pero DANTE ES MI HAMOL.
    – El pasado de Petra pone los pelos de punta, pero es un personaje tremendamente fuerte, quizás porque es una secundaria y no puedo ahondar mucho en su personalidad para que no acabe convertida en cualquiera de las otras. Aún así, su historia me gusta.
    – En la vida de Sarah siempre falta tiempo XDD
    – A mí también me preocuparía pasar demasiado tiempo en el subconsciente y que al volver hubieran pasado tres semanas.
    – Al tren de Sasha no se acerca. No todo el mundo está tan mal de lo suyo como Dom.
    – El recuerdo de Russ es MUY MUY BUENO. Me sorprende la profundidad que le está dando Dionisio, a pesar de que es un secundario. Pobrecito mi Russ, qué vida más perra.
    – La utopía de Z es una mierda, Christopher. Puedes decirlo.
    – Cuando va a llegar el recuerdo de Sasha, Chris avisa a la novia de la aludida, no sea que se lo pierda.
    – Mi pobre Sashi, que le mataron a la parienta 🙁
    – Qué divertido fue de rolear el encuentro entre la Reina Negra y Wall. Me encanta amargar a los secundarios XDD
    – Vamos con el recuerdo del Doctor Creeper.
    – A Faust y a Z les une las ganas de traer de vuelta a sus parientas por métodos…terroríficos.
    – Vuelvo a repetir que la utopía de Z da penita. Jesús.
    – Genial el final: Christopher ejerciendo de bibliotecario y de Vigilante.

    BRAVO. UN POST SOBERBIO. Viva MacLeod <3

  2. Avatar de Alph Lopez
    Alph Lopez

    Bueno, pues vamos a ver que tiene que contarse Mac, mucho por lo que veo xD
    – Diana se acaba de ir y Mac ya la echa de menos. Deberias haber ido con ellos y te llevabas las maletas perdidas contigo. O bueno, siempre puede ir al vagon de Diana con las maletas, seguro que estara más comodo xD
    – Mac tiene que aprovechar y ver recuerdos, que no todos los días se mente uno en el subconsciente de alguien xD Mac preguntandose como será su relación con Amy, buena. Amy tira más para papá, Kaylee tira más para mamá y Vera es el ternimo intermedio
    – Oh, ese momento en el que ve a una pequeña de pelo rojizo, con sus pecas y faltandole algunos dientes, mini Amy <3 Mac se ve a si mismo borroso y con demasiado pelo, depilate Mac xDDD
    – Bien visto lo que piensa Mac, que pasa cuando el mundo no necesite ser salvado. Los moondies estan juntos porque se enfrentan al mal, pero ya lo dice Daniel, aun asi seguiran juntos, además, el mundo siempre necesitara ser salvado.
    – Mal rollo esa maleta de piedra, parace que es una bomba y Mac el artificiero que va a desactivarla, pero solo es la puerta al primer recuerdo.
    – El pasado de Petra, abusos, ¿una prision? o que fue encerrada en una casa sin poder salir. Que perra se ha portado la via con ella, pero que ama como sale cargandose la pared, dejando el hueco de una puerta, like a boss.
    – El tiempo se mueve rápido, en la cabeza de Sarah siempre falta tiempo. Mac preguntandose cuanto tiempo a pasado fuera. Nota mental, hacer que Dom se maquille y parezca viejo, en plan, han pasado 30 años… xD
    – El tren de Sasha desprende demasiado calor como para acercarse, la cosa esta… caliente xD Petra y Russell pasandolas putas pero aun asi pertenecen al bando bueno. Luego a los malos les pasa cualquier minucia, lo mismo a la reina negra le pinllaron con un alfiler de pequeña y se hizo malota.
    – Muy bien metido lo del roleo de Wall y La reina negra haciendo que encaje con el pasado de Sasha, le da a esta más motivación para que este en moondale y no solo para ventilarse a Sarah, aunque ya es moondie, ya no va tan de malotah por la vida.
    – Como le gusta a Dani el señor Faust, cuando lo roleamos no me imagine esa clase de lugar de trabajo, yo lo imagine más del rollo, esta como una puta cabra pero sigue ejerciendo la medicina, pero eh, mola un huevo la descripción del lugar, le ha faltado que la bata este llena de mierda y los guantes con agujeros xD
    – Z cuando aun era Z dicaprio…. o Z Tito Pulo aka Edward Teach Blackbeard xD Con todas las caras que ha ido teniendo, Z tiene que tener algun problema de personalidad. Z sabe como llegar a sus secuaces.
    – Mac pensando en romper el influjo de Z en alguno de sus secuaces, que temerario, pero a la vez badass xD
    – Que poetico el final, Mac el bibliotecario le va a ordenar las maletas metaforicas de Sarah para ordenarle su mente, que apañado el bibliotecario.
    Postazo.

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